Capítulo 50. Destrucción
Lo nuestro no termino, siguió por al menos un mes y medio mediante las cartas que no dejábamos de mandarnos, las cartas de Nicholas siempre terminaban en una sola frase que no me dejaba de rondar en la cabeza, era su proposición de dejar a Richard para irme con él y estaba tan decidido que estaba dispuesto a esperarme, "piensa en lo que hablamos, te quiero conmigo yo te daré lo que mereces" Esa frase vivía todos los días a cada hora en mi mente, siempre la pensaba y me figuraba ese futuro a su lado, me gustaba pero todavía faltaba una pieza importante para que pudiera aceptar y no sabía de que se podía tratar, era una clase de corazonada indescifrable.
Esta mañana llego otra carta de Nicholas, me fui a la cocina y la leí con rapidez antes de que Richard llegar a tomar su desayuno, hoy iríamos al hospital para un chequeos de rutina, casi nunca pasaba nada cuando le hacían sus chequeos pero aun así no podíamos dejarlos pasar. Cuando escuche que llegaba guarde la carta en mi delantal y puse lo que faltaba en la mesa.
—¿A qué hora es la cita? —llegó preguntando con ese típico tono de voz irritado y poca amigable.
Tome asiento y empecé a comer de mi plato, yo me había hecho más de comer que a Richard y es que mi apetito después de haber dejado el invierno atrás pareció haber despertado muy feroz.
—En una media hora, debemos estar ahí antes.
Así se había convertido la rutina cada vez que teníamos que ir al hospital, debíamos irnos con mucha anterioridad porque yo hacía el trabajo de transportarlo completamente sola, no se si se había dado cuenta que había sido una estupidez haber corrido a Nicholas pero empezaba a darme cuenta de que le pesaba porque no se acostumbraba a que yo le hiciera las terapias, hacía lo que podía y era cada vez más difícil.
Terminamos de desayunar, me puse mi abrigo ligero en donde con mucho cuidado guarde la carta de Nicholas y salimos hacia la acera en busca de un taxi, gracias a dios había gente amable que me ayudaba siempre cuando subía a Richard y también cuando lo bajaba, si lo ponía muy incómodo pero no refutaba porque al menos era considerado con los extraños. En el trayecto fui desapareciéndome en un solo pensamiento, el que me tenía desalentada, muy aterrada y con una crisis que por las noches me quitaba el sueño, me volvía torpe en más de una ocasión y es que mi periodo se había atrasado casi una semana, yo nunca fui una mujer de periodo normal pero en mi vida se había atrasado tanto, lo mucho que podía tardarse eran tres días, no quería adelantarme a nada, no quería dar rienda suelta a algo que ni siquiera era cierto, no podía estar pasándome y menos ahora.
Llegamos al hospital, esperamos en un pequeña sala a que llamaran a Richard, no esperamos tanto y pasamos al consultorio del especialista.
—¿Cómo ha estado todo? —nos saludó con mucha cortesía, se dedicó a platicar más conmigo porque obviamente yo era quien estaba al pendiente. —¿Han hecho las terapias, se ha tomado los medicamentos?
Tenía las manos debajo del escritorio, no dejaba de apretarme los dedos no se de donde había aparecido tanto nerviosismo, me extraño demasiado estar así.
—Sí, hemos hecho todo igual que los medicamentos. —respondí dando una sonrisa un poco forzada, no me sentía con ánimos de ser tan agradable.
—¿Ha tomado las pastillas para el dolor?
Asentí.
—¿Con que frecuencia?
Traté de hacer un cálculo exacto de cuantas veces se había despertado gritando de dolor, fueron muchas veces pero en diferentes momentos del día.
—Con bastante frecuencia, de hecho quedan muy pocas y pensábamos si podía recetar un poco más, son muy indispensables.
—Bien —anotó la petición en una hoja medica —Le daremos para un mes más.
Me entregó la hoja con la prescripción, iría en la tarde a surtirla. Hablamos de cosas que para mi no era de ningún sentido importante hasta que al fin dio paso al chequeo.
—Pasen por aquí, por favor —nos señaló una puerta del lado derecho de la habitación.
Empuje a Richard hacia allá cuando giró su rostro a mi dirección e hizo frenar las ruedas con sus manos.
—Yo iré, no necesitas venir.
Me mantuve perpleja al principio aunque estos desplantes y sus distanciamientos eran ya muy normales lo que me preocupaba era lo que el doctor fuese a pensar, no quería contradecir a Richard solo por quedar bien así que de todas formas tenía que defenderme para no quedar como una mala esposa.
—¿Estás seguro? Puedo acompañarte si quieres.
—No —respondió a secas —Quiero entrar solo.
El doctor y yo compartimos una mirada, él tampoco quiso intervenir y estaba mejor así, deje que entrara solo además era tiempo a solas que necesitaba. Salí del consultorio y fui a recepción, pregunté donde podían realizarme un examen de embarazo, casi corrí al consultorio número 236, tuve que esperar mi turno y cuando finalmente fue el mío me interrogaron con las preguntas básicas, yo necesitaba una respuesta, la quería ya.
Me tomaron una muestra de sangre y de orina pero mis resultados no estarían hasta en la tarde, ¿Cómo es que podría venir por ellos? Claro, las medicinas, vendría cuando surtiera las medicinas de Richard, maldita sea, quería saberlo cuanto antes y esperar hasta en la tarde iba a ser una agonía infernal. Para cuando regrese, Richard ya estaba a fuera del consultorio esperándome, lucía molesto y rápidamente le aclaré que tuve que usar el baño, cuando ya íbamos a la salida tuve la necesidad de preguntarle cómo había salido todo.
—¿Qué te dijo?
—¿Qué más me puede decir? —soltó con voz arrogante —Lo mismo de siempre, no hay ni habrá cambio alguno.
Hubo un montón de respuestas sarcásticas que tenía para su estúpida actitud pero de nueva cuenta me retuve, no valía la pena pelear y de hecho creo que razonar con él se había vuelto imposible, nunca se lograba nada más que un gritó despavorido y un portazo en la cara, la arena en mi reloj se acababa así que tarde o temprano mi escasa paciencia le daría su lugar. Llegamos a casa y no pasaron ni diez minutos cuando su dolor de espalda recién empezó, lo lleve a su recamara y lo acosté con suma delicadeza, le di las píldoras escuchando con muchísima potencia sus gritos golpeándome en los oídos.
Lo deje casi adormilado al salir de su habitación, tenía que hacer tiempo para ir por sus medicinas y mi resultado, no quería ir, me estaba carcomiendo saber la verdad, si resultaba ser cierto mis sospechas mi vida se acababa, mi dignidad estaría sepultada, no tendría valor ni cara suficiente para decirle la verdad a Richard, lo había traicionado dela peor manera, había tirado nuestra promesa a la basura y sin duda ya no habría manera de recuperarla, nos dos nos estábamos destruyendo.
Después de esperar unas horas salí de nuevo a la calle, primero fui por las medicinas de Richard, quería dejar lo más importante para después, prepararme por si la noticia era catastrófica, no quería acelerarme pero fue involuntario ir caminando con mucha prisa por la acera hasta llegar a la farmacia, compré lo necesario y camine hacia el hospital, quedaba un poco lejos así que el camino restante fui en taxi, al llegar fui a recepción y di mi nombre.
—Buenas tardes, soy Juliette Norrington y vengo por unos resultados. ¿Están listos?
Deje mis brazos sobre el mueble de la recepción ya que mis manos temblaban, no lo pude controlar, mis nervios estaban de punta, me volvían torpe, me tenían asustada, quería salir huyendo para no encarar la verdad pero tenía que reunir valor y acabar con ella.
La mujer busco en un apilador de muchos documentos, se tardó unos minutos y al acercarse a mi tenía ya el sobre en la mano, se me cerró la garganta, me provoco un dolor insoportable tragar saliva cuando me lo entregó, con brusquedad fue que me quedé sin voz, no pude darles las gracias, le di la espalda y salí de ahí de nueva cuenta casi corriendo. Me encontré amarrada por el miedo total, quería abrirlo pero a la vez quería mantener esto fuera de mi alcance, ¿Qué iba a hacer si estaba embarazada de un hombre que no era mi esposo? ¿Cómo iba a mantenerlo si el dinero que tenía era ya casi escaso? No tenia amigos, ni familia, nadie iba a poder ayudarme, de nueva cuenta fue que me encontré sola y caí en una desesperación mortal que tenía al borde del colapso.
Abrí el sobre, desdoble la hoja y leí el resultado, me contuve la respiración, la sangre me bajo desde la cabeza hasta los pies, mi corazón se detuvo por escasos segundos y después bombeó a una velocidad casi letal al leer una y otra vez en resultado, oh dios mío, oh no, positivo, ¿Qué demonios iba a hacer? Me apreté los labios tan fuerte para desaparecer la sensación nostálgica que me asaltó en medio de la acera con gente pasando a cada lado, deje caer mi cuerpo sobre la pared y miré hacia el cielo, la blanquecina luz de esa tarde nublosa me cegó los ojos y me irritó lo que ayudó a incrementar la cantidad de lágrimas acumuladas. Se acabó, arruine mi vida, fui víctima de otra ilusión, no habría forma de corregir mi error y menos con este bebe en camino, no habría oportunidad de rehacer ni de buscar perdón, con esto había derrumbado por completo mi vida que se estaba cayendo ya en pedazos.
(...)
—Abandónalo, Juliette, ya no tienes nada que hacer con él —me explico Nicholas, clavando sus ojos serenos pero comprensibles directos en mí. —Ya no y menos ahora que debemos estar juntos.
Había ido obviamente a decírselo a Nicholas, fue una decisión inmediata porque no tenía tiempo de pensar nada, mi tiempo estaba contado y si tenía su apoyo debía saberlo pero cuando se lo dije fue una sorpresa total, vi aquel pánico sembrado en su expresión y en sus ojos, deje que se tomara su tiempo y después todo se aclaró lentamente en su cabeza, aceptó la situación y fue ahí donde empezó a convencerme de que ya no debía preocuparme por Richard porque al fin y al cabo mi amor desaparecía cada vez con más facilidad, mi paciencia era nula y yo ya había decidido irme por mi propio camino cuando di paso a esta relación, si yo hubiera amado a Richard igual, si las cosas no se hubiera echado a perder entre él y yo nunca hubiera aceptado a Nicholas ni nada de esto estaría pasando.
Pero si lo dejaba... ¿Que sería de él? Camine de un lado a otro muy frustrada al imaginarme la complicada situación, no podría vivir tranquila, no estaría en paz conmigo misma.
—No lo sé —vacilé, la cabeza me daba vueltas y un mareo me rebotaba la cabeza —No puedo hacer eso, yo sé que quieres que este contigo pero ¿Y él? ¿Qué hará solo? No puede hacer muchas cosas, no sé qué hacer.
Tomo mis manos y fue calmando toda ese torbellino de confusiones que me atormentaban, quería salir y decírselo, ocultárselo me hacía cargar con una culpa que me aplastaba, caí bajo y mi dignidad hecha polvo.
—Juliette, entiende esto, yo quiero que estés conmigo —tuvo que hablarme con lentitud para que mi cabeza lograra creerle de verdad —Tengo un poco de dinero pero no me alcanza para mi pasaje, necesitó tiempo para poder conseguir el tuyo y el mío y tal vez en ese lapso de tiempo puedas pensar las cosas. Tienes que decidir porque esto dependerá de cómo termine esto, compréndelo, no tienes muchas salidas.
Tenía razón, además sabía que Nicholas estaba dispuesto a aceptar la responsabilidad lo mejor era que me inclinara por la que al menos mostraba una posible solución o salida, lo que necesitaba era prepararme por si dejaba a Richard, hacer aunque fuera poco y no irme con tanta culpabilidad rondando porque a pesar de las cosas le debía mucho.
—Yo...tengo algo de dinero, podría darte para tú pasaje y el mío, el resto se lo dejaría a Richard.
En instante la expresión y la mirada irradiaron un agradable destello que le causo la sorpresa de mi supuesta aceptación, me beso las manos que sostenía aun y sonrió.
—¿Estás aceptando irte entonces?
No estaba segura de muchas cosas pero era cierto que había considerado irme con él como mi posible solución, tenía miedo porque comenzar de nuevo otra vez era cansado y lo que quería era descansar y dar por sentada mi vida de una buena vez.
Titubee otra vez.
—Dame unos días para prepararme, tú sabes, es una decisión muy difícil.
—Claro, claro —aceptó con rapidez, asumiendo tanto entusiasmo. —Hazme saber tu decisión, por cierto —sonrió antes de irse a la mesita de noche y sacar del cajón una carta, me la entregó con una sonrisa más ancha —Te iba a mandar esta apenas hoy pero cómo has venido te la entregó personalmente, espero pueda aclarar más fácilmente todas tus dudas.
Le regresé la sonrisa, quería tener mi cabeza en su lugar para darle una respuesta concreta ya que no podíamos dejar pasar mucho tiempo, el embarazo avanzaría y no podía notarse delante de nadie, la guarde en el bolsillo de mi abrigo asumiendo que realmente encontraría ahí la respuesta a esta decisión tan importante.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro