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Capítulo 16. Sacrificio


Mi tío pasaba su mirada feroz de Richard a mí varias veces, con la mandíbula apretada para poder controlarse, su rostro estaba desfigurado en una expresión de incredulidad y suspicacia pero de repente todas esas emociones que se acumularon en su rostro se fueron desvaneciendo hasta convertirse en sorpresa e indignación.

—¿Qué está pasando aquí? —no parecía pregunta, era una acusación total. La mirada envenenada de mi tío cayó sobre mí, se olvidó de buscar en Richard la respuesta porque ahora la quería de mí.

Palidecí, no sabía que decirle, me sentía muy mal, perdida y derrotada, no iba a creer nada que le dijese, ya nada iba a poder ocultar lo que había entre Richard y yo, ni aunque lo intentáramos, habíamos sido descubiertos.

Mi tío se mostraba impaciente, estaba exigiéndome una respuesta con su mirada punzante, busque a Richard con la mirada y él se veía igual de sorprendido y reprimido, a pesar de eso parecía ser que él podía sobrellevar la situación mejor que yo porque cuando me miró se relajó y el pavor de enfrentarse a mi tío parecía desvanecerse poco a poco, ahora lo noté erguido, decidido y sin nervios de ayudarnos a salir del posible castigo.

—Un malentendido, señor Cronwell, de nueva cuenta sorprendí a su sobrina en la biblioteca —su voz se escuchaba lo suficientemente clara y firme, tomando más credibilidad a su paso —No es lo que usted cree.

Mi tío se volvió hacia Richard solo para lanzarle su mirada que explotaba en cólera y en insuficiencia.

—No le pregunte a usted —refuto con la voz echa un gruñido —Se lo pregunte a ella.

De nueva cuenta tuve su mirada infernal, endurecida y brusca, en mí, era de esas miradas que pocas veces en la vida había visto en mi tío, ni siquiera recordaba cuando había sido la situación donde tanto coraje se hubiese apoderado de él. Estaba aterrada, fue una de esos terrores en donde solo quieres desaparecer, porque no hay explicación ni justificación que logré salvarte, ya sabes a lo que te atienes, estaba esperando venir mi castigo, fuese el que fuese, su decepción estaba queriendo salir poco a poco.

—Así fue, tío. —respondí con un hilo de voz, intente enderezar mi tono inaudible y fracase —Él entró y yo estaba aquí.

Inhalo profundamente sin decir nada y de repente entró a la biblioteca y cerró la puerta para dejarnos a los tres a solas con él, esto ya era la señal definitiva de la poca credibilidad que nos había tomado, ya era enfrentarse a nosotros para obtener la verdad que quería escuchar.

—Esto ya es el colmo —murmuro con los dientes apretados, haciendo un esfuerzo para dirigirnos la palabra, luego una máscara de angustia y desagrado sustituyo todo su rostro cuando nos miró a ambos, convirtiendo miserable toda mi existencia. —Yo no sé qué clase de viejo me creen ustedes pero no pueden engañarme. No pueden.

Dio uno de esos suspiros que cargan tanta pesadez, fue inevitable que no me produjera un estremecimiento.

—Ve con ella —hizo un ademan para que Richard se colocar a mi lado, al principio el vaciló pero lo obedeció, se puso a mi lado obviamente manteniendo una distancia respetable, podía sentir esa tensa vibra de su cuerpo que emanaba al igual que el mío. —No sé desde cuando creen que me ven la cara de viejo estúpido así que quiero la verdad ahora, quiero saber cuánto es que llevan engañando a esta familia con sus mentiras, con sus asquerosos encuentros.

Escucharlo hablar así fue la dolencia más profunda que se formó en el interior de mi cuerpo, cerré los ojos cuando logré sentirla desgarrándome con afiladas garras todo lo que se había logrado formar en estos años, todo lo que ellos lograron en mí, ahora se estaba yendo.

Richard hablo por mí cuando se dio cuenta que no iba a lograr responder.

—Aquí nadie ha hecho nada malo, señor, esto es un malentendido, usted no puede juzgar a Juliette por cosas que no ha cometido, ninguno de los dos hemos cometido algo que nos avergüence.

—¡Claro que hay hechos! Yo he visto la cercanía que se tienen, ella misma me lo negó pero esto...—se detuvo para poder mirarnos con repulsión, entrecerró los ojos con intriga —¿Desde cuándo? Díganme ¿Acaso no pudieron tener respeto por esta casa? Quiero la verdad ¡Ya, hablen!.

—¡Aquí no ha pasado nada, señor! —gritó Richard, intentando rebasar el ruido de la música. —¡Juliette no ha hecho nada! Soy yo quien la he estado molestando, soy yo quien la estado siguiendo, ella es a quien no debe de juzgar, ella ha intentado no meterse en problemas, soy yo quien debe usted de molestar con todos sus reclamos.

Me volví hacia Richard, boquiabierta, horrorizada. ¿Qué estaba intentando hacer?

—¿Y porque nunca menciono nada? —se quejó, todavía más molesto —¿Juliette? ¿Por qué nunca mencionaste esto?

No respondí, estaba atónita, Richard estaba queriéndose llevar toda la responsabilidad para él solo, quería excluirme a como diera lugar.

—No lo hizo porque yo le dije no lo hiciera —prosiguió —Le dije que si intentaba acusarme con usted yo iba a intentar involucrarla en un romance entre ella y yo, para que así fuésemos los dos los que pagáramos las consecuencias.

—¿¡Que!? —jadeo mi tío con perplejidad, se llevo las manos a la frente con una preocupación que lo quebraba lentamente —¿La has acosado todo este tiempo? ¿Es lo que has hecho? Juliette, respóndeme ¿Qué te ha hecho este malnacido?

Baje la mirada hacia el suelo, no dios mío, no por favor, ¿Qué hemos hecho? Maldita sea debí haberle dicho la verdad a mi tío, contarle todo, que me había enamorado de este hombre, que lo deseaba y que no esperaba su aprobación, no me importaba que fuesen a pensar de mí después de todo, estaba preparada para soportar cada uno de sus reclamos, sus despechos y la decepción, me había hecho a esa idea pero a la idea de perder a Richard...de esa nunca me había hecho una idea, a la cual acostumbrarme. El ritmo de mi corazón estaba por los suelos, quise tragarme la acidez que venía desde mi estómago y que subió hacia mi garganta, donde me quemó no solo eso, también la culpa que estaba a punto de echarle a Richard por la cobardía que nuca pude enfrentar.

Me aferré a la necesidad de mirarlo, así que lo hice, estaba alentándome a decirlo, su mirada silenciosa hablaba más de lo que pudo alguna vez, me lleve una mano a la boca para detener mis gimoteos que no se pudieron resguardar más en mi cuerpo, con una súplica suprema pedí que no me obligara a hacerlo, esperé que tuviera piedad y termino por desechar mis esperanzas, me alarmé cuanto me dio a entender que proseguiría sin cambiar de idea, su mirada impenetrable me lo dejo en claro.

—Dilo Juliette —me alentó mi tío, aun mirando con hostilidad a Richard, lo vigilaba cada paso, cada movimiento.

Quite la mano de mi boca, poco a poco, fue un esfuerzo descomunal tener que hacerlo, se convirtió en una obligación.

—Él...me perseguía —me paré en seco, cerré los ojos para contenerme las lágrimas de la culpa, de mi odio hacia mi misma por permitirme hacerle daño a quien más amaba. Proseguí con voz lastimosa —Me seguía a todos lados de la casa, quería acercarse a mí pero yo no lo dejaba, le pedí que se detuviera, que no quería causar molestias y entonces...

Me interrumpí, no iba a hacerlo, no, no.

—¿Entonces, que? —me apremió mi tío, con urgencia. —¿Te amenazo?

Mi vista se nubló cuando se acumularon lágrimas en mis ojos, paso con tanta rapidez con la cual yo empecé a derramar todas mis penas, no me avergoncé, seguía esperando que Richard detuviera todo esto.

Asentí, no iba a darle fidelidad a una mentira con mis palabras.

—¿Desde cuándo ha pasado esto?

Sabía que quería mi respuesta porque toda su atención la deposito en mí, yo ya no podía, lloraba inconsolable, tenía la cara marchita, desvanecida por las lágrimas que robaban vitalidad a mi semblante.

—No lo sé —susurré con voz delgada y suelta. —No recuerdo.

Vi que ahora se refería a Richard ya que conmigo no tuvo éxito de una aclaración.

—¿Dese cuando la ha estado molestando? Dígalo —le clavó una mirada ponzoñosa y antipática.

Richard parecía imperturbable, estaba quieto, su expresión estaba muerta, respondió con toda serenidad y eso enfureció más a mi tío.

—Hace un dos meses, señor. —admitió.

Mi tío retrocedió dos pasos de Richard, toda furia fue sacudiendo su cuerpo, corría en todas las direcciones posibles de su cara, enrojeciéndolo a tal grado que sofocó su voz cuando estallo.

—¡Eres un maldito malnacido! —le escupió las palabras con tanta rabia que sus ojos casi le salían de las órbitas —¡Eres un desgraciado! ¡Cómo ha podido hacer esto! Y yo que le di la entrada a esta casa, permitiendo que pudiera trabajar ¡Que se ha creído! ¿¡Cree que se ha burlado de mí!? ¡Esto no quedará así! Llamaré a la policía, pagará ¡Claro que pagará!

—¡Tío! —sollocé, acabando la desgracia que estaba causándome —¡Por favor!

Apenas y mi tío me echo una mirada, se acercó a Richard con grandes zancadas y tomo a Richard de su saco, comenzó sacudirlo con impotencia, la furia le hervía la sangre debajo de la piel enrojecida.

—¡Y yo que confié en ti! ¡Te consideré un buen hombre y ahora solo eres un maldito bastardo! ¡No vuelvas a acercarte a esta casa, jamás!

Repentinamente escuche a alguien tocando detrás de la puerta de la biblioteca con mucha insistencia, mi llanto de detuvo solo un par de segundos, después se incrementó cuando supe que se trataba de mi tía.

—¿Frank? ¿Frank?

Miré a mi tío quien no se percató o tal vez resto importancia al llamado de su esposa, no detuvo en absoluto el haber levantado una de sus manos y abofetear a Richard en la cara, el estruendo de su piel me quebró directamente al dolor más infernal, a la agonía de un sufrimiento eterno que me despedazo en carne viva.

La puerta de la biblioteca se abrió exactamente después de la bofetada y mi tía junto con casi todos los invitados detrás de ella se abalanzaba para ver lo que sucedía.

—¡LÁRGATE DE MI CASA! ¡AHORA MISMO! —le gritó con toda la fuerza maldita que pudo sacar con provecho de su furia.

Richard obedeció, camino directo hacia la puerta causando entre los invitados un alejamiento inmediato, los invitados se fueron alejando de la puerta y mi tía entró aterrada, no supo a quien mirar, yo estaba casi de rodillas, preparada a la caída de mi vida de miseria.

—¿Juliette? —se me acercó mi tía casi corriendo. —¿Qué pasa, Juliette?

Antes de que llegar hacia a mí yo ya estaba pasando a un lado suyo directo hacia la puerta, pase a lado de varios invitados quienes estaban anonadados, fascinados y asustados por todo esto.

Termine por decidirme en acabar con esta familia y con quien me habían convertido en todos estos años, ya no importa en que querían ellos que terminara convirtiéndome, ni cómo, no iba a detenerme sabiendo ahora que era lo que yo necesitaba realmente para vivir, una vida sin Richard no era aceptable para mí, no iba a engañarme a mí ni a nadie, estaba cansada de vivir una mentira, ya no más.

(...)

—¿Cómo es posible que haya hecho algo como eso? —se preguntó Félix con un gesto de repulsión y la voz asqueada.

Esa mañana mi tía le permitió a Félix que pudiese subir hacia mi habitación ya que a mí no se me dieron las ganas de ver a nadie pero mi tía insistió en que no debía dejarlo ir sin haberme visto, pareció que no le importó que yo todavía estuviese afectada por todo lo que había pasado en la fiesta de ayer, ni siquiera me había levantado para ir a tomar el desayuno, mucho menos iba a levantarme para recibir visitas.

Estaba con el mentón sobre mis rodillas levantadas, miraba hacia otro lado con el dolor todavía reposado en mi interior al recordar las palabras de mi tío, del golpe que le propino y de la huida de Richard que me había dejado deshecha, de las ganas incontrolables que me dieron de ir tras él y cómo siempre mi cobardía estaba muy por delante de mí.

Félix estaba sentado en el borde de mi cama, me estudiaba la cara ya que yo no contesté a cada de sus acusaciones, no quería explicarle nada ni tampoco comentar al respecto, quería olvidarlo.

—No merecía que tu tío le diera trabajo —insistía en mantener el tema y yo estaba cada vez más indiferente —Es una pena que no lo haya despedido antes, merecía que lo echara a la calle sin pago...

—¿Podemos dejar de hablar de eso? —lo interrumpí volviéndome a él con mala cara y la voz irritada —No quiero escuchar más del tema, es suficiente.

Se calló unos cuantos segundos y me miró con mucha disculpa.

—No quería incomodarte es solo que me indigna que algo como eso haya pasado, me preocupas tú —acerco su mano para tocar una de las mías que rodeaban mis piernas.

Miré de reojo su mano sobre la mía y mi primera reacción era poder quitármela de encima, echarlo de mi cuarto y pedirle que me dejara pero no pude porque ahí estaba yo, complaciendo a todo el mundo menos a mí misma.

Trague saliva con dificultad y volví a mirar hacia la nada porque no tenía ganas de mirarlo a la cara.

—Yo estoy bien, no te preocupes por mí —le aseguré con voz neutra.

Su mano se apretó a la mía.

—Claro que me preocupo, tú sabes que de verdad me importas y quiero estar aquí en estos momentos en los que tú me necesitas —noté que se deslizaba para acercarse más, rápidamente tensé mi cuerpo, su acercamiento no me ayudaba en nada —Sabes que puedes contar conmigo.

Ahora quien se calló fui yo, tenía la necesidad de decirle la verdad, yo no lo necesitaba, no quería su presencia, era mucho mejor que se largara porque de solo tenerlo aquí era cómo fallarme a mí misma, no quería hacerlo perder su tiempo en mí, cuando yo no lo quería conmigo.

Lo observé por un corto tiempo y volví mi cara hacia otra parte.

—Gracias, Félix.

Ninguno de los dos dijo nada hasta que vi que se sacudió de repente con entusiasmo

—Te tengo que decir algo —me dijo de repente, con la voz bastante efusiva —Le dije a tu tía si podía darme el permiso de llevarte mañana a una cena en uno de los bares cerca del teatro, irán casi todos mis compañeros de la orquesta, será una celebración, me gustaría que asistieras conmigo y que puedas darte un respiro. ¿Quieres ir?

La noticia me hizo mirarle como fue de esperarse, no sabía que trataba de hacer pero una fiesta no iba a ayudarme en nada, lo contemple desentendida ya que me extrañaba que pudiera pensar que algo así podría venirme de maravilla.

—¿Una fiesta? —seguí incrédula —¿En serio?

—Es algo importante para mí, quiero que asistas porque obviamente irá gente importante, unos acompañados de sus esposas y pues yo quiero que estés conmigo, que conozcas además un poco de nosotros como músicos, podríamos entablar buenas charlas. Además ¿Recuerdas a mi maestro de orquesta?

Esperó a que asintiera, así lo hice.

—¡Te quiere considerar para el puesto de violinista! —dejo escapar un chillido de emoción y una sonrisa de oreja a oreja. —Es una oportunidad grandiosa para ti, para los dos.

Parpadee atónita, ¿Es que estaba intentando animarme o era verdad? No podía creerlo, mi sueño, el que tanto había estado anhelando pudiera cumplirse algún día estaba pasando, poco a poco estaba llegando a mi meta y todo gracias a Félix quien no se daba por vencido y me tenía tanta fe en lo que yo amaba hacer.

—¿Es en serio? ¿Crees que quiera darme el lugar? —le pregunte ansiosa, había recuperado un poco mi postura y ahora lo miraba más firme que nunca, había logrado despertarme.

—Estoy seguro de que te lo dará, confió en tu talento.

Me tomo de las manos, lo contemple y él a mí, de forma repentina me sentí culpable y el remordimiento empezó a merodear en mi subconsciente, ¿Qué le estaba haciendo al pobre de Félix? Estaba engañándolo, yo no lo amaba, era una mentira que intenté meter en mi cabeza y no pude, mi batalla termino, no iba a poder obligarme a amar a quien no quería.

—Te agradezco todo lo que has hecho por mi Félix —mi mirada se ablandó al igual que mi voz —Hiciste mucho por mi desde que me conociste y debo decirte gracias por ello.

Dio una risita.

—No me agradezcas, disfruto ayudarte, es lo que te hace feliz y a mi también me hace feliz. Entonces ¿Aceptas ir a la pequeña reunión?

Claro que era una oportunidad grandiosa el que asistiera a esa reunión, habría mucha gente que me convenía conocer, que podrían ayudarme a mi posible carrera de violinista, dios, era una oportunidad caída del cielo, pero estaba en dificultades, yo no quería deberle nada a Félix, ese era mi peor temor, no quería que me echara en cara que gracias a él ahora yo triunfaba, gracias a una persona que nuca tuvo mi amor.

—Yo...—vacile, sopese cada uno de los pros y contras y al final me decidí porque lo que llamaba a mi corazón, mi sueño. —Está bien, iré contigo a esa fiesta.

—No te arrepentirás —me aseguró con una fuerte sonrisa que no le cabía en el rostro, me abrazó y me robo un beso en los labios muy fugaz por temor a que entrará mi tía.

Sus palabras resonaron en mi cabeza segundos después de escucharle, no estaba tan segura, no sabía si estaba condenando mi vida por seguir fingiendo que estaba interesada en él o si estaba dando el paso más acertado en este tiempo de desgracias. 


El siguiente capítulo será una BOMBA y lo pongo en mayúsculas porque no sabrán las cosas que hará Juliette en esa fiesta, ya no hablo más, me voy para no hablar cosas que no debo, les va encantar que ya quiero subirlo jajaja.

Nos leemos, chicas, gracias por todo!!! :3

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