Capítulo 37. Fortaleza
Estaba tan ahogada en mis lágrimas de felicidad que no pude hablar, Richard me acariciaba el rostro y yo no dejaba de mirarle, estaba fascinada, muy maravillada de tenerlo frente a mí como antes, vernos cara a cara, disfrutando de nosotros, más que nunca sentía que lo amaba, que nada en la vida podía ser mejor que estar de nuevo entre sus brazos, resguardándome de su querer.
Lloré mucho más cuando los ojos de Richard estaban a punto de desbordar aquellas lágrimas que se contuvo mucho, fui yo quien también limpió las suyas, los dos ahora nos cuidábamos y nos dábamos todo el consuelo posible ante esta increíble situación, habíamos sufrido tanto, estábamos felices de poder dejarlo atrás todo, finalmente.
—Es increíble que estés aquí, conmigo —susurró, agitando lentamente la cabeza para aclarar todas aquellas dudas que lo hacían imposible de creer, sus ojos destellaban tan fuerte que fue una belleza total ante mis ojos verlo tan asombrado sobre todo por tenerme a su lado otra vez. —Creí que no te vería jamás, que no los volvería a ver jamás, a nadie, ni a ti ni a Freddie.
Fue ahí donde por primera vez en ese pequeño tiempo que llevábamos juntos detuve mi llanto en seco, la sonrisa que se había formado en mi rostro se desfiguró en totalidad, pude sentir mi semblante decaer hasta al punto de hacerme ver irreconocible y así lo fue, Richard se quedó pausado, viéndome, extrañado de mi repentino cambio y cuando leyó mi expresión él también quedado tan adolorido como yo, porque fui en ese segundo de tiempo donde recordé lo que había pasado, el fuerte trauma y trago amargo que apenas pude pasar si no fuese porque vivía en recuperarlo.
—¿Juliette? —buscó en mi rostro alguna respuesta —¿Cómo has llegado hasta acá? ¿Dónde están hospedados tú y los demás? ¿Victoria y Freddie?
No supe cómo enfrentarme a él, la verdad era mi peor temor ahora, decirle lo que había pasado, apenas yo podía mantenerme viva sabiéndolo, él recién había llegado de uno trágico encuentro con la muerte y reencontrarse con lo mismo estaba segura nos iba a acabar.
Mi silencio fue lo que menos quise mantener, necesitaba hablar, decirle antes de que aquel silencio hablara por si solo y le dijera la más dura y cruel verdad, Victoria ni Freddie existían más, ahora solo éramos él y yo, refugiándonos otra vez en la suerte, tal y como la primera vez.
—Ellos...—para cuando volví a posar mis ojos en su rostro, ya estaba asomándose toda esa angustia reflejada en sus ojos, ese temor de saber lo peor era lo que estaba ganándole, las malas noticias él ya las venía venir. Rompí a llorar y aproveche para decírselo antes de que me tomara más tiempo —Murieron, hace más de seis meses, el bombardeo de Birmingham los mato, yo fui quien me salve ¡Pero oh dios cuanto quise ser yo también quien sufriera con ellos! ¡No lo cuide como te lo prometí, perdóname por favor! ¡Perdóname!
Y me deje caer sobre su regazo, quebrándome en un llanto que estaba segura viajó por toda la sala de pacientes, pude percibir al instante el cuerpo rígido de Richard al abrazarlo, me destruí en un santiamén, mi corazón se despedazo como una vil hoja débil y marchita, volviéndose polvo, dejando de ser algo existente, porque si lo perdí a él también, perdía todo, mi fin era con el suyo.
—Perdóname, perdóname...—repetí con sollozos que no daban más que cansancio a mi ya terminado cuerpo —Debí cuidarlo, debí protegerlo, te falle, Richard, lo siento tanto.
No sentía respuesta de Richard hasta más tarde cuando mis sollozos solo fueron estragos apenas audibles, fue ahí cuando sus brazos finalmente me rodearon, no fue tan fuerte como espere su agarre pero al menos se movía y sentía que respondía a mis disculpas. No levanté la vista por vergüenza, ahora que sabía la verdad no quería ver que era lo que pasaba por su cabeza.
Fue entonces que sus manos se aferraron a mis hombros y con dificultad me hizo levantar la cabeza para verme a la cara, no quise hacerlo así que mantuve todo el tiempo mis ojos fuera del alcance de los suyos.
—Juliette —menciono mi nombre con cierto aplomo, dejándome en claro que deseaba que lo mirase, termine por obedecer y su rostro estaba desorientado, perplejo, asustado, podía vérsele esa dificultad de querer realmente entender la situación posada en sus facciones. — ¿Cómo es que sucedió? ¿Dónde estabas tú?
Recordarlo me hería demasiado, era quitar cada punto de la herida apenas que estaba cerrando muy a su pesar, era mantenerla fresca, palpitante cada vez que lo platicaba.
—Freddie tenía fiebre, había salido a comprar su medicina dejándolo al cuidado de Victoria pero al regresar empezaron a tirar bombas por toda la ciudad, traté de llegar a casa pero un grupo de personas estaban tratando de poner a todos a salvo —rompí a llora otra vez, la impotencia de no haber llegado a casa me quemaba todavía por dentro, haciéndome despreciarme más. —No pude salvarlo, quise volver pero...no pude, me retuvieron en un sótano, quise evitarlo, créeme que sí.
Quise que mi arrepentimiento quedara en claro para él, no me importo la vergüenza de ser vista por otra gente, lloré hasta resecarme los labios, me temblaban las manos, su mirada perdida me hacía sentir mucho más culpable, era insoportable a un grado dañino para mí que no fuera capaz de decirme nada, que solo se quedara en silencio procesando nuestra perdida.
—Entonces...—susurró apenas con voz audible, sigo viendo hacia la nada unos segundos más para después volverse hacia mí con unos ojos neutros y muy pensativos —¿No se pudo conservar nada de él? ¿Ni una fotografía?
Cerré los ojos, abatida, me iba a doler tener que decírselo, ya no quedaba nada de Frederick, la vida nos había quitado todo de él, realmente todo.
—No, nada de él se salvó —la voz se me quebró sin dudar, fue difícil mantenerla clara porque a cada palabra se volvía más débil —Busque algún rastro de fotografías que se hubieran quedado en los escombros pero quizá el viento se las llevo. Quise tener un recuerdo suyo, Richard, ahora parece que ni siquiera él fue real, todo desapareció.
—Lo fue, él fue real —admitió con voz más grave de lo normal, volviendo sus ojos hacia el rincón que miraba antes de verme.
Le tome la mano, me aferré a ella esperando que pudiera consolarme, estaba destruida, me sentía sola, quise borrar tantas veces mi existencia pero nada se comparaba a las ganas que sentía ahora por realmente desaparecer, fue mi culpa, siempre lo había pensado así porque si yo no hubiera salido de casa, los tres hubiéramos sufrido lo mismo.
—Si yo no hubiera salido de esa casa...—tenía mi mirada hacia abajo, perdiendo la cuenta de las lágrimas que saltaban desde mis ojos hacia la sábana que estaba marcando un húmedo circulo. —Yo no estuviera sufriendo sus pérdidas, estaría con él, al menos estaríamos juntos pero estoy aquí y siento que no lo merezco.
Pude percibir de reojo que su rostro se volvió hacia el mío, no levante la vista porque no quería encontrarme con él, tenía miedo de que me diera la razón pero fue sorprendente que me apretara tan fuerte la mano que tenía todavía tomada y acerca su rostro al mío para hablarme en un susurro pero con firmeza.
—No quiero que vuelvas a decir eso, Juliette —me exigió, clavando sus ojos que reflejaban discrepancia —No fue tú culpa...
—¡Lo fue! —de forma abrupta levante mi rostro bañando en lágrimas hacia el suyo, logré sorprenderlo con mi repentino movimiento que frunció el ceño en preocupación —Merecía vivir, si no pudo ¿Por qué yo sí?
Nos tratamos de leer el pensamiento, mirándonos uno al otro sin decir nada, sus ojos estaban tan callados, no me decían nada, se mantenía todo lo que quería responder para él mismo y yo le exigía que me lo gritara, necesitaba saberlo.
Tragó saliva apenas y hablo con mucha dolencia.
—Porque si no hubieras estado aquí ¿Qué hubiera podido hacer yo sin ambos? Te dejo conmigo para que yo no pudiera destruirme a mi mismo, sabía que si llegaba hasta aquí podría sanarme de todo lo que me había pasado —hizo un gesto de disgusto que le desfiguro un poco el semblante —¿Por qué te empeñas en hacerte responsable? No te odio, no te echo la culpa de nada pero si me duele...y muchísimo lo que paso.
Guardo un pausa para tragar ese nudo en la garganta que se le había formado al hablar, estaba reteniendo las ganas de llorar bastante bien, no supe como lo habría hecho pero había convertido esa postura melancólica en una postura más erguida y segura de si mismo.
—Me duele mucho haberlo perdido, no tienes idea, era mi hijo, era por quien yo también luche muchísimo —sus ojos azules se cristalizaron otra vez pero ninguna lágrima se desbordo. —Apenas y lo conocí, la única foto que guardo de nosotros tres despareció también, no puedo culpar a la vida de lo que me ha quitado porque estoy cansado de hacerlo, me ha quitado mucho que perdí el sentido de reclamarle, me resigne desde hace mucho, he aprendido que debo dejar a mi vida seguir y aprender de lo que me da y de lo que me quita y en estos momentos estoy aprendiendo una lección de la tragedia que ha pasado. —tomo con las dos manos mi mano, la acaricio una y otra vez, transmitiéndome esa fricción cálida de su piel rozando la mía, era agradable, era muy familiar para mí. Sus ojos dejaron ver reflejado ese aire del antiguo Richard, del mismo de hace dos años, el comprensible, del cual me había enamorado, esos ojos enamorados adornaron su semblante. —Yo debo seguir adelante, formar una nueva vida con lo que me deja en el camino y eso es lo que voy a hacer, eso es a lo que vine, ahora estoy contigo de nuevo, Juliette, la vida nos ha traído de vuelta juntos, agradezcamos por ello.
Seguí sollozando, era verdad, la vida nos había quitado mucho pero nunca nos separaba, sea cual fuera el reto siempre estábamos de vuelta juntos, no importaba cuanto tiempo tendría que pasar, era cuestión de esperar y estar unidos.
—Lo sé y tienes razón —coincidí con la voz todavía temblándome, me esforcé en sonar tan fuerte como él pero en mi situación era difícil, traté de sonreír y cuando mi intentó fallo, levanto una mano para acariciarme la mejilla, valorando mi intento de ser fuerte. —La vida nos ha traído de vuelta y eso debe ser por una razón muy importante, no volverá a separarnos eso tenlo por seguro, ya no dejare que te vayas a ningún lado.
—Ya no iré a ningún lado, no te dejaré sola, jamás —me prometió, acariciándome también con la mirada —Sobre todo porque te necesito más que nunca.
Esta vez la sonrisa que se había mal formado en mi rostro se recuperó y pude sonreír a medias, me lance sobre la cama para abrazarlo otra vez, quería volver a inundarme de su energía, de la potencia de esta misma para levantarme, quería hacerlo mío de nuevo, ahora era lo único que me quedaba y más que nunca iba a hacer así, sería mío y nadie iba a poder quitármelo.
—Te amo, Richard, gracias por volver —recargue mi frente contra la suya para mantener su aliento cerca de mis labios, sentí como respiraba y aquel aliento suyo me daba sensibilidad.
—Tú fuiste quien me mantuvo vivo en aquel lugar, yo soy quien debería agradecerte, no hubiera salido de ahí jamás sino por la esperanza de volverte a ver.
Mi pecho empezó a palpitar con mucha fuerza, necesitaba apagar esta necesidad que me devoraba, me incline para besarlo con mucha insistencia, había pasado tanto tiempo sin que yo pudiera sentirme bendecida de tenerlo, quería tener lo poco que podía darme en el hospital a cada momento, lo besaría las veces necesarias para hacerme despertar de la pesadilla cada vez que está volviera.
—No te dejaré ir —le confesé, hice una pequeña pausa para respirar y volví a besarlo comiéndome el sabor de sus labios —Nada te alejará esta vez.
Aferré mis dedos a su cabello, pasándome la sedosidad entre los dedos, acariciando su nuca, despertando todos los sentidos de mi cuerpo gracias al suyo. Nos quedamos más minutos sin poder dejar de besarnos, seguimos hablando de todo lo que había sucedido en todo este tiempo, como había llegado aquí, las cosas que me había traído, lo de Victoria y el terreno de la casa, todo fue tan corto de explicar que el tiempo se había terminado, no dije nada pero me quedé hasta que él se quedó dormido después de que le había dado medicina para su dolor de espalda, ahí yo me quedé velando su sueño ahora, añorando como es que se veía tan placido, era el rostro de un niño ante mi, tan inocente y con muchas penas llevadas sobre los hombros, luchaba todos los días para no dejarse vencer contra ellas.
De nueva cuenta desee ser tan fuerte como él pero una fortaleza como la suya solo se lograba con años de sufrimiento y en mi caso apenas era que comenzaba.
Siento tardarme tanto con el capítulo, acabo de terminarlo hace unos minutos, lo que pasa es que no me dio tiempo de terminarlo por grandes pendientes que tenía y que no me alcanzaba el tiempo ni para estar en la laptop, pero ahora ya ahora si podré hacer un montón de cosas.
Espero que el capítulo les guste, esta corto lo sé, perdónenme, ya prometo traerles el siguiente pronto, muy pronto.
Las quiero montones ¡Ya casi 6 mil lecturas! OMG!!!!!!!!!!!! ¿Cómo es que pasa tan rápido? No tengo idea pero las amo por apoyarme tanto, es increible, gracias <3!!!!!
Nos leemos chicas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro