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Capítulo 12. Tentación Prohibida.


Hubo otro día de ausencia por parte de Richard en casa, no apareció ni en la mañana ni en la tarde, no llamo, no había señales de él y eso me dejaba angustiada porque mi tío discutía con Ethan en el jardín casi como si estuviera defendiendo un punto de vista que el mismo Ethan no entendía. Aproveche el momento de poder ir con mi tío y aclararme yo misma mi peor duda, él pensaba en despedirlo.

Cuando Ethan se alejó para encargarse de otro trabajo aproveche para llegar y ocupar su lugar, el día de hoy estaba nublado, casi como si quisiera llover y eso también ponía de mal humor a mi tío, ya que sería un día laboral perdido.

—Tío ¿Qué pasa? —le pregunté, cuando me puse a un lado suyo aun refunfuñaba.

—Oh Juliette —trató de calmar su temperamento furioso cuando me vio, relajo un poco su actitud suspirando de pura frustración —Las cosas se complicaran si llueve y además uno de mis trabajadores no ha llegado, ya van varias veces que falta y eso me pone en dificultades.

—¿No ha llegado? ¿De quién se trata? —quise sonar lo más desentendida posible.

—De Richard —afirmó, miré como se apretaba la mandíbula de tan solo mencionar su nombre, puso sus brazos de cada lado de la cintura y meneó la cabeza con desaprobación.

Tenía que intervenir de inmediato, no iba a dejar que lo despidiera, tenía que saber la razón, lo haría comprender la situación por la que Richard pasaba.

—¿Acaso te ha dicho porque su ausencia? —indague su rostro tratando de adivinar si era así.

Mi tío dio otro suspiro y me contestó mirando hacia donde todos sus empleados trabajaban, hacia el invernadero.

—Sí, me lo dijo hace un par de días, su abuela está enferma, al parecer la situación está complicándose mucho para él ya que no quiere dejarla sola —prosiguió está vez con una tono más indiferente —No creo que deba poner el trabajo junto a sus problemas, además él trabaja aquí para cumplir con mis requisitos, si no es así entonces no debería tenerlo aquí.

Como era de esperarse comencé a sentirme nerviosa, miré hacia la nada imaginándome lo peor, no pude soportarlo, la sensación de frustración era inmensa que todo mi cuerpo lo delataba.

—Pero tío, considera en verdad su situación, debe ser difícil para él todo esto. ¿No lo crees?

Se quedó pensativo mirando el trabajo que los demás hacían, dio otro suspiro aunque esta vez fue un poco más liviano y casi podía asegurar que era en resignación.

—Tal vez pero de todos modos tendré que encontrar una solución para esto, no pienso perder más tiempo, no me gusta perder y la gente que trabaja conmigo lo sabe. Richard es bueno en lo que hace y si yo fuera él trataría de no arruinar las cosas.

—Estoy seguro que no es su intención.

Mis palabras lograron distraer a mi tío del trabajo del invernadero para entonces mirarme a la cara con aspecto indagatorio, estaba sospechando, quería saber porque era tanta la atención e interés que tenía por hacerlo cambiar de opinión.

—¿Es que acaso le tienes un afecto? ¿Por qué tanto interés, Juliette?

—¿A qué se refiere, tío? —inquirí, torciendo el gesto, quería aparentar que me indignaba que me relacionara con un trabajador. —¿Afecto, porque?

Supe que la situación se estaba volviendo muy seria y complicada cuando él se giró completamente para encararme, sus ojos estaban entrecerrados e inquisitivos cuando comenzó a decirme todo lo que el sospechaba de mí y yo no podía más que tratar de negarlo cuanto podía.

—Hace días los vi hablando arriba y en la biblioteca, no se porque me dio la impresión de que tenía una conversación privada o algo por el estilo pero no me pareció algo alarmante y ahora me haces pensar demasiado cuando vienes aquí a pedirme que no lo despida...—hizo una pausa para clavarme la mirada —Eso si me parece alarmante. ¿Qué tienen tú y Richard?

Se me desgarro la garganta cuando intenté tragar saliva y tuve que tener mucha discreción para que mi tío no se percatara de mi urgencia por salir corriendo al haber sido descubierta, tenia los nervios de punta, me estremecí cuando una sensación gélida me recorrió la columna, me froté las manos heladas para intentar hacerme una mentira rápido, no me deje abatir, tenía que resistir, seguir engañándolos era ni único trabajo.

—Absolutamente nada, esos encuentros fueron por una coincidencia muy torpe, la primera vez fue porque yo subí corriendo y chocamos, quiso asegurarse de que no me había hecho daño, la segunda fue cuando entré a la biblioteca y lo encontré tomando libros de la estantería. Además solo siento una lástima por su situación, no es porque le tenga algún favoritísimo, solo considero que deberíamos darle una oportunidad, como tu bien dijiste es muy bueno en lo que hace —esperé a que asintiera, cuando lo hizo tuve más constancia y firmeza con mi mentira —No creo que encuentres a nadie así si lo despides, el proyecto ya está por acabar, ¿Para qué arriesgarte?

Mi tío pareció haberse tragado mi mentira porque podía distinguir que toda la suspicacia de su semblante desaparecía conforme yo presionaba mis ojos a los suyos con toda la sinceridad posible que pude mostrar, levanto ambas cejas comprendiendo a donde quería llegar.

—Es cierto, el proyecto ya casi termina y yo no debo perder tiempo buscando a otro que lo remplace, de todos modos hablaré con él porque no dejaré pasar estas ausencias así como así, necesitará darme algo a cambio o entonces nada funcionara para los dos.

—Solo se amable —le sugerí con una minúscula sonrisa —Terminen con un acuerdo mutuo, solo no seas tan desconsiderado. ¿Bien?

Me sentí más que aliviada cuando me regreso la sonrisa, por primera vez podía sentir mi cuerpo alejado de tanta pesadez que se había acumulado sobre mis hombros solo en ese instante.

—Está bien, siempre hay que ser considerados y humanos.

—Eso buena mejor —me acerque para darle un abrazo y un beso en sus regordetas mejillas —Voy a ver a Félix. ¿Podrías decirle a mi tía que estaré en el teatro?

—Espera —volvió su ceño fruncido y sus ojos entrecerrados que me detuvieron en seco. —¿No vendrá aquí? ¿Por qué tienes que ir tú?

—Es una sorpresa, iré a verle de nuevo en el teatro, no quiero que se dé cuenta, es una sorpresa. —sonreí de oreja a oreja.

Su ceño fruncido se relajó bastante.

—De acuerdo, no olvides llegar a la hora de siempre... ¡No olvides llevarte un paraguas! —me gritó cuando yo casi desaparecía de su vista.

No había ninguna visita al teatro, no había intención de mi parte en ir a ver a Félix, no quería verle en ese momento, todo era una mentira, las mismas que ya me estaba acostumbrando a decirle a mi familia. Mi destino era otro y mi principal encuentro era con otra persona, la única que jamás me cansaba de ver, Richard.

Cuando salí de casa no había motivo alguno que pudiera quitarme la sonrisa del rostro, cada vez era un poco más libre y eso me gustaba mucho.

(...)

Cuando llegue a la casa de Richard la lluvia ya se había hecho presente así que fue de utilidad haberme llevado el paraguas, fue una lástima cuando nos tuvimos frente a frente y yo estaba con la cara húmeda y pegajosa porque toda la lluvia me había pegado en la cara. Lo reconfortante fue haber entrado y que me ofreciera una taza de té bien caliente y panecillos de azúcar y canela recién horneados.

Lo primero que hice al llegar fue preguntar por la salud de Sylvia, cuando me quiso responder la desdicha se presentó en su facciones decaídas y sus ojos reflejando una nostalgia que le lastimaba llevar.

—Hay cosas que van empeorando —me explicó cuando tomamos asiento en la sillas de la cocina —No se si pueda dejarla sola por más tiempo pero cómo sabes necesito mucho del trabajo para mantenernos.

—Lo sé, por ello hable con mi tío esta tarde y le pedí que considerara el caso por el que estás pasando, al principio se puso algo obstinado pero logré que entre ustedes terminaran en un acuerdo justo.

—¿Eso hiciste? —preguntó con un tono más impresionado e ilusionado del que me esperé, por un segundo capté un brillo que revoloteo extasiado en sus ojos, quise volver a presenciarlo por mucho más tiempo del que me dejo. —¿Lo hiciste? Dios mío, Juliette...no sé qué decirte. Muchas gracias.

Me regalo una sonrisa delirante que me entorpeció en todo los sentidos, no me había dado cuenta que le había regresado el gesto con menos fuerza ya que me había concentrado en lo relumbrante que se había puestos sus ojos a mi dirección.

—No ha sido nada —le respondí con un encogimiento de hombros —Se necesita ser más considerados en la familia, es difícil hacerlos entrar en razón pero cuando logras ablandarles el corazón te sorprenden, solo hay que intervenir.

En ese instante sus ojos tiernos e intimidantes me hicieron prisionera pero fue sobre todo su voz involuntariamente seductora la que me dejo sin respiración, sin control de toda la fuerza de mi deseo.

—¿Y tu interviniste por mí?

Estaba segura que sería complicado darle una explicación y así lo fue, no controle como esperé mi reacción y fue estúpido tener que titubear y ruborizarme de forma exagerada frente a él.

—Yo...solo hice que...—tartamudee, mis ojos tuvieron que recorrer otra cosa que no fuera su rostro para poder concentrarme —Yo lo hice porque se cómo se siente perder a un ser querido. Lo comprendo.

—Tú no eres como ellos, solo compartes su forma de pensar.—susurró. Ahora más que nunca podía sentir sus ojos traspasándome.

Cuando lo miré, me deje llevar con libertad hacia el interior de sus ojos que me apreciaban con una admiración silenciosa, el brillo peculiar de estos mismos fue una cosa de otro mundo, fue especial.

—¿Qué quieres decir? —mi voz fue como un jadeo suave cuando salió de entre mis labios.

Inclino su cuerpo hacia mí para que estuviéramos de una forma más cerca uno del otro y que nuestras miradas se entrelazaran con más facilidad.

—Eres diferente, eres más amable, comprensiva, eres solo tú.

Sonreí con disgusto.

—No comparto su forma de pensar, esa es la idea con la que he crecido siempre, era la de mis padres, el respeto, la cordialidad pero sobre todo ser honrada, lo he hecho siempre, a pesar de que en la familia hay quienes no la consideran importante.

—¿Y qué hay de lo que tú quieres?

—¿Qué pasa con eso?

—¿Dónde queda tú libertad? Después de lo que nos dijiste, de que tu familia dominaban tus amigos, tus salidas, tus compromisos...¿Se puede ser feliz así?

Me había quedado muda, me había robado la totalidad de mi razonamiento porque no había forma de que yo pudiera disentir en eso, era una verdad que no se podía evitar, no podía solaparla, no era feliz, no tenía idea de lo que podía sentirse vivir con plenitud, ni tampoco de amar con el corazón.

Me quedé hundida en mis pensamientos un rato hasta que Richard irrumpió antes de que yo pudiera caer en una tristeza más profunda al conocer mi verdad.

—¿Eres feliz?

Lo miré unos prolongados minutos para que así mi respuesta fuera más acentuada.

—Claro que si —afirme con una sinceridad que se reflejó en la fuerza de mi voz.—Muy feliz.

Rió casi con amargura y negó con la cabeza, mirándome con decepción al no aceptarle la verdad.

—Perdóname pero no se percibe eso en ti.

Me apreté la mandíbula con fuerza y me levante de la silla de un movimiento, indispuesta a seguir con esta conversación.

—Pues que lastima —comenté con tono incisivo —No se puede complacer a todo el mundo.

Se levantó casi al mismo tiempo que yo para estar listo e interponerse en mi camino hacia la puerta, estuvimos mirándonos uno al otro con desafío porque yo estaba lista para salir de ahí si la conversación se ponía molesta y él estaba listo para no dejarme ir sin aclarar toda sus dudas acerca de mi.

—Parece que tú intentas complacer a todos, menos a ti misma. —repuso con tono tajante—Estoy seguro que tu prima no es en sí lo que intenta mostrar, la he visto coquetear con uno de los constructores. ¿Cómo es posible que ella pueda engañarlos a todos?

¿Cómo era posible que hasta él mismo se diera cuenta de la verdad? ¿Cómo todos podían estar al tanto de su infame actuación de mujer digna, menos mis tios? ¿¡Como después de todo lo que había hecho, de lo bajo que había caído podía la vida ser tan justa con ella!? La vida no era justa, las buenas personas nunca se ven beneficiados en nada, terminan sufriendo, preguntándose que puede causar tantas desgracias en la vida cuando somos y tratamos de ser mejores personas mientras que la gente deshornada no hace más que burlarse en nuestra cara las penas que pasamos, la infelicidad que llevábamos sobre la espalda. ¿Qué se necesita para ser feliz, para tener lo que siempre se quiere en la vida? Si no es siendo buena gente, entonces ¿Cómo? Una fácil respuesta, no intentes complacer a nadie, no sigas las ideas de nadie más, es nuestra vida, es nuestra decisión.

Y eso era lo que yo quería, la decisión de olvidarme de todos mis principios y mis recatados modales, entregarme al amor de un hombre como lo había hecho Stella era lo único que yo quería conocer. Sostuve su mirada tan fuerte que fue difícil para Richard seguir tan serio.

—¿Cómo? —repetí su pregunta, un dolor agonizante en el pecho se fue acentuando conforme hablaba con mi tremenda frustración —¿Cómo es que logra engañarnos? Porque no es estúpida como yo, porque no se ciega, no tiene que fingir en nada, ella hace lo que quiere, esa es su única regla, ser ella.

Cerré los ojos tan fuerte que estos me ardieron debajo de los parpados, todo esto había sido para impedir que mis lágrimas corrieran en diluvio sobre mi rostro, negué una y otra vez con la cabeza hasta lograr sacarme del pensamiento las veces en las que pude haber corrido hacia sus brazos y decirle cuanto quería ser suya, las oportunidades que deje escapar cuando estuve con Félix, todo eso me abrumo tan fuerte que fue como si una bomba me hubiera caído desde el cielo, destruyéndome sin dejar rastros de mí.

—Juliette —escuche a Richard acercarse hasta al punto de detenerse frente a mí —¿De que hablas? Tú eres una mujer especial, no eres como ella, no eres en absoluto como a nadie de tu familia, eres...

—Yo...yo solo quiero ser yo —jadee con una voz descompuesta y lastimosa, porque era así, me dolía, me golpeaba la cruda verdad.

—¿Ser tú? —se preguntó con aire pensativo, cuando abrí los ojos para ver como había reaccionado los suyos estaba sobre mi cara, emanando un aspecto tan frágil e inocente, su expresión se endureció cuando comprendió mis palabras —A veces yo también me reprimo de cosas, Juliette, por ello es que nosotros no somos lo que queremos.

Todo mi amor por él salió a flote cuando me acerque con pasos lentos y cuidados hacia su rostro, de la misma forma que él lo había hecho, tan cautelosamente, dándole la oportunidad de observarme a su antojo, nuestras miradas se entrelazaron con tanta fuerza que nuestro alrededor se desvaneció de repente, luego nos envolvimos en nuestro propio abismo de perdición donde esta vez ninguno de los dos parecía tener problemas, nunca más.

Nos contemplamos con una abrasadora necesidad que los dos bien sabíamos y necesitábamos complacer. No hubo un sincero momento que pudiera compararse con el de ahora porque realmente deje escapar toda mi verdad a través del grito silencioso de mis ojos.

—No nos reprimamos más —me levanté de puntillas para acercar mi rostro mucho más al suyo y dejar que el aliento que se desprendía de sus labios pudiera revolotear como las otras veces sobre mis poros.

Se acercó también en respuesta y aspiró como al mismo tiempo saboreo también el aliento que yo dejaba escapar de entre mis jadeos entrecortados. Mi alma entera se estremeció cuando de forma inesperada su mano me envolvió la cintura y me apegaba más cerca de su angelical rostro como así mismo de su cuerpo, podía ver que se complacía inhalando con fuerza mi aliento cálido y que el brillo de sus ojos desprendía una energía inmensa y cegadora, mi piel comenzó a desprender un fuego que me hizo arder en totalidad, al punto de impacientarme para hacerlo desaparecer, ya no tenía fuerza de resistencia, ni la necesitaba.

Sus labios empezaron a dejar pequeños rastros sobre la piel de mi frente y las sienes mientras yo lo aguardaba más que desesperada, frenética. Descendió dejando sus labios a milímetros de mi piel hasta llegar a mis labios donde se detuvo y dejo escapar de nuevo su aliento embriagador, directo en mi boca.

—Ya no tengo intención de reprimirme, ya no más. —susurró, con un placer que me supo a gloria.

Acto seguido acuno mi rostro entre sus manos y me guió hacia él donde delicadamente presiono sus ardientes labios sobre los míos, el fuego dentro de mi cuerpo se desenfreno casi tragándome en llamaradas imposibles de detener, sus labios eran tan suaves, delicados y deliciosos, su aliento era un perfume que anhelaba aspirar hasta embriagarme cada molécula del cuerpo. Sus besos era tan considerados, tan tiernos y atentos pero luego todo se convirtió en una desesperación para ambos, yo respondí con una intensidad que él también respondió con ganas, sus labios se dejaron de mover sobre mi boca con consideración, ahora devoraba mis labios con exaltación, buscaba cuanto podía en mí para saciar su deseo y yo dejaba que pudiera tomar de mí lo que quisiera.

Mi respiración estaba delirante, tuve que de vez en cuando separarme para poder respirar pero luego él me regresaba de inmediato hacia sus labios para besarme sin intención de detenerse, sus jadeos eran una excitación que me tenían en el hilo de mi cordura, escucharlo jadear sobre mis labios y que lentamente pronunciara mi nombre...era un sueño.

—Juliette... Juliette —gimió mi nombre sin despegarse de mis labios.

Eche mis brazos hacia su cuello y comencé a jugar con su cabello, aferrándolo a mis dedos. Sus manos se fueron directo hacia mi rostro donde intento descubrir cada ángulo posible, acariciándome las mejillas, los pómulos y luego descendiendo hasta mi cuello.

—Richard...—susurré, encadenada aun a sus labios.

No me dio tiempo de responder, estaba comiéndome los labios, acariciándome la piel que estaba expuesta y que pudiera quedarle cerca, podía sentirme flotar entre sus brazos, quería estar retenida siempre ahí, succionando sus labios y saboreando su aliento hasta donde pudiera alcanzarnos la existencia.

Ya no había retorno, por primera en toda mi vida ahí estaba yo, disfrutando de una de las tantas tentaciones prohibidas, la que nunca me esperé dejarme llevar, la que siempre se me había negado conocer, ahora ya no había por lo que detenerse, estaba dispuesta a intentarlo todo para vivirlo sin restricción.

¿Les gusto la sorpresa que les tenía preparada? Esto ya es tercera llamada para la intensa relación que tendrán Richard y Juliette, así que prepárense, porque ya estoy dando los retoques especiales en los siguientes capítulos

Otra sorpresa más para mí que llegaramos a las 1k!! de verdad que apoyo tan más hermoso, gracias y mil gracias por todo lo que me dan, las grandes motivaciones porque sin ustedes yo no podría seguir con este proyecto, con su apoyo que es muy vital para mí.

Las quiero mucho y nos seguimos leyendo como siempre

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