Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8. Un Acercamiento


Baje con suma cautela las escaleras tratando de evitar a toda costa que alguien me viera bajar con mi violín, lo que menos quería era toparme con alguien y me preguntara a donde es que me dirigía, si, había mentido, le había dicho a Félix que iría a su ensayo de orquesta pero en realidad solo lo había usado como excusa para salir y cumplir con otro compromiso, el que tenía con Richard. ¿Es que acaso era algo malo lo que estaba haciendo? Estaba engañando a dos personas, a mi tía y a Félix, si ella se enteraba de esto...

Era cierto, si Félix preguntaba por mi ausencia seguramente mi tía se desconcentraría, dios mio, necesitaba arreglar esta situación antes de que volviese un caos. Fui con sigilo hacia la sala como siempre meditando mis pasos para no hacer escándalo y descolgué el teléfono, marque rápidamente el número de Félix y no esperé en que me contestara ni medio minuto.

Cuando respondió su voz grave pero tranquila me recibió, me dolía estar haciéndole esto pero no había forma, no sabía que hacer, no quería decepcionar a Richard pero tampoco a mi misma dejando ir estas oportunidades tan importantes.

—¿Hola? —preguntó desde la otra línea.

Tartamudee un poco, no sabía cómo empezar, no sabía cómo decírselo sin parecer una desgraciada, una mala persona, él estaba haciéndome un gran favor y yo lo estaba desechando todo.

—¿Félix? Soy Juliette, me da una pena enorme tener que decirte esto pero no creo posible ir al ensayo, disculpa que te marque a última hora, de verdad.

—Oh...yo —trataba de encontrar las palabras correctas para interpretar su sentimiento de decepción y es que estaba en todo su derecho de reclamar, fue una importunes que yo marcara ya muy tarde —No te preocupes por ello, Juliette, yo comprendo ¿Es que acaso te sentiste mal?

Él siempre tan al pendiente, me dolía de verdad tener que hacerle esto pero no había otra salida para mí.

—Si —mentí para mi parecer con un tono poco convincente.—Me duele un poco la cabeza y mi tía me recomendó estar recostada para que no fuera a empeorar, me pidió también que la disculparas, se siente muy avergonzada.

—No se disculpen —pidió con unas risitas nerviosas.—Yo entiendo perfecto no hay nada por lo cual disculparse, si no es hoy tal vez otro día, siempre y cuando tu te sientas mejor.

Sonreí.

—Gracias por entender Félix, yo te haré saber cómo me siento en unas horas y una última cosa, no le menciones esto a mi tía, se siente muy culpable.

—Entiendo, no hay problema. Nos hablamos luego y recuperate pronto.

—Muchas gracias, nos hablamos luego. Adiós.

—Adiós.

Colgué y pareció ser la señal perfecta para que la voz de mi tía se escuchara a mis espaldas, fue la señal perfecta para hacerme comprender que en esta casa no se iban a poder mantener los secretos por mucho tiempo, mucho menos si ella estaba rondando por cada rincón. Jadee, podía sentir esa sensación gélida en mi cuerpo a causa de ser casi descubierta por quien más temía se enterase de mi plan.

—¿Quién era? —preguntó con duda.

Me volví hacia ella con una compostura recta, no quería que me viera sucumbir por mis nervios lo que menos quería era que pudiera leerme a la perfección y detectar fácilmente mi mentira.

—Félix, lo llame para asegurarle que estaba lista y que llegaría en diez minutos.

Hizo una mueca de desaprobación que le desfiguró la mitad del rostro.

—¿Es que acaso no vendrá por ti? —frunció el entrecejo.

—No, yo le dije que no se tomara la molestia que yo podría ir en taxi.

No estaba en acuerdo para nada, se cruzó de brazos estudiándome como si quisiera de verdad detectar toda la anomalía posible en mi relato, recorrió varias veces sus ojos en mi semblante que se mostraba imperturbable, sin expresión alguna.

—¿Por qué has decidido eso? —preguntó de nuevo luego miró hacia el violín que llevaba en la mano, me lo apreté al costado temiendo que me lo quitara. —¿Y el violín?.

Lo miré como si no fuera la gran cosa, quería restarle importancia para que no fuera un problema que me lo llevara.

—Quiero mostrarle al maestro de orquesta alguna de mis tocadas, creo que será una gran oportunidad. ¿No lo cree?

Siguió mirándome sin decir nada, quería detectar una pequeña muestra de mi mentira y así ponerme en evidencia pero no lo logró, yo estaba firme y actuaba como si yo no estuviera quebrando ninguna regla, no sé cómo lo logré, no supe cómo es que me sentía tan segura en ese momento pero termine por convencerla.

—Tienes razón, no sería mala idea que le demostraras tu talento. —Aceptó —Toca lo mejor que puedas, deslúmbralo.

Asentí con mucha insistencia.

—De eso no habrá duda.

Después de ello una llamada de la cocinera la hizo alejarse de la escena y yo inhale y exhale lo más que pude para recuperarme del susto de muerte, mis manos temblaban aun pero me recuperé cuando escuche que se adentraba más a la cocina y yo tenía mi camino libre, estaba condenándome eso era cierto pero no quise retroceder a pesar de las consecuencias, tal vez finalmente estaba segura de lo que quería.

(...)

Choque mis nudillos contra la puerta de madera que tenía marcado el número doscientos treinta y dos, el mismo que venía en el papel que Richard me dio, estaba segura de que el taxista no me había dejado en la dirección incorrecta sobre todo porque no me pareció que se hubiera ido tan lejos. Esperé un minuto hasta que se convirtieron en dos y luego en tres aun así el tiempo que pasaba lo utilice para echarle un vistazo a la pequeña y anticuada casa, no era más que una pequeña casa muy hogareña de un piso con plantas debajo de las ventanas y una fachada de ladrillo, ¿Desde cuándo habrá vivido Richard aquí?

Ni yo misma pude contestarme la pregunta porque se escuchó que alguien quitaba las cerraduras de la puerta, comencé a sentirme nerviosa no sabía quién podría recibirme, si una adorable viejecita o tal vez la esposa, novia o lo que fuera de Richard, la tal Heather.

Espíe entre el hueco de la puerta cuando se abrió, sonreí y al mismo tiempo suspiré de alivio cuando una viejita adorable de tal vez unos setenta años con cabello canoso, una piel arrugada muy pálida y unos ojos azules muy claros me recibía con una trémula risita.

—Buenas tardes, soy Juliette...

—¡Oh si, sí! — me interrumpió encantada —La violinista, pasa querida.

Sonreí y me adentré a la casa, ya adentro pude ver lo cálida y adorable que era por dentro, era pequeña muy humilde pero se sentía que definitivamente le daban mantenimiento, del lado izquierdo estaba la pequeña sala con una chimenea apagada y sobre esta había montones de portarretratos que mostraba a los familiares y tal vez generaciones de esta familia, del otro extremo estaba la cocina donde se percibía un olor a canela tan esplendoroso y apetecible, podía asegurar que eran galletas, al fondo se veían dos puertas que deduje serían las habitaciones.

La viejecita se puso a mi lado y me sonrió con gentileza.

—¿Deseas café, leche o té?

—No, muchas gracias, estoy bien.

La seguí hasta la sala donde se dejo caer sobre un sofá y yo me senté en el más largo y espacioso de toda la habitación, miré por todos lados tratando de calmar un poco mi ansiedad hasta que ella me hablo.

—Richard me habló de ti, me dijo que tocabas el violín y no dude en decirle que te pidiera que tocaras para mí, debió contarte mi historia, ¿Verdad?.

Me puse aún más nerviosa que de costumbre, no me había dado alguna referencia de nada.

—Bueno, el menciono que usted tocaba el violín pero no me dio detalles.

Dio una carcajada y levanto las cejas.

—Qué barbaridad si es una anécdota grandiosa. ¿No te importa que te la cuente antes de empezar, cierto?

Negué sin problemas y eso fue como la banderilla de arranque. Me explico que en sus años de juventud ella tocaba en un viejo café y que se ganaba la vida gracias al violín que su padre le fabricó, ganó fama en la cuidad y poco a poco se conoció como la más aclamada, daba más de cuatro funciones por cada local que la contrataba, gracias a ello pudo dejar su hogar e independizarse, de ello conoció a su esposo un famoso representante que le prometió levantarla hasta el estrellato, lamentablemente murió de tuberculosis y dejo de tocar para criar a sus dos hijos, se dedicó a lavar ropa hasta que tal trabajo desgasto sus manos y ya no pudo retomar su carrera.

Cuando acabo creí que estaba dándome una lección de vida, una señal que me dejara ver que no debía desperdiciar mis oportunidades y eso definitivamente me hizo sentir muy incómoda, me había hecho pensar en Félix y en lo mal que deje ir esa gran oportunidad, en si trate de que aquello no me afectase cuando empecé a tocar, la viejecita se acomodó sobre el sofá y me clavo los ojos mientras yo leía con atención mi partitura, podía ver de reojo que se emocionaba y que inclusive el sentimiento de nostalgia se refugiaba en sus pequeños ojos, me ponía en su situación, nadie en la vida quería terminar por dejar ir sus sueños y mucho menos cuando pudiste vivir de ellos, nadie iba a querer perderse una oportunidad como la de ella, como la mía.

Cuando acabé ella me aplaudió, me pidió con cierta vergüenza otra pieza más y yo complacida toque dos más sin parar solo para verle tan feliz, ilusionada y viva. Al final de mi tocada me ofreció de nuevo café y té, acepté el café y unas galletas de avena con pasas que estaban deliciosas.

Miré de nuevo la habitación sorprendiéndome de no haber notado que tenía mas fotografías esta vez enmarcadas y puestas sobre la pared, era demasiadas y se veían que unas estaban más viejas que otras, tuve la impertinencia de mirar muy fijamente que ella se dio cuenta.

—¿Te llaman la atención mis fotografías? —se burló, sonriendo eufórica, me miró a mi y luego a la pared con mucho cariño y admiración, como queriéndose envolver en los recuerdos de aquellos escenarios y personajes.

Me ruborice de inmediato sin poder evitarlo, eran llamativas y por supuesto nadie podía hacerlas pasar a un lado, me levanté y me acerque a la pared que podía ser bien una línea de tiempo enorme, estudie las fotografías más recientes que eran las que estaban más abajo y me lleve la sorpresa de encontrar una fotografía de años atrás de un chico que era fácil reconocer, incrédula miré la fotografía de Richard con uniforme, tenía una apariencia joven, diría casi de mi edad, tenía las facciones más finas y una mirada tan inocente, era tal vez un adolescente o un joven adulto, la edad que fuese no importaba lo único que me sorprendió fue verle en uniforme, se veía igual de elegante que en traje.

—¿Acaso Richard estuvo en alguna guerra? —me volví para preguntarle.

—No, la gran guerra acabó en 1918, se unió a los entrenamientos, se fue unos años de casa y volvió para el verano de a principios de 1923. Fue un largo tiempo pero creo que le sirvió bastante para lo que le acababa de pasar para ese entonces.

—¿A si? —había logrado captar toda mi atención sin duda, necesitaba saber más de Richard y la forma de hacerlo sin ser tan directa era con su abuela —¿Qué le sucedió?

La expresión de la anciana se endureció un poco, podía verle el sabor amargo que le producía el intentar responderme, el recuerdo tal vez era violento para ella.

—Su madre...lo abandono cuando tenia diez años —trago saliva para deshacerse de la acidez que le producía explicarlo y de tener que recordarlo —Yo prácticamente lo crié pero fue él quien se ha podido mantener solo, las cosas se complicaron pero siempre hemos sabido salir a delante.

Mire el semblante de la anciana cargado de una desdicha inmensa, no quise imaginarme a un pequeño y triste Richard sin su madre, teniendo que hallar la forma de mantenerse a si mismo y a su abuela. ¿Cómo alguien puede tener corazón de abandonar a su propio hijo? Desconocía las razones de aquella mujer, si me interesaba saberlo pero yo no era la persona adecuada para tener conmigo una información muy íntima y privada.

No quise preguntar ni mucho menos indagar más de ese tema, ella estaba incomoda lo sabía por cómo una sombra se apoderó de su mirada perdida al recordarlo una y otra vez. Carraspee para sacarla de sus cavilaciones y continué mirando las fotografías, en su mayoría eran todas ya muy viejas y las pocas que se veían actualizadas eran de varios paisajes y de Richard en su etapa de niño y adolescente.

—Son todas muy hermosas —le aseguré sin dejar de mirar cada una de ellas, estaba fascinada de la manera en la que me llamaban la atención a pesar de yo no conocer mucho de esta familia ni de esas personas —¿Quién pudo enmarcar todas estas fotografías?

—Fue Richard —me contestó con voz orgullosa —Sabe que me gusta tener mis fotografías a la vista y me hizo el favor de enmarcarlas, pasamos cuatro días en completar casi toda esa pared.

Sonreí al mirar de nuevo la gran exhibición, era una locura, se veía como un total espectáculo, definitivamente quien no iba a querer algo así. Seguí mirado la fotografía de Richard en la cual llevaba uniforme era de esperase que me llamara tanto la atención, era un completo adolescente, con toda esa inocencia y mente ingenua que apenas estaba preparándose para descubrir el verdadero sentido de la vida.

—Me sorprende lo joven que era aquí —comenté con tono casual, señale la fotografía que miraba para que supiera a cual me refería.

—Tenía apenas unos...

—Diecisiete para ser exactos —irrumpió de repente su voz, yo sabía a quién pertenecía esa voz tan melodiosa y seductora, era fácil de reconocer.

Me volví de inmediato con un respingo, mi estómago sufrió un calambre cuando sus ojos se posaron en mi y sus labios se curvaban en una sonrisa traviesa y alegre a mi dirección, tarde un poco en sonreír en manera de respuesta pero lo logré, traté de reprimir un estremecimiento cuando se acercó, su presencia me era muy intimidante siempre se volvía un reto el saberme comportar cuando estaba cerca.

—En efecto era muy joven —prosiguió con una voz serena y pacifica —Aprendí mucho ahí, todo lo que necesitaba para ser una persona responsable, de no ser por ese lugar quizá nunca hubiera abierto los ojos a muchas cosas.

Cada vez que daba un paso más adelante era una total tortura para mí, tenía que ser discreta a un nivel máximo y siempre era un problema para mí. Dio otros pasos más cerca y esta vez tuve que alargar la distancia, retrocedí y el busco mi mirada preguntándose si no era nada que se tratara de él.

Di media sonrisa y no más.

—Hay que encontrar de nuestras desgracias una lección de vida —susurré muy despacio como si tratara  de solo hacérselo saber a Richard, él solo me miro fijamente y yo desperté de todo encanto suyo de mala gana —Debo irme, ya son las cinco y yo debo llegar a más tardar a las seis, disculpen.

Acomode mi violín con algo de torpeza ya que no se me daba ser muy acelerada en mis movimientos, si quede en ridículo era lo que menos me importaba ahora.

—Ya la has asustado, Richard —reclamó la anciana con un tono de reproche y una gesto de molestia en los labios. —Te he dicho que nunca entres como si fueses un ladrón.

Richard tenía un semblante de preocupación y al igual que su abuela me miraba con confusión.

—No, no, —aclaré con risas de disculpa que intenté calmara su mala interpretación de la situación. —Es solo que tengo un horario y debo respetarlo, si no llego seguramente me esperará un largo sermón.

Ambos me observaron con total atención como tomaba mis cosas y me despedía, me acerque a la anciana y le tome la mano.

—Me dio un gusto conocerla...

—Sylvia —añadió con dulzura y una sonrisita para después desaparecerla y volverla un gesto de inconformidad, me apretó tan fuerte la mano que cuando jale con poca fuerza para zafarme no logré nada —Quédate para tomar el té, así hablamos un poco más, si gustas ver más fotografías tengo más de ellas, mías y de mi esposo en...

—Sylvia —replico Richard con insistencia, puso los ojos en blanco cuando su abuela lo miró con mala cara —Juliette tiene que irse, la esperan en su casa.

Sylvia hizo caso omiso de Richard y me tomo más fuerte de la mano casi al punto de jalarme y caer a un lado suyo.

—¿Tocarías más de tu violín para mi? —sus ojos brillaban de emoción y esperanza que era difícil negar algo que la ilusionaba tanto.

—Por supuesto que si. —respondí, mirándola fijamente y dándole un apretón en signo de mi fiel promesa.

Richard apareció a mi lado sin que yo lo hubiera visto venir.

—Acompañare a Juliette a la puerta, es hora de despedirse.

Sylvia utilizo la mano que me tenía aferrada a la suya para ayudarse y levantarse del sofá, me tomo de sorpresa que me estampara contra la mejilla dos besos de cada lado y un abrazo con una fuerza inmensa que nunca esperé almacenara en ese cuerpo tan frágil y débil.

—Vuelve lo más pronto que puedas, tenemos mucho que charlar.

Asentí sonriéndole al mismo tiempo.

—Claro que sí.

Escuche los pasos de Richard detrás de mí hasta la puerta, la abrí y me volví para mirarlo una vez más, estaba disculpándose con la mirada el comportamiento de su abuela, se frotaba las manos con nerviosismo y su mirada iba de un lado a otro queriéndome dar una explicación.

—Disculpa a Sylvia, ella no está acostumbrada a la gente nueva —agachó la cabeza, estaba segura de que había visto nacer desde su piel aterciopelada un rubor ligero.

—Ella es adorable, disfrute muchísimo tocar para ella y las horas se nos fueron muy rápido —sonreí al recordarlo, era una total verdad, las dos horas fueron apenas un roce en el reloj.

Al escucharme era de esperarse que levantara la cabeza mucho más animado, sus ojos azules deslumbraban de nuevo, tan enérgicos y poderosamente atractivos, fui esclava de su encanto otra vez, estaba a sus pies, a su control.

—No sabes lo gratificante que es escuchar eso, ella está sola y no le viene nada mal una compañía que no sea solo la mía —dio una sonrisa torcida, sentí mi corazón dar un salto involuntario —Sin duda le caíste muy bien, debiste haberla impresionado de otra forma no hubiera querido que volvieras a tocar para ella.

Reímos al unísono y al mismo tiempo empezó a emanar desde mis pómulos ese rubor que odie estuviera apareciendo en este momento inoportuno, Richard lo notó y se apretó los labios intentando no ser un chiste para él, me atusé el cabello para distraer mi vergüenza y me ayudo un poco, me distraje de su semblante y logré borrar en su mayoría ese color rosado de mi cara.

—Espero no intentes decirme que he sido la única a la cual ella haya escuchado.

Sonrió ampliamente que se le formaron arrugas cerca de los ojos.

—Eres la novena para ser exactos.

—Es gratificante escuchar eso —repetí con un asentimiento triunfal, agradeciéndole por darme a entender que después de todo no era tan mala para lo único que amaba hacer.

Reímos junto de nuevo, mi interior se encendió en una flama que difícilmente se iba a poder extinguir ya que sus ojos eran quienes le daban la fuerza y resistencia para mantenerse viva.

Sus ojos se volvieron suaves y cálidos al igual que los latidos de mi corazón, podía escucharlos como un leve golpeteo, como una manifestación vivida de mis sentimientos por él.

—Gracias por venir, Juliette, no sabes lo importante que es para mi que hayas aceptado y más considerando que trabajo para tu tío.

—Para mi no es problema —concluí con voz baja, sacudiendo la cabeza y encogiéndome de hombros.

—En realidad —hizo una pausa, intentaba ser directo sin tanto titubeo pero creo que no encontraba la forma ni las palabras para lograrlo —Refiriéndome a tus tíos, ellos seguramente no hubieran aceptado que vinieras pero me sorprende que hayas podido venir, no me malinterpretes pero conozco a tu tío y suelen ser bastante estrictos.

Di un largo suspiró, eso me recordaba mi inaceptable escapada para poder venir aquí, si tan solo supiera que no había pedido permiso, que nadie sabía de esto más que nosotros dos seguramente no hubiera permitido que viniera.

—Me arriesgue en pedírtelo, si te causo problemas tienes el derecho de renunciar, no es una obligación, no quiero causar molestias.

—No lo son —indique solemne —Pueden ser estrictos pero deben entender que a veces debo darme mi respiro, es algo normal, me vuelvo loca si no estoy conviviendo con alguien más.

Asintió.

—Eso es respetable pero estoy seguro de que no querrán que pases tu tiempo libre tocando para una anciana que no es siquiera tu abuela o tu vecina.

Solo podía imaginarme la reacción de mi tía, no iba a aceptar que me viera envuelta con ninguna familia que viniera de algún trabajador de mi tío, no quería vernos conectadas ni a mi ni a Stella con esas personas, decía que no teníamos ninguna razón pero se equivocaba, yo tenía la mía.

—Lo sé, quizá no lo vean del todo bien pero si tú no se los mencionas yo no lo mencionaré, es trato justo.

Richard me contemplo con cierta dificultad respecto a mantener este secreto sobre todo porque era riesgo para ambos, a él lo podrían despedir y a mi quien sabe que cosas tendría que pagar para poder ganar confianza de nuevo, se quedó confundido mirándose las manos y luego a mi, lo que menos quería era obligarlo a hacer algo en contra de su voluntad pero era nuestra única salida.

Richard se apretó los labios y cuando me miró parecía estar más seguro y relajado, estaba sosteniéndose también a una esperanza.

—Creo que todos salimos beneficiados de esto. ¿No te parece?

Sonreí sin parecer demasiado eufórica, no quería ser evidente porque sabía a lo que se refería, en ese momento solo quise ser yo, la joven estúpida y locamente enamorada pero de nuevo tuve que volver a mi realidad.

—Claro que sí —afirmé, echándole una mirada en complicidad que no esperé me correspondiera. 


Lamento tanto la tardanza de verdad, espero no se enojen jajaja, les tengo una super noticia...

¡Ya tengo laptop! *suelten a las palomas, griten y canten junto conmigo* jajaja si!! ya tengo laptop eso significa que ahora si podré hacer mis correcciones y mis capítulos más largos, ya era lo que necesitaba, en mis antiguas novelas no saben como tuve que sufrir pero con esta novela ya será algo más fácil de hacer, ahora si a dejar que mi imaginación vuele con total libertad, ya no más computadora de escritorio donde tenia que escribir ya muy de madrugada.

Disfruten del capítulo chicas, las quiero y gracias por su apoyo, un besote enorme y muchos saludos a todas, gracias por votos y comentarios que siempre me animan.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro