Capítulo 38. Un Nuevo Conocido.
—Gracias por cuidar de Juliette —le agradeció Richard a Olga, luego de que yo los presentará a primera hora de la mañana. Quería que ella finalmente lo conociera, que supiera de quien se trataba aquel hombre que me hacía arriesgarlo todo, que al fin de cuentas en la vida siempre tenía que haber solución, nada podía quedarse a medias y así fue, tarde o temprano hubiera tenido noticias de Richard fueran malas o buenas, sabría que había sido de él y así sería para su hermano —Eres un gran apoyo para ella ya que sin ti quien sabe que hubiera hecho.
Le sonreí a ambos, Olga se ruborizo e hizo un ademán gracioso con una mano, ella era modesta y lo era demasiado, le avergonzaba que le agradecieran ya que lo hacía de corazón.
—Para mí fue un placer tener a Juliette en casa, es un gran compañía —me sonrió —Y me alegro mucho que al fin haya llegado la hora de celebrar para ella.
Alce mi mano para alcanzar la suya, la tome y le di un apretón que ella recibió con una sonrisita.
—También llegara para ti, Olga, puedes tener la seguridad de que te lo digo en serio, solo es cuestión de esperar.
Ella aceptó mis palabras pero sabía que también el tiempo acababa y que si no sabía noticias de su hermano, alguien vendría a decírselas y no serían nada buenas.
—La paciencia es algo que tengo que trabajar —dio una sonrisa algo forzada, ella no se creía que podría lograr tener más paciencia. Dio un largo suspiro. —Pero no hay más que hacer, esperar no es mi fuerte.
Le acaricie un hombro, dándole mi consuelo, sabía que no era fácil, todos aquí lo sabíamos por experiencia propia, a nadie le gustaba esperar más de la cuenta, era una tortura infernal no saber nada, era un tiempo que dolía que pasara, nos quitaba esperanza. Dejamos de hablar del tema dando un giro muy diferente, los tres ahora hablábamos del futuro, yo por supuesto ya no estaría viviendo en su casa, tendría que buscar un lugar a donde ir ya que la casa de Victoria se había destruido y yo había vendido el terreno.
—¿Dónde piensas buscar? —me preguntó Olga, dudosa.
No tenía una idea específica de donde podría ser un buen lugar, conocía poco Londres, así que iba a ser difícil.
—Quizá deba buscar un lugar cerca, en el periódico o algún cartel que este pegado en la calle —supuse, encogiéndome de hombros, podría ser lo primero que debía empezar a buscar, los letreros.
Olga hizo una mueca con los labios
—¿Por qué no corres la voz por el hospital? Hay muchas que se van, llegan sus esposos y dejan el país, puede que alguien este vendiendo su casa.
Instintivamente me giré hacia Richard que también sintió que era una gran idea, era estupenda, ella tenía mucha razón, muchas enfermeras ya se iban llegando recién sus esposos y como era de esperarse necesitaban dinero para iniciar una nueva vida, por suerte tenía dinero suficiente para comprar la casa y no tendríamos que estar pasando todos estos meses en estar viviendo en una recamara de hotel, lo primordial era encontrar un hogar para los dos.
—Tienes razón Olga, correré la voz y espero que pronto pueda llegar a la persona indicada.
Y ese mismo día hice que la noticia se corriera por todo el hospital, estaba tan desesperada pero no podía perder los estribos, tenía que aguardar con paciencia, ya no podía seguir presionando más al tiempo, debía dejar que fluyera y así todo cursara de la manera más correcta.
(...)
Había pasado una semana completa desde que Richard llego al hospital, su dolor de espalda empeoro los primeros días, estos últimos dolores parecieron poder controlarse o al menos el doctor que se le tenia asignado fue lo que nos había dicho, no eran más que espasmos de un golpe que había sufrido en la espalda, una especie de secuela por no haberse tratado a tiempo, de todas formas pidió que buscáramos algún doctor fuera de aquí que pudiera darnos mejor continuidad del problema.
Esa tarde decidí que lo mejor era que pudiera tomar aire fresco o al menos andar por el lugar, decidí buscarle una silla de ruedas y cuando volví con esta me sorprendió ver que en la cama de Richard estaba parado un hombre, justo enfrente, hablaba con él, Richard estaba perplejo, rió varias veces y el hombre tomo asiento en el borde de la cama. Me acerque con cautela y entonces pude visualizar mejor al hombre. Era quizá unos dos o tres años menor que Richard, tenía el cabello negro intenso, tez blanca, una nariz recta y fina, una mandíbula bastante pronunciada, labios carnosos y una mirada increíblemente profunda, impenetrable, ojos de un color verde muy impresionante y llamativo.
Parpadee y me giré hacia Richard.
—¿Sucede algo? —pregunté, segundos más tarde volviendo mis ojos al hombre que llevaba bata del hospital, hice memoria, no lo había visto por aquí, no que recuerde.
Richard asintió, casi juré que me contestaba entre risas porque la situación le causaba gracia quien sabe a que razón.
—¿A que no adivinas quien es él?
No tenía idea, jamás lo había visto, ni aunque hiciera memoria por un largo rato podría reconocerlo de algún lado. Como hubo un silencio que se prolongó por más de un minuto, Richard tuvo que darme a conocer la respuesta.
—¿Recuerdas a mi primo? ¿El que había sido criado por Sylvia cuando éramos niños y que también era bueno para la música como yo? Pues estas viéndolo aquí mismo.
La mandíbula se me cayó de improviso, mis ojos se dilataron y podría jurar que ruborice de la vergüenza bruta que sentí al mirarlo de una forma tan hostil, oh dios, me sentía tan estúpida. Él sonrió a medias al darse cuenta de mi arrepentimiento y pareció olvidarse de lo que había sucedido.
—Nicholas Coulter —se presentó, levantando su mano a mi dirección.
La tome de inmediato, no sabía que decirle, ¿Qué cara podía poner?
—Oh...yo lo siento mucho —me disculpe lo más sincera posible, sonreí a medias y él le restó importancia negando con la cabeza —Juliette.
—Mucho gusto —respondió con amabilidad. Después se volvió hacia Richard —Fue extraño que en estas circunstancias de la vida volviéramos a encontrarnos, creí que estarías en otro lado del mundo menos aquí. ¿De qué me he perdido?
Richard exhalo aire con bastante fuerza, iba a hacer una platica muy larga que iba a tomar mucho tiempo y fuerza de voluntad, supe que yo no debía estar entre los dos así que traté de retirarme pero en cuanto me giraba hacia otra parte escuche algo que me freno en seco.
—Me case con Juliette, formamos un hogar en Birmingham, tuvimos un hijo pero murió ya hace meses atrás. Sylvia murió hace dos años, vendí la casa así que no queda nada de lo que pudiéramos recordar. Fue devastador.
Nicholas bajo un poco la mirada, disimulo su dolor tragando con fuerza al escuchar la noticia de Sylvia, se había quedado mudo, imposible de imaginar algo que debía ser muy trágico para ambos.
—Me hubiera gustado estar con ella —aceptó con la voz gruesa, sin poder evitar sentir mucha culpabilidad.—Si hubiera sabido a tiempo, yo estaba lejos y siento tanto no haberte ayudado, así habría sido más fácil. ¿Cómo paso?
—Tú estabas haciendo tu vida, Nicholas, no podía culparte, tú al menos tenías a tu padre pero yo no tenía a nadie así que debía quedarme con ella porque éramos los dos quienes nos cuidábamos mutuamente. Ella murió de un paro cardiaco, en casa, así es como quiso irse y así fue que paso, fue difícil cuidar de ella semana tras semanas, hice lo que pude pero no fue suficiente.
—Estoy seguro de que hiciste suficiente —los ojos de ambos se encontraron con mucha insistencia —No pudo haber quedado en mejores manos.
Era un momento muy privado que yo por supuesto no debía dañar, trate retirarme con toda la sutiles posible pero de nueva cuenta fui tema de conversación, no quería pero no hubo manera de escapar.
—Juliette es ahora todo para mí, es todo lo que necesito —me sonreía a mi dirección, siendo testigo de cómo se suavizaban sus facciones al hablar de mí, observándome. —Fue una suerte bendita que ella haya terminado conmigo en esta lucha que parecía no tener fin, ella es a quien ahora le debo todo. Nunca se rindió, me busco sin parar, me espero tanto tiempo que aún me parece imposible de creer.
Nicholas rió con fuerza mientras me deleitaba con la luminosidad de esa belleza que Richard emanaba cada vez que me miraba con ese amor tan lleno de gozo, hubiera dado todo de mí, lo que fuera solo para pedir su regreso, el volver a mirarlo así era lo que yo hubiera pagado fuese lo que fuese. Mantuve la vista fija en él siendo atraída por su sonrisa tan angelical que si no fuera por Nicholas que parecía ser ahora quien sentía que estaba en un momento muy privado yo no hubiera notado su presencia.
—Debería dejarte descansar, Richard, lo mejor será que me retire. —se levantó dificultándosele un poco el momento de erguirse así que se mantuvo agachado. Cuando notó nuestra expresión preocupante se limitó a señalar su abdomen. —Me quebré las costillas, tuve suerte que alguien me sacará de ahí antes de que siguieran atacándonos con esos cañones, no fue nada a comparación de muchos.
—Tuvimos mucha suerte, Nicholas, debemos estar agradecidos.
Nicholas asintió con serenidad absoluta, luego se acercó para darle la mano a Richard y de nuevo floreció el bienestar en todos nosotros, dejando atrás el trago amargo que nos invadía al pensar en la guerra.
—Espero encontrarme contigo muy pronto Richard, estoy seguro de que saldrás tú primero de este lugar que yo así que no me esperes, tenemos mucho de que hablar.
Richard le sonrió con mucha fuerza y le agitó la mano.
—Si es necesario yo mismo vendré por ti, Nicholas, como en los viejos tiempos.
Compartieron una broma personal que con dificultad me causo la misma gracia que ellos. Nicholas se me acercó y me tendió la mano, le di la mía y pude sentir que la apretó con bastante fuerza, no me pareció nada fuera de lo habitual pero si pude apreciar que a pesar de tener el contacto visual para despedirnos no me dejo ir.
—Fue un gusto conocerte, Juliette, no sabes el gusto que me dio conocerte.
Me pareció de lo más amable que hubiera sido tan considerado, ya que era la única familia que tenía Richard y claro que a mi también me había dado un gusto enorme conocerlo, sobre todo al saber que ellos tenían muchas cosas de que hablar y que hubiera un vínculo especial.
—El gusto fue el mío, Nicholas. —respondí, con media sonrisa.
Acto seguido se fue caminado cuidando mucho de sus pasos quizá por el dolor que sentía en el costado, vimos cómo se alejaba y en ese momento yo me volví hacia Richard que lucía como era de esperarse tan lleno de vida, tan complacido, al fin tenía a alguien que no se tratara solo de mí, a alguien que podría darle esa balance.
—Es increíble que clase de giros da la vida ¿No es así? —preguntó con tono apacible, tan relajado.
Me acerque y me senté justo a su lado, le quite algunos rizos que le caían sobre la frente, acariciando su piel, creía en los giros de la vida más que nunca porque de no ser así jamás hubiera creído que un día regresaría a mi
—Sí, da giros muy sorprendentes —enfaticé, levanto las cejas, observándolo muy detenidamente.
Captó en seguida mi punto de vista y rió entre dientes, me hice un ovillo a lado suyo y coloque mi cabeza sobre su hombro, sabía que estaba rompiendo la regla del hospital al estar tan cerca de un paciente aunque a estas alturas ya nadie podía restringirme nada, pronto nos iríamos de aquí y volveríamos a hacer hijos de la suerte, empezando desde cero otra vez.
Oh Nicholas, oh dios, ese personaje como me tiene loca jajaja, lo acabo de crear y creo que será uno de esos personajes que será muy bipolar y me refiero a sus acciones, ya lo verán....
En el multimedia está el actor que me imagino para Nicholas, el guapo y divertido Sebastian Stan :) Me enamoré de él y supe que sería perfecto para el personaje.
Esto ya se pondrá interesante y de mi se acordarán, muy interesante....(añadiendo suspenso)
Las quiero!!! Nos leemos.
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