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Capítulo 19. Nuevo Hogar


Íbamos camino hacia un nuevo destino, era extraño que aún no me hiciera a la idea de ir tomada de la mano de Richard y con la cabeza recostada sobre su hombro viajando en el vagón del tren directo hacia la ciudad donde nos esperaba un inicio sin secretos ni tragedias, nos había afectado un poco haber dejado recuerdos hermosos en un pasado muy temprano sobre todo a mí porque la despedida había sido algo que me estaba dejando una marca que iba a tomar tiempo en cerrar.

Richard había conseguido boletos de tren para él y para mí ya que había vendido la casa donde había estado la mayoría de su vida, me explicó que la había logrado vender un día después de que mi tío lo saco de la casa ya que él estaba decidido a irse sin dejar rastro alguno. Nuestra parada sería en una ciudad de Londres llamada Birmingham, que quedaba a una hora de Londres, tal vez no iba a tener demasiado lejos a mi familia porque no nos alcanzaba para poder salir del país y siendo sincera a mi no me importaba el destino, mientras él y yo pudiéramos vivir en paz no importaba distancia.

El trayecto era tan adormecedor que no quería caer dormida en el vagón así que intenté encontrar una fuente de conversación que me mantuviera despierta.

—Y dime una cosa. ¿Alguna vez has estado en Birmingham? —pregunté.

Su voz tan cerca de mi oído no ayudaba mucho en mantenerme despierta, su voz siempre era un canto que me adormecía y relajaba el cuerpo completo.

—Hace tiempo viví con Sylvia en esa ciudad, fue poco nuestra estancia quizá un año y luego regresamos a Londres.

—¿Entonces sabes dónde es que nos quedaremos?

Su risa entre dientes me regresó a la realidad que ya estaba dejando por mi sueño.

—Claro que sí, será un lugar modesto pero es muy cómodo, es un lugar que también me trae buenos recuerdos.

Me incorporé para mirarlo a los ojos y le sonreí.

—Haremos entonces bastantes buenos recuerdos —me regresó la sonrisa de oreja a oreja y me robó un beso en los labios que me recargó con una buena dosis de energía para el camino.

—Muy buenos —remarcó con esa sonrisa torcida irresistible que siempre mostraba un doble sentido muy discreto.

Los últimos minutos pasaron volando, ni siquiera se en que se fueron, si en la plática que tuvimos Richard y yo o la manera pensativa con la que me quedé mirando por la ventana, la ciudad que pasaba entre mis ojos, intentando hacerme la idea que ese sería mi nuevo hogar, había un cierto temor porque era un terreno nuevo, no sabía que clase de gente me estaría rodeando, eran esas incertidumbres que me ponían a reflexionar por bastante tiempo los que tal vez se llevaron los minutos restantes del viaje.

Ya íbamos en taxi cuando recién bajamos del tren, el recorrido eran otros veinte minutos que íbamos a tener que esperar, yo moría de ganas por conocer nuestro hogar y se lo demostraba a Richard cada vez que entrabamos a un calle, le tomaba la mano y la apretaba para sosegar mi desesperación, yo ya quería empezar mi vida a su lado.

—Aquí es —anunció finalmente cuando hizo detener el taxi en un edificio de dos pisos.

Salí del taxi y contemple el edificio que casi parecía una casa, era de ladrillos y tenía una cerca de madera pintada en color blanco, había flores de todo tipo sembradas en el pequeño jardín del frente y un camino estrecho de piedra que llevaba hacia la puerta de madera ya casi vieja.

No había notado que Richard me había pasado un brazo por los hombros, estaba impactada, no era grande ni mucho menos pequeña, era bonito, muy acogedor.

—¿Te gusta? Nosotros viviremos en la planta de arriba.

Me volví a él, dudosa.

—¿Cómo lo sabes?

—Abajo vive la dueña de esta casa, ella nos rentará la habitación de arriba. Te encantará, ya lo verás.

Recogió nuestras maletas y las llevo hacia la entrada, lo seguí sin quitar la mirada de encima a la planta alta, ahora más que nunca moría por saber cómo era que lucía, quería verlo todo. Richard toco la puerta de madera que crujió cuando la toco con los nudillos, a los pocos segundos escuchamos que alguien detrás iba corriendo para recibirnos, cuando se abrió nos encontramos con una mujer de mediana edad, cabello café claro, ojos verdes muy pequeños y tez pálida, tenía sus anteojos colgando del cuello y un juego de llaves en la mano derecha.

—¿Sí? —preguntó, nos interrogó observándonos de pies a cabeza.

—Buenas tardes, queríamos saber si está disponible la habitación de la planta alta, estamos interesados por ella.

La mujer observó a Richard con cautela.

—¿Son para ustedes dos? —sus ojos inquisidores cayeron sobre mí.

Richard me miró de reojo.

—Sí, ella es mi esposa, acabamos de llegar a la ciudad y queremos algo que pueda ajustarse a nuestro presupuesto.

Mantuve la vista fija en él cuando lo pronunció, estaba a punto de estallar en un grito cuando se lo aseguró a la mujer por segunda vez, fue un encantamiento que se desplego en toda mi cara y que se reflejó en una sonrisa discreta para no causar ciertas sospechas, me lleve la mano al corazón para sentir bajo la palma de mi mano esos latidos desenfrenados que estallaron al escucharlo.

La mujer dejo de observarme con esa cierta sospecha, pareció sentirse más tranquila al saber quién era yo.

—Claro que está disponible, adelante —su recibimiento fue mucho más cortés —Hagamos los tramites.

Los trámites por supuesto no fueron muy largos, se trataba de llenar un formulario con los datos de Richard y el pago de las semanas o meses que nos quedaríamos hasta conseguir una nueva residencia, todo esto se hizo en el vestíbulo en una ventanilla pequeña donde apenas y cabía.

—Creo que eso es todo, señor Norrington, les daré sus llaves.

—Gracias. —respondió Richard.

No tardo en volverse hacia nosotros de nuevo, salió de la pequeña cabina donde estaba y le entregó a Richard un par de llaves plateadas que tintinaron cuando las agitó para que las observáramos.

—Es la habitación de arriba, está la llave de la puerta, el armario y el baño, cualquier cosa que necesiten estoy a su disposición. —alzó una mano a mi dirección —Victoria Girard a su disposición.

Tarde en analizar que era para mí el saludo así que reaccione como torpe cuando le tome la mano.

—Juliette —sonreí.

—Mucho gusto, bueno no los distraigo más, disfruten la estancia.

Subimos los escalones que daban hacia un pasillo muy pequeño directo hacia la única puerta de la planta alta. La puerta de nuestro cuarto de roble, mucho más resistente que el de la entrada, al abrirla pude ver que era una habitación más amplia de lo que imagine, no era un espacio tan reducido, era pequeño a nuestro favor porque se sentía tan privada, perfecta para dos personas, estaba decorada con un papel tapiz clásico, cortinas color vainilla, al entrar vi que había una pequeña chimenea, una cocina compacta con solo lo necesario, por último una cama matrimonial con un cubre camas que parecía nuevo, de un color borgoña muy cómodo.

—Que acogedor —susurré, moviendo mis ojos a cada rincón.

Sentí su risa relajada detrás de mí.

—Es la misma a la que recuerdo, me alegro que te haya gustado.

Me senté sobre el borde de la cama en lo que él ponía las maletas cerca de la puerta del armario, lo examine el rato que acomodó algunas cosas y cuando se dio cuenta de mi atención me sonrió.

—¿Así que tu esposa? —insinué con la cara resplandeciente, la idea todavía me parecía encantadora.

Dio una sonrisa alegre, sus pómulos resaltaron en un rubor carmesí tan adorable, sus ojos centellaron, me gustaba hacerlo sonrojar y divertirlo con mis incomodas preguntas.

—Espero que no te importe —se acercó hacia donde yo estaba, alce mis brazos para tomarlo y jalarlo hacia la cama.

Cayó a un lado mío y lo rodee con mis brazos, deteniendo mi cara muy cerca de la suya.

—Para nada, creo que me gusta —reímos al unísono. —¿Y a ti?

Acaricio mi cabello y aquello recorrió mi cuerpo en esa sensación esplendida tal y como otras de las tantas veces en las que su tacto transformaba mi cuerpo.

—Me gusta y mucho —su voz arrebatadora me inmovilizó y más cuando lo vi venir para besarme mis labios dormidos que hizo despertar de inmediato, le regresé el beso con esas ganas que nunca faltaban, con el más grato recibimiento.

Me emocione cuando me tomo de la cintura para acercarme, apreté sus manos a mi cuerpo para prolongar su tacto y fue ahí cuando detuvimos cualquier movimiento al escuchar las pisadas de Victoria subiendo las escaleras.

Nos levantamos de prisa esperando a que tocara la puerta, así fue minutos después. Yo fui a recibirla en lo que Richard acomodaba nuestra ropa en el armario.

—Siento la molestia —se disculpó con varias arrugas en la frente que reflejaron su preocupación —Quería darles la bienvenida con esté pequeño postre que hice esta mañana, espero no les importe.

—No se preocupe, muchas gracias.

Era un pastel de coco con cobertura de vainilla, había sido muy amable en darnos la bienvenida con un detalle como este.

—Me voy, que tengan buena tarde.—sonrió

—Igualmente.

Cerré la puerta con delicadeza y le lleve el pastel a Richard, dio una risa burlona cuando lo vio, yo puse mala cara.

—Creí que tocaba la puerta por ser molestia —hizo un gesto de alivio —Se ve muy bien.

—Muy apetitoso. ¿Quieres un poco?

—Claro, iré a comprar algo de café y té. ¿Quieres venir? Puedo enseñarte un poco del lugar.

—Me parece bien —deje el pastel en la cocina, estaba ansiosa por conocer cada rincón de nuestra manzana.

Dejamos la tarea de guardar nuestra ropa para después de merendar un pedazo de pastel y poder salir a comprar un poco de comida cómo lo necesario para hacer café y té. Salimos de la casa tomados de la mano, caminamos por la acera como cualquier pareja que recién parece comenzar una vida juntos, me ponía contenta ver que podíamos ser quienes éramos después de tanto tiempo, fue extraño pensar en encontrarme a Agatha en medio del recorrido para presentarle ahora sí al hombre que amaba y hacerle ver que esta vez ya no tenía razón de envidiarle nada.

(...)

Me alistaba para dormir ya que el día había sido más largo de lo que esperábamos, Richard y yo habíamos estado afuera paseando por el lugar sin que nos diéramos cuenta, las horas pasaron y de repente se había hecho casi de noche, preparé una merienda rápida y nos preparábamos para ir a dormir finalmente en nuestra pequeña habitación.

Richard todavía revisaba algunos pendientes en una mesa pequeña que estaba en la cocina y yo estaba sentada en la cama matando el tiempo leyendo un viejo libro que encontré cerca de la chimenea. Deje de tomarle sentido a lo que estaba leyendo cuando se acercó a la cama y se preparó para dormir, se quitó los zapatos y la camisa que dejo en una silla cerca de la mesita de noche.

Espíe de reojo como se veía su pecho desnudo a la tenue luz de la lámpara que estaba prendida de mi lado, traté de no ser descubierta cuando entró a la cama, se sentó y se quedó viéndome leer el libro.

—¿Está bueno? —sus risitas fueron la distracción definitiva para que dejara de leerlo.

Lo cerré y lo deje sobre la mesita de noche, me gire a él regalándole una sonrisa.

—No mucho, ni siquiera entendí de que se trata —alargue una mano para acariciarle la frente ya que de forma imperceptible logré ver que se formaban esas arrugas que indicaban una preocupación en su interior —¿Qué te preocupa?

—¿A que te refieres?

Lleve mis ojos hacia su frente y mi caricia se hizo más lenta para hacerle ver que esas arrugas en su frente todavía no desaparecían, se rindió soltando un suspiro, tarde o temprano iba a tener que decírmelo, ya no íbamos a poder ocultarnos secretos, sería un problema de los dos.

—Mañana trataré de buscar un trabajo para poder mantener los gastos de la renta y la comida, estarán cubiertos lo que quedé de este año pero si te das cuenta ya no queda mucho para que se acabe así que no podré dejarlo pasar.

—Todavía quedan cuatro meses para que se termine el año, no necesitas sentir presión ahora, no te preocupes por eso.

Tomo mi mano que estaba en su frente y la beso, la cubrió con las dos manos frotándola y brindándole calor, ahora trataba de relajarme él a mí.

—Sé que se necesita estar preparado en casos como estos, no quiero que el tiempo pase y no llegue a nada, es difícil conseguir trabajo en estos momentos y quiero empezar a buscar. No quiero que llegue a faltar algo.

—No faltará nada, tengo mi violín, en un caso extremo podemos venderlo y así ganar más tiempo.

De inmediato desechó la idea, agitó muy fuerte la cabeza contradiciendo mi idea, quería quitárselo del pensamiento.

—Claro que no haremos eso, es importante para ti conservarlo y no te obligaría a venderlo para pagar la renta o la comida —las arrugas de su frente se acentuaron —No quiero que ni siquiera lo pienses.

Coloque mi mano libre contra su mejilla y guié su cabeza al hueco de mi garganta para que ahí reposara, lo que más necesitaba era sentirlo mío y cerca de mi cuerpo, quería aliviar su angustia y la mía, no había más remedio contra cualquier miedo que tenernos tan cerca uno al otro, era el consuelo que yo se que nos beneficiaba a los dos.

—De acuerdo, no lo pensaremos más, te lo prometo pero te repito, no hay nada por lo que angustiarse ahora, al menos disfrutemos de este nuevo comienzo.

El aliento que salió de su boca al reír me calentó la piel y despertó mi deseo que continuó dormido por poco tiempo.

—Lo siento, debí haber arruinado el momento —levantó la cabeza para que viera el brillo que adornaba sus ojos.

Ya tenía bien sujeta mis manos a su cuello, estaba dándome esa irresistible mirada en complicidad que me gustaba a no más poder

—No te preocupes, todavía lo puedes arreglar.

Encadeno mis labios en un beso suplicante, sus caricias vagaron por mi cara hasta llegar a mis pechos, lentamente se fueron dejando guiar por la trayectoria natural de mi figura, se frenaron en mis piernas, metió las manos entre el espacio de estás y con delicadeza fue abriendo el espacio para que su cuerpo pudiera encajar.

Me levantó la bata de encaje para acariciarme las piernas, dejo bordada en la piel de mi cuello cada uno de sus besos, sentí una pasión ardiente y desmedida cuando exploró mis pechos con su boca al lograrme quitar la bata deslizándola hacia abajo, adoraba cuando exploraba parte de mi, que no le cansara dejar de descubrirme y que se volviera una emoción infinita para él cada vez que teníamos intimidad. Estaba prisionera de la excitación cuando volvió a subir sin dejar de besarme la piel, estaba jadeando en ruego para que se introdujera en mí y acabara con la palpitación de mi incontrolable corazón que subió hasta la garganta.

Lleve su boca fragante de regreso a la mía para arrancarle ese dulzor de los labios que siempre era delicioso.

—Espera, espera —reconsideré con la voz entrecortada, un pensamiento me detuvo a medio logro para considerar una cosa. —¿Qué pensara Victoria? ¿Estaremos haciendo mucho ruido?

Las llameantes ondas de su aliento me pegaron la cara cuando intentó responderme con claridad, reímos al darnos cuenta que era una tontería habernos detenido por algo así.

—No creo que le incomode demasiado, además es una muy buena manera de estrenar la habitación. ¿No crees?

Tenía razón pero además ella creía que éramos marido y mujer, Richard no hubiera tenido la necesidad de mentirle a Victoria si no fuera mal visto que un hombre y una mujer sin matrimonio estuviera compartiendo un mismo techo, mucho menos con la edad que yo tenía, mi tía jamás hubiera permitido esto, mucho menos que tuviera intimidad sin haber estado casada, para eso ya era tarde.

Me despreocupe de lo que pudiera estar pasando por la cabeza de nuestra inquilina de abajo y volví a besarlo hasta desgastarle los labios. Desabroche el botón de su pantalón y deje que tomara la tarea de quitarse la ropa interior, deje que también me quitara la mía, estaba preparada para recibirlo de nuevo, cerré los ojos y eche mi cabeza hacia atrás cuando se introdujo de nuevo, fue mucho mejor que la primera vez porque ahora podía estar segura de que era lo que podía esperar, de cuanto lo ansiaba.

Esta vez logró atrapar el jadeo de mi triunfo encerrándolo en un beso que desgarro toda mi boca.


Se que ya se dieron cuenta que hoy hice un pequeño maratón o más bien subí capítulo doble, decidí subir dos ya que el número 19 me pareció algo light así que pensé pues a subirlo, no es relevante

De vez en cuando me pondré loca y subiré capítulo doble, espero les guste mucho y le dedico esté capítulo a una gran lectora, que la quiero y la estimo mucho porque es muy divertida y me animan sus comentarios tan cute. Gracias por todo Samira, eres una gran lectora y tu apoyo siempre ha estado desde mi inicio y en el trayecto de esta novela ¡Gracias! un besote.

Las quiero y nos seguimos leyendo 

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