Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 26. Mi Peor Miedo


Antes de irse a la tienda muy temprano Victoria subió hacia nuestro departamento, llego con un pastel de coco que ella misma había horneado y con varias tablillas de chocolate para que pudiéramos hacer un poco. Yo preparé el chocolate y ella cuido a Freddie ya que lloraba porque quería un poco de atención, Richard había salido para comprar lo necesario para el desayuno así que en lo que regresaba me pareció adecuado tener la presencia de Victoria un rato.

Serví el chocolate caliente en dos tazas y deje el pastel de coco en el centro de la mesa ya partido en ocho partes, acostamos a Freddie y nos dispusimos a desayunar. Me di cuenta más tarde que ella había traído el periódico del día de hoy y lo había dejado a un lado, en estos días la gente estaba hablando de Alemania y de un partido que estaba dejando a la gente perpleja y asustada, lo había escuchado cuando salí a comprar lo necesario para Freddie, había escuchado algo como, Adolfo Hitler, guerra y Polonia.

Lo tome y lo expandí sobre la mesa y para mi sorpresa me encontré en primer plana un artículo completo de Hitler y de sus ideas de conquistar Europa, mucha gente en la calle estaba hablando de esto y que quizá Inglaterra se introduciría en esta guerra para saldar cuentas pendientes.

—Dios mío —exclame bajito cuando iba leyendo lo último del artículo —Esto es terrible, es terrible ¿Cómo ha pasado esto?

Victoria estaba tan indignada como yo, meneo con la cabeza desanimada y bajo un poco la cabeza.

—He estado hablando con varios clientes de la tienda y dicen que los nazis tienen planeado cosas increíblemente crueles, no querrás saber cuánta gente los apoya en toda Alemania, están locos, solo quieren tanto poder cuanto puedan.

Deje el periódico sobre la mesa y pude imaginar las cosas terribles que debían estar pasando en toda Alemania, Richard y yo habíamos estado evitando hablar de estos rumores porque la verdad todo el mundo hablaba de ello en la ciudad, era un tema que estaba en boca de todos, yo solo esperaba que todo esto no pasara a mayores.

—Esperemos que nada de esto nos afecte a nosotros, no sería algo muy agradable.

Victoria enarcó las cejas.

—No quiero ser desconsiderada contigo pero mucha gente ya está diciendo que puede que el país se vea implicado, es sobre el tratado de Versalles, querida y parece que Alemania no lo quiere cumplir como se debe.

No supe porque de repente mi cuerpo empezó a temblar, fue como si una especie de dolor involuntario se hubiera acumulado en mi estómago y no había forma de soportarlo más que dejar que mi cuerpo se sacudiera cuanto quisiera.

—Nosotros los civiles no debemos pagar por estos desacuerdos, esperemos que esto se resuelva en privado, no quiero tener que vivir una guerra.

—Ni yo tampoco, solo mírame ¿Acaso me veo lo suficientemente fuerte como para soportarlo? Nadie en esta vida se prepara para estas cosas, aunque no es la primera vez que este país se enfrenta a una y permíteme decirte que no fue agradable.

Su vos se tornó tan frágil y melancólica a su paso, de inmediato bajo la cabeza hacia la taza de chocolate y hundió sus ojos en lo más profundo para poder perderse en sus recuerdos unos segundos, mantuve la vista fija en ella para poder detectar alguna reacción suya pero se quedó quieta en la misma posición, aferrada a sus recuerdos.

—¿Usted vivió la primera guerra, señora Girard?

Al momento de levantar la mirada parpadeo entrando en razón y en efecto su rostro y su mirada estaban vagando en tristeza, haciéndola lucir agotada y sin vida, fue increíble la forma veloz que sucedió ante mis ojos tal cambio en su apariencia, como si hubiera llevado esa máscara decaída en su rostro por todo el día.

—Sí, la viví y fue ahí donde perdí a mucha gente amada —me explicó con voz lenta, detallada pero muy vacía —Perdí a muchos amigos y a mi padre, en sí yo ya había perdido a mi madre desde muy pequeña pero perderlo a él cuando no tenía a nadie más...fue algo que tarde en perdonarle a la vida porque ni siquiera logré despedirme antes de su muerte.

No quise que ese silencio incomodo empezara a nacer por toda la habitación a pesar de que no tenía palabras para decirle cuanto lo sentía tuve que hablar para quebrar cualquier tensión que estuviera por rondar la habitación.

—Lo lamento tanto, señora Girard, no debió ser fácil para usted —alargue una mano para tomar la suya y dale un apretón en consuelo.

Me regresó al apretón con una sonrisa apenas formada en sus labios y los ojos queriendo derramar en lágrimas toda esa tristeza acumulada de años que nunca se terminaba.

—No lo ha sido pero bien se dice que no se le puede llorar a nadie para siempre pero pues se equivocan, se les llora por el tiempo que nuca se les deja de amar, mi padre era fuerte y me pidió que nuca me quedará atrapada en la tristeza si llegaba a morir y al menos se lo cumplí, porque si no hubiera sido así probablemente no me hubieras conocido.

Le sonreí a medias y volví a tomarle la mano esta vez más fuerte, sus ojos todavía estaban perdidos y apagados y cuando le hable pareció que logre reanimarlos solo un poco.

—El mundo se hubiera perdido de una gran y valiosa mujer —logré sacarle una liviana risita.

—Considera esto una forma de lección —sus ojos soltaron un brillo reflejante a causa de sus lágrimas incubadas —No olvides amar hoy a quien realmente lo merezca porque nunca sabrás cuando será la última vez que tú amor lo acompañe.

Me sobrecogió un poco sus palabras porque resultaron ser verdad, yo amaba inmensamente a mi hijo a Richard y a Victoria porque eran lo único que yo tenía, había perdido a mi familia pero había ganado a una nueva y hoy yo daba la vida por ellos y quizá solo quizá podría volver a amar a Stella y a mis tíos después de todo lo que pasamos.

—Nunca es tarde para hacerlo.

Se formo un disgusto en ella súbitamente cuando me escucho, una pequeña decepción apareció en su mirada cuando me vio.

—El tiempo no te va a esperar, avanza muy  rápido para que al final puedas despertar y  entrar en razón, la cuestión aquí es  despertar  a tiempo o demasiado tarde.

Me quede quieta sin decir nada, quería perdonar a Stella, algo dentro de mí me lo suplicaba pero no quería ser alguien que cediera tan rápido, nuca en mi vida me había sentido tan engañada, no merecía haberme ganado su indiferencia ni desprecio, no había hecho nada para ganarlo. Comimos y bebimos evitando el tema a como pudimos, entablamos una conversación más casual y solo lo lográbamos si era de la tienda, pregunté por los clientes que nunca faltaban y ella me daba detalles, nada del otro mundo.

Más tarde escuchamos que Richard entraba, saludo a Victoria y ella supo que ya era hora de irse, le agradecí el chocolate y el pastel, se despidió de nosotros y de Freddie y se fue dejándonos a nosotros solos.

—¿Quieres un poco de chocolate? —le ofrecí, levantando la taza de Victoria y la mía, yéndome a la cocina.

Se fue directo a la cuna de Freddie, comprobando si estaba dormido.

—Claro, un poco —respondió, observando a su hijo todavía.

Le serví una taza y una rebanada de pastel, casi no habíamos comido o al menos yo no pude, después de las cosas que Victoria había despertado en mi cabeza el apetito se me había quitado y no pude siquiera disfrutar del chocolate.

—¿Cómo se ha comportado, Freddie? —preguntó avanzado hacia la mesa.

Estaba acomodando las cosas que había traído para el desayuno así que cuando le respondí pareció que lo hice con aire distraído.

—Bastante bien —apenas me volví hacia donde estaba.

—¿De que hablaron tú y Victoria? —preguntó más tarde con mucha serenidad, intentando no parecer tan interesado.

Me sobresalté un poco y me volví hacia la mesa donde extrañamente tome el mismo asiento de antes, quedábamos frente a frente, no sabía cómo empezar y fue como una señal del destino el que mis ojos se fueran directo hacia el periódico y que esté estuviera acomodado en el titular, esa era una de las primeras razón que me hacían sentir incomoda, Richard se había enlistado en los entrenamientos militares, fue suerte que no lo enviaran a la batalla pero ¿Está suerte sería la misma esta vez?

—De lo que la gente no deja de hablar, las cosas se pondrán muy feas si se sigue apoyando a este hombre —mis ojos no se despegaban de la pequeña fotografía de Hitler que estaba alado del artículo.

Richard se acomodó en la silla pero tomé más bien su movimiento como una reacción de inquietud a la situación.

—Lo sé, la gente no deja de hablar de toda esta situación, todos están temerosos, este país quedo bastante mal con la primera guerra mundial, quien sabe que pase si se vuelve a levantar otra.

Mis ojos se clavaron en su semblante.

—¿Qué crees que puedan hacer? Reclutaran gente y tú ya has estado en entrenamientos militares...

Me interrumpió.

—Pero Juliette —rió entre dientes —Nunca he estado en una guerra, no creo que recluten a gente como nosotros, ellos necesitan jóvenes y yo ya no soy un adolescente.

—¿Eso qué significa? —fruncí el ceño —A ellos no les importara cuan joven seas, lo que quieren es tener a suficiente gente para ganarles en cantidad, Richard ¿Qué pasara si sucede? ¿Si te reclutan que va a ser de mí y de Freddie?

Tenía una expresión desentendida, no sabía de donde había sacado la idea porque nuca le había echado en cara algo así, ni cuando la gente empezó a hablar de esto. Tomo mis manos que ya estaban inquietas y se las llevó a sus labios, besando lo más que pudo.

—¿Por qué de repente te has sentido tan aterrada con esto? A ustedes jamás les faltará nada, yo tengo un compromiso con ustedes, los cuidaré todo el tiempo necesario.

Mi corazón ya estaba latiendo demasiado rápido, no quería imaginarme a mi soportando una despedida o lo peor una perdida suya a causa de la guerra, no lo podría aguantar, mi peor miedo era perderlo,  él era todo para mí, mi vida, mi razón de ser y si se iba dejando a la suerte su supervivencia yo me volvería loca, sin tener noticias suyas no iba a poder sobrevivir, no sabría como la gente lo había hecho antes.

Baje la mirada y Richard busco a tientas mis ojos para que respondiera. Espero en silencio hasta que yo hable de nuevo.

—Victoria me contó todo lo que perdió en la guerra pasada, su padre murió en un enfrentamiento y no había entrado en pánico hasta que vi el periódico, apareció de repente.

Rió pareciéndole graciosa mi razón y era así, parecía una tontería que de repente pudiera preocuparme algo como esto pero no era que pudiera evitarse, ya no pensaba solo en mí, también en Freddie, quería que estuviera con su padre.

—Ya veo, pues si es una desgracia lo que pasó con su padre pero yo no estoy dispuesto a enlistarme a nada si se le ofrece a gente como a mí —sus ojos me dieron un roce de dulzura y sinceridad que fue la mezcla perfecta para ahuyentar mi temor. —Mucho menos ahora que los tengo a ustedes, estoy seguro de lo que quiero.

Volvió a llenar mis manos de besos y me guiño un ojo, caí a sus pies de nuevo porque siempre era tan guapo cuando trataba de una manera tan dulce y seductora calmar todos mis miedos o mis angustias, ese era su toque, su secreto y era efectivo sin duda.

—¿Estás seguro? Me refiero a que si te convencen o algo por estilo.

Mi obstinación lo mantenía divertido, sonrió ampliamente logrando rejuvenecerle la apariencia tal y como se veía en sus fotos de adolescente, era una persona llena de vitalidad y de frescura, era de esperarse que llevara con él sus mejores momentos todavía. Me acarició la mejilla, encendiendo chispas en mi interior, erizándome el vello de los brazos y la nuca.

—¿Qué pueden ellos darme que sea mejor a lo que tengo yo ahora?

Esperó a que respondiera pero reí al rendirme, ya lo había comprendido. Nos callamos cuando escuchamos el llanto de Freddie y yo me levanté rápidamente, fui hasta su cuna donde supe que debía llorar porque tenía hambre, lo saque de su cuna y me sorprendió demasiado lo largo y regordete que se había puesto en tan solo una semana y media, su cabello era un poco más grueso y sus ojos podía asegurar eran casi como los míos, estaba comenzando a sospechar que terminaría pareciéndose a mí.

—Te dije que los niños terminan pareciéndose a la madre. Te lo dije.

Cuando se volvió tenía una sonrisa a medias porque tenia la boca llena de pastel, levanto las cejas coincidiendo conmigo.

—Es un alivio porque yo quería que fuera así. —confesó, conteniéndose risitas.

Negué con la cabeza riéndome para mis adentros, yo había deseado que se pareciera más a Richard porque me hubiera encantado que tuviera la mirada de su padre, era más poderosa que la mía, hubiera sido afortunado aunque de todas maneras verme reflejada en Freddie era una sensación mucho mayor que me unía a él como a nadie más.

—Eres muy afortunado —le susurré, besándole la cabeza y acariciándole la mejilla con mi nariz. —No hay nadie que se resista a amarte.

Y así iba a hacer, siempre.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro