Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 24.Lo más importante


El invierno había caído sobre nosotros, ya estábamos en enero de 1939, habíamos comenzando con la mejor de las suertes, celebramos navidad y año nuevo en casa, invitamos a Victoria a una rica cena que constató de pavo, puré, vino blanco, agua de frutas  y ensalada de brócoli con mantequilla, habían pasado tres largos meses que siendo sincera se habían sentido como agua sobre mis dedos, fue una locura. Nuestra rutina había cambiado un poco después de que todos se enteraran de mi embarazo, Richard todo los días antes de salir a trabajar trataba de dejarme en la tienda de Victoria porque le incomodaba que yo fuera sola hasta allá y quien también se había puesto un poco paranoica era Victoria porque no me dejaba cargar los rollos de tela del almacén, creía que estaban pesados para mí.

Un día intentó quitármelo del hombro y renegó que estaban muy pesados para mí.

—¡Juliette! —me gritó con horror al verme, se acercó corriendo y me lo quito —No debes estar cargando cosas pesadas, recuerda lo que te dijo el médico, se supone que deberías estar reposando en casa.

Reí tan fuerte que ella había hecho un gesto con los labios.

—Señora Girard, estoy perfectamente bien, no me siento mal, además prefiero estar aquí ayudándola que estar en casa intentando matar tiempo.

Victoria parecía indecisa, pensó que tal vez podría tener razón, en casa estaría sola y lo que menos quería ella y Richard era que estuviera sola, de todas maneras todavía podía notarse esa discrepancia en su mirada cuando me observó.

—Pueda que sea cierto —admitió todavía con ese gesto en los labios —Pero al menos trata de no cargar cosas pesadas, no quiero que te suceda nada, no me lo perdonaría.

Seguí riéndome cuando fui directo hacia donde estaba ella, ella me recibió en sus brazos y me acaricio la cabeza tal y como lo haría una madre con su pequeña hija, fue una sensación adormecedora y hermosa que había olvidado casi por completo, desde que mi madre murió nadie lo había hecho.

—Con usted a mi lado no creo que me pase nada —sonreí —Me cuida demasiado, señora Girard.

Sentí sus risas sobre mi mejilla, en todos estos meses le había tomado un cariño enorme y ella a mí, desde que supo que estaba esperando un bebe ella se había encantado más que yo, bueno no tanto como yo después de saber que Richard lo aceptaba y que lo deseaba, Victoria había estado casi estos meses pegada a mí como sombra, me acariciaba el vientre que apenas y se veía sobresalido.

Ella decía que ahora nosotros éramos su familia, incluyendo en definitiva a mi hijo.

—Y lo haré mientras estés conmigo —me advirtió en un tono retador bastante juguetón. —Tengo un trato con Richard, yo te debo poner el ojo todo este tiempo que estés conmigo y es aceptable, tú jamás vas a estar sola y no trates de desafiarme porque este lugar es pequeño y sabré si estás haciendo algo indebido.

Parpadee intentando parecer impresionada.

—Está muy claro para mi entonces que tendrá ojos por todas partes.

—Así es, será mejor que no intentes retarme.

Me incorporé para mirarla a la cara y alce las cejas y levante las manos mostrando mi rendición.

—Estoy dispuesta a no hacerlo, señora Girard.

Dio una sonrisa ancha y poso una de sus manos sobre mi vientre, se quedó fijamente viendo si algo sucedía y cuando alzó la mirada con una cierta fascinación impregnada en el rostro supe que era la única que había percibido algo.

—Eres mi única familia, Juliette, tú, Richard y esté bebe dan razón a mi vida. —susurró con tono melancólico, su rostro se desencajo un poco y mantuvo sus labios apretados para evitar que pudiera ganarle el sentimiento delante de mí.

Le abracé muy fuerte compartiendo cada parte de ese sentimiento suyo porque yo también lo sentía, también se había convertido en mi familia, mi sustento, mi madre, mi amiga, habíamos pasado muchas cosas juntas y nos habíamos sincerado en muchas cosas, quizá no en todas pero nos veíamos juntos y sentíamos un lazo muy fuerte entre todos.

—Usted también es mi única familia, es lo más cercano que tengo a una madre —un nudo en la garganta me apretaba el cuello incapacitándome a hablar —Me ha apoyado y la quiero demasiado.

Sentí sus abrazos apretándose apretujándome muchísimo, era de esos abrazos que te encerraban en un sentimiento de cariño que te llegaba al corazón, lo sentías correr por todo el cuerpo.

—Yo también, querida, no dudes de eso.

Después de eso intentamos no llorar y comenzamos a trabajar, esperando que las personas que llegaban no estuvieran prestando atención a nuestros ojos enrojecidos ni estuvieran intuyendo lo que realmente había pasado.

(...)

La noche estaba fría, muy congelante, era una noche invernal de enero que para variar era  uno de los meses más crudos e insoportables de la estación, nuestra habitación tenia calefacción así que no desperdiciamos tiempo en encenderlo y que envolviera todo el lugar con calidez. Richard estaba en la cocina preparando café y leche tibia para mí, en lo que yo reposaba contra la cabecera de la cama y me disponía a escribirle a Stella, en todo este tiempo no había vuelto a saber de ella ni ella de mí, no le había dicho mi inesperado embarazo y sentía que debía saberlo.

No le conté mucho ni di muchos detalles en la carta, solo lo necesario para que estuviera al tanto de mi situación. En ese momento llego Richard que se sentó cerca de mis pies que estaban envueltos en montones de sabanas, era como una oruga, el frío para mi era insoportable que tome todas nuestras sabanas y me las envolví en el cuerpo.

Me dio mi taza de leche tibia y él bebió de su café.

—¿Qué escribes? —me preguntó con una interés cuidadoso.

—Le escribo a Stella, hace tiempo que no se de ella y quiero saber cómo le va.

Richard me contemplo durante unos segundos sin decirme nada luego intento mantener su expresión de suspicacia bien reservada pero no logró mucho porque se podía asomar desde sus ojos.

—¿Crees que te conteste esta vez con más rapidez que la última vez?

Lo medité un poco, Stella había tardado mucho la última vez, parecía que realmente no tenía intención de contestar mi carta pero ahora que explicaba el porqué de su tardanza ahora podía ser más considerada con el tiempo de espera, no iba a sentirme tan excluida.

—Espero que sí —suspiré —Esta vez ya se sus razones así que no hay porque desconfiar.

Metí la carta en el sobre, lo selle listo para irse mañana a correos. Deje la carta sobre la mesita de noche en lo que noté de reojo que Richard me miraba con una sonrisa divertida en el rostro, cuando me giré para pedir alguna explicación su sonrisa se incrementó inesperadamente.

—¿Qué sucede? —le pregunté con voz suave, reteniéndome unas risas burlonas.

Bajo la mirada y su apariencia se volvió tan inocente pero atractiva, un rubor apareció como por arte de magia sobre sus mejillas, volviéndolo  irresistible, tan encantador. Cuando levantó su mirada le brotó un brillo muy agitado que por segundos me congelaron en el buen sentido, alzó una mano y con una velocidad lenta la dirigió hacia mi vientre y yo deje escapar las risas burlonas al comprender que intentaba hacer.

—¿No te molesta que lo haga, verdad?

Repentinamente yo también ruborice y no solo lo sentí crecer desde mis mejillas sino por toda mi cara, me avergoncé que baje la mirada hasta su mano donde vi apenas que en estos tres meses se había levantado un poco mi barriga, no era algo muy notorio pero se sentía al tocarlo, apreté su mano y la acaricie, tenía la piel caliente como siempre y era tan suave como el terciopelo. Nuestras miradas se cruzaron un par de minutos y nos sonreímos al mismo tiempo.

—No, no me molesta —respondí al fin con voz delgada, casi como un susurro. —Es relajante.

Y así era, su tacto cálido me gustaba demasiado, me alivianaba. Por un momento mantuvo sus ojos pegados a mi vientre y después de deslizo hasta llegar lo bastante cerca para inclinar su oído y pegarlo con muchísimo cuidado, le acaricie el cabello con la mano que me quedaba libre y sonreí con fuerza.

—¿Escuchas algo? —le pregunté.

Sentí que sonreía.

—No estoy seguro pero me gusta —admitió riendo entre dientes, hubo un pequeño silencio que rompió con un tono más solemne —Quisiera que ya estuviera aquí pero a veces me pongo a pensar que el tiempo que nos da antes de nacer es muy útil porque quiero prepararme, quiero hacerlo bien.

Seguí acariciándole el cabello, pasándolo entre mis dedos y eso parecía gustarle mucho porque podía sentirlo relajado, su cuerpo estaba casi dormido sobre mí, su respiración estaba acompasada, era arrullador.

—Lo harás muy bien, estoy segura —susurré, dando una amplia sonrisa.

—Eso espero. —risas nerviosas se hicieron presente.

—¿Tienes miedo, acaso?

Levanto la cabeza para volver a sentarse pero no quito su mano de mi vientre, estudie su rasgos y hubo cierta inquietud que se iba asomando, intentaba no hacerlo relucir demasiado pero ahí estaba, no iba a lograr desaparecerlo muy fácilmente.

—Un poco —se mordió el labio con nerviosismo —Desde que lo supe fui víctima de una preocupación inmensa, miles de preguntas se hicieron en mi cabeza, tales cómo ¿Seré buen padre? ¿Le podré dar lo que necesita?

Solté una risa despreocupada y le acaricie la mejilla, sus ojos se ablandaron y brillaron, adoptó una apariencia más pacífica, acomodándose en el alivio que le provocaba mi tacto.

—Has hecho demasiado en estos meses, Richard, tu dedicación ha sido esplendida, no tienes porque pensar así, mientras estemos los dos nada le faltara, jamás. —le sonreí de oreja a oreja para levantar todo su ánimo que parecía estar decayendo pedazo a pedazo, sonrió también con mucho fulgor proporcionándome a mi también un levantamiento de ánimo fulminante —Ahora bien, debo hacer esta pregunta porque es algo que es importante para mí...

Se quedó esperando mi respuesta con una sonrisa curiosa.

—¿Niño o niña? —levanté una ceja, clavándole los ojos.

Dio unas risotadas que resonaron un poco entre las paredes de toda la habitación, bajo la mirada y pude sentir desde la mano que todavía tenía sobre su mejilla el calor abrasador que iba emanando debajo de su piel.

—Sea lo que sea no importa, lo amaré de todas formas, lo importante es que venga con mucha salud —levanto la mirada, con el brillo de los ojos consumiéndole la pupila —Yo estaré feliz así.

—Pero tiene que haber alguna preferencia, ya sabes, siempre he sabido que prefieren niños pero yo tengo que admitir que prefiero que sea niña porque dicen que se parecen más a sus papás que a sus madres

—¿Tratas de decirme que no quieres que se parezca a ti?

Me apreté los labios en lo que yo trataba de salir bien librada de su mirada desafiante.

—Puede que no mucho, prefiero que se parezca a ti, quiero que sea tu reflejo.

—Qué ironía —rió, moviendo la cabeza de lado a lado —Y yo quiero que se parezca a ti.

—Lo siento, yo lo dije primero, quiero que se parezca a ti.

Tomo mi mano que estaba sobre su mejilla y la beso, su beso fue tan suave y aterciopelado que cerré los ojos casi instantáneamente, no me di cuenta que además era la hora de ir a la cama, yo estaba algo cansada y la leche tibia había hecho mucho trabajo en mí pero el hablar acerca del bebe era un tema que me gustaba mucho, me hacía feliz.

—¿Y el nombre? —inquirí, intentando no mostrarme somnolienta, me erguí todavía más —No hemos elegido ninguno hasta ahora.

Richard dio media sonrisa.

—Tienes razón, aun no lo hemos decidido pero sería conveniente hablar de eso cuando hayas descansado.

Gruñí al ser descubierta, no supe como lo había hecho pero lo hizo, había logrado captar mi cansancio como un detector eficiente que no tenía manera de falla. Se llevó mi taza de leche tibia ya casi terminada a la cocina y regreso para extenderme sobre el cuerpo más sabanas.

—Pero no estoy cansada, podemos discutirlo un poco más.

Me echo una mirada escéptica y yo resople.

—¿Cómo te diste cuenta?

—Juliette, crees que no te conozco lo suficiente pero he aprendido mucho de ti en todo este tiempo y más que tengo mis ojos en ti tratando de cuidarte a cada paso.

Me cubrió con dos sabanas más y yo ya sentía que estaba demasiado cubierta para lograr moverme por la noche. Richard todavía tenía pendientes por checar ya que tenía la mesa de la cocina (nuestra única mesa) con papeles desparramados.

—Pero ¿Sí lo discutiremos, verdad?

Se quedó parado viéndome con diversión, se me acercó y se inclinó para darme un beso en la frente y uno más en los labios, fue el beso que me inyecto ese dulzor adormecedor que me aproximaba con paso rápido a un triunfante y placido sueño.

—Lo haremos, por supuesto que sí, por ahora duerme que yo estaré despierto velando tu sueño.

Cerré los ojos, abrigándome y amolando mi cabeza en la almohada con la satisfacción de saber que estaría vigilándome, porque lo que más amaba era tener sus ojos fijos sobre mí, cuidándome y considerándome la persona más valiosa e importante de su vida.


Puede que el capítulo sea corto el día de hoy, lo que pasa es que hubo distracción de mis primos que no pude concentrarme mucho, ya saben, los primos siempre sacan a uno de sus pensamientos que la verdad yo ya no sabía como quitarmelos de encima jaja. Es corto esta vez pero porque el siguiente será algo muy hermoso :3 

Besotes a todas y a las nuevas lectoras, miles de gracias por votos, leídas y comentarios siempre bellos y especiales. 

Nos seguimos leyendo. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro