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Capítulo 51. Lamentación

No me di cuenta que me había tardado más de la cuenta porque cuando llegue los gritos de Richard resonaron con mucho estruendo, corrí hacia su habitación y saque con rapidez las pastillas que tenía en mi abrigo, cuando me miró pude ver que tenías las venas de los ojos muy marcadas, tenía una expresión desgarradora, el dolor se lo estaba consumiendo y era una escena perturbadora, era una de las tantas veces que me tocaba ver esto y yo seguía sin acostumbrarme. Le di las pastillas y esperé sentada a que hicieran efecto, para cuando el dolor desapareció ya había hecho efecto el otro componente, el que lo hacía dormir.

Aquel tiempo en que permaneció tan sosegado lo utilice para estudiarlo, lo observe tanto que no tarde en pensar las cosas con más claridad, si lo dejaba era una posibilidad muy grande que quizá muriera de dolor, nadie podría ayudarlo, estaría llevándolo al camino de la muerte y no podía hacer eso pero ¿Qué pasaría con Nicholas y el bebe? De una cosa estaba segura, Richard ya no quería que lo cuidaran, apenas y cruzábamos palabras durante el día y entre nosotros todo empeoro, no parecía que me agradeciera todo lo que hacía por él, su idea todavía era mantenerse autónomo estando en esa silla, si lo dejaba...¿Sería un alivio para él? Sería para ambos ya que nos hacíamos daño y tarde o temprano no habría manera de corregirlo, era mi decisión y esperaba que estos días la respuesta llegara pronto.

Fui preguntándome antes de levantarme e irme ¿Cómo había dejado de amarlo? Había dejado toda mi vida, mis sueños, pasamos tragedias como inmensa felicidad, luche para encontrarlo, lo esperé lo que me pareció casi una vida, quise vivir por siempre a su lado y ahora lo estaba a punto de abandonar para huir con otro hombre, cómo indignaba la vida ¿Porque me engaño vilmente?, me hizo creer que tenía mi vida perfecta, el romance y el amor más maravilloso y autentico, creí que me lo había dado todo y ahora ya no sabía si saldría ganando de este juego al azar si aceptaba otra vez una vida nueva.

(...)

Richard durmió hasta pasada de las siete, al despertarse fui a decirle que la cena estaba lista porque estaba segura de que tenía hambre, puse la mesa y escuche que venía, era extraño que no hubiera disentido, al menos cenaría y eso me tranquilizaba.

Tome asiento y esperé a comer cuando dio el primer bocado, cómo todas nuestras comidas eran lo mismo no fue incomodo tener el silencio presente como otro acompañante. Pasaron casi diez minutos hasta que habló y me hizo detenerme cuando sonó muy acusador.

—¿Por qué tardaste tanto en llegar, Juliette?

No le había visto el rostro pero ya me lo imaginaba todo, esa expresión endurecida en sus facciones, sus ojos calculadores y muy perceptibles ante cualquier error o movimiento que delatara una mentira, así era ahora, era tan escéptico y mentirle era una cosa imposible. Trague saliva a como pude y lo enfrenté, me esperó esa misma reacción y traté de calmarme, no podía delatarme y no lo haría.

—Había mucha gente en la farmacia —le explique con la voz fluida lo que me dio valor para mantenerme erguida y no perder compostura —Además la mayoría del trayecto me fui caminando y lo demás lo tome en taxi pero no volverá a pasar.

No dijo nada pero seguí persistiendo sus ojos que me devoraban cuando yo baje la mirada, no quería doblegarme y aparentar tanta debilidad pero su poca confianza me daba tanto miedo, no quería hacerlo enojar y era más difícil lograrlo.

—Esperé casi veinte minutos a que llegaras y no me gusto para nada tener que esperar —su voz se hizo gruesa, conteniendo el coraje —Y lo sabes.

Lo comprendía, había sido una estupidez de mi parte porque estaba claro que lo hice enojar por hacerlo esperar y era algo que detestaba, lo enfurecía, termine por acepté mi error.

—Lo sé y lo lamento —me disculpe haciendo evidente que me disgustaba haber cometido el error y es que era real, me dolía haberlo hecho sufrir —Pero no volverá a pasar.

Inhalo profundamente y sus ojos que me estrangulaban seguían sin liberarme.

—Eso espero —suspiró con muchísima frustración.

Yo suspiré de alivio cuando dejo de mirarme y se dedicó a comer, las cosas empezaban a cambiar en mi cabeza, mi decisión bien podría tomarla esta noche porque siendo sincera ya no podía con esto, era un amor que me enfermaba, era el mismo amor que me daba, no cambiaba ni lo haría y no esperaría aquel cambio toda la vida.

(...)

Esa mañana al despertar lo había pensado en todo, lo tenía claro, me quedé sentada en el sofá mirando hacia la nada, era un hecho y aunque tenía un agujero enorme en el pecho que no era más que autentico remordimiento yo seguí firme a mi decisión, me iría con Nicholas porque lo amaba y quería un futuro prometedor para mí y nuestro bebe, sería para mi peor quedarme en esta casa y fingir que todavía teníamos muchas cosas en común, que nos importaba el bienestar del uno al otro, no iba a pudrirme en esta casa y esperar a dejar de tener un motivo para vivir como era seguro la tenía Richard, no me arrastraría a su miseria.

Fui a mi habitación y abrí el closet donde guardaba el poco dinero que yo le dije a Nicholas que tenía, tome solo un poco para ir a entregarle a él una parte de lo que sería para poder completar solo un boleto, me llevaría el resto cuando ya hubiera cumplido la obligación de decírselo a Richard porque se lo diría y al fin le echaría en cara el trato nefasto que me daba y que aborrecía día con día. Él seguía dormido y yo salí esperando no tardarme mucho, tome un taxi y fui directo al departamento de Nicholas, al llegar fue muy rápido lo que traté con él y respeto que yo tuviera que irme porque no quería que volviera a pasar lo de ayer, solo le dije que ya había decidido todo y que esperaba decirle muy pronto una fecha exacta para irnos, necesitaba preparar todo.

Cuando salí me alcanzó una llovizna leve pero como no traía mi paraguas me empape toda y más cuando me tardé en buscarme un taxi, fui pensando en el camino que pretexto le daría a Richard por haber salido si es que me sorprendía entrando. Llegue a casa y traté de no hacer mucho ruido, fui a mi habitación para cambiarme de ropa y fue en ese cuando escuche la puerta de su habitación abrirse, maldita sea, todavía tenía el cabello mojado y claramente se daría cuenta que salí.

Baje a toda prisa para ver si se le ofrecía algo, me puse frente a él y se me quedó viendo muy extraño, tenia una expresión que me dio miedo, estaba tan rígida de un coraje que se estaba reteniendo a penas, entré en pánico, no quería ponerme nerviosa pero fue inevitable, había algo en él que estaba alarmándome y esto no era común, esos ojos que eran difíciles de sostener, eran de hierro, silenciosos a punto de atacar.

—¿Necesitas algo? —le pregunté manteniendo una voz baja, lo más normal posible.

Juraba escuchar un gruñido que provino de su boca cerrada, parpadee atónita cuando no me respondió y solo paso a mi lado directo hacia la cocina, me lleve las manos hacia el pecho, ¿Qué estaba pasando ahora? ¿Con que clase de indiferencia pensaba hacerme sentir más mal? De reojo que me di cuenta que ya estaba desayunando, fui y me senté donde siempre, la lluvia no se quitaba aun y lo supe porque la ventaba que teníamos en la cocina daba hacia la calle, me entretuve observando a la gente correr de un lado otro con sombrillas, en segundos la calle quedó sola a excepción de los autos que pasaban.

Al pasar un rato ese silencio que siempre nos acompañaba se rompió tal y como la noche de ayer y fue más extraño que fuera con la misma pregunta.

—¿Dónde estabas? —me interrogo con un tono amargo y firme que disgustaba mucho.

Al intentar responder con rapidez mi voz sufrió un cambio inesperado, tembló al principio y cuando quise recuperarme fue muy poco lo que había logrado.

—Fui a comprar verduras para la comida —sus ojos eran los que me impedía tener coherencia, eran oscuros, monstruosos. —Pero la lluvia repentina me impidió comprar las cosas que necesitaba, olvide el paraguas así que llegue empapada.

El corazón se me freno de sorpresa cuando de repente rió con sarcasmo, fue una risa que no duró mucho y que no reflejaba nada de gracia, negó con la cabeza y dejo caer la cuchara sobre el plato de porcelana lo que hizo que se sonara muy agudo el choque.

—Creí que podrías mentir mejor—alzó las cejas fingiendo impresión, esa sonrisa falsa que me dio se desfiguro y cubrió su cara en una máscara de aberración y asecho. —¿Por qué tienes la vergüenza de decirlo? ¿De mentir?

Abrí la boca para decir algo, no entendía que estaba haciendo o que pensaba que podía estar ocurriendo, aquel coraje que se guardaba todavía fue aumentando en volumen, su pecho se elevaba más cuando respiraba, su mandíbula estaba tan tensa que se le marcaban las venas del cuello, sus ojos se echaban sobre mí atacándome de todos lados, estaba indefensa.

—¿Qué....? —Menee la cabeza con ligereza, parpadee desentendida —¿Qué quieres decir?

Acercó su silla de ruedas a pocos centímetros de mí, entonces levantó su mano y me bofeteo la mejilla, su mano dura y pesada choco contra la piel de mi mejilla haciéndose escuchar el golpe por toda la cocina, el ardor que me recorrió la cara me hizo llorar inmediatamente, me cubrí la mejilla sin poder mirarlo, sabía que lo merecía, era lo menos que podía recibir por haber hecho lo que hice.

—¡Eres una desgraciada! ¡Cómo pudiste hacerme esto! ¿¡Cómo!? —explotó ese coraje violento desde lo profundo de su cuerpo y lo dejo caer en mí, lo hacía temblar, lo convirtió en un auténtico monstruo, su grito era ensordecedor y yo no me queje, de reojo vi que saco algo debajo de su camisa y me lo aventó al regazo, tenia el cabello tapándome la mitad de la cara pero lo vi, reconocí que era la carta de Nicholas, la que me había dado ayer y que guarde en mi abrigo que por cierto deje en su recamara cuando le di las medicinas, olvide llevármela, fue mi culpa.

—¡¿Creyeron que iban a engañarme a mí?! ¡Pues te equivocaste! ¿Tú crees que no me di cuenta que te coqueteaba? ¡Fuiste tan estúpida para caer, para engañarme con mi propio primo pero tarde o temprano lo sabría! ¡Por eso lo eche de aquí, no quería verlo jamás pero tú! —dio un puñetazo sobre la mesa, se cayeron los cubiertos y uno de los platos, gruño tantas veces que su cólera estaba rebasando el límite —¡Caíste completamente! ¡Eres una maldita perdida! ¡Eres una estúpida! ¡LARGATE DE AQUÍ, AHORA MISMO!

—¡Tu tuviste la culpa! —grité al momento de girarme para encararlo, no me importo que mi voz se quebrara a cada palabra que le decía, era mi momento para yo también defenderme de esta acusación, aquí nadie era victima. —¡Me trataste como basura! ¡Me quieres aquí para ser esclava pero ya me harté! ¡No te hubiera engañado si me hubieras tratado con dignidad!

Richard tenía una expresión imposible, su garganta estaba irritada y muy inflamada, se llegó a atragantar con sus propias palabras.

—¡Tú estás aquí por lastima, no te has quedado porque aun sientes algo por mí! ¡Solo dímelo de una maldita vez y deja de engañarme!

Lloré y el hecho de gritarle hacía que mi estado empeorara, me ahogue en mis lágrimas y en las palabras que estaba a punto de darle a conocer, cuanto me desgarraba el alma tener que hacer esto pero era la verdad y ahora que él lo sabía ya no tenía forma de esconderlo más.

—¡Te soporté muchísimo, Richard pero ya no me volverás a ver! ¡Te amé pero destruiste todo lo que sentía por ti y te odio por eso! ¡Quería amarte por el resto de mi vida pero lo arruinaste! ¡Tú hiciste esto, fue tu culpa! ¡Se acabó, me largo!

Pase a un lado suyo e ignore los gritos despavoridos que echaba a mi dirección.

—¡Juliette! ¡Regresa, ven aquí! ¡Juliette!

Subí las escaleras a toda prisa, sabía lo que tenía que hacer y nadie iba a detenerme, saque mi maleta y guarde mi ropa junto con el dinero que prometí llevarme, el resto se lo dejaría a Richard en la mesita de centro de la sala porque no me perdonaría si me lo llevaba todo. Antes de salir de la habitación me aseguré que no estuviera rondando por las escaleras para esperar a hablar conmigo ya que no quería ni tenia porque hablar con él, se había acabado y ya era tiempo de que las cosas terminaran si esto no iba del todo bien.

No escuche ruidos así que baje, no estaba por ningún lado ni tampoco quise comprobar donde estaba, deje el dinero en la mesita de centro con una nota que decía algo más o menos así:

Este dinero te corresponde, no pienso llevármelo porque lo necesitarás.

Adiós y suerte.

No le di más explicaciones, fue mi única despedida, desee haber hecho lo correcto y haberle dicho realmente que lo sentía pero no quise agravar las cosas, así fue cómo di por terminada aquel juramento de amor y lo peor es que ya no podíamos hacer nada para revivirlo, nuestro amor se había acabado y ahí me di cuenta que el amor no era más que un ciclo de la vida que también acababa.


Está por acabar....Ya falta poquito :( que tristeza y no quisiera que terminara pero tengo tiene que acabar chicas, lo siento tanto, ojala esto no este rompiendoles el corazón pero para que se se sientan más animadas ya pronto se sabrá el final, ya no las haré sufrir más

¡¡¡¡Gracias a todas!!!! No saben lo agradecida que estoy, quisiera que acabara para poder leer sus criticas al respecto, las esperaré ya el final, preparense, esta es 3 llamada 

Un besote enorme.Nos leemos

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