Capítulo 48. Una Gran Perdida
Nuestro contacto siguió en cartas estás últimas semanas, era nuestra rutina, cuando él venía a hacerle las terapias a Richard antes de irse me dejaba su carta y cuando no venía la mandaba por correo, eso era lo que yo también hacía, era como lo habíamos acordado. Tome asiento en el pequeño comedor de nuestra cocina para leer la carta que me correspondía esta semana.
Juliette:
Tenemos que hacer algo, no puedo seguir en contacto contigo de esta forma, necesito verte aunque sea en otro café que esté más lejos de casa para poder tomarte de las manos, no me gusta conformarme con solo verte de lejos, me gustaría hablar contigo, no es posible tener la libertad que quisiéramos en tú casa pero te sugiero que me digas de que forma podemos resolverlo.
Nicholas.
No solo él lo había pensado, yo también quería volver a verlo pero mi pánico y la inseguridad de que alguien pudiera descubrirnos era muy poderosa, no sabía de que forma podía escapar de aquí pero lo quería, mi amor por Richard descendía un poco cada día, se comportaba mucho peor que antes, su ánimo era escaso y su actitud era más fría e indiferente, recriminaba que no quería estar en la silla y que quería trabajar ya que nos sosteníamos de mis ahorros los cuales algún día acabarían y eso me angustiaba muchísimo, si no teníamos dinero ¿Qué haríamos? Tendría que trabajar pero Richard se quedaría solo y eso me ponía en debate.
Subí a mi habitación para guardar el resto de las cartas que me enviaba Nicholas, escribí la que le correspondía a él y baje para atender a Richard, cómo siempre se mantenía hundido en el periódico, no se que tanto podía estar leyendo ya que releía lo mismo. Me quedé parada frente a la puerta esperando que tomara en cuenta mi presencia y cuando lo hizo se incomodó.
—¿Quieres que vaya a comprar el periódico de hoy? —le pregunté.
Me observó, me ataco prácticamente con esos ojos salvajes y punzantes, eran pequeñas agujas atravesándome la columna vertebral en un estremecimiento muy frío.
—Sí, búscalo. —respondió con voz seca, muy cuarteada.
Asentí y lo deje solo con la puerta entreabierta, a estas alturas ya no iba a hacerlo cambiar estaba llena de rencor porque me había mentido, desde el momento en que esta enfermedad empezara el Richard que yo conocí se había muerto con todas sus esperanzas, ya no quedó rastro, la única vez que dio su última aparición quizá como despedida fue el día de mi cumpleaños desde ahí nunca volvió y ni yo volví a buscar.
Me apresuré porque hoy le tocaba venir a Nicholas, llegue a casa y en efecto estaba en la sala, esto no estaba bien, siempre llegaba y se adelantaba a la habitación de Richard. Esperé a que me diera una explicación estando quieta con el ceño fruncido.
—Me dijo que no quería terapia —me informo con una expresión neutra, indescifrable.
Deje el periódico sobre la mesita de centro para ir a ver que sucedía cuando lo escuche de nuevo, ese golpe estruendoso y la vibración del piso debajo de mí, cayó otra vez, Nicholas y yo nos echamos una mirada rápida para saber que debíamos ir a su ayuda, casi corrimos y en efecto estaba en el suelo, intentando levantarse para volver a la silla.
No debía hacerlo, sabía lo que me esperaba si lo ayudaba pero era mi deber estar ahí cuando me necesitaba, me acerque y lo tome del brazo.
—Te ayudo.
Nicholas se quedó detrás de mí para no estorbar y e ir a mi rescate si necesitaba más fuerza, se complicó cuando el cuerpo de Richard se tensó a mi contacto y su mal carácter resurgió con más rudeza.
—Déjame, yo lo voy a hacer —masculló sobre su hombro, sin darme la cara siquiera.
Quería retirarme pero bien sabíamos que necesitaba ayuda así que me armé de valor y lo volví a hacer, lo tome del hombro otra vez y lo impulse hacia arriba, Nicholas quiso intervenir y fue ahí cuando la ira acumulada de ese exacto instante salió disparada del cuerpo de Richard en un rabieta tan intensa e impactante.
—¡Les dije que no quiero su ayuda! ¡No me toquen! —nos gritó y acto seguido me empujo con la su otra mano libre alejándome unos dos metros de él.
Caí cerca de los pies de Nicholas quien se había quedado en shock con los brazos extendidos, tardó en reaccionar y me ayudo a levantarme, no lo pudo creer, su rostro pálido me lo decía, no habíamos que reaccionara de forma tan violenta y llegando a esos extremos.
En cuanto me incorpore otra vez salí de la habitación corriendo, escuche el llamado de Nicholas cuando ya iba por las escaleras, no me esperé que hubiera ido detrás de mí. Llegue a mi recamara en tiempo record y me cubrí la cara con las manos, era el colmo, era suficiente, no podía con esto, estaba harta, asfixiada, si seguía aquí echaría a perder mi vida, ya no lograba detectar si seguía aquí por amor o simple lastima, no podía diferenciarlo pero tarde o temprano en poco tiempo lo sabría.
—¿Juliette? —era Nicholas quien tocaba a mi puerta, se escuchaba desesperado —Abre la puerta, por favor.
Abrí la puerta, sentí mi corazón palpitar muy fuerte, un nudo en la garganta que me apretaba horrible y los ojos que no dejaban de arderme, la sangre me corría muy acelerada, era furia, impotencia, impaciencia, no creí que podía temblar de tanto coraje pero lo hice.
—¿Estás bien? ¿Te paso algo?
Negué con lentitud, sobre todo aquel coraje que sentía también había una suma gigante de tristeza y decepción que me debilitaba, todo se colisiono en un solo llanto que comenzó sin querer, caí en los brazos de Nicholas, lo que quería era su apoyo, no quería estar sola nunca más, agradecía cada momento a la vida por haberlo puesto en mi camino ya que sin él ahora yo estaría en este mar profundo con el miedo más potente ahogándome más y más.
Me limpie las lágrimas, no dijimos nada y creí que sería así hasta que Nicholas me tomo del brazo para que lo mirara a fuerza.
—No debió haberte tratado así y lo sabes, Juliette —sus ojos no me dejaban apartar lo míos, eran tan intensos.
Baje la mirada al fin, descansé de sus ojos tan imponentes, no quería decir nada, el tema había acabado y no volvería a decir nada al respecto. Hice caso omiso de lo que me dijo y baje las escaleras, fui a la cocina en lo que escuche el rechinido de la silla de ruedas, recordé que Nicholas seguía al pie de las escaleras, todo se cruzó tan rápido por mi cabeza, sabía lo que iba a hacer, corrí para detenerlo pero era tarde.
—No debiste tratar así a Juliette —le reclamó Nicholas, posicionándose frente a su primo, deteniéndole el paso hacia la cocina, su tono de voz fue un poco áspero pero sosegado, quería dejarle las cosas claras. —Es tu esposa, Richard y merece respeto.
Vi a duras penas la reacción de Richard ya que la espalda de Nicholas no me dejaba ver nada, se cruzó de brazos y soltó una risa sin pizca de gracia, el respeto que sentía por nosotros era escaso me di cuenta apenas ahora.
—No debe importante lo que haga, Nicholas —le contestó cortante —No deberías echarme en cara nada.
Nicholas inhalo aire y yo también, no quería que entre ellos creciera una rivalidad mucho menos por mí, yo no debía estar causando esto y no lo permitiría, camine con preocupación para detener a ambos pero las cosas se pusieron mucho peor, no supe si era bueno intervenir porque no quería salir lastimad otra vez.
—Ni siquiera le agradeces lo que hace por ti ¿Y así le pagas? —lo acusó con un tono muy golpeado, casi escupiéndoselo —¿Despreciándola?
—¡¿Tú de que puedes opinar si no estás pasando por nada?! Para ti es fácil venir y criticarme todo lo que quieres pero no voy a permitir que vengas a hacerlo porque se te da la gana y mucho menos tú.
—¡Estás dañándote a ti y a todos los que te rodeamos, Richard! ¡Ya fue suficiente de este comportamiento! Lo comprendimos en un principio pero ya es demasiado, no deberías hacernos esto.
Richard se había quedado un poco pasmado con lo que le había gritado no obstante eso no fue suficiente para hacerlo callar.
—¡Esto se trata de mí y no de ustedes! ¡Nadie entiende este problema! ¡Estoy harto de que me alienten para que crea en la estúpida mentira de que podré curarme cuando no será así! Y si no te gusta, Nicholas ¡Puedes largarte entonces!
Nicholas gruñó, pude escuchar el rechinido de sus dientes apretándose muy fuerte, tenía que intervenir, no iba a dejar que entre ambos arreglaran sus diferencias de esta forma.
—¡Me largo pero piensa en la despreciable persona que te has convertido!
—¡Basta ya! —me posicione rápido frente a ambos, los fulmine con la mirada —Por favor.
Nicholas me observó y yo a él, le suplique que se fuera para que no causara más problemas, no quería que me dejara, me destrozaba tener que hacer esto porque lo quería conmigo casi todo el tiempo. Abrió la puerta de un jalón y salió, cerró de un portazo lo que me hizo estremecer, aquel ruido estruendoso acumuló una tensión entre ambos que mantuvo a mi cuerpo muy paralizado, la reacción de Richard todavía rodeaba la habitación, destruía todo a su paso, incluyéndome, la furia de su cuerpo parecía no tener fin, tuve que alejarme con mucha delicadeza y di gracias a dios que no me recriminara nada cuando subí las escaleras para dejarlo, lo mejor era no invadir su espacio en estos momentos y era lo que haría porque además no quería que su presencia siquiera dañándome más.
(...)
—¿Se te ofrece algo? —le pregunte con poca gana.
Tenia que acercarme a preguntarle si quería algo aunque después de lo que había pasado estaba segura de que no querría estar hablando conmigo, de todas formas mi prioridad era saber que necesitaba y así estaría haciéndolo aunque no le gustara.
Estaba en la silla de ruedas, no leía el periódico simplemente miraba a través de la única ventana de su habitación, no sabía que tanto observaba porque cuando se giró para hablarme había tardado unos minutos.
—No.
Me volví hacia la puerta para irme pero me interrumpió apenas iniciando mi camino.
—Juliette...
Me quedé extrañada, su tono de voz no mostraba diferencia, ¿Qué cosa iba a pedirme? ¿Me reclamaría algo? Como me frustraba que su tono de voz fuera indescifrable. Lo encaré otra vez sin mostrar nada más que mi atención.
Levanto un poco la cabeza antes de hablar, optando fácilmente una apariencia más arrogante.
—No quiero que vuelva, Nicholas. Ya no quiero que haga mis terapias, quiero que se lo digas pronto. ¿Está claro?
Mi cara se crispo al instante, no pude evitarlo pero no podía creerlo, se me derrumbó el mundo y cayó directo sobre la espalda, me estaba condenando y no podía ser posible, ¿Qué haría sin él? No podría enfrentarme yo sola a Richard, me consolaba con tener a Nicholas conmigo pero ahora sin su ayuda y su aliento ya no iba a aferrarme a nada, caería al más fondo precipicio, atascada en este infierno personal de por vida, pudriéndome aquí.
—¿Por qué? —jadee, boquiabierta —Te gustaba que viniera, lo aprecias mucho, ha estado involucrado en esto por varios meses, no puedes pedirle que se vaya, ha hecho mucho por ti...
Me interrumpió como esperaba.
—Es un inepto que solo se burla de mí, Juliette, cree que todo se puede arreglar con su estúpido buen humor, no sabe del mundo real y se mete mucho en nuestros problemas y eso no lo voy a soportar. Ya está decidido, se lo dices cuando venga.
—No viene hasta la próxima semana. —le susurré con voz débil, bajando la cabeza poco a poco.
—Entonces ve a donde se está hospedando, no quiero que venga a poner un pie a esta casa, no lo quiero volver a ver. ¿Está claro?
No respondí, mi mente divagaba en otra cosa, no podía hacerlo, no iba a alejarlo de mí, estaba consternada, me abrumaba que esto acabara así de simple.
—Es tú única familia —le recordé con el mismo tono de voz, sin subir la cabeza por supuesto, sabía que lo haría enfurecer.
Fue inútil hacerlo razonar. Resoplo con poca paciencia
—Parece que no lo comprendiste —rió con amargura —¿Está claro lo que acabo de pedirte? No quiero repetirlo, ya es bastante molesto estar hablando de él.
Tenia que irme rápido, no permitiría que me viera llorar, era tan despreciable lo que estaba haciendo que aguantarme estas ganas de echárselo en cara eran imposibles de controlar. Asentí a duras penas y salí de su habitación, para cuando iba caminado por el pasillo ya me estaba limpiando mis lágrimas y el inicio de aquella desdicha que aprisionaba a mi corazón.
No se lo perdonaría nunca, ya era el colmo, el poco tacto que podía tener Richard murió por lo que me había hecho también olvidándose quien era yo y que estaba haciendo por él, lo que me enfermaba era lo que hacía con mis actos que le demostraban que lo seguía amando, los tiraba a la basura sin compasión, si eso quería lo tendría, si quería perderme, alejarme ya no era necesario salvar nada, me había perdido.
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