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Capítulo 17. Tuya


Cuando llegamos el lugar esta abarrotado de gente, era un lugar exclusivo así que eso significaba que el espacio era reducido, a pesar de eso no se podía negar que había un excelente ambiente de festejo, había música de ambiente en vivo, la barra de bebidas estaba repleta y la pista de baile sin dudas también, la gente de verdad estaba disfrutando la fiesta, a tal grado que el olor a alcohol y cigarrillos era intenso.

Me quedé a lado de Félix en todo momento hasta que pudiera encontrar la mesa de reuniones.

—¡Allá están! —señalo una mesa alargada que estaba en un rincón cerca de la pista de baile —Vamos.

Me tomo de la mano y entre los dos tratamos de hacer a un lado a la gente que se interponía en nuestro camino, el humo de cigarro me pegaba en la cara en más de una ocasión, haciéndome toser y provocándome mareos molestos. Llegamos a la mesa que por cierto estaba ya casi ocupada por todos los invitados, muchos de ellos eran hombres y casi todos estaban acompañados de una mujer, quienes eran un poco mayores que yo, me sentí de cierta forma muy incómoda porque de hecho casi todos lucían mayores que Félix y de mí, tal vez eran personas más experimentadas en este campo.

—Ella es Juliette, es mi novia —me presentó con mucha euforia, me llevó hacia adelante para presentarme a cada uno de sus compañeros y sus respectivas acompañantes. —Ella no es de aquí, es de Francia, vivo allá casi toda su vida hasta que se mudó aquí a Londres con sus tíos.

—¿En serio? —se interesó una de las mujeres a las que apenas estaba por saludar, sostenía un cigarrillo con una gracia elegante —¿Francesa?

Asentí mostrando media sonrisa.

—No puedo creerlo —se le dilataron ligeramente los ojos —¡Yo también! Siéntate a mi lado, ven, vamos.

Era una mujer mayor que yo, podría jurar que eran diez años, tenía el cabello rubio rojizo, una piel increíblemente pálida, labios pintados color carmesí, ojos verdes muy apantallantes y una sonrisita amigable que me tranquilizo. Me senté a un lado suyo a pesar de sentirme extrañada de conversar con una desconocida pero Félix me ánimo que acepte de todos modos.

—Agatha —se presentó regalándome un guiño en el ojo —Así que ¿De qué parte eres, muñequita?

—Paris.

Fumo de su cigarrillo y volvieron a dilatarse sus ojos, expulso el humo de la boca con fuerza que pareció una hilera bien formada.

—Bonito lugar, tiene mucha variedad —comentó, sonriendo, luego me ofreció un cigarrillo, yo me negué como era de esperarse y entonces su apariencia se volvió inquisitiva —Te vez bastante joven ¿Cuántos años tienes?

—Veintidós.

Dio una carcajada, aquello hizo relucir sus perfectos dientes blancos.

—Eres tan joven, lo digo en serio, recuerdo tu edad —alzo una ceja, divirtiéndose con sus recuerdos —Tenía tantos sueños y bueno todo lo deje cuando me casé y ya no pude regresar atrás aunque debo decirte esto —se inclinó hacia a mí para hablarme más bajo —No creerás todo lo que tuve que hacer para poder casarme con esté hombre que vez aquí.

Señalo con su barbilla al hombre delgado, alto, con cabello negro y ondulado, muy bien parecido tenía que admitir, que estaba a su lado hablando con un hombre que no sabía de quien se trataba.

—¿Tu esposo? —inquirí.

—Sí, mi amado y querido esposo —suspiró —Lo conocí en una de las presentaciones que daba en un teatro de mala muerte, tocaba el saxofón en ese horrible lugar, yo no supe porque era que tocaba ahí hasta que descubrí que su familia creía que estaba trabajando en la bolsa de valores y en realidad se escapaba para ir a tocar ahí. Un día yo salía de una de las presentaciones cuando me hablo y me invito a tomar un café, en ese entonces yo tenía un poco más de tu edad, yo estaba saliendo con un abogado, fue mi conquista desde la infancia, deseaba que pudiéramos casarnos, él no lo quería, solo me decía que debíamos esperar hasta que...

Se interrumpió para dar ese suspenso y que yo pudiera quizá adivinar algo. La miré esperando a que lo hiciera pero estaba decidida a escuchar mi suposición.

—¿Te lo pidió? —insinué con el gesto lleno de confusión, encogiéndome de hombros.

Echo una carcajada, me sorprendí porque no creí que iba a reaccionar de forma tan burlona, no pude seguirle el juego a sus risotadas porque no encontraba alguna pizca de gracia. Se tocó la frente, sofocada y volvió a fumar.

—Sí, de echo si lo hizo —una carcajada más resaltó que lo siguiente que diría era lo que le realmente causaba su gracia —Y lo hizo ya muy tarde, porque cuando me pidió casarnos yo ya estaba más que enamorada de esté hombre que acabas de ver.

Miré sobre su hombro a su esposo quien estaba pasándola muy bien todavía hablando con su amigo.

—Y te preguntarás que paso después —prosiguió, interrumpiéndome —Pues fue fácil, lo deje, huí de mi casa y me vine con él a Londres y venos aquí, casados con más de seis años de compartir nuestras vidas. Dejo de importarme lo que yo quería porque siéndote sincera, no era algo que yo quería, mi madre quería que fuera feliz con un hombre que quería para mí, fue tanto la insistencia que termine por engañarme, me hice creer que lo amaba pero no, solo amaba lo que podía darme, que era dinero, viajes y lujos, al final deje eso y me deje amar por alguien que me entregó todo de él, tiempo, dedicación y sueños, después llegaron las buenas oportunidades para él y para mí y vivimos más que felices.

—¿En serio? —sonreí, intentando que no me hubiese incomodado lo que acababa de decirme —Me alegro mucho por ustedes.

Me había incomodado por una sola cosa, era como si estuviera echándome en cara algo que yo no me atrevía hacer, si, ella había dejado su vida de increíbles oportunidades por el hombre que había logrado robarle el corazón, sin importarle que destino podía esperarle, confiaba en el amor del hombre que la amaba incondicionalmente, era más feliz que yo, eso era otra verdad que me laceraba.

Siguió fumando mientras yo veía que Félix estaba parado a unas sillas de nuestra mesa hablando con alguien que tampoco sabía de quien se trataba hasta que Agatha volvió a interrumpir mis cavilaciones.

—Me supongo que él es tu novio o prometido.

Al mismo tiempo miramos hacia la dirección de Félix quien no se daba cuenta de que le prestábamos mucha atención, me volví hacia ella con poca fuerza.

—No, es mi novio, solo eso. —admití con voz baja, la desdicha se presentó en mí de inmediato como un malestar que me hizo bajar la mirada.

Podía sentir la mirada de Agatha, picoteándome en todos los lados de mi cuerpo.

—Ya veo, ¿Desde cuándo son novios?

Estaba curioseando en mi vida y eso no me gustaba, no quería que nadie pudiera llegar a la verdad, tarde o temprano era fácil darse cuenta de mi poca alegría al mencionar mi relación con Félix y yo tenía temor de esta mujer que apenas acaba de conocer porque era muy intuitiva.

Subí la mirada con más convicción, tenía poca seguridad de la fecha exacta pero se acercaba.

—Casi los dos meses.

—¿Dónde se conocieron? —entrecerró los ojos

Empecé a frotarme las manos así que las deje debajo del mantel de la mesa para que no se diera cuenta de mi nerviosismo, mis ojos vagaban de cada lado del bar buscando una forma de prepararme para su interrogatorio.

—Mis tíos me presentaron a Félix en una fiesta, en nuestra fiesta más bien —el corregirme me hizo perder mucha confianza —Yo amo la música y él es músico así que eso fue que nos unió.

Casi suspiraba de alivio cuando pareció creerme, volvió a su cigarrillo y esta vez dejo caer la espalda sobre la silla, mostrándome una posición más relajada.

—Eso es muy dulce, espero muy pronto poder encontrarlos otra vez pero en su boda —una sonrisita se formó en sus labios carmesí —Son adorables y tan jóvenes.

Le regrese el gesto, era una lástima que no pudiera verme en un espejo para confirmar si estaba siendo lo bastante convincente porque podía sentir mi cara entumecida al obligarme a sonreír.

—Espero que sí —susurré y en un descuido tuve el error de bajar los ojos cómo si la idea no fuera de mi total agrado.

Ella ya no pudo indagar más en mí porque en ese momento su esposo interrumpió nuestra conversación, se disculpó y se giró hacia su esposo donde rápidamente entablo conversaciones con amigos suyos. Pasaron varios minutos sin que yo supiera que podía hacer en este lugar tan pequeño y con gente que no tenían parentesco conmigo.

Yo estaba entretenida viendo a las personas que estaban divirtiéndose en la pista de baile, hasta que Félix regresó conmigo con dos copas de vino tinto.

—¿La estás pasando bien? —él había notado que yo todavía miraba la pista de baile cuando se me acerco —Podemos ir a bailar cuando tú quieras.

—Oh gracias —me volví a él con una sonrisita, intimidada —Pero en realidad no estaba viendo la pista de baile por eso.

Félix siguió mi mirada hacia la adorable pareja que estaba viendo bailar con una gracia esplendorosa, se trataba de Agatha con su esposo quien la tenía en brazos y le susurraba al oído la letra de la canción, ella reía sobre su hombro y se miraban a los ojos manteniendo una conversación privada muy silenciosa entre ellos.

Estudie la forma en la que se regresaban la mirada, el brillo que emanaba de sus rostros, todo aquello me recordó a una sola cosa, Richard, en cómo nos mirábamos, la forma en la que se entrelazaban nuestras miradas, la forma mágica que me hacía sentir cuando estaba entre sus brazos, elevándome al más bello placer, era así como yo había logrado captar a Agatha y la odié, porque ella lo tenía en estos momentos, parecía que me lo echaba en cara, dándome a entender que ella se atrevió a lo que yo todavía temía, la valentía.

—¿Juliette? ¿Segura que no quieres bailar?

Apenas había percibido la voz de Félix acercándose a mi oído, creyendo que no lo escuchaba por la música en vivo. Me volví a él todavía aturdida por haberme sumido tanto en mis pensamientos que se me dificulto enfocar mis ojos a su cara.

—No, gracias —me acerque la copa de vino y le di un sorbo grande que asusto ligeramente a Félix —¿Podrías traerme otro de estos?

Le entregue el vaso y el titubeo un poco pero al final término por decidirse en hacerme caso.

—Claro, ya te lo traigo. —se levantó indeciso y se perdió entre el mar de gente que empezó a hacerse en la pista.

Tuve la oportunidad de nuevo para mirar a Agatha y a su esposo con total libertad, los examine sin importarme nadie a mi alrededor y comencé donde me había quedado, sustituyendo a aquella bella pareja de enamorados por Richard y yo, la letra de la canción susurrada por su melodiosa voz, esa voz tan grave y celestial que me enamoraba siempre, sus manos alrededor de mí cuerpo guiándome en un baile lento, eso y más quería y lo quería ahora.

Me levanté de un salto de la silla y rodee la mesa para poder llegar hacia donde quería, la salida. Sufrí demasiado al intentar pasar por entre la gente de la pista de baile y fue mucho peor cuando Agatha me detuvo cuando ellos intentaban regresar a nuestra mesa.

—¿A dónde vas, muñequita?

No sabía cómo iba a poder salirme con la mía pero inmediatamente saque provecho de esto.

—Necesito pasar al baño, no me siento muy bien, el vino me ha dejado un poco aturdida —traté de que mi voz pudiera ser clara sobre toda por la música y escándalo que estaba en la pista, así que grité lo que más que pude.

—¿Necesitas algo? —me preguntó casi gritando también.

—No, gracias, estoy bien. —me apreté los labios en una sonrisa leve.

Fue fácil quitármela de encima y cuando tuve mi oportunidad de nuevo no la desaproveche, tuve que ser rápida antes de que Félix volviera a nuestra mesa, estaba agradecida por que el bar fuera pequeño y estuviera abarrotado de gente porque iba a ser difícil que él me viera ir hacia la salida, apenas iba a poder percibirme entre tanta gente. Cuando salí corrí por la acera alejándome del lugar, quería tenerlo lo más lejos de mi vista, me detuve en una esquina y le hice la señal de alto a un taxi que iba pasando.

Cuando ya iba andando miré por la ventana, contemple desde ahí mismo el bar que paso a mi lado y que poco a poco dejábamos atrás, traté de mirar por las ventanas del lugar y no vi a nadie conocido, oh Félix, perdóname pero ya no lo soportaba más, solo era cuestión de tiempo para que pudiera abrir los ojos ante la verdad que lleve guardada conmigo todo este tiempo.

(...)

No vi luces encendidas cuando llegue a su casa, no parecía que nadie estuviese adentro, todo estaba tan desierto, cómo si alguien hubiera dejado la propiedad, era un vacío en el ambiente lo que el aire arrastraba y me hacía confirmar mis peores dudas. Casi corrí hacia la puerta y la golpee con el puño, dos, tres, cuatro veces, no había respuesta.

De nuevo lleve el conteo hasta cuatro y el silencio era horroroso, frío y estremecedor.

—No, no, no —me lamenté dando golpe tras golpe mucho más fuerte, ganándome la desesperación —¡Richard! ¡Richard!

Di un golpe tan fuerte con el puño que los nudillos se me entumecieron, enrojecieron y la piel se me agrieto en pequeñas lesiones, el corazón se me acelero tanto que cuando grité casi fue como un jadeo suplicante.

—¡Richard!

La luz en una de las ventanas me regresó a la vida, me recuperé al instante y esperé a su recibimiento, escuche que desde adentró empezó a encender de nuevo casi todas las luces de la casa, era imposible creer que quizá solo haya estado durmiendo y que no había huido de aquí. Abrió la puerta y lo que me encontré fue que estaba recién vestido, no parecía que acabase de levantarse, tenía una apariencia tan serena, tranquila, me observaba con determinación, sus ojos viajaron por todo mi rostro, no sabía cómo interpretar su poca reacción ante mi presencia.

Estaba casi indiferente, ausente, lejos de lo que yo me esperaba encontrar.

—Creí que te habías ido...—admití con la voz apagada, tuve dificultad en encontrar más resistencia en mi voz —Todo estaba tan silencioso y vacío, que esperaba no tener respuesta.

Se metió las manos en los bolsillos de su pantalón, bajo un poco la mirada y trató de mirarme a la cara cuando me respondió.

—Será mejor que pases. —se alejó de la puerta para darme acceso.

Entré a la casa con las piernas temblándome, di gracias a dios de no haberme caído porque mi estabilidad era nula. Lo primero que vi al entrar fue una maleta recién hecha justo en la entrada de la sala, estaba lista, su abrigo reposaba sobre la misma. De inmediato lo encaré y cuando lo hice él estaba listo para aclararlo todo, los latidos de mi corazón se hicieron dolorosos e insoportables de ignorar.

—¿Qué es eso? ¿Te vas? —gemí.

—Es lo que tenía planeado hacer —me explicó con voz neutra —Hasta que llegaste.

—¿De qué estás hablando? —la desesperación se fue convirtiendo en una urgencia frenética —¿Por qué te vas? ¿Ni siquiera tenías planeado decírmelo?

Su rostro se contrajo en un gesto.

—Esa era la idea —repitió esta vez con la voz a un volumen más alto pero con un nerviosismo que logre captar. —Es lo mejor para los dos, Juliette, todo es claro ahora para mí, si no voy a poder entrar a tu vida, no voy a arruinarla más, solo mira lo que paso con tu tío ¿Es que acaso planeabas decirle algo? No voy a destruirte más, no lo harás por mí.

—¡¿Qué?! —entrecerré los ojos, no era capaz de entenderle, nada de eso tenía sentido para mí —Tú no tienes idea de lo que ha pasado en mi vida por ti, ya no tiene importancia lo que te haya dicho a nada de eso debes tomarle importancia. Yo estaba dispuesta a decirle todo hasta que tu te echaste la culpa ¿Tienes idea de cuán difícil fue para mi ver todo lo que te dijo, lo que te hizo?

—No iba a dejar que te sacrificaras por mí —se quedó inerte, mirándome con profundidad. —No iba a dejar que arruinaras tú vida, se que respetas tus principios más que cualquier otra cosa, yo se que soy ese alguien que pone en duda todo esto y no te voy molestar más.

Empecé a enfurecerme de verdad, podía sentir mi sangre correr a través de mis venas igual que una corriente eléctrica, estaba siendo injusto y no lo soportaba.

—No es cierto, no, no...—el lagrimeo de mis ojos se volvió en un llanto que no controle a su paso, mi voz se descompuso sin evitarlo —¿Es por mi tío, no? Su amenaza, si es eso solo dímelo y acaba con esto, dime que no es por mí.

Mis lágrimas lograron doblegarlo, pude notarlo exactamente ante mis ojos como su rostro se descompuso, como le lastimaba verme llorar y las ganas que tenía por consolarme, por abrazarme y que por supuesto retenía para no quebrar la postura decidida que intentaba mostrar.

—No, no es por él, no es por Heather ni por nadie más, es por ti, no te voy a tener jamás y no me quedaré a vivir aquí sin poder tenerte. —trago saliva haciendo un esfuerzo enorme, paso a mi lado para tomar su maleta y su abrigo.

Corrí detrás de él y lo tome del brazo haciéndolo girar, obligándolo a verme a la cara, lloré a un más cuando descubrí que le dolía igual que a mí esta despedida, sus ojos estaban ya enrojecidos y una capa cristalina muy delgada cubría sus ojos azules infestados en melancolía e infelicidad.

Tuve que tomar suficiente aire para volver a hablare.

—¿Recuerdas cuando me dijiste que me dabas tiempo suficiente para decidir? ¿Lo recuerdas? —se apretó los labios para contenerse ese llanto que estaba por desbordarse —Todo este tiempo te mentí, te hice ver que yo todavía no decidía, que aun guardaba ese respeto cuando en realidad solo estaba esperando el momento para explotar y hacértelo saber. Y mira ahora...lo tarde que he tomado mi decisión.

El sonido pesado que hizo la maleta cuando la dejo caer me hizo estremecer, me tomo de las manos con fuerza y ahora éramos los dos quienes nos quebrábamos ahí mismo por toda esta culpa que nos había consumido desde siempre, por la que ahora nos tenía aquí lamentándonos por haber evitado lo inevitable.

—¿Por qué hasta ahora, Juliette? ¿Por qué dejaste que tomara la decisión de irme de tu vida para que pudieras abrir tus ojos? No vez lo culpable que me siento por verte así por mí, me siento tan miserable, no quería perderte....

Hubo un dolor inmenso en mi interior cuando sus últimas palabras me desgarraron el corazón, fue un dolor que casi me hace desmayar, deshizo mi mundo completo en una velocidad impresionante.

—¿Es que acaso ya es tarde? —le pregunté casi en un jadeo, hice viajar mis ojos desesperada por todos su rostro para lograr encontrar mi respuesta pero él solo se quedó mirándome sin darme a entender nada, ninguna señal.

El silencio se hizo pesado, muy hostil que me volvía loca, no quería llevar aquel silencio sobre mí, porque no me dejaba más que el sufrimiento por ser la peor afirmación a la respuesta de Richard.

—¿Tienes idea de porque estoy vestida así? —replique con mi voz delgada y a pesar de ser tan débil logró romper la poderosa atmósfera del silencio. —Tenía la oportunidad de mi vida tocando hace unos minutos, Félix intenta conseguirme un puesto increíble en la orquesta donde toca, iba a poder conseguirlo si yo permanecía en esa fiesta pero entonces conocí a una mujer que cambio en ese instante todo lo que realmente pude desear, gracias a ella yo estoy aquí, intentando evitar que lo único que he deseado desaparezca.

Había un conflicto en su interior, intentaba luchar contra ello, lo sabía por como sus rasgos reflejaban esa impotencia y la desesperación a algo que quería decirme.

—¿Cómo has podido hacer eso? —inquirió con tono acusador y el ceño fruncido. —Juliette, ya no hagas esto, ya no eches a perder tu vida por mí, solo imagina esto, ¿Qué podría darte yo si te quedas conmigo? ¿Qué oportunidad podrías encontrar alado de un fracasado? ¿Qué encontrarías conmigo?

Me quedé mirándolo a los ojos fijamente, embargándome un poco la tristeza al escucharlo hablar así, era increíble que no se hubiera dado cuenta del porque o tal vez era el hecho de que no lo aceptara.

—Lo que nunca encontré en Félix, —susurré —El amor, mi amor, eso es algo que él jamás tuvo porque ya era todo tuyo. Yo también me cansé de engañarme a mi misma y hoy estoy aquí por eso, porque hoy quiero compartir mi vida contigo.

Se me acercó demasiado que no hubo más encierro que el de sus ojos cuando se encontraron con los míos y esa calidez extrema que se sentía bajo su piel cuando me tomo de las manos.

—¿Eso es lo que quieres? ¿Vivir conmigo y olvídate de tu vida? ¿De tus sueños y las oportunidades?

Recordé las palabras de Agatha en ese momento, ella y su esposo también había dejado todo atrás, sus vidas, todo y más tarde había prosperado como el matrimonio feliz que eran, tarde o temprano también llegaría nuestro turno.

Apreté sus manos con más fuerza, regalándole toda vitalidad posible.

—Sí, es lo que quiero, es lo que he esperado y las oportunidades llegaran, tarde o temprano pero llegaran.

Todavía podía ver la preocupación en su rostro, esa indecisión de poder aceptarme en su vida, después de todo lo que habíamos pasado yo sabía que si me quería con él, que sin importar cuál era mi mejor opción yo sabía que no me quería con Félix pero intentaba no decírmelo.

Solté una de mis manos y le acaricie la mejilla, mi tacto logró conmoverlo sin dudar, sus ojos se volvieron arrulladores y dulces, brillaron radiantes ante mí, se deleitó con mi mano sobre su rostro, cuanto pudo, cerró los ojos y su cuerpo se relajó de forma inmediata.

—Te quiero a ti —me paré de puntillas para susurrarlo cerca de sus labios, el cosquilleo que cayó sobre ellos lo hizo abrir los ojos y me encontré con el deseo expuesto en sus ojos más vivido que nunca, fue la respuesta más hermosa que se hizo presente en toda esa noche. —Siempre.

Sus labios temblaron cuando abrió la boca para responder y su aliento endulzado en excitación aterrizo en mi cara otra vez, fue lo que me hizo enloquecer.

—Ya me tienes, Juliette, siempre me tendrás.

El pechó me palpito tan fuerte que provocó en mi casi una asfixia que me impedía decirle lo que siempre había estado esperando, lo que quería escuchar, lo que él quería hacer realidad.

—Quiero ser tuya, Richard, por favor...—eche mis brazos hacia su nuca —Esta noche, haz que suceda.

Ni siquiera había escuchado alguna respuesta, de inmediato se dejó venir hacia mí en un sorprende y apasionado beso que me tomo desprevenida de una manera que encendió al cien todo los sentidos de mi cuerpo, fue una sacudida lo que hizo despertar todo los sentimientos que llevaba escondidos año tras año, la imperdonable pasión que había ocultado en mí ahora se expandía por cada extremidad de mi ser, nada en el mundo podía comparase con la manera indescriptible que se sentía estar a la libertad de un deseo tan maravilloso.

No podía haber poder suficiente para detener sus besos desenfrenados, esas ganas que se había retenido me llevaban hacia la cima.

—Oh Juliette —gimió con dulzura, fue cómo si mencionar mi nombre para él fuese un sueño.

El abrasador fuego de su aliento se esparció en el interior de mi boca y luego se fue hacia mi garganta, en seguida mi cuerpo se fundió bajo sus brazos que se entrelazaron directo en mi cintura, amoldó mi figura a su consentimiento para que pudiera encajar en el suyo, apegándome casi con insistencia. Sin verlo venir me levanto del suelo, cargándome de las piernas para llevarme directo hacia su habitación.

Al llegar me dejo caer con delicadeza sobre la cama, tuve que recorrerme hacia el centro y luego lo atraje hacia mí otra vez para besarlo, empecé con la tarea de quitarle la molesta ropa que llevaba, quería tenerlo ahora, ver su cuerpo abismal, quería hacerlo mío y nada iba a poder detenerme, ya nada iba a hacerlo.

Fue una tarea que se complicó demasiado cuando sus labios descendieron de mi boca hacia mi cuello, donde succionaba mi piel con cada beso largo, dejándome marcas de sus labios húmedos, ese era mi punto débil, el punto donde me doblaba de placer, enrosque mis dedos a su pelo, intentando calmar esa excitación que venía a mí en brasas. Termine por desabotonar su camisa de un jalón y se la quite de encima, casi grité de emoción cuando tuve la piel de su pecho expuesta, era suave, tan cálida, pude ver sus brazos fornidos, el largo de su cuello, la palidez de la misma que brillaba a través de la luz de la luna que entraba a chorros por la ventana, era un sueño, mi sueño. Hubo un momento que se perdió ya que lo utilizo para quitarme el vestido y las medias, a como pude me deshice de mi peinado y deje caer la cabeza contra la almohada.

En segundos ya estaba ante él con mi ropa interior y mi cuerpo que yacía gritando por recibirlo. Sus ojos se dispararon en impresión cuando me vio casi desnuda, mi cuerpo quedó atado entre sus caricias que iban de mi cuello, bajando hacia mi pecho, mis piernas y terminado en mis pantorrillas. Aproveche para desabrochar mi sostén pero titubee demasiado para quitármelo, me lleve las manos al pecho intentando cubrirme lo más que podía y Richard en seguida se preocupó.

—¿Juliette? —preguntó con la respiración entrecortada, su voz apenas era audible, dejo su rostro a centímetros del mío, clavándome la mirada. —¿Estás bien?

Estaba aterrada, mi cuerpo empezó a temblar porque en mi vida había hecho algo como esto, nunca pensé que esté día llegaría, por fin iba a entregarme a un hombre, yo no sabía que era lo que se esperaba, el miedo era inevitable, era casta y pura, no sabía cómo actuar.

—Richard...yo —mi voz tembló también, me refugié en todo lo que pude mirándolo a la cara, solo así esperaba dejar correr fuera de mi aquel miedo —Nunca me he entregado a un hombre, jamás.

Me contemplo durante unos segundos con suavidad y me beso los labios y la frente.

—No tengas miedo, Juliette, yo sabré respetar hasta donde quieras llegar.

No deseaba otro momento que hubiese querido vivir más que esté y no iba a arruinarlo por mis temores más estúpidos, quería que sucediera, ahora más que nunca así era.

—Lo quiero todo —musité, luego levanté mi voz para reafirmarlo —Todo.

Me deje caer el sostén, tome su cara entre mis manos y lo bese con rudeza, sus manos reposaron en mi cintura y luego se fueron hacia mis pechos donde con las manos los oprimía y amoldaba una y otra vez, su boca dejo la mía dándome la oportunidad de darme un largo respiro, después con su nariz trazó una línea sobre la piel de mi mandíbula y luego de mi garganta, jadee cuando con sus manos junto mis pechos y los beso, luego beso el espacio entre ellos cuando los soltó y subió de nuevo hacia mi boca.

Me las arreglé para que pudiera quitarse el pantalón y la ropa interior, él también me quito lo último que quedaba de ello, me sonroje cuando de nueva cuenta me sentí atrapada entre el miedo y la vergüenza que me era inevitable experimentar pero desapareció al instante cuando las palabras de Richard sanaron toda mi angustia, eran las mismas que le había anhelado escuchar desde que lo conocí.

—Te amo, Juliette —sus labios entre abiertos aún se movían sobre los míos cuando me lo susurró.

Descansé por primera vez de su beso para detenerme a responder, cuando lo miré detrás de su mirada se hallaba todo su amor por mí en la muestra más hermosa que pude haber conocido alguna vez, ese centellar cegador que adornaba sus perfectos ojos azules y una sonrisa tierna e inofensiva que se dibujó para mí.

Le regresé cada uno de aquellos gestos y me preparé para recibirlo.

—Te amo.

Cerré los ojos y en segundos lo sentí introducirse dentro de mí con lentitud, mi boca se abrió en un jadeo que rasgo mi garganta, hubo un momento en donde percibí ese dolor que al principio se hacía presente pero después mi cuerpo se acostumbró cuando deje de preocuparme, me dedique en dejarme llevar por la excitación que explotó en seguida por toda mi anatomía, sentí el peso de su cuerpo sobre mí, moviéndose con ritmo cauteloso. Acaricie su espalda mientras lo sentía en el punto que le daba sensibilidad a mi cuerpo, mi ser completo se retorció en placer, fue la experiencia más inolvidable, una experiencia extra corporal que abrazaba mi piel.

Se introdujo esta vez más fuerte y yo no podía dejar de jadear, pedía más de él, quería tenerlo hasta cubrirme completa de su ser, introdujo su lengua en mi boca para atrapar cada uno de mis gemidos feroces. El roce de su cuerpo sobre el mío era una vibra eléctrica que no quería que se apagara, quería que viviera conmigo por siempre, porque el sentirlo manifestaba mis nuevos deseos y hasta donde podía llegar para conseguirlo.

El jadeo que dio cuando se separó de mi boca fue cuando logró venirse por completo dentro de mí, ahí fue donde ambos compartimos el clímax total. Mi piel sudaba, mi pulso estaba hasta el cielo y mi felicidad era la satisfacción más evidente porque no podía creer que finalmente estaba entregándome al hombre que amaba, que finalmente hacíamos el amor, ya era un hecho yo ya era suya en ese momento y él era mío.


Finalmente aquí les dejo lo que les he estado preparando, encuentro #Richette, yo se que me tardé 17 capítulos pero me gusta prepararme para estos encuentros :) no me gusta hacerlos poco creíbles o sobre todo muy simples, si, la verdad soy muy perfecionista si no lo han notado jajaj.

Espero les guste mucho  porque desde aquí en adelante se viene lo bueno, gracias por las personas que siguen apoyándome cómo todas las veces que votan y comentan, millones de gracias.

Besitos y nos leemos.



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