Capítulo 42. Enfrentamiento.
Me había dejado tan tranquila cuando me dio a conocer que ya había hecho cita con uno de los especialistas en el hospital más cercano para que pudiera examinarle ese extraño e inusual dolor que tenía en la espalda, me había quitado un peso de encima tan evidente que ese día había estado de excelente humor que acepté de buena manera a sus insinuaciones, esa tarde completa nos la pasamos haciendo el amor hasta que nos dio el anochecer, hoy vendría después de casi un mes Nicholas pero hoy vendría a cenar, nos parecía genial que al fin pudiera venir en algún horario diferente ya que la rutina de la tarde se había vuelto monótona y gastada.
—¿Qué necesitas?
Richard se dispuso a ayudarme ya que apenas iba a preparar la cena, le pedí que me ayudara a sacar la vajilla y que la pusiera sobre la mesa ya que haría algo sencillo y sin dificultad. Saque una lata de sopa para hervirla en la pequeña olla que teníamos en lo que a continuación escuche el estallido tan fuerte y tembloroso de un cuerpo cayendo al suelo, haciendo retumbar el piso, toda la vajilla tronó en mil pedazos que cuando me volví a la sala vi que saltaron por todas las direcciones posibles.
El corazón se me paralizo con brusquedad, corrí y vi a Richard tirado de lado, ayudándose a si mismo para sentarse en el suelo. Me había quedado sin movimiento en automático, era el horror de verlo ahí tirado, tan débil.
—¡Richard! —gemí, estaba con la cabeza perdida, no supe que hacer, corrí hacia donde estaba y me arrodille, quite pedazos de porcelana que estaban a su alrededor, mis manos torpes no ayudaban en nada, me sentía desconectada de mis movimientos tan inútil —¡Dios mio! ¿Estás bien? ¿Puedes levantarte?
No me respondí, al mover las piernas sus facciones se estrangularon e un gesto de dolor, se apretó los ojos y apenas pudo mover las piernas.
—Siento un hormigueo muy intenso —me respondió con la voz descompuesta y casi forzada de no poder mantenerla más clara por el dolor, hizo otro gesto que le cubrió el rostro completo.
—No te muevas —detuve sus manos y le pedí que no hiciera esfuerzo. Miré el reloj, en veinte minutos llegaba Nicholas, no iba a esperarlo.
Fui corriendo por una silla, le pedí con desesperación que no se moviera porque era tan terco que deseaba parase por si solo, tuve que hacer milagros y traer la silla en un tiempo record para que no aprovechara mi ausencia y se moviera. Deje la silla a un lado suyo y me puse arrodillada detrás de él.
—Trata de impulsarte solo un poco con la silla. —hice un esfuerzo descomunal para tomarlo de los hombros y ayudarle a levantarse los pocos centímetros que podía despegarse del suelo. Se ayudó apoyando los brazos en la base de la silla en lo que yo lo empujaba implorando tener más fuerza.
Con bastante gemidos pudo levantarse y se sentó respirando con dificultad, me quede quieta a su lado asegurándome que estaba mejor, limpie algo del sudor que había empapado su frente con un paño seco, estaba regularizando su respiración.
—¿Cómo te sientes? —le pregunté, colocándome frente suyo para estudiarlo, cerró los ojos solo para inhalar y los abrió al momento de exhalar, había cierto cansancio reflejado que antes no estaba en su rostro.
—Estoy mejor pero todavía me hormiguea un poco las piernas.
Fue uno de esos momentos donde tuve que hacer trabajara mi mente demasiado rápido, no podía quedarme ahí inerte viendo cómo pasaba el tiempo, tenía que moverme y solucionarlo, ayudarlo en lo que pudiera estando yo sola.
—Te traeré agua —le dije, no sin antes clavándole los ojos para ordenarle que no se moviera.
Corrí hacia la cocina y en lo que serví el vaso de agua me quedé unos segundos con la mirada perdida en un punto indescifrable, me quedé recreando en mi cabeza el sonido de aquellos platos rompiéndose, de cómo se sintió el piso debajo de mi cuando él cayó al suelo, me lleve una mano a la boca para controlar mi sollozo, necesitaba desahogarme antes de volver a la sala, me había roto el corazón verlo ahí tirado, nunca había pasado por un incidente así en mi vida y no podía acobardarme pero tenía mucha tristeza y tanto miedo que se termino por apoderar de mí a tal grado de desesperarme y arrancarme mis fuerzas.
Volví con él y le di el vaso de agua, esperé a que volviera a responder cómo se sentía, me dijo que todo parecía volver a la normalidad pero no me confíe, le pedí que se quedara sentada en lo que recogía el desastre de los platos, para mi mala suerte llegó Nicholas, no pude recoger del todo y cuando abrí la puerta vio el desastre tirado en el suelo, no se pudo evitar aunque trató de no hacer notar su sorpresa.
—Hubo un accidente —le informe con voz solemne, reprimiendo con toda voluntad posible esos sollozos que deseaba escapar a como pudieran.
Nicholas se quedó serio, me contemplo y miró por encima de mi hombro a Richard que estaba en medio de la habitación, sentado todavía, me regresó la mirada que yo sostuve con firmeza lo que había logrado aclarar su duda a lo que realmente sucedió.
(...)
—A la cuenta de tres te sostienes fuerte de mi hombro —le fue diciendo Nicholas en lo que Richard rodeaba su hombro para que pudiera levantarlo. —Uno...dos...tres.
Hubo ese gruñido de esfuerzo por parte de ambos, noté que las piernas de Richard estaban flácidas, cómo si no se encontraran conectadas a su cuerpo, fue arrastrándolas aunque intento apoyarse y no lo logró.
Fui detrás de ellos guiando a Nicholas a la única habitación que teníamos en la planta baja, en esta situación no iba a hacer posible subirlo a nuestra habitación. Al llegar Nicholas lo recostó con mucho cuidado, le quito los zapatos y lo enderezó colocando su espalda en la cabecera de la cama.
—Muchas gracias, Nicholas, espero no haberte causado mucha molestia —le agradecí con ligera vergüenza de haberle pedido que me ayudara y es que yo no iba a poder sola.
Nicholas sonrió con timidez y negó con amabilidad.
—No tienes que darme las gracias, no fue ninguna molestia, al contrario, Richard sabe que siempre estoy cuando lo necesiten.
—De todas formas, gracias. —coincidió Richard con la voz evidentemente cansada, tenía los ojos algo entrecerrados y supe que todo el movimiento lo había dejado cansado pero no podía permitirle dormir sin haber comido algo.
—Te traeré algo de comer, no puedes quedarte así.
—No tengo mucha hambre.
Hice un leve gesto con los labios, contradiciéndolo.
—Como quiera te traeré algo, ya vuelvo.
—¿Quieres que te ayude a limpiar los platos, Juliette? —se ofreció Nicholas antes de salir de la habitación.
Lo había olvidado, todavía estaba el desastre a medio limpiar pero no quería ser abusiva, era un invitado y no me sentía cómoda tenerlo aquí haciendo labores que no le correspondían. Lo medité y no era buena idea pedírselo.
—No te preocupes, lo limpiaré yo misma.
—No es molestia, en serio —remarcó, acercándose a la puerta para salir junto conmigo.
Titubee, seguía pensando que no era buena idea pero era mucho peor estar negándome y que el insistiera todavía, así que acepté y salimos juntos de la habitación dejando la puerta abierta por si se le ofrecía algo a Richard.
Fui a la cocina y recalenté un poco de la sopa que ya había preparado para dar en la cena, quería algo ligero para que no agravara la situación de Richard, en tanto la sopa hervía escuche el vidrio de la porcelana que Nicholas me hacía el favor de recoger, fui a ver cómo le iba y para mi sorpresa ya tenía todo los pedazos metidos en una bolsa, detectó que lo miraba y alzó la vista con una sonrisa amistosa.
—Ya casi término —sonrió con más fuerza.
Le regresé la sonrisa sin decir nada, seguí observándolo hasta que concluyo el trabajo, dejo el piso muy limpio y me entregó la bolsa para yo tirarla mañana a primera hora.
—Gracias por tu ayuda de nuevo, no sabía que hacer —hice una pausa para calmar de nuevo esa tempestad que venía a mis ojos cuando recordaba mi pánico, lo cargaba en mi pecho con mucho dolor —Realmente me asuste, si tu no hubieras venido hoy...estaría todavía tratando de ayudar a que pudiera levantarse.
Baje la mirada, borré todo recuerdo de ese momento porque no quería que me viera llorar, no quería ser vencida por el sentimiento que todavía se hallaba bien incrustado en mí.
—No tienes por qué agradecerme, sabes que lo hago de corazón, aunque sabes bien que esto ya no va por buen camino. —sabía a lo que se refería, fue difícil hacerse a la idea —Necesita un doctor lo antes posible.
Asentí, si que era difícil hacerse a la idea, me hería tener que aceptar que Richard podría tener un problema grave y que lo peor de todo es que hubiéramos esperado tanto tiempo a darle seguimiento, imaginar que también había sido mi culpa por no haberle advertido me carcomía el corazón lentamente.
—Lo sé y se lo había dicho pero me escucho ya muy tarde —trate de bajar mi voz al menos dos tonos para que no pudiera escucharme Richard, me incline para que pudiera hablar bajo y que Nicholas me entendiera. —Si se lo recuerdas tal vez consideré ir esta semana, no podemos esperar más tiempo, dice que es el dinero pero sabe que no es así, es una excusa, sé que lo usa para no ir, tienes que convencerlo, por favor.
—Haré lo que esté en mis manos para que acepté ir, verás que lo entenderá. Tenemos que ayudarlo, no estarás sola.
Era reconfortante escucharlo y sobre todo pasar por esa sensación de desahogo al quitarme un peso enfermizo de encima, quería llorar porque ya no iba al borde del abismo, Nicholas me sostendría y me traería de vuelta a piso firme y eso no tenía precio, no encontraría manera de agradecerlo.
—Muchas gracias, Nicholas. Gracias. —susurré a nada de quebrarse mi voz.
No pude evitarlo, fue automático, me acerque para abrazarlo sintiéndome más animada, fuerte, me regreso el abrazo, después me dio la dirección y el número del departamento donde se hospedaba, me pidió que le diera las nuevas noticias cuando finalmente nos dijeran que pasaba con Richard, le di mi palabra porque era lo que haría, contaría conmigo en lo que fuera, lo que estuviera en mis manos para que los tres lucháramos y ganáramos en este nueva batalla.
(...)
—Necesitará estar en silla de ruedas las próximas tres semanas, señora Norrington, solo hasta que nos den el resultado de los exámenes.
Parpadee con los ojos entrecerrados sin evitar sentir tanto recelo a lo que acababa de decirme, habíamos asistido al especialista, creímos que las pruebas que le habían realizado a Richard serían suficientes para que nos dieran un diagnóstico claro y ahora resultaba que necesitaba estar en silla de recuerdas por tres semanas, ¿Qué sucedía?
—¿Tres semanas? —repetí, inclinado la cabeza con perplejidad, seguía parpadeando, al doctor le parecía molestarle mi poca credibilidad hacia sus palabras —Pero no lo entiendo, todas esas pruebas ¿De que sirvieron? Hemos venido aquí por un diagnóstico y nos dice que usara silla de ruedas. ¿Por qué?
—Señora Norrigton —comenzó con ese tono cortés que le costaba mantener para tratar de explicar —Su esposo tiene por lo que pude ver en una de las pruebas que le hice un problema bastante serio en su espina dorsal y usted me dice que los dolores empezaron hace tres meses pero yo vi mucho más que eso, quizá unos ocho meses de daño es lo que pude observar. Su esposo ya tenía ese problema.
Fue donde todo cayó en total sentido, sus dolores de espalda habían ido en aumento con lo de su trabajo de constructor pero su problema era de antes y lo recordé porque en el hospital cuando recién llego le detectaron un cierto problema en la espalda que le recomendaron tratarse pero nunca hicimos caso de eso, no le molestaba en absoluto y parecía haberse solucionado pero ya nos habíamos dado cuenta muy tarde que estábamos un mal terrible, un daño silencioso.
Baje la mirada, me pase los dedos por el cabello tratando de calmarme, dios, usar silla de ruedas, eso lo devastaría. Le di una mirada furtiva a Richard quien tenía la expresión endurecida, no procesaba la idea e iba a ser difícil que lo hiciera.
—No tienen por qué pensar que será definitivo esto —aclaró el doctor después de nuestro rato de silencio y nuestros semblantes poco agraciados —Será solo cuando entreguen los exámenes de Richard y podamos ver con que se puede tratar ¿Está bien? Por ahora no puede hacer mucho trabajo, no cargar cosas pesadas, puede levantarse cuando solo sea muy necesario. Le voy a recetar algunos medicamentos para el dolor, si es que lo necesita
Busque la mano de Richard, íbamos a necesitarnos uno al otro más que nunca, no iba a dejarlo solo, enfrentaríamos este problema como sea, confiaba en que no podía ser algo grave y que pudiera curarse pronto, la vida no podía estar jugándonos tan mal de nuevo, debía ser pasajero, ya no queríamos estar escuchando tan malas noticias, tenían que acabarse y esto tenía que ser lo último.
—No se desanimen, todo saldrá bien, recuerden, es temporal. —dio una sonrisa leve para darnos consuelo, no sirvió de nada.
Richard me apretó la mano, en automático me volví para verlo, el brillo de sus ojos temblaban eso era inevitable, su boca quería formar una sonrisa también en consuelo pero no pudo, algo falló en él entonces yo fui quien le brindó aquel consuelo que necesitaría de aquí hasta que todo se pudiera resolver al fin.
—Aquí estoy —le susurré, evitando derrumbarme ahí mismo, no quería llorar, no podía permitirme sentir miedo ni pánico, debía ser yo quien tuviera fortaleza por ambos y eso haría, por él y nadie más. —Todo saldrá bien.
En cuanto el doctor dejo el consultorio me levanté para abrazarlo, recargue su cabeza en mi pecho y apreté mi rostro en su cabello, claro que estaríamos bien, la vida ya no podía ser tan injusta, ya no más, daríamos la cara a este maldito juego de horror y acabaríamos con el de una maldita vez, viviríamos tranquilos, felices, lo lograría lo que tuviera que costarme
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro