Capítulo 28. Sobrevivir
Nuestra cena de navidad fue algo muy común, no hicimos nada elaborado como el año pasado, solo éramos tres personas, Victoria, Frederick y yo así que hicimos un platillo sencillo, pollo con pastel de carne y pan, de postre compramos unos panecillos de pasas y canela, nada del otro mundo. La reunión se hizo en nuestro departamento, traté de decorar un poco con temática navideña pero no logré encontrar inspiración, además había tomado la decisión ya muy tarde como para trabajar en ello.
Encendimos la radio pero todas las estaciones estaban dando los últimos detalles de cómo iba la guerra, no pude soportarlo así que termine por apagarla, así que comimos en silencio a excepción del roce de los cubiertos sobre la porcelana de los platos y el vidrio de las copas. Llevaba a Freddie sobre mi regazo dándole de comer de poco a poco, estaba creciendo demasiado rápido que me había tomado por sorpresa, todavía tenia fresco el recuerdo a cuando recién nació y ahora ya estaba mucho más regordete y sentía que cada día pesaba más, su cabello ya era más abundante y sus sentidos ya estaban un poco más desarrollados ya podían reconocer muchísimas cosas como a los sonidos y a su nombre.
—Freddie...Freddie —canturreo Victoria queriendo llamar su atención, él respondió hasta la cuarta vez que le llamo solo porque había hecho ruido con una de las copas. Le sonrió efusiva cuando los pequeños ojos de Frederick se encontraron con los suyos. —Has crecido demasiado, eres un bebe muy hermoso.
Sonreí a medias, era cierto, era hermoso, lo más hermoso que haya podido ver y era increíble que fuera mío, que hubiera venido de mí.
—Es increíble que siga pareciéndose a mí —comenté con la expresión incrédula —Los días pasan y es como verme a mi misma.
Victoria rió entre dientes y alargó la mano para tomar la pequeña de Freddie, la agitó un poco y eso pareció agradable a él.
—Por eso es que es tan bien parecido, tengo que admitirlo, hiciste un buen trabajo —levanto sus ojos hacía mí, conteniéndose una sonrisa.
Baje los ojos avergonzada, acaricie la cabeza de Freddie como una forma de distraerme y que la intimidación ante el recuerdo que se había aparecido en ese instante en mi cabeza se desapareciera. Sentía la cara ardiente y no me incomodaba para nada ruborizarme frente a ella porque a pesar de todo yo le tenía una confianza descomunal a Victoria.
—Bueno...—di un suspiro largo, encontrando la forma de responder algo decente —No fui la única que contribuyo.
Reímos al unísono y ahora las dos usamos de distracción a Feddie para evitar que aquel tema fuera parte de nuestra conversación. Pasaron minutos para que dejáramos de utilizarlo como distracción hasta que ella me pidió permiso para cargarlo, se lo di ya que noté que tenía bastante energía y quizá podría tardar en dormirse, Victoria siempre se ofrecía para hacerlo dormir si se oponía.
Hizo un pequeño mueca cuando lo tuvo suspendido en sus brazos.
—Oh mi dios si que estás creciendo —abrió ligeramente los ojos —Y mucho.
—Ya pesa bastante —admití, mordiéndome el labio —Crece a paso acelerado.
Victoria trató de alzar de nuevo a Freddie pero con sus brazos larguiruchos y débiles no fue posible, lo distrajo con uno de sus juguetes favoritos, era una sonaja que a Freddie siempre le gustaba escuchar, él sonreía cada vez que Victoria lo agitaba muy fuerte. Estudie la escena durante varios minutos hasta que después me detuve a vagar en mis pensamientos, el tiempo pasaba, Frederick crecía cada día más y eso era algo imposible de evitar, sus mejores momentos se iban, desaparecían y mucho de eso se lo estaba perdiendo Richard.
Baje la mirada esperando que Victoria no hubiera notado mi repentino cambio de humor pero fue tarde, detuvo el jugueteo que tenía con Freddie y me clavo la mirada esperanzada que yo misma pudiera confesarle lo que me tenía deprimida.
—Siento que he sido egoísta...Richard se pierde de cada segundo de Frederick y yo soy la única quien lo disfruta —apenas levante un poco la mirada para comprobar que en efecto Victoria me escuchaba con atención, se había quedado quieta y sin expresar nada. Suspiré cuando la culpabilidad me asaltó otra vez.
Dejo un poco la distracción que tenía con Feddie y se dispuso a encararse conmigo.
—No eres egoísta y tampoco debes echarte la culpa de nada, por favor no pienses así —me pidió con un tono casi de decepción por mi forma de pensar—Has hecho demasiado en este tiempo como para que vuelvas a recaer en otra depresión. Hazlo por Frederick y por mí que somos quienes te queremos y necesitamos.
Era cierto, había hecho demasiado por mí para que Frederick y Victoria no hubieran notado toda la tristeza que se aferró a mí por varias semanas, ya no quería enfermarlos con mi depresión y negativismo, tenía que ser fuerte, levantarme y seguir adelante por ellos. Asentí con lentitud, creí que la sonrisa que pensaba darle sería efectiva pero la sentí como una especie de mueca inconforme.
—Lo sé, no debería lamentarme más pero a veces es imposible —inhale y exhale aire para poner en control a mis pensamientos, puse mis ojos directo sobre el techo , guardándome muy fuerte las ganas de llorar —El tiempo ha pasado tan rápido pero también tan lento, es como si se hubiera ido hace apenas unos días y no meses.
—Te comprendo, Juliette —sus ojos se iban marchitando también —Pero hay que ser fuertes y saber salir adelante, no estás sola, querida, nunca lo estarás.
Deslice mi mano sobre la mesa para tomar la suya, quería sentir que estaba aquí conmigo y que no me dejaría, Victoria era para mí como una madre, con ella había logrado encontrar sustento a todas mis penas, me había apoyado en momentos tan magníficos como trágicos y hoy era quien ahora me daba palabras de aliento y me ofrecía sus fuerzas para que yo no cayera profundo y me olvidara de mi presente.
—Estoy segura de que siempre será así —le apreté la mano como muestra de cariño, ella dio una media sonrisa e intento que Freddie se girará a mi dirección para que yo me diera cuenta que mi hijo también era mi más fiel compañía. Fue ahí cuando los ojos de Freddie se encontraron con los míos para que en automático aquella sonrisa indispuesta se proyectara en mi cara —Con ustedes nunca estaré sola.
Al final terminamos de comer lo que quedó de los panecillos, Freddie se agotó casi de inmediato así que fui a dormirlo a su cuna, Victoria se despidió de mi no sin antes darme los regalos que nos había preparado a mi y Freddie, como siempre nunca se olvidaba de nosotros y yo nuca sabía cómo pagarle tan maravillosos detalles, ella siempre me respondía con lo mismo, agradecía poder ser parte de nuestra familia. Esa noche termine de limpiar todo, guarde la vajilla y apague todo en la habitación para disponerme a dormir.
Recargue mi cabeza sobre la almohada, la sensación de cansancio estaba en mi cuerpo, lo sentía, estaba agotada pero al cerrar los ojos fue difícil caer dormida, era casi imposible, rodee casi media hora hasta que no pude más, me levante y camine como alma en pena por todo el departamento, al final quise intentar con algo que podía ser mi solución. Abrí el armario y saque una de las camisas de Richard, me la lleve a la cama y la abrace, me cubrí la cara con ella y en efecto el manto de su aroma peculiar, refrescante y magistral me brindó la posibilidad de volver a nuestros viejos tiempos y así hacerme sentir como en casa, como si su presencia no fuera una ausencia en esta siniestra y oscura noche sin vida.
(Narración de Richard)
Todavía nos tenían viviendo en las tiendas de campaña en el campo de entrenamientos, llevamos cuatro meses en entrenamientos porque en pocas semanas nos íbamos a la batalla, casi nadie sabía a donde iríamos a parar, nosotros éramos soldados más no comandantes así que nadie se decidió preguntar nada. La mayoría de los soldados que llegaron junto conmigo ya se habían ido a combate, a nosotros todavía nos querían mantener como un respaldo si las cosas empeoraban y así fue, ya era momento de lanzar a todos a la guerra.
Esa mañana nos habíamos levantando muy temprano para hacer trincheras también estábamos haciendo pruebas de nuestros cañones, en ese momento aproveche para sacar una de las únicas pertenecías que tenía conmigo que de verdad valoraba más que todo, la fotografía que me había dado Juliette era mi amuleto ahora que ya era tiempo de partir, estaba seguro que estando en una trinchera como está en plena batalla yo estaría igual que ahora, recargado sobre la pared de tierra manteniendo mi cabeza lo más cerca del piso para no ser herido y siendo observados por los ojos de la mujer que yo amaba con todas mis fuerzas y los de mi querido hijo.
Me había estado recordando lo mucho que debía luchar por ellos cada vez que yo miraba aquella fotografía, no iba a morir en batalla, no podía dejarlos solos, ni tampoco podía perderme la oportunidad de estar con ellos, ver a Freddie crecer y envejecer con Juliette siendo finalmente marido y mujer era lo que yo quería y la guerra no iba a quitármelo. En ese instante vi a uno de mis compañeros que sacaba varias hojas de papel y un lápiz, no perdí oportunidad y le pedí de favor si podía brindarme material para escribir una carta.
—¿Se la enviarás a tu familia? —preguntó, pasándome una hoja algo vieja y manchada, era lo único que teníamos a la mano.
Sonreí y le mostré la fotografía, asintió y me dio una palmada fuerte en el hombro.
—Ya veo —respondió y luego volvió a lo suyo sin decir nada más.
Nuestra oportunidad de mandar cartas no había sido hasta ahora que nos habían dado permiso, me hubiera gustado tanto poder decirle lo bien que yo había estado estos meses a Juliette pero con los entrenamientos, las pruebas de armas y provisiones apenas y podíamos descansar. Con mi bolsa de provisiones que llevaba sobre la espalda traté de escribir sobre la hoja de papel, no fue fácil pero logré contarle todo a Juliette, todo lo que ella deseaba saber.
Cuando termine nos mandaron llamar para regresar al campamento, era una larga caminata así que entablar pláticas con compañeros era nuestra única distracción. Era fácil hablar con cualquiera porque aquí nadie tenía diferencias o al menos así era como nos llevábamos la mayoría. Yo todavía mantenía mis ojos en la fotografía que tenía escondida conmigo hasta que unos golpes sobre el hombro me alarmaron.
—Llego la hora, Richard, al fin nos llegó la hora a todos —masculló uno de muchos compañeros que tenía, tenía la mandíbula tensa y poniendo los ojos bien fijos hacia el frente.
Estaba inconforme, molesto y sabía su razón, no era algo que se pudiera ocultar. Levante mi vista hacia el frente y observé la gran cantidad de soldados que éramos, la gran cantidad de seres humanos que dábamos la vida a la suerte.
Apenas pude aclararme la garganta, sentía una áspera sensación al intentar tragar saliva, entender que unos íbamos directo a la muerte no era fácil de procesar, no se podía vivir tranquilo sabiéndolo.
—Sí, es hora —respondí forzando mi voz a salir de mi garganta reseca.
Tiempo de partir, tiempo de dolencia, tiempo de muerte. Hoy se le daba un paso enorme a la nueva parte de la historia de la humanidad y a la de nuestras vidas.
(...)
Esa mañana decidí darle un paseo a Frederick por un parque que nos quedaba cerca, quería que conociera el mundo, además hoy hacía un día bastante temple a pesar de ser mediados de enero. Habíamos pasado el año nuevo casi como navidad, no hubo diferencias, fue una cena sencilla, sin mucho que decir realmente. Victoria salió conmigo y juntos dimos el paseo, recorrimos el parque y al final decidimos desayunar en una cafetería cercana a la tienda de Victoria.
Cuando regresamos a casa le pedí a Victoria que llevara a Freddie a su cuna ya que había logrado ver de reojo que mi buzón estaba abierto, eso significaba que había llegado correo. Por un segundo el fondo de mi cuerpo se sacudió, el estómago se me apretujo tan fuerte de la emoción al pensar que podría ser la respuesta de Stella, que a pesar de todo este tiempo se había decidido a contestar y a hacer las paces conmigo.
Leí el remitente y la emoción que permanecía debajo de mi rompió todos los límites posibles, me reavivo repentinamente, encendió mis sentidos apagados, me hizo sentir vivía haciéndome estallar en una euforia inconcebible, asfixiante, el aire se había dejado de acumular en mis pulmones porque apenas podía respirar...no se trataba de ella, era alguien mucho pero muchísimo mejor. Era la primera vez que tenía noticias suyas y era increíble que estuviera sosteniendo una carta proveniente de Richard, estaba vivo, aun lo estaba.
Desgarré el sobre y rápido desdoble la hoja para empezar a leer, tuve que llevarme la mano al pecho para calmar los desorbitados latidos de mi corazón que no cesaban, no hubo manera de detenerlos menos cuando reconocí su letra.
Diciembre 03 de 1939.
Querida Juliette:
Es increíble cómo pasa el tiempo, todavía recuerdo nuestra despedida en la estación de trenes, llevo colgado de mí el recuerdo de tu último beso, nuestras últimas palabras y tu imagen a lo lejos cuando el tren nos alejaba en una distancia cada vez mayor. No podría olvidarme jamás de ello porque siempre duermo recordándolo como si hubiera pasado más de una vez, tus ojos rogándome mi estancia, tus manos grabando mi cara y yo sintiéndome impotente porque no he podido quedarme como lo gritabas. Hoy por ello te escribo porque se que tu preocupación en estos meses debe ser insoportable, no quiero que te preocupes por mí, yo estoy bien, nada malo pasara y te lo aseguro porque me he propuesto a ser fuerte, a luchar contra el miedo de la muerte por ti y Freddie, quiero seguir a su lado, protegiéndolos, amándolos y eso es más fuerte que cualquier lucha interna que tenga con mis peores temores.
Te amo y no debes olvidarlo jamás porque esté donde esté yo siempre te he pertenecido. Me iré lejos pero estaré cerca de ti porque mi mente no dejará de pensarlos ni un segundo, no me perderás eso tenlo por seguro porque no hay tortura más cruel que tenerlos lejos de mí, todos mis despertares son por luchar en volver a tenerlos a mi lado, por ustedes y nadie más, son los únicos que logran darle valor a esta batalla.
Regresaré tan pronto pueda con todo mi amor que aguarda por ti y Freddie
Richard.
Mantuve la vista fija en la carta, petrificada, apenas pude respirar, el aire abandono mis pulmones y cuando traté de hablar todas las palabras se acumularon al mismo tiempo, mis sentimientos encontrados no me permitían reaccionar como quería, deseaba gritar, quería celebrar su bienestar y el de todos nosotros, el tiempo de esperar podía ser menos agonizante ahora que sabía que todavía permanecía vivo.
Estaba ansiosa, inconmensurablemente feliz y orgullosa, quería hacérselo notar al mundo entero.
—¡Victoria! ¡Victoria! —grité subiendo rápido las escaleras con la carta bien aferrada a mi mano sin dejar de mirarla.
Mi respiración entrecortada apenas me permitía ir más rápido pero nada podía detenerme, ni yo misma podía hacerlo. Estaba preparada para lo que tuviese que venir, nunca me había sentido tan renovada, fuerte y optimista, ya era una pieza faltante menos que quedaba en el hueco de su ausencia.
Esperaba que cada una de ellas volvieran completas, aquello solo sería cuando finalmente regresara sano y salvo.
Espero que les haya gustado el capítulo, como se habrán dado cuenta la historia fue cortada en dos partes, esto se debe a los ciclos que se abren y se cierran en la historia, ya sabrán ustedes poco a poco porque.
Gracias a todas por sus votos y comentarios! los adoro y siempre me hacen más hermoso el día. Sin ustedes no podría seguir avanzando, muchas gracias.
Nos leemos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro