Capítulo 15. ¿Descubiertos?
Como fue de esperarse Richard no asistió al día siguiente por suerte solo tuve su ausencia aquel día ya los siguientes fueron mucho mejor para ambos, cuando pudimos hicimos el mayor esfuerzo para vernos en la biblioteca pero cuando no se podía hacer mucho solo nos mandábamos en secreto unas miradas desde lejos, detestaba tener que hacer cada de nuestros encuentros un secreto. Esa mañana mi tía y Stella me pidieron acompañarlas a la tienda de vestidos para que pudiera darle mi opinión acerca del vestido que fuese llegar a escoger, al principio intenté buscar una excusa que me librara del compromiso pero no había nada que fuera tan importante por hacer que acompañarlas.
Disminuí en su totalidad mi inconformidad en todo el camino hacia la tienda de vestidos, traté de integrarme a su comportamiento animado, fue difícil pero lo logré con un buen triunfo. Al llegar, Stella fue quien no espero para entrar primero, cuando yo entré no pude evitar acercarme al aparador de telas y acariciar las texturas de las telas, los encajes, una escena hermosa se formó en mi cabeza que me hizo sonreír a escondidas, Richard y yo, comprometidos, casados, disfrutando de un amor exquisito.
—¿Juliette? —la voz lastimosa de mi prima irrumpió mi fantasía sin perdón —Ven, tienes que dar tu opinión acerca de este vestido.
Me acerque y vi que ya llevaba un vestido puesto, era un vestido muy clásico, discreto pero elegante, tenía encajes por donde se le mirase y era excesivamente blanco, un blanco puro que a ella no le sentaba en absoluto.
—¿Qué opinas? —me preguntó con las manos a cada lado de la cintura, se miraba en el espejo dándose giros.
La examine con una expresión inconforme.
—Es bello...pero no te queda ese color.
Stella se volvió a mí con brusquedad y mi tía se indignó como fue de esperarse.
—¿Cómo que no le va el color? —me reprocho mi tía con la voz gruesa e indiferente, tenía los ojos abiertos, asustada. —Es perfecto, es un blanco muy hermoso.
—Sí, lo es pero yo me refería a que Stella es muy pálida y un color demasiado blanco la haría ver...—intenté encontrar una palabra que justificara todo —Sin vida.
Mi tía aflojo un poco su semblante disgustado y se volvió hacia el vestido donde comparó lo que yo le hice ver.
—Un poco —coincidió ella, irritada de que fuese verdad —Aun así debe llevar blanco, el vestido será blanco, de eso no hay duda.
No contradije nada, ella se fue hacia el recibidor donde pidió que le mostrasen el catálogo de los vestidos, así que eso hizo que Stella y yo nos quedáramos solas en el rincón de la tienda, ella aún se seguía modelando para si misma y yo tuve que mirar hacia otra parte para no ser más hipócrita.
—Estoy segura de que en algunas semanas tampoco te quedará el color blanco —comento con un aire muy orgulloso —No después de haber besado a un hombre comprometido.
Me le acerque rápidamente con los ojos dilatados y el corazón bombeándome con pavor, ya podía sentirme descubierta por el simple hecho de ver a mi tía muy cerca de nosotros, mirándonos con atención.
—¿¡Que has dicho!? ¿De qué hablas? —le jale el brazo para acercarla y convertir nuestra conversación en algo muy privado.
Ella se deshizo de mi agarre de una sacudida y me hablo con voz áspera.
—Te vi en el invernadero y tu que no te creías capaz, eres una mentirosa —me miró con desprecio, su expresión me era familiar, caí en la cuenta que era la misma con la que yo la miraba cuando la había descubierto con su amante. —Parece que no hay nadie quien se salve de la tentación, ni siquiera tú quien me reprocho lo deplorable que había sido.
Ya recordaba todo, mi intuición, yo sabía que alguien nos miraba esa vez, no me había equivocado, solo porque ella sabía mi secreto debía tenerle tolerancia, era la única forma de salvación.
—Entre nosotros no ha pasado nada —replique molesta —Nada.
Se volvió a mí, escéptica.
—¿Estás segura? —su expresión solo me hervía más la sangre —No lo creo, nadie puede comprobártelo.
Me apreté los dientes y los puños hasta cuanto pude soportar el dolor físico, solo así podía disminuir las ganas de tomarla del cabello y arrastrarla por el piso.
—¿Por qué no se lo preguntas a Félix? —añadí, fingiendo una voz amable y tranquila —Ni siquiera con él ha pasado algo.
—Es claro que no —profirió una risa irónica, a un nivel insoportable —Porque de no ser así no estuvieses engañándolo con otro hombre.
Tuve una acertada respuesta para lo que me había dicho y mi mala suerte se dejo venir cuando vi que mi tía se acercaba con una empleada para cambiarle el vestido a Stella, aproveche el momento para huir de su presencia y me fui al otro extremo de la tienda hasta que se desocuparan. No había nada con lo que entretenerse más que ver vestidos y la gente que entraba y salía de la tienda.
Perdía mi tiempo tocando los encajes de los vestidos que era lo que más disfrutaba hacer hasta que una voz familiar, la misma que no tenía comparación con la de ninguna otra mujer que haya conocido pudiera asimilarse a la de ella, la gracia y lo aguda que era, la de Heather.
Al escucharla tuve la urgencia de salir de la tienda y luego pensé que no serviría de nada, no iba a huir, no podía. Se acercó al mostrador donde una mujer estaba escribiendo en una de las libretas grandes y anchas, la que podía ser de pedidos, me escabullí entre los vestidos para acercarme sin ser descubierta.
—Buenas tardes —saludo la mujer quien la recibió con una sonrisa —¿En qué le puedo ayudar?
La apariencia de Heather era radiante, siempre lucía elegante y muy atractiva pero todo huyo de ella cuando su voz se escuchó débil y muy desanimada.
—Vengo para que me devuelvan mi dinero por un vestido que separé hace dos meses, resulta que ya no me casaré.
La mujer intentó no sorprenderse demasiado por lo que acababa de escuchar, Heather todavía con sus músculos rígidos le dio a la mujer un comprobante, ella de forma recatada le pidió su nombre.
Escuche su nombre muy claramente.
—Heather Parker.
No había dudas de que era ella, ni tampoco mis peores sospechas, me estaba convirtiendo en lo que más me temí, estaba cayendo en la perdición y ahora había arruinado un compromiso, el mismo que me mantenía a raya para no caer en brazos de Richard, ese mismo ya no existía.
Y aunque sonase raro, no me gustaba que fuese así. Tenía la necesidad de remediarlo, de pedir una explicación, la iba a tener que recibir porque de otra forma no volvería a verlo, nuca.
(...)
El proyecto finalmente había concluido, mi tío había reunido a todos sus trabajadores en el jardín para darles el agradecimiento por estos meses de arduo trabajo, también les dio aviso a la fiesta de despedida que se iba a organizar el día de mañana sábado a las ocho de la noche, para entonces mi tía, Stella y yo estábamos en la cocina escuchando los aplausos de todos quienes celebraban el trabajo concluido.
—Es increíble que todo haya acabado —murmuró Stella, con voz socarrona. —Ya era tiempo de tener nuestra casa para nosotros de nuevo.
Mi tía dio una risa en complicidad, estaba más ocupada en picar unas zanahorias que en sostenerle la conversación a su hija. Yo no dije nada, subí a mi habitación con la idea de poder mirar por una de mis ventanas como era que todo estaba allá afuera, cuando miré no pude encontrar a Richard, estaba con todos sus compañeros pero no logré encontrarlo entre tanta multitud, necesitaba encontrarlo, explicarle lo que había visto en la tienda de vestidos, le iba a exigir que fue lo que había sucedido entre Heather y él, la curiosidad estaba apremiándome a salir y encontrarlo a como diera lugar, no iba a descansar si estás ideas me fuesen aclaradas, yo no iba a causar la desgracia de una pobre mujer ilusionada.
Seguí mirando con insistencia por la ventana y cuando lo encontré, pensé, no habrá forma que pueda aclararme todo hoy mismo, ya era tarde, no íbamos a volver a vernos a excepción del día de mañana que se celebraría la fiesta de despedida, solo iba a tener una oportunidad para intentar arreglar las cosas, iba a hacer todo lo necesario para que esto no pudiera salirse más de mi control.
(...)
El ambiente de la fiesta se escucha increíble, viva y enérgica, podía escuchar la risa de los invitados y aquello me causaba dar un salto, era en exceso bastante alto la música y las carcajadas, no sabía que podía estar pasando allá abajo que le encantaba a todos. Todavía estaba en mi recamara, dando vueltas de un lado a otra comiéndome las uñas por saber si Richard ya había llegado, si había llegado solo o acompañado como la primera vez que se presentó en una de las fiestas de la familia, al final deje de presionarme y llenarme de estrés por algo estúpido y baje hacia la fiesta que se daba en la sala como todas las veces.
Al bajar los escalones todavía estaba llegando gente, no recordaba que hubiésemos tenido tantos empleados, aunque en su mayoría algunos estaban casados y el traer a sus esposas llenaba bastante la estancia. Avance hacia la sala donde era que se concentraba el escándalo de la tertulia y pase mi mirada a todos los rostros, se suponía que Stella y yo no estábamos invitadas porque solo se trataba de una fiesta privada, solo a mi tía se le había dado el acceso, así que yo estaba rompiendo las reglas por mí misma.
Traté de ser cautelosa para que mis tíos no me vieran mezclada entre los empleados, me aseguré que estuvieran entretenidos cuando poco a poco daba pasos para entrar a la fiesta, estaba rodeando a un grupo de invitados cuando de repente sentí la mano de alguien sobre mi codo impidiéndome avanzar.
Me volví con brusquedad, de forma repentina me sentí aliviada cuando vi que era Richard, estaba de traje elegante, el mismo que había usado cuando vino a nuestra primera fiesta de bienvenida, el cabello bien peinado, de su piel emanaba un perfume mágico y encantador, me sonrió con dulzura.
—¿Estabas buscándome? —me pregunto, dudoso, había alzado sus cejas para dar más carisma a su expresión divertida.
No le respondí me quede atontada en su mirada, en esos ojos azules ardientes, hasta que parpadee y le hable con voz que adquirió un tono bastante serio.
—Necesito hablar contigo. Te espero en la biblioteca.
Cuando me soltó y yo desaparecía de su vista logré ver que de reojo su rostro lleno de intriga y confusión. Llegue a la biblioteca dejando la puerta entre abierta para que lograra pasar, lo esperé sentada en una de los sofás de lectura unos cinco minutos, cuando llego se aseguró de cerrar la puerta con mucho cuidado.
La música aún se podía escuchar a través de las puertas cerradas así que tuve que hablar un poco más alto de lo que esperaba.
—¿Qué sucede? —se preguntó con las cejas fruncidas.
Me acerque solo dos pasos hacia él, con la mirada clavada en sus ojos, estaba preguntándose que era lo que pasaba, eso podía leérselo en el semblante.
—¿Hay algo que quieras decirme?
Parpadeo.
—¿A qué te refieres?
Sabía que no iba a decírmelo directamente, así que iba a tener que hacerlo yo misma si quería su explicación. Tome aire para poder hacerme frente a la realidad, tenía que aceptar que después de todo yo tenía ese remordimiento que no me dejaba descansar en paz.
—Vi a Heather en la tienda de vestidos, ella entró y pidió que se le devolviera su dinero —me acerque a pasos acelerados hacia él —Porque ya no iba a casarse... ¿Qué le has dicho? ¿Dónde ha quedado su compromiso?
Su cuerpo se quedó rígido, pude sentir esa rigidez en todo el ambiente que nos rodeaba, su rostro se quedó congelado un par de segundos, su mandíbula se tensó cuando trago saliva con lentitud, yo exigía mi respuesta frente a él con la esperanza de que me diera una respuesta que aliviara mi culpa.
—Nuestro compromiso —prosiguió con una voz muy firme y clara —Se terminó, ya no hay nada que pudiéramos hacer para avanzar.
Por un momento pareció que mi voz se hubiera extinguido de repente y fue casi un hecho.
—¿Se terminó? —repetí con voz voluble y frágil, me lleve las manos a la frente, podía sentir correr sudor frío que quería desaparecer —¿Acaso, has terminado con ella por mi? ¿Tratas de decirme eso?
—Juliette, yo te había dicho lo que sentía por Heather ya no era un amor, era un cariño —suspiró con frustración —No iba a condenarme a casarme con alguien a quien yo no amo, no iba a hacerlo, además nuestra relación se complicó con lo de Sylvia, yo no podía verla, estaba ocupado, mi vida era complicada, ella sabía que Sylvia era mi única familia y que no iba a dejarla.
—¿Y qué pasa ahora? Sylvia ya no está, ¿Por qué es que ahora ya no intentas arreglar todo lo que dejaron?
Dio un vistazo al suelo y luego a mí otra vez, cuando sus ojos se encontraron con los míos estos fueron tiernos, arrulladores, los mismos que siempre me doblaban ante él.
—Porque cuando todo eso paso, yo ya estaba muy enamorado de ti, Juliette. Ya no había retorno para mis sentimientos, para lo que yo quería, porque te quiero a ti.
—Richard —le suplique con los ojos y el semblante entristecido, me afectaba que estuviera cambiando su vida entera por mí pero sobre todo me dolía más que yo me negara a dejarlo ir —¿Y que pasara con Heather? ¿Contigo?
Se me acercó rápidamente y acuno mi rostro entre sus manos, haciéndome incapaz de volverme hacia otra parte, quería que concentrara mi atención en su rostro imperturbable y calmado.
—Ella está bien, ambos quedamos en un acuerdo, ninguno de los dos siente resentimiento, fui muy considerado, yo se que ella estará mejor sin mí, se que encontrará lo que ella merece.
Seguí negándome, mi subconsciente me lo decía, de todas formas esto no estaba bien, yo había sembrado dudas en Richard para que su relación terminara y eso me convertía en una persona despreciable, había hecho algo imperdonable. Richard sabía lo que pasaba por mi cabeza porque empecé a sollozar, me beso la frente, después descendió sus labios hacia mi mejilla y luego hacia la comisura de mis labios, donde temblaron cuando sabía que se acercaría para besarme.
—Yo te quiero a ti Juliette, es lo único que quiero tener, ya no me queda nadie más que tu —tenia el grosor de sus labios a milímetros de los míos, eso lograba que mi corazón me subiera por la garganta, despertaba en mi el deseo físico total que sentía por él.
Estaba anhelante de que me tomara la boca, quería su esencia corriéndome entre la lengua.
—Aquí estoy, para ti. Te quiero.
Acto seguido mi interior exploto en placer cuando me beso con sed de deseo, estaba abrazada por el fuego que sentí cuando con sus manos colocadas sobre mi cintura me pegaban a su cuerpo, intentando hacerme encajar en el espacio que tenía esperando por mí, estábamos desesperados, yo ya no podía controlarme más, claro que lo deseaba, quería ser suya, poder entregarme a su amor, lo había querido desde siempre. Sus caricias estaban empapadas en suplicas, viajaban por toda mi espalda, me apretaban a su cuerpo inquieto, el mismo que vibraba cerca de mí tan fuerte, orgulloso de todo el deseo que guardaba.
Coloque ambas manos a cada lado de su cara para enterrar su boca a la mía todavía más para poder explorarla con toda la dedicación posible, jadee cuando me daba lo que yo quería, cuando estaba dispuesto a que me dejase llevar por mi excitación.
—Te deseo, Juliette —sus labios aun colgaban de los míos cuando me lo susurró despacio. —Siempre.
A continuación sus manos que estaban acariciando mi espalda se volvieron codiciosas, se fueron a los botones de mi vestido para desabrochar uno por uno, la poca piel que había quedado descubierta lo hacía emocionarse más, quería todo lo que llevaban oculto.
Me aleje deprisa cuando supe que terminaría por desvestirme ahí mismo, podía sentirme el rostro enrojecido y mi piel estaba caliente, podía sentirme las mejillas incandescentes.
—No puedo hacer esto, perdóname pero no puedo romper mi promesa —se me oprimió el pecho a falta de aire, no tenía más fuerza para hablar.
Richard respetó mi límite, se quedó a varios pasos de mi con todo el respeto posible, trató de llevar su respiración a un ritmo normal para hablarme pero al igual que a mí se nos complicó mucho regresar a la normalidad.
—Discúlpame, Juliette, yo no quería propasarme contigo, es solo que...—se avergonzaba de tan solo tener que explicármelo, el rojo de su cara se expandió por cada rincón —A veces es difícil controlarse.
Traté de mostrar una sonrisa, después unas risas salieron sin querer y ayudaron un poco a tomar aire extra que necesitaba.
—Lo sé —admití. —Es muy difícil.
Dio una sonrisa torcida, eso empeoro mi situación, mirarlo encantador y enamorado me producía un efecto hipnótico. Tenía que irme antes de que alguien pudiera vernos solos aquí en la biblioteca, ya no podíamos arriesgarnos más, Richard y yo nos miramos intentando saber quien debía irse, quien debía ser el valiente que ocupara la ausencia.
Richard se acomodó el corbatín dándome la respuesta.
—Ya debo irme, no queremos que nadie se dé cuenta de mi ausencia.
—Lo entiendo.
Me miró una vez más, intentándose llevar en recuerdo mi rostro exaltado por la pasión y se volvió hacia la puerta, todo iba muy bien hasta que alguien de afuera abrió la puerta antes que Richard y le impidió el paso.
Se me paralizo el cuerpo, el corazón, la respiración, todos mi sentidos fueron brutalmente golpeados hasta caer deshechos cuando vi de quien se trataba, quien había sido el que había descubierto nuestro encuentro.
La sangre me bajo hasta los pies cuando miró con disgusto a Richard y después a mí con incredulidad, dios mío, estábamos perdidos, ya no iba a volver a verlo, esta familia me odiaría, la memoria de mis padres dejo de existir cuando permití más de lo que debí, las consecuencias me persiguieron todo este tiempo y yo las ignore, demasiado tarde.
Iba a subir capítulo doble pero cómo soy tan mala las dejaré esperando jajaja, no se preocupen, no las dejaré esperando mucho, ya lo tengo escrito pero pues quiero darle algunos detalles, lo subo el lunes más que confirmado :D
Disfruten, besitos.
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