Capítulo 35. Antigua Conexión
Me detuve frente a su cama, yo jugueteaba con uno de los hilos sueltos que tenía mi delantal que por cierto estaba muy sucio de nuevo, era una forma muy evidente que calmar mis nerviosos y hacerlos pasar como un ademán casual. Escucho que me detuve, tenía la cabeza recostada de un lado porque tenía la mita de la cara envuelta en vendas, se giró con lentitud y sus ojos parecieron deslumbrar solo un desaparecido segundo frente a mí.
El silencio en el lugar era perfecto para ponerse a reflexionar y así lo hice, mi subconsciente trato de poner las piezas en claro para que no fuera a dar ningún fallo, ya no podía permitirme más tropiezos, no quería herirlo. Todavía se parecía al mismo Félix que recordaba, parte de la inocencia de su rostro no había desaparecido del todo aunque podía verse un atisbo de madurez en él eso era muy claro, sus facciones parecían más rudas, había vivido muchos años en tan corto tiempo.
Me quedé callada apenas logrando sostenerle la mirada. Se incorporó un poco al tener mi presencia frente a él.
—Siéntate —susurró con voz sumamente débil y gastada, estaba cansado se podía ver. Señalo una silla a lado de su cama.
Camine con el más cuidadoso silencio que pude y me senté con delicadeza, seguía preguntándome que estaba haciendo aquí ¿Por qué tendría ganas de verme? Después de lo que le hice era extraño que tuviera ánimos de hacerlo.
Entre los dos hubo ese silencio críptico, incomodo, de nueva cuenta fue casi imposible regresarle la mirada pero lo hice, me costó mucho y más verlo de esa forma, tan herido y enfermo.
—No creí que fueras tú, te vez tan diferente. —fue difícil leerle el rostro ya que tenía cubierto la mitad de esté, solo vi que levanto la ceja y me examinó lo que pudo. —Fue hasta que te detuviste cuando dije tú nombre y lo confirme todo.
Baje la mirada hacia el mismo par de hilos que tenía suelto en mi delantal y busque la forma de hacerme de una respuesta bien estructurada, había tanto que quería decir pero que no podía hacérselo saber.
—Yo no creí que fueras a dirigirme la palabra —susurré, manteniendo todavía mi cabeza abajo.
Se percibió la tensión que se le formo en el cuerpo de inmediato.
—Fue un impulso hacerlo —se quedó unos segundos pensando en lo que dijo, suspiró y espero con ojos apremiantes a que lo mirara. —¿Qué haces aquí? ¿Por qué regresaste a la ciudad, Juliette?
Lo encaré, no creí que pudiera lograrlo pero lo hice, tuve un miedo espantoso al principio porque no sabía cómo empezar, contarle toda la verdad no iba a ser fácil, todo lo que había pasado apenas podía yo procesarlo, ¿Cómo es que lo tomaría Félix? No ganaba nada con mentirle así que fui totalmente honesta.
—Vine a buscar a Richard —trague saliva a como pude, fue difícil controlarme por dentro porque siempre se hacía un gran tormento en mi cabeza todo lo que me hacía pensar el tan solo mencionar su nombre, lo extrañaba tanto que ya no podía más con esta ausencia que me cortaba hora tras hora en dos. —Se fue a la guerra hace un año y hasta ahora esta es la manera que encontré para saber si esta todavía a salvo y vivo.
Se había formado un gesto en sus labios que se ocultó con torpeza apretándolos muy fuerte, miró hacia otro lado, había sido molestia para él mencionar el nombre de Richard, era de esperarse y lo respete. Me sostuvo la mirada otra vez pero con menos fuerza, fue repentino aquel cambio de humor suyo, ahora se veía menos decisivo respecto a contarle mi vida.
—Él te cambio en definitivo —admitió con voz suave lo cual fue otra extrañez más grande —Te convirtió en otra persona, ya no queda mucho de la vieja Juliette, a la que yo conocí alguna vez. Quizá conmigo nunca hubieras logrado este cambio.
Comencé a sentirme incomoda, desesperada, no quería tocar el tema de mi pasado, lo había dejado en el olvido, eso era lo que yo quería, borrarlo, no quería recordar lo que había abandonado porque eran recuerdos muy lacerantes.
—No quiero hablar de eso. —titubee.
Su tono de voz se tornó abrupto, necio y obstinado, hizo que me estremeciera sobre la silla, esto ya no iba a ir por buen camino.
—¿Crees que fue una buena despedida la que me diste? ¿Una carta donde me explicabas que huías con un hombre y que dejabas a todos sin importarte nada ni nadie, fue lo más sensato? Yo te quería, creí que tú también sentías lo mismo pero me ilusionaste, lo hiciste para que nadie te descubriera.
—Lo sé, lo sé —me reprimí un sollozo porque todo lo que decía era cierto, me lo merecía, podía soportar su reproche porque quise evitarlo con la carta que le mande, fue cobardía y lo aceptaba —No fue lo más correcto y ahora que te tengo en frente te pido me perdones, lo siento tanto y créeme que mi intención jamás fue herirte, no sabes por lo que he pasado, he sufrido mucho.
—¿Y es que acaso crees que yo no he sufrido? —se incorporó de repente para acercar su cara, podía verle la piel muerta y quemada que no lograba cubrirse con las capas de vendas que lo rodeaba. —Mirarme y dime si no he sufrido lo suficiente.
No pude refutar a nada pero yo también tenía con que hacerle conocer mi sufrimiento, podía decírselo pero su expresión perversa, atrapada en una enredadera oscura y sin sentimientos me había dejado helada.
—No sabes lo que es sufrir, no tienes idea, el que Richard se haya ido no se compara al nivel de sufrimiento que estoy pasando, dime si podrías soportar esto, dímelo, no creo que nadie tenga suficiente valor para enfrentarlo.
Me apreté los dientes tan fuerte que los músculos de mi mandíbula se restiraron tanto que el dolor me sirvió para aumentar el coraje que se propago por mi cuerpo en cuestión de segundos, nadie podía decir que no había sufrido, eso era evidente pero muchos sufríamos también tanto como ellos porque nadie podía calmar o desparecer la preocupación, la necesidad ni las perdidas.
—Tú no sabes...lo que he pasado...—mascullé, perforándolo con mis ojos desafiantes, mi menos precio lo dejo atento, deteniendo apenas su ira. —He estado pagando lo que hice de eso me estoy dando cuenta, creí que la vida jamás vendría a cobrarme cuentas pero me equivoque, perdí todo lo que tenía, Félix, mi casa, amigos, a mi hijo y quién sabe si a Richard también, todo fue en un parpadeo, no tengo nada ni a nadie. ¿Qué te hace pensar que puedes juzgarme?
Se quedó quietó, estudiándome con sorpresa, había prestado atención a una sola cosa y sabía que era lo que lo impresiono.
—Jamás creí que a fin de cuentas te hubieras casado con él, mucho menos que hubieras querido tener hijos. Sucedió tan rápido.
—Lo fue —acepté con voz ausente, mis ojos se concentraron en otra cosa mientras pensaba el porque, todo se había desparecido de entre mis manos en menor tiempo del que lo disfrute, fue apenas un momento lo que probé de la nueva vida que me entregó el destino. Apenas y crucé miradas con Félix, mi cabeza tenía un viaje muy lejos de aquí y no me hallaba muy concentrada.
—Solo dime una sola cosa, Juliette —me pidió con tono de aplomo, sacándome de mi subconsciente en una sacudida —¿Me amaste? ¿O solo me utilizaste?
Merecía saber la verdad. Fue un riesgo enorme el atreverme a levantar la mano y acercarla a la suya, fue sorprendente que no hubiera hecho un movimiento de rechazo hacia mí cuando lo toque, su piel estaba áspera, seca y maltratada pero aun así fue cálida como lo recordaba.
—Nunca te utilice —mis ojos viajaron por todos lados de su rostro, una oleada de paz cubrió mi corazón al ser sincera por primera vez con él. —Y si te quise pero creo que el tiempo me hizo abrir los ojos y darme cuenta que no era esa clase de amor que tú esperabas, fue mi error no decírtelo, pudo ser un camino fácil ser más directa contigo pero no pude y de todas formas termine lastimándonos a ambos.
Sus facciones sufrieron una transformación impresionante, se suavizaron, se volvieron agradables, sosegadas, al igual que su mirada, era otro, había cambiado, ahí podía verse todavía de forma imperceptible el mismo Félix carismático y feliz que yo conocía, volvió aunque fuese en una aparición que duró muy poco.
Me regresó la toma de mano con movimientos lentos, apretó mi mano lo que hizo revivir antiguos sentimientos que pensé habían desaparecido.
—Fue muy doloroso para mí, yo te amé y lo hice muchísimo, hubiera dado todo por ti, quería cumplir tus sueños, ayudarte en lo que yo pudiera pero no podía manejar la única cosa que me importaba, tus sentimientos. No fue fácil olvidarte, traté de hacerlo pero fue un proceso muy complicado, deje la música y busque una forma de liberarme, mis padres querían enviarme lejos pero sabía que podría encontrarme contigo en cualquier parte del mundo y no lo quería así que pensé en la guerra donde juraba no podría encontrarte jamás...—se detuvo para dar una sonrisa débil —Y fue donde te he encontrado.
Compartí su sonrisa, yo tampoco llegue a imaginar que volviéramos a encontrarnos, fue coincidencia que nuestras vidas se hubieran entrelazado de nuevo, uniendo las piezas viejas de nuestro pasado, como una señal de que al fin se pudieran aclarar las cosas y se diera el punto final a lo inconcluso.
—Yo tampoco lo creí ¿No es extraño cómo funciona la vida a veces?
Soltó una risa apagada pero animada, seguí sonriéndole hasta cuando dejo en duda lo que le dije solo para molestarme.
—Sí, es muy extraño, siempre tengo miedo a lo que me tiene preparado.
Me sobrecogió un poco la forma en la que me miraba, era dulce, muy agradable, me tenía en toda su atención.
—Es de temer —sonreí con un poco de más ganas —Pero no hay que dejarnos abatir, siempre se puede salir los problemas.
Nos quedamos un momento mirándonos uno al otro, ahora más que nunca era el mismo Félix Ryman que un día yo conocí, había salido en el preciso momento que lo necesitaba. Me acaricio la mano y yo agradecí el gesto con una sonrisa de oreja a oreja.
—Debe hacerte muy feliz para que lo busques y no te des por vencida. —admitió con voz ligeramente melancólica, haciéndose tal idea parecía hacerlo sentir desanimado pero de todas formas no lo demasiado para que el centellar de sus ojos dejara de relucir
Se me escapó una sonrisa de oreja a oreja y es que la idea me hizo sentir más que eso, me reconforto, me hizo darme cuenta por quien era que yo hacía esto, claro que lo amaba y demasiado, había hecho tanto por él, no iba a darme por vencida, yo sabía que él también estaría haciendo lo mismo si llegaste a creer que podía perderme de su vida para siempre.
—Así es, lo amo demasiado —repetirlo me envolvió de repente en un abrazo de recuerdos, los buenos que teníamos y que recordaba cada vez que me sentía fatal, la sensación de sus besos y la calidez de su tacto fue lo recordé de forma más profunda y que me arrebato por segundos la concentración de nuestra charla. Parpadee —Y no quiero darme por vencida tan fácilmente, muchos creen que debería esperar noticias suyas pero esperar no es mi fuerte, tengo que hacer algo o moriré esperando y no quiero llegar a ese extremo.
Félix hizo un leve gesto con los labios, estaba dándose un conflicto en su cabeza que lo tenía confundido.
—No sé si deba decir esto pero si algo malo pasara con Richard. ¿Qué harías tú?
Fue un ataque de frenesí lo que me tomo desprevenida, fue doliente que hasta en los huesos perforo el extremo grado de malestar y dolor, ¿Sí lo perdía? Es que no podía perderlo, lo iba a evitar cuanto me fuera posible o lo que estuviera en mis manos para que no sucediera pero si en el caso de que la vida muy despreciablemente me lo quitara...me convertiría en hija de la suerte, porque ni yo misma sabía que pasaría conmigo si fuese a quedarme sola, no había a donde ir, ni con quien acudir, estaría sola en el mundo, perdida en todo los sentidos, mi alma es la que vagaría por este mundo porque mi razón de ser se extinguiría.
Trague saliva a como pude porque el corazón lo tenía atascado en la garganta, asfixiándome, me negaba a la idea con mucha terquedad y hacerme pensar en la posibilidad de perderlo era un trago ácido y amargo.
—No lo sé, nunca lo pensé —hice una pausa para pensarlo más a profundidad y resulto mucho peor —Creo que tendría que buscar una solución por si llegase a pasar pero no es algo que hubiera pensado con anterioridad.
Félix se mordió el labio, avergonzado, una apariencia culpable invadió todo su semblante, lo que menos quise era que se sintiera mal lo que acababa de hacer.
—No quise...
Lo interrumpí, negando con la cabeza.
—No te preocupes, se que no fue tu intención —di una sonrisa ligera para calmarlo —Pero estoy segura de que no será así, aunque si pasara al menos tendré mucho tiempo para pensarlo.
Me dio un apretón de la mano que todavía estaba entrelazada, fue hermoso encontrar su consuelo en su gentil apretón y en su mirada dulce.
—Lo harás. —sonrió.
Le regresé la sonrisa y nos miramos uno al otro por minutos que apenas sentimos pasar. Platicamos un poco más pero esta vez ya no de mí si no de él, acerca de su vida, lo que había transcurrido estos años, no se caso, ni tuvo hijos, cómo no tenía compromisos con nadie decidió enlistarse y así es como sucedió la historia de cómo llego aquí, nunca creí que llevara tanto sufrimiento sobre los hombros, lo admiré, era tan guerrero como yo y por ello creo que hicimos conexión de nuevo.
A diez minutos de hablar vi que se empezó a sentir incomodo, lo detecte por como sus gestos lo delataban, sus ojos no estaban fijos y si lo estaban era difícil para él mantenerlos, debía estar doliéndole y así fue, la cabeza le dolía tanto que cuando lo descubrí dejo escapar un gesto de dolor.
—Veré que puedo traerte —le dije, corrí buscando algún analgésico inyectable y cuando regrese se lo aplique de inmediato.
Se retenía con los dientes gritos de dolor que solo él podía soportar, a los diez segundos de habérselo puesto pareció tener más resistencia, el dolor se iba, se le podía ver en el rostro, sus facciones rígidas se destensaban y volvían a la normalidad.
—Gracias —susurró, abatido, dejando caer la cabeza en la almohada con más relajación.
Sonreí, le acaricie la parte de la frente descubierta que sudaba y me incline para darle un beso. Mi beso lo dejo unos segundos tan quieto como una estatua pero después pareció brindarle bienestar. Me acerque a su rostro para tener sus ojos a mi total disposición, tenía que decírselo, iba a hacerlo porque era verdad.
—Te amé, Félix, que no te quede duda, claro que lo hice y sabes que yo siempre te querré, perdóname y espero que no haya rencor entre nosotros. ¿Me perdonarías por lo que te hice?
Hundió sus ojos color miel a los míos con una potencia que creí me desintegraría, nunca habíamos tenido este contacto visual ni cuando éramos novios, fue otra transformación que presencie y que esta vez perduro mucho tiempo.
—Yo siempre te querré, Juliette, me abriste una gran herida pero solo tu podías cerrarla y hoy lo has hecho de una manera muy efectiva. Ahora se quien eres en realidad y te quiero más por ello.
Fue algo que no quise atreverme a hacer pero lo hice, fue algo que no pude reprimirme más así que deje fluir los sentimientos que llevaba encerrados por largo tiempo y lloré frente a él sin arrepentimientos. Me senté a su lado de nuevo y le conté con más detalles lo que había sufrido, lloré tanto que no supe por cuanto tiempo alargue la oportunidad de sacar mi desgracia, él escucho atentó y aunque sabía que no debía agobiarlo me pidió quedarme a su lado por cuanto tiempo pudiera.
El tiempo corrió tanto que no supe en que momento se nos había hecho de noche, yo debía irme y dejar todo listo para mañana, me despedí de él con un beso en la mejilla tan marcado que hasta sin esperarlo se hizo presente ese rubor carmesí en sus pómulos.
—Buenas noches, Félix —me quedé parada frente a su cama.
Me sonrió y se despidió agitando la mano con debilidad.
—Hasta mañana y buenas noches.—bromeo despidiéndose con un saludo militar.
Ahora me iba con una razón más para poder levantarme y venir con la actitud a flor de piel, había razones de sobra y eso me gustaba.
Hola!!! Estoy preparando el capítulo 36 y OMG!!!!!!!!!!!! No saben, ñaca, ñaca, les tengo una hiper super bomba, creanme que la espera valdrá la pena.
De mi se acordaran :D Y siendo como soy...Estoy segura de que no saben, ni se imaginan, puede que ustedes crean una cosa, puede que sea verdad, puede que no, les toca esperar, estoy dandole los detalles que necesita.
Nos seguimos leyendo chicas, besote enorme.
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