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Capítulo 4. Ilusión


La mañana inició lloviendo y mucho de los trabajadores junto con mi tío esperaron en el comedor tomando el desayuno a que la lluvia se fuera, no iban a iniciar nada hasta que todo quedara aplacado había dicho mi tío así que todos esperaron.

Por mi parte no hice más que quedarme en mi habitación, miré por la ventana como se formaban charcos de lodo y las mesas de todo los instrumentos de trabajo se iban empapando, no quería imaginarme como es que iban a terminar limpiando el desastre.  Al contrario de la mayoría de los que estaban en la casa yo amaba los días lluviosos y nublados así que no perdí oportunidad de tomar algo que me llenaba de alegría para expresarlo en mi tocada, interprete algo sencillo, muy básico porque quería dejar mis prácticas reales para cuando todos estuviesen afuera haciendo lo suyo.

Cuando termine no me percaté de que la lluvia también había acabado su interpretación, desde abajo escuche a la tertulia y miré por la ventana de nuevo, ya todos estaban afuera y los rayos del sol ya refulgían, baje hacia la sala donde Stella tomaba un café.

—¿De que me perdí? —le pregunté al ver que estaba cubriéndose la cara con la taza, desde ahí pude ver que intentaba controlar una sonrisa.

Agitó la cabeza pero el brillo enloquecedor de sus ojos era algo que no podía tapar.

—¿Que quieres que te diga?

Me acerque y me deje caer en el sofá a un lado suyo.

—Tú dime.

No dijo nada, miró hacia todas las direcciones de la casa comprobando que todos ya se habían ido y luego inclino la cabeza cerca de mi cara.

—No sabes, hay un chico bastante interesante que acabo de conocer —profirió unas carcajadas divertidas —No quise aparentar nada enfrente de mi madre pero al parecer él también quedo bastante impresionada conmigo.

Parpadee presa del pánico, si mis tíos se enteraban, si alguien lo sospechaba, dios mio, Stella era solo un personaje en esta casa, ella a veces no estaba de acuerdo con los principios que mis tíos le habían inculcado desde niña, ella siempre iba a mi habitación a contarme que estaba harta de cómo ellos veían la vida, ella solo respetaba la idea de mis tíos por honor no porque estuviera de acuerdo.

Comencé a respirar aceleradamente, no quería que nada malo le sucediera, bien lo había dicho mi tía, eramos presas fáciles para cualquiera, principalmente por nuestros impulsos.

—¿Cómo? ¿A que te refieres? —las ideas que comenzaban a hacerse presentes en mi mente me inquietaban

—Solo nos miramos, él estaba en la mesa y yo estaba aquí, tu sabes que desde acá se ve alguna parte del comedor así que no hubo palabras, nuestras expresiones nos dejaban mucho más para comprender.

—No hagas nada que lo empeore, por favor. —le suplique en un susurro, la miré tan nerviosa que ella frunció las cejas.

—No estoy haciendo nada malo, Juliette. —me miró enfadada —No sé porque te pones tan nerviosa, ni siquiera tu puedes prohibirme algo así, nosotras ya somos mayores no deberíamos excluirnos nada, estoy harta de eso.

Se levanto de inmediato y yo la detuve tomándole la mano.

—Solo estoy tratando de abrirte los ojos, no cometas nada de lo que te tengas que arrepentir.

Agito su brazo para deshacerse de mi agarre.

—No te metas en mis asuntos, ya es tiempo de que cada quien cometa sus propios errores.

Salió casi corriendo de la habitación, no iba a tomarme en serio, no sabía para que perdía mi tiempo en algo así, no iba a sacarla de su perdición, nadie lo haría.

(...)

No supe de que otra manera distraerme después de las cosas en las que Stella me dejo pensando, no quise ensayar así que fui a la biblioteca a pasar el tiempo, cuando me aburrí de leer un libro acerca de arquitectos y otras cosas que no entendería ni en años me fui a la ventana más cercana, desde ahí se podía ver parte del jardín, no todo pero una parte.  Observé esperando que nadie pudiera verme como era que trabajaban, como llevaban las pesadas piezas de madera para el invernadero, paredes de vidrio, en fin, yo sabía porque era que miraba a través de esa ventana, cuando lo vi tuve que dar un jadeo y agacharme, no quería que me sorprendiera viéndolo, esperé unos segundos y volví a mirar, ahí estaba, mirando un gran plano sobre una de las mesas que usábamos para tomar el té, leía con atención y mientras tenía la cabeza agachada pude ver el brillo de su cabello que se estremecía a la luz exponente del sol, cuando alzo la cabeza observé la aterciopelada sensación que daba su piel ante el calor.

No se cuantos minutos me quedé petrificada viendo aquella imagen que me regalo ese instante pero salte lejos de la vista cuando vi que mi tío se le unía, mi corazón se desboco de la adrenalina que me provoco ser descubierta

Santos cielos, Juliette, basta de esto, solo estás algo impresionada, no mucha gente viene a esta casa, es algo nuevo.

Sí, debía ser solo eso.

(...)

Estaba sobre uno de los sofás de la sala, miré el reloj, eran las cinco, tarde o temprano mucha gente se desplazaría frente a mí para salir, así que me concentré en mi tejido para evitar toparme con alguien, fue poco el tiempo el que esperé para escuchar a la gente despidiéndose y deseándose una buena tarde, no supe cuantas voces fueron pero no quise mirar y comprobarlo, al final escuche la voz de mi tío y seguido la voz de Ethan y Richard acercándose a la habitación.

—Traeré esos planos, necesitamos revisarlos bien mañana. ¿Quién viene? —les preguntó.

Fue rápida la respuesta, supe que Ethan le había contestado primero, escuche que él y mi tío se encaminaban al despacho. Traté de darle toda mi extremada atención al tejido, no quería que se acercara a la sala, esperaba que no pero apreté los ojos tan fuerte cuando lo escuche ir de un lado a otro para matar tiempo y entonces sus pasos se detuvieron frente a la entrada de la sala.

—¿Juliette?

Me contuve la respiración al escuchar la mención de mi nombre pero tampoco quería perder oportunidad de mirarlo por primera vez en todo el día a la cara, levanté mi cabeza intentando dar una expresión de desconcentración, quería que se diera cuenta que no había notado su presencia hasta ahora.

Se acerco unos cuantos pasos y miró lo que hacia.

—¿Ya no ensayaste o solo es un descanso—sonrió con los labios apretados.

Me quedé quieta mirándolo a los ojos, eso empeoro un poco las cosas, sobre todo en mi concentración.

—Solo es...un descanso —respondí con ligera torpeza

No pude sostenerle la mirada, moría de vergüenza cuando intentaba mirarlo pero automáticamente tenía que mirar otra parte porque era difícil la forma involuntaria en la que sus ojos se mostraban fuertes y penetrantes.

Pero si es que llego a notarlo parecía que no le importaba demasiado.

—Mi abuela toco el violín hace ya varios años —dijo con tono casual —Ahora ya esta bastante vieja y pues no puede siquiera tocar una pieza, aunque no lo creas me enseño bastante, de música más bien, me enseño a mi y a un primo más joven, yo toco el piano.

Abrí ligeramente de par en par los ojos, era increíble, quien podría verle y pensar que tenia bastante talento además de verse muy bien parecido, era interesante, muchas personas de mi edad no se interesan por estas cosas, ni siquiera Stella que era mayor que yo.

Mire sus manos, tenia manos de pianista era verdad, sus dedos era largos y delgados, podía imaginármelos tocando con delicadeza y fragilidad, rozando las teclas, emitiendo una melodía emotiva e inspiradora.

—¿Piano? —repetí deslumbrada —Es genial, es un instrumento increíble.

Sonrió.

—Pensé mucho en mi abuela cuando supe que tocabas el violín, la imagine a ella tan feliz tocando en sus tiempos como a ti te hace feliz tocar ahora. Ella solo se sueña a si misma tocando.

Se quedo con un aire pensativo y yo aproveche para mirarlo con total libertad, intente hacerme la fuerte y alejarme de cualquier situación incomoda y fue cuando los pasos de mi tío y su acompañante se dispusieron a interrumpirlo.

—Richard, es hora de irnos. —le aviso Ethan.

Richard se volvió hacia él quien lo esperaba luego se volvió hacia mi y con una sonrisa inocente se despidió.

—Nos vemos. Que tengas buena tarde.

Le sonreí con timidez y asentí.

—Igualmente.

Me lleve la mano al pecho cuando no tardo en darse notar aquella vibración de mi corazón palpitandome como un tambor enloquecido cuando escuche que fue el último en salir de casa.

Ahí estaba yo, con una respiración acelerada, un ritmo cardíaco frenético y una ilusión estúpida la cual debía desaparecer.

Gracias a todas por estar al pendiente de la historia y por supuesto de comentar y votar, ojala les este gustando.

Nos seguimos leyendo chicas!

Besotes.



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