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Capítulo 36. Solo Tú


Esa misma mañana, Olga y yo fuimos a comprar el periódico antes de llegar al hospital y así no tener la necesidad de esperar demasiado, fue una suerte bendita que otro día más el nombre de Richard ni el hermano de Olga estuvieran en la lista, nuestra esperanza crecía, las posibilidades eran a nuestro favor y así esperábamos que fuera por el tiempo que esta guerra maldita fuera a durar.

Llegamos al hospital, ella se encargó de varias tareas apenas recién se acercó al área de pacientes, yo fui a reportarme y a esperar órdenes de alguna enfermera de piso que necesitará mi ayuda, comencé casi de inmediato a atender a algunos pacientes, limpie heridas y di de comer a quienes todavía se les dificultaba moverse, cuando iba a servirles más comida tomaba la oportunidad para buscar la cama donde estaba Félix, extrañamente vi que la línea de las camas juntas tenían cortinas que las cubrían, incluida la de él, me pareció muy sospechoso ya que el día de ayer nada de eso estaba. No lo fui a visitar en toda la mañana hasta que vi mi oportunidad de huir un momento para ver cómo había amanecido después del dolor que tenía en el cuerpo y la cabeza.

Me acerque a su cama y al momento de recorrer la cortina para descubrirlo...no estaba, todo estaba limpio, acomodado, los restos de su presencia se habían borrado en su totalidad. ¿Dónde estaba? Miré a mi alrededor buscándolo por si lo habían cambiado de cama, recorrí filas completas en busca suya pero no estaba. Volví a su cama y me acerque a una enfermera de piso que atendía a un hombre justo a lado de la cama de Félix.

—Disculpe ¿Dónde está Félix Ryman? Estaba aquí ayer mismo, ¿Acaso lo cambiaron?

La enfermera se quedó boquiabierta, le había sorprendido que no hubiera sabido lo que ocurrió con él.

—Lo siento tanto pero el murió ayer en la madrugada, sufrió un derrame cerebral y esta mañana se le informo a la familia del fallecimiento.

Se me encogió el corazón, mis latidos se extinguieron por un momento, sentí mi cuerpo de piedra al no reaccionar a nada de lo que quería hacer, quería moverme, hacerme sentir algo pero no hubo respuesta a nada, fue un lapso de tiempo corto lo que seguramente estuve sin reacción pero yo más que nada supe que había sido todo un tiempo agonizante lo que la realidad estaba causándome.

Mis manos se hicieron nudos a mis costados, fue sorpresa, indignación e impotencia lo que ahora sentía que me rasguñaban las entrañas, con unas afiladas garras punzantes que no detenían destrucción a su paso.

—¿Murió? —le pregunté con la voz siendo un hilo apenas audible.

Ella se disculpó asintiendo con la cabeza y bajando la mirada un poco para seguir atendiendo a su paciente. Un puñetazo en las costillas fue lo que soporté los minutos que se volvieron molestos y tediosos, haciéndose pequeños y apretándome hasta querer convertirme en polvo. No, pobre Félix, ¿Por qué? Era tan joven, tenía una vida increíble por delante y cielos santo ayer había hablado con él ¿Cómo es posible que ahora había muerto? Que injusta era muchas veces la muerte, deja a quien menos lo merece y se lleva a quien más  tiene que aportar, yo esperaba su pronta recuperación para verlo salir de aquí con bien y dando paso a una vida nueva y ahora ya no habría vida nueva, no sabía si él lo presentía pero fue extrema casualidad que me lo encontrara ayer mismo e hiciéramos las pases, dejando nuestras diferencias y prejuicios a un lado para estar en calma con nosotros mismos.

Al menos tendría la resignación de que se había ido en calma conmigo, en paz, sabiendo mi verdad en todos los sentidos. Me fui corriendo al baño para terminar desahogar mis penas y mi dolor, sentía tanta tristeza porque lo iba a extrañar y más ahora que la vida me lo había regresado para darme la oportunidad de buscar su perdón, lo quise mucho, eso era una verdad que siempre vivió dentro de mí, me entristecí también por no haber sido suficientemente buena con él, ni agradecer su ayuda el tiempo que dio la cara por mí. No mereció haber muerto así ni tampoco haber pasado por tanta desdicha. Oh Félix...hubiera hecho lo que fuera por él, quería regresar algo de la bondad que me brindó, no pude hacer nada para salvarlo y odié una vez más a la vida por no darme oportunidad de despedirme ni de prepararme para estas pérdidas que nunca acababan

(...)

La semana paso tan lento, ya quería que terminara pero parecía que todo estaba en mi contra, no comprendía porque la vida me trataba de esta manera, tuve que atender a dos pacientes que estaban muy cerca de la cama de Félix y eso me hacía recordarlo a cada momento que estaba yo ahí, a veces me ganaba tanto la nostalgia que tenía que limpiarme rápido las lágrimas que se escapaban sin querer de los ojos con el dorso de mi mano, no quería que nadie se diera cuenta que lloraba porque aquí nadie tenía permitido ser débil.

Llegamos un poco tarde que de costumbre a casa, Rachel ya estaba preparando la cena y ya estábamos sentados todos listos para servirnos. Cuando comimos fuimos muy reservados, ninguno hablo, pusimos la radio para que así nuestros ruidos con los cubiertos se amortiguara un poco, nos la pasamos toda la cena escuchando la voz de un hombre que daba las noticias de último momento de la guerra, quise levantarme e ir a apagarla pero decidí acabar primero la cena e irme a mi habitación.

Cuando acabe podría jurar que tenía los ojos de Alexander siguiéndome hacia las escaleras, cuando subí y ya iba en los últimos escuche el rechinar de una silla, eso quería decir que alguien más se había levantado, no quería saber de quien se trataba así que acelere mi paso hacia mi habitación. Cerré la puerta y me recargue sobre esta hasta escuchar los pasos subir por las escaleras, miré por el picaporte y me di cuenta de que era Alexander que con desánimo subía poco a poco. Fue una idea absurda pensar que me había visto mirar desde el picaporte cuando se detuvo en medio del pasillo y se quedó mirando a mi puerta con una especie de inquietud. ¿Qué querrá? Sea lo que sea que hubiera querido lo descarto y siguió su camino hacia su habitación. Esta situación me tenía intrigada y realmente quería evitar que tomara mi completa atención.

(...)

(Mayo 14 de 1941)

Después de dos meses al fin el hospital tuvo suficientes doctores para revisar a nuestros pacientes, en los meses anteriores no teníamos suficiente personal para ayudarnos pero ahora todo pareció cambiar, hubo más gente que se nos unió y parecía crecer cada semana, los heridos no terminaban y las tragedias tampoco, había gente que se curaba y otras que la muerte se llevaba con descaro, tanta gente joven con futuro, logros, familia y sueños que se desintegraban que era inevitable sentirse tan indignado.

Era la primera vez que me daba órdenes un doctor especializado, así que traté de ser muy cuidadosa con lo que hacía aunque para ya mi antigüedad de casi seis meses ya nada podía parecerme impresionante, había visto de todo, aprendí de muchos y mi desempeño fue algo que no me esperé, deje de temerle al trabajo, me dedique a aprender y a dejarme guiar.

—Hágame saber la reacción del paciente las próximas horas, señorita Norrington.

Anoté lo que sería mi recordatorio.

—Sí, doctor, se lo haré saber. —le respondí sin dejar de tomar nota.

Camine por entre las camillas para revisar a los pacientes que se me habían asignado, todo iba bien y no tenía nada de última hora así que una enfermera y yo fuimos a hacer nuevas camas para los pacientes que podría llegar tal vez no hoy pero si mañana, nadie sabía la hora solo sabíamos que debíamos estar listos.

En lo que yo terminaba una cama sola escuchamos mi compañera y yo un grito que venía de una de nuestras tantas compañeras.

—¡¡Adam!! —chilló.

Corrimos hacia donde venía su grito desesperado y nos encontramos que tenía abrazada a un paciente, él le regresaba el abrazo y más tarde comprendimos que sucedía, alguien más había encontrado a su ser querido que daba por perdido, esto ya se había hecho costumbre desde el mes pasado, había sucedido de repente y no supe porque pero sea lo que estuviera pasando debía ser porque podríamos estar casi acabando con la guerra.

Me quedé analizando aquella escena sin darme cuenta que era la única que tenía mis ojos en ellos y creía saber porque, era la forma en la que ella lo abrazaba, lo acariciaba y lo beso cuando él rió encantado de encontrarse con ella, su novio no pareció haber sufrido ningún percance mayor a comparación de los demás, había tenido mucha suerte y ambos lloraban por ello. Añoré poder abrazar a Richard con esas ganas asfixiantes a como ella lo hacía, regresarnos a la realidad juntos, despertar de la pesadilla al fin.

Volví a mi trabajo con los sollozos de mi compañera todavía escuchándose por casi toda la sala de pacientes, me sentía incomoda y triste, ya no sabía que más hacer, estaba desesperada y cansada, sobre todo de esperar porque era eterno, jamás creí que dejar pasar tiempo fuera tan cansado. Esa tarde comenzó a llover, muchas de nosotras aprovechamos el agua de aquella lluvia para limpiar así que poníamos unas cubetas fuera del hospital. Yo estaba poniendo unas cuantas en la entrada cuando una compañera llego corriendo hacia a mí con mucha necesidad.

—¡Llegaron más pacientes! ¡Te necesitan, corre! —me pidió con los ojos dilatados.

Deje todo para ir corriendo por todo el pasillo hasta llegar a la sala de pacientes y en efecto estaban llegando más heridos, todos venían mojados porque no había parado de llover y aun así muchos tenían todavía lodo pegado en la piel que daba ilusión de piel quemada, lo primero que hice fue acercarme un paño húmedo y comenzar a quitarle a uno que tenía la piel negruzca de tanta suciedad, le lave la cara y después corrí a otra camilla para ayudarle a un doctor a poner una intravenosa.

Corrí de camilla en camilla, de pasillo a pasillo, era una adrenalina insoportable pero que me daba satisfacción sin duda.

—Juliette, haya traen a otros, límpialos y verifica que es lo que se necesita —me pidió una enfermera de piso que señalaba con la cabeza como de la salida de emergencia traían a dos heridos más.

Los otros dos heridos no estaban gritando, estaban tan sosegados que bien solo podrían venir inconscientes o con una herida tratable que no necesitaba de mucha emergencia. Limpie a uno de ellos quitándole solamente el resto de agua con lodo que se le quedo pegado en los brazos y la cara, le pregunté que tenía y dijo que le dolía mucho el pie, supuse que debía tenerlo roto o muy lastimado.

—Iré por el doctor, ya vengo.

Antes de poder ir en busca de un doctor la enfermera que atendía al otro enfermo casi al final del pasillo me pidió atenderlo porque la llamaban a ella y tuvo que salir corriendo, le pedí en un grito que buscara a un doctor para el paciente que esperaba con mucha dolencia. Traía un paño húmedo para limpiar al siguiente paciente pero en cuanto lo vi acostado con la cara totalmente limpia y reconocible casi me dejo caer de rodillas, mi alma se estremeció por completo, mi respiración se retorcía, mi pecho se oprimió y en segundos fue golpeado de forma inhumana y salvaje por la impresión de haber despertado finalmente de la pesadilla, había resucitado de la muerte en vida después de tanto tiempo.

Era él, era Richard. Mis manos temblaron con mucha exageración que no pude sostener el paño, este se calló al piso, me quedé con una impresión tan increíble que ni yo misma pude sacarme de mi profundo trance, algo en mi interior se había roto pero lo más extraño es que no parecía traer consigo ningún dolor, sino más bien una liberación aliviadora.

Me acerque lentamente hacia su cama, él permanecía dormido, fue como tenerlo en el recuerdo de meses atrás, recostado en nuestra cama después de un día agotador, respirando con mucha regularidad, manteniendo una expresión placida, cómo había extraño ver aquel rostro de arcángel tan cerca de mí, tan real. Hubo un ardor muy agudo rodeándome y me di cuenta de que solo se trataba del sollozo intenso que se incrementó hasta hacerlo despertar sin querer de su rehabilitador descanso.

Nuestros ojos se cruzaron en un tiempo record, creí que se había tratado de una ilusión pero no lo fue, era real, él se quedó tan asustado e impresionado como yo, se incorporó de inmediato dejando caer la espalda en la cabecera, tenía la garganta amarrada, no pude ni hablar, mi vista se nublo de lágrimas impacientes que nunca cesaron, estaba diferente en cierto sentido, lo percibí diferente y al mismo tiempo supe que no podría tratarse de nadie más.

—¿Juliette? —preguntó con un jadeo perplejo, sus ojos se fijaban en mi con tanta impaciencia, parpadeo las veces necesarias para hacerse entender que era yo.

Sus ojos, aquellos ojos azules que me hacían vibrar, soñar, amar, eran los mismos de hace tiempo atrás, los extrañaba tanto sobre mi y solo en mí, recorriéndome de todos los ángulos posibles, haciéndome su prisionera y gozándolo tanto como siempre. No dije nada más que correr a toda velocidad que fue posible y solloce tan fuerte en el mismo trayecto.

—¡Richard! ¡Oh dios mío! —grité antes de llegar a su cuerpo y estrellarme contra él, hice que nuestros cuerpos se encontraran de nuevo, haciendo desaparecer ese horrible vacío que me torturo días, meses y años, como disfrute tanto hacerlo añicos.

Sus brazos me recibieron y yo lloré como nunca, grité sobre su hombro, lo apretuje tan fuerte que no supe si estaba lastimándolo, por segundos no me importo nada ni nadie más que mantener esto tan real como fuera posible.

—Juliette, Juliette —murmuró mi nombre sobre mi oído, cuantas veces desee ser acariciada día y noche por el sonido de su melodiosa voz, tan aterciopelada, estremeciendo mi interior con facilidad.

—Estás vivo, estás vivo —repetí una y otra vez para mantenerlo grabado en mi cabeza. —Estás vivo, estás aquí.

—Estoy aquí —afirmó, acariciando su rostro contra mi cabello, dio un suspiro y su aliento cálido cayéndome en la nuca fue otra prueba más de hacerme entender que era verdad, que estaba aquí finalmente —Te lo prometí, así fue.

Jamás dude de él, por eso mismo había aguardado tanto tiempo con la esperanza de que su promesa finalmente se hiciera verdad y así lo fue, no la olvido. Seguí apretándolo tan fuerte contra mi cuerpo y escuche una risa entre dientes cuando quiso hacerme entender que estaba pasándome de la raya.

Escuchar su risa alivianada, cantarina y dulce me enloqueció, fue casi cómo experimentar la misma sensación de hormigueo en la piel a cuando lo escuche por primera vez. Y fue en ese instante cuando busco mi rostro cuando supe que no pude haber estado mejor en todo este tiempo que en sus brazos rodeándome la espalda, su mirada llena de sensibilidad, tan angelical, poderosa y soñadora, era lo que había estado extrañando, que pudieran mirarme y retenerme con esa fuerza astral que solo él poseía, solo él era capaz de hacerme volar hasta el cielo y hacerme caer directo a sus brazos con la más fiel lealtad.

Tenía el rostro empapado en lágrimas, cosa que a él le disgusto, me limpió cada una de ellas con las yemas de los dedos, recorriéndome el rostro con la mirada, no pude dejar de llorar porque no podía detener mi felicidad, era descomunal.

—Te extrañe tanto...—sollocé, mi voz se encogía tan solo con respirar para poder hablar.

Se apretó los labios para evitarse esas ganas que llorar que ya tenía cargada en los ojos. Vi la capa cristalina asomándose cada vez más gruesa.

—Yo también, Juliette, no tienes idea. —afirmó, levantando las cejas, formándosele una sonrisa de oreja a oreja.

Acuno mi rostro entre sus manos que a simple vista se veían ásperas pero en tacto eran totalmente diferente, eran tan suaves todavía, tal y como las recordaba, me hicieron vibrar, acercó su boca a la mía y me beso, fue el primer beso que había transcurrido en casi dos años, fue un beso que detuvo el tiempo, que nos complementó a ambos, desapareció espacios vacíos en nuestro interior y sano cada herida mal cicatrizada pero sobre todo me hizo olvidar todo aquel lapso de tiempo de dos años con la maravillosa, autentica y pura magia de sus labios, la energía de su cuerpo y las ganas de tenerme a su lado, fue todo aquello lo que nos hizo regresar a nuestros mejores y viejos tiempos en un instante.

Fue él, solo él quien yo quería siempre. 


¿Les gusto? ¿Que pensaron? ¿Que está pobre chica no tenía sentimientos? Bueno sí los tengo...por ahora jaja

Espero que lo hayan disfrutado y que no se hayan decepcionado.


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