Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10. Deseo


Aun me parecía una locura, un sueño que jamás pensé fuera a hacerse realidad pero ahí estaba yo, viviéndolo en carne propia, disfrutándolo con placer a pesar de que en mí solo debía sentirse cierta tristeza por el corto viaje que haría mi tía Grace a Manchester, así es, se iba tres días por causa de asuntos familiares, su hermana estaba enferma y acababa de aliviarse y una visita era necesaria ya que no la había visitado en más de cinco años.

Como era de esperarse ella tenía cierta duda y reflexión acerca de tener que irse o no, al principio decidió que podría hacer un viaje otro día del mes pero tío Frank le recomendó que no esperara a que esto hiciera un pleito mayor, así que la mañana de ayer compraron los boletos del tren y hoy a mediodía ya estaba haciendo maletas, el tren salía a las dos de la tarde.

No era la única que festejaba la ausencia de mi tía, Stella se veía tan jovial por los pasillos de la casa que hasta inclusive la escuche tararear pero de inmediato callaba cuando escuchaba la voz de mi tía acercándose y hoy que estábamos en su habitación ayudándola a hacer maletas prefirió optar un semblante alicaído y sin vida que por cierto actuaba bastante bien enfrente de su madre, yo por mi parte solo me calle como todas las veces y reprimiendo sonrisas inoportunas.

Era imposible creer que aunque fuesen días cortos y fugaces podríamos saborear y disfrutar de una libertad que poco nos permitían vivir.

—No crean que podrán salir sin pedir permiso —nos explicó de repente tía Grace con tono de advertencia —Acabo de darle instrucciones a Frank para que esta casa este como la he dejado cuando regrese, cualquier cosa él estará al pendiente y no quiero saber que le han dado problemas —y de inmediato miró hacia la dirección de Stella con ojos entrecerrados.

Stella puso los ojos en blanco e ignoro la advertencia que iba solo para ella, cuando acabo de hacer sus berrinches intervine yo.

—Tía, ya te he pedido permiso para mañana que Félix me ha invitado a uno de los conciertos de la orquesta, solo quería saber si no hay problema.

Tía Grace hizo un ademan con las manos para despreocuparme.

—Para nada, tienes el permiso —sonrió juguetona —Trata de demostrarle que tienes ese talento para la música, no desaproveches la oportunidad, por cierto, ¿Cómo te fue en el ensayo? ¿Qué te dijo el maestro de orquesta?

Mi boca se cerró de golpe, mi mente quedo en un estado de inconsciencia tan terrible que me fue difícil pensar en una mentira, las piernas me temblaron debajo del vestido que tuve que sentarme sobre la cama para amortiguar mi nerviosismo, al principio sostenerle la mirada fue complicado pero sonreí con convicción y me mostré optimista.

—Creo que me fue excelente, lo vi concentrado cuando empecé a tocar —fue inevitable no jugar con mis dedos al intentar hablar con fluidez —No sabía que esperar porque ellos son bastante buenos, debiste haber visto pero estoy segura de que me consideraran, le gustó mucho.

—Solo toca esperar si de verdad les gustaste, en dado caso no te confíes mucho y dile a Félix que te ayude un poco, eso también ayudará.

—Sí —acepté bajando la cabeza con cierta decepción, no quería acceso a la orquesta por ayuda de nadie más que por mi talento. —Eso también hay que considerarlo.

Al terminar de empacar le avisamos a mi tío que viniera a ayudar para bajarla, aunque solo se trataba de una sola maleta y un bolso de mano mi tío estaba sofocándose cuando bajaba los escalones uno por uno, sentí un poco de pena por él porque era el único hombre de esta casa y los trabajos eran exclusivos para él. Cuando las maletas estuvieron en el auto nosotras pudimos subir, el recorrido fue un excelente momento para reflexionar, miré por la ventana y anhele que por fin pudiera aprovechar este espacio corto de libertad que se me brindaba como esperé desde hace mucho tiempo.

Cuando llegamos a la estación del tren nos despedimos de ella con un fuerte abrazo, nos pidió por dios que fuéramos buenas jovencitas y que pensáramos en ella cada vez que intentáramos hacer problema, para mi fue muy difícil prometérselo porque no quería decepcionar a nadie ni mucho menos a ella pero por otro lado solo observé lo fácil que fue para Stella darle su palabra cuando sus promesas de santidad estaban manchadas por su lujuria.

Cuando se lo prometí fue extraño el sentir que carecía de veracidad pero no pude hacer nada al respecto más que hacer que se lo creyera como la de su hija. ¿Ahora éramos dos las que desafiaban sus reglas? El tiempo iba a dar el más claro resultado de cómo iba a terminar mi resistencia.

(...)

Me estaba dando los últimos retoques a mi peinado para comprobar que no era demasiado para una salida al teatro pero termine por dejándolo como estaba, miré el reloj y solo me quedaba una hora antes de la función, el tiempo estaba sobre mi aplastándome con apremio que no sabía si esto iba a resultar como quería.

Acomodé mi violín a la perfección y luego me apresuré a comprobar que mi tío estaba en su despacho, por lo visto aún permanecía ahí ya que la música que salía lo dejaban muy en claro, tome firmemente mi maletín y baje las escaleras con tanta cautela como me fue posible, escondí el violín en una de las plantas que estaban cerca de la puerta y camine hacia su despacho.

Di unos golpes ligeros a la puerta y de inmediato la música ceso.

—¿Sí? —preguntó desde el interior.

—Soy yo tío, Juliette.

—Pasa.

Abrí la puerta y le encontré leyendo el periódico y bebiendo café, le sonreí con timidez cuando lo vi, esto iba a hacer un poco menos difícil que con mi tía pero de todos modos podía sentir la culpabilidad azotándome la espalda hiriéndome en remordimiento.

—Solo vengo a avisarte que estoy lista y que ya me voy al concierto.

—¿Ya has pedido el taxi?

Asentí sin problemas.

—Muy bien querida, que tengas un estupendo día, no regreses tarde porque estaré muy al pendiente de ello.

—Claro que no, tío, estaré aquí a las nueve.

Con ello me dio total libertad y entonces lo deje con sus ocupaciones, de nuevo la música retomo volumen dentro del despacho y yo casi corrí hacia el vestíbulo, tome mi violín y avancé hacia el taxi que ya me esperaba, la dirección me era fácil de recordar así que fue fácil dársela al chofer.

El recorrido fue en menos de diez minutos pero de todos modos necesitaba ser rápida porque no quería pasarme la hora del concierto. Baje del taxi y me apresure a caminar hacia la puerta, di dos toques y rápidamente escuche como alguien se acercaba, respire con profundidad una y otra vez pero en cuanto Richard abrió la puerta mi ejercicio de respiración se interrumpió.

Contemple sus bellos ojos cuando estos se fijaron en mi, la sangre me hirvió debajo de la piel cuando me regalo una de esas sonrisas amplias y cegadoras que embellecían su rostro atractivo, como era de esperarse me quede muda e inerte, me adormecía y con dificultad lograba despertar.

—Juliette —dijo con una voz y un semblante sorprendido e incrédulo, me miró de pies a cabeza como si quisiera creer que yo estuviera ahí mismo, frente a él. —No pensé que fueses a venir tan rápido, pasa por favor.

—Gracias —murmure con voz temblorosa, cuando fui capaz de recuperarme.

Entré y me encontré con Sylvia sentada en el sofá riéndose de algo, cuando se volvió para mirarme se levantó de un movimiento, se alegró demasiado que no tardo en rodearme en un abrazo muy fuerte, le dije que le prometí volver y que no iba a dejar esa promesa al viento.

—Me parece estupendo que volvieras, llegaste en buen momento porque Richard estaba tocando piano para mí.

Al principio no entendí a qué se refería pero cuando seguí su mirada hacia un rincón de la sala vi el gigantesco piano a medio cubrir con una sábana vieja, ahora recordaba, para cuando había venido la primera vez ni siquiera me había parecido tan interesante ver que era lo que guardaban debajo de esa sabana y para mi sorpresa termino siendo un piano. Parpadee intimidada y no pude evitar imaginármelo tocando en aquel piano tan concentrado, dejándose llevar por cada vibrante melodía, viendo fluir con gracia esos dedo largos y delgados sobre las teclas produciéndome un placer tan ardiente y enérgico, definitivamente era algo que necesitaba ver.

—¿Es que acaso llegue en mal momento? —pregunté, mordiéndome el labio en señal de disculpa.

—No, no, no —se apresuró a aclarar Richard, se acercó hacia nosotras y hablo con voz desinteresada —Es algo que a veces hacemos para acabar con el aburrimiento, no es para nada algo que sea importante, lo hago para mantenerme ocupado, eso es todo.

—Pues no lo haces tan mal, hijo —intervino Sylvia, con un orgullo evidente plasmado en el rostro —Siempre me has parecido un excelente pianista aunque seas modesto.

—Los músicos siempre somos modestos —aclaré, soltando una risita nerviosa, como era de esperarse sentí la mirada de Richard clavándose en mí, para cuando le regrese la mirada estaba cohibiéndose una risa, el brillo de sus ojos era impaciente y fogoso, estás era cosas nuevas que descubría en él, esa forma tan fija de mirarme me gustaba demasiado.

Seguía intentando no reírse, alcé una ceja, desafiándolo.

—¿Verdad? —le pregunté sin quitarle la mirada de encima.

Termino por dar esa carcajada cohibida y bajo la mirada apenado solo un par de segundos para luego volver a mi otra vez.

—Sí, es cierto. —susurró con lentitud, casi como si quisiera solo dármelo a entender a mí.

Me libere de su mirada cuando Sylvia me tomo del brazo y me llevo con ella hacia el sofá, me pidió empezar con la canción de siempre y yo no perdí tiempo porque a decir verdad necesitaba apresurarme si no quería llegar tarde al concierto así que entre más rápido mejor, toque con fluidez como toda las veces pero con un nervio que pocas veces sentía al hacer lo que amaba, todo esto se debía a la presencia de Richard, estaba estudiándome con los ojos y eso me desconcentraba, lo miraba de reojo que de vez en cuando porque él intentaba no ser tan evidente pero yo no era tonta, su mirada era aguda, me estremecía el cuerpo y se me inquietaba el pensamiento de tan solo tener que mirar de reojo y encontrar su total atención en mí.

Cuando acabe, Sylvia fue tan insistente para que aceptara una taza de té y galletas de coco, comprobé en el reloj de pared que me quedaban a lo mucho media hora antes de que empezara el concierto así que termine por aceptar. Fuimos a la cocina donde había una pequeña mesa con tres sillas de madera ya bastante viejas, Sylvia ya tenía el agua hervida así que solo me consulto cual té prefería, pedí té negro y en seguida ya lo tenía preparado.

Richard y yo nos mirábamos de vez en cuando pero con la presencia de Sylvia cerca era un poco más incómodo.

—De verdad quisiera que te quedaras, estaba a punto de preparar mi sopa de pollo y no es por presumir pero me queda riquísima —Sylvia lanzo un beso al aire con una expresión cómica que nos hizo reir a mí a Richard —¿No puedes quedarte hasta en la tarde?

Fue inevitable no pensar en Félix y eso solo empeoraba mi situación, me hacía sentir inquieta y no era bueno que estuviera arruinándome el momento por algo así, ahora mis miradas al reloj eran más constantes que antes.

—Quisiera de verdad pero hoy no puedo, tengo un compromiso, tal vez otro día sin falta puedo quedarme a acompañarle.

—Oh ya entiendo, por eso vienes tan arreglada el día de hoy ¿Cierto? Eso lo explica todo.

Vacile, me lleve la taza a la cara para ocultar mi incontrolable rubor que se expandió desde mis mejillas hasta cada lugar de mi rostro, podía sentirme la piel de mi cara tan cálida, casi como si me hubiera expuesto al sol en un día tan acalorado.

—Sí, así es —acepté, definitivamente se estaba complicando mucho el intentar que no fuese un tema de conversación pero el interés y la curiosidad que se asomaba en los ojos de Sylvia era aterradora.

—¿Alguna salida familiar? —inquirió, buscando mi mirada para asegurarse de mi respuesta.

Fue difícil querer ser directa pero no había salida, fijamente le respondí para que no hubiera dudas ni para que tampoco fuera evidente que me molestaba, quizá siendo más tajante podría desaparecer curiosidades suyas.

—No, no es salida familiar, menos ahora que mi tía se fue de viaje a Manchester, esto es algo más personal.

—¿Personal? —repitió con esa curiosidad que me estaba torturando demasiado, hizo un ligero gesto con los labios como si el no comprender la estuviera molestando. —¿Es una salida con algún pretendiente tuyo? ¿Estás casada?

Toda aquella sangre que se había acumulado en mi rostro por mi rubor involuntario huyo a toda prisa dejándome con la sensación más gélida en la cara que alguna vez pude experimentar, tuve que inhalar para recomponerme del golpe seco en el pecho que su pregunta tan directa causo, ahora no era solo la mirada de la anciana quien me analizaba con urgencia, Richard se le unió, ahora los dos indagaban en lo más profundo de mis facciones para encontrar la respuesta que deseaban.

Ya casi no había suficiente té para usar mi forma más clásica de huir ante el pánico, tuve que hacerme frente a las consecuencias de una anciana tan curiosa.

—No, no estoy casada, por ahora —admití tratando de ser afable ante su curiosidad que me molestaba —Y yo consideraría a Félix un buen amigo.

—Oh muy bien —prosiguió con más constancia, la misma esperé que dejara muy pronto —¿Dónde lo conociste? Claro si se puede saber.

—Mis tíos me lo presentaron, a decir verdad no tengo muchos amigos, en sí la mayoría son conocidos de mis tíos porque ellos son los que cuidan de mí.

—¿Y es que acaso no conoces a más personas? ¿Son ellos los que eligen quienes debes ver o conocer?

Era una vergüenza tener que admitirlo pero no había otra verdad, tampoco iba a poder negarlo porque no era algo que se ocultaba con facilidad, todos lo sabían y no importaba cuanto tiempo se necesitaba conocerme, era muy obvio.

Trague saliva para deshacer el malestar de mi garganta y encontré un poco de refuerzo en ello.

—Sí, por así decirlo pero ellos solo intentan darnos lo mejor, ellos intentan que nosotras seamos mujeres de bien y que nunca nos falte nada, es algo que mis padres también hubieran hecho conmigo y yo lo respeto.

—¿Eres de alguna religión en específico? —frunció el entrecejo.

—Soy cristiana.

Ella alzó una ceja, dudosa.

—Perdóname querida pero ¿En esa religión se requiere ser tan recatados como tus tíos lo hacen contigo?

—Sylvia, ya basta —replico Richard con la voz levemente irritada, miraba a su abuela con poca tolerancia pero ella lo ignoraba.

Sylvia me observaba esperando mi respuesta pero yo buscaba auxilio en Richard para que pudiera quitármela de encima, nos echamos una mirada furtiva él y yo para comprobar que ambos nos estábamos sintiendo incomodos.

—De acuerdo, ya no diré nada más —nos avisó ella con las manos levantadas, quitándose de encima alguna culpabilidad —Es solo que mi necesidad en conocer más de ti me hace ser demasiado entrometida, no te lo tomes a mal Juliette, me agradas y solo quiero conocerte.

Creí que sería difícil entenderla pero no fue así, solo era una anciana que intentaba ser amable y la manera en la que trataba de conocerme no era tan sutil y amable pero aun así creo que no era su intención hacerme sentir tan incómoda. Le sonreí queriéndome olvidar de todo y asentí sin problemas.

—Lo sé y lo entiendo, es solo que no estoy acostumbrada a interrogatorios tan profundos. —me mordí el labio con horror  de tan solo imaginarme cuales iban a ser sus siguientes preguntas si es que Richard no la hubiese detenido.

—Ya comprendo. Lo siento —deslizo una mano por toda la mesa hasta llegar a la mía y me dio unas palmaditas en consolación —No me tomes a mal mis preguntas si te hicieron sentir extraña, soy una anciana entrometida.

—No hay problema —concluí con voz suave.

—¿Por qué no vas al cuarto a escuchar la radio, Sylvia? —sugirió Richard con voz pacifica —Dijiste que querías escucharla además no la has usado lo suficiente desde que la compramos.

—Si, tienes razón, debo ir al cuarto  a escuchar un poco de música —se volvió hacia Richard para que la ayudara a levantarse. —Ya he sido muy inoportuna —dio un suspiró pesado a causa del esfuerzo —Nos vemos, Juliette, gracias por venir como siempre.

—Para mi no es molestia, en absoluto —respondí con seguridad —Es un placer venir aquí.

Y acto seguido mire de reojo a Richard quien pareció esconder una sonrisa. Richard y Sylvia se fueron un momento dejándome a mi en la cocina un par de minutos no fueron demasiados él solo la ayudo a avanzar hasta su habitación, para cuando volvió yo tenía la premonición de que era mejor que yo me retirara.

Pero al parecer ninguno de los dos quería que fuera así porque Richard me ofreció más té.

—No gracias, estoy muy bien.

Retomo su lugar y luego se acomodó un poco el cabello y su corbatín, me observaba con cierto nerviosismo y supe de que se trataba, tuve que sonreír para que pudiera relajarse un poco.

—Disculpa de nuevo a Sylvia, ella a veces es tan inoportuna, de verdad no quiero que pienses que ella es siempre de esa manera, es solo que se emociona demasiado.

—No me pidas disculpas, las cosas que me pregunto no fueron tan incomodas.

—¿Lo dices para hacerme sentir mejor? —preguntó divertido, sabía que no iba a creerme porque si habían sido muy incomodas para mí.

Baje la mirada entre risas nerviosas porque no quería que pudiera leerme el semblante, no me gustaba que tocaran el tema de mi religión y ni que me hicieran mencionar a Félix, no era alguien quien a mi me gustara mencionar ya que aun no le tomaba la suficiente importancia de hacerlo llamar un novio o un pretendiente, solo era un amigo y nada más.

Cuando levanté la mirada me lo encontré de nuevo estudiándome fijamente y al mismo tiempo intimidándome a gran escala con sus ojos azules, atrayéndome cada vez más a caer en la tentación de la que yo tanto trataba de alejar, mi fuerza de voluntad era ya cada vez más corta y mi deseo más urgente.

—Tal vez solo un poco. —musité.

Profirió un suspiro muy pesado, lo noté con una ligera pena acumulada en sus ojos cuando me preguntó fijamente a la cara la siguiente pregunta:

—Tu tía nunca aceptaría que convivieras con personas como nosotros ¿Verdad? Estoy seguro de que no soy más que un empleado, si ella supiera que vienes aquí nuca te lo perdonaría.

Me quedé rígida en mi asiento, traté de pasar saliva pero un nudo en la garganta me producía un malestar insoportable que no me dejaba pasar mi sentimiento de nostalgia al escucharle hablar de esa forma.

—Ella nunca ha hablado mal de ti, no le has dado razón, además por lo que veo eres una hombre bastante responsable, no todos logran lo que tu has hecho por Sylvia ni por...—enmudecí al recordar a Heather, ella también debía ser parte importante de su vida —Tu esposa.

—¿Esposa? —ladeo la cabeza, intrigado y con las cejas fruncidas casi al punto de tocarse —Yo no tengo esposa.

Nos miramos sin decir nada unos minutos que se volvieron agonizantes, creí que estaba jugándome una broma pero nunca interrumpió para aclarar nada, no estaba comprendiendo nada y me molestaba que no estuvieran las cosas explicadas como se debía.

—¿Y Heather? La mujer del café.

Richard seguía con la misma expresión crispada que no borro ni cuando me confirmo su parentesco con Heather.

—Ella es mi prometida, no es mi esposa, no aun.

—¿Y cuando se casan? –fue la pregunta más estúpida e irreverente que le había hecho desde que lo conocí pero si me mostraba disgustada por su compromiso iba a hacer muy obvia.

Titubeo y me pareció extraño que lo hiciera.

—En tres meses.

Fingí cierta sorpresa pero sobre todo trataba de fingir que no me importaba cuando en realidad si era así.

—Ya entiendo, pues felicidades.—hice un esfuerzo por tragar saliva a pesar de mi insoportable nudo, carraspee y me levante pues el reloj ya me marcaba el poco tiempo que tenia para llegar —Debo irme, se me hace tarde.

Se levantó al mismo tiempo que yo y se interpuso en mi camino, me encontré con su pecho frente a mi cara, ocultándome el paso completamente. Alcé mi vista mirándolo confundida y extrañada de su actitud tan repentina, me contemplo con cierto miedo, no supe a qué.

—¿De verdad no quieres quedarte un poco más? —susurró con voz débil

Fui testigo de cómo su pecho se exaltaba de forma impaciente, su respiración estaba acelerada por ello es que su voz era tan baja y casi inaudible, sus ojos se movían sobre mi semblante con apremio mientras yo lo miraba con esa fascinación que no pude ocultar, leí cada facción de su rostro, la forma en la que quise acercarme para atrapar su aliento que se escapaba a ráfaga rápida de entre sus labios que quise sostener entre los míos en ese instante.

Dios, cuanto lo quería conmigo.

Se acercó para que de forma perversa y tentativa su aliento me golpeara el rostro, busque a tientas su mirada en suplica para que se alejara pero mi cabeza estaba en otra cosa, me preocupe más en inhalar el dulzor de su aliento que caía sobre mi rostro y en cómo me cosquilleaba los poros.

Di un paso hacia atrás y empecé a tartamudear a falta de concentración, casi tropiezo cuando di la vuelta a la mesa para salir del otro lado.

—Lo siento...yo —me disculpe a como pude por mi falta de coherencia —Yo me tengo que ir, estoy retrasada.

Avancé a pasos acelerados hacia la sala y guardé mi violín a como pude, era clara mi torpeza que casi lo dejo caer al suelo, logré ver que Richard salía de la cocina y se quedaba parado en la entrada de la sala viéndome con atención, cuando termine lo encaré con poca resistencia porque no quería sentirme más vulnerable.

—Gracias por todo, nos vemos.

—Yo soy quien debería agradecerte, gracias a ti por venir y suerte con Félix —la mención de Félix hizo que su voz se volviera algo áspera y mordaz —Espero la pasen bien.

—Espero que sí. —contesté evasiva, no quería hablar de eso.

—De verdad espero que vuelvas pronto —confesó, con una seriedad que me interrumpió a medio camino, se veía que lo decía muy en serio porque su rostro estaba congelado en una expresión neutra. —Ya nos acostumbramos a escucharte pero claro, ven cuando puedas.

Tuve el error de volver a mirar sus relucientes ojos azules y ahí estaba yo, volviéndome un títere sin sentido ni razón común, no había claridad en mis pensamientos, abrí mi boca para hablar y supe que lo que iba a decirle iba a ser algo que pocas veces se me escuchaba decir.

Todo se irrumpió cuando alguien abrió la puerta y dejo entrar todo el escándalo de afuera, repentinamente me quede muda y desperté de mi desorientación, me alteré cuando Heather entró con normalidad pero se detuvo en seco cuando me vio, su sonrisa se había vuelto una sombra que le recorrió el rostro en desconcierto.

—¿Juliette? —preguntó, busco por todas partes alguna persona que le aclarara mi presencia y cuando encontró a Richard le pidió una explicación con ese silencio que era más que incomodo fue una revelación para mí, yo no le agradaba.

—Acaba de tocar para Sylvia —Richard avanzó para dar todas las aclaraciones necesarias con más firmeza —Ella...

—Ya me retiraba —añadí con calma pero mi voz sonó un poco indiferente y cortante.

—Oh vaya —intentó simular pena en su voz aunque ella sonó más entusiasmada que nada —Pues entonces yo...voy a la cocina.

No dije nada e inmediatamente baje la mirada cuando se acercó a Richard para decirle que si quería té porque iba a preparar pero él se negó, después le dio un beso en la mejilla y se fue directo hacia la cocina con sus ojos a veces puestos en mí.

Abrí la puerta lista para irme sin decir nada más pero cuando apenas me preparaba para dar un paso Richard me detuvo con un susurró que solo yo logré escuchar, me volví algo indispuesta porque estaba perdiendo tiempo y no quería seguir faltándole el respeto a Félix, no cuando él se tomaba la molestia de ser tan amable y considerado.

Lo miré desafiante para que al fin pudiera dejarme ir, no soportaba el lastimarme a mi misma cada vez que yo sucumbía ante todos encantos, estaba harta de este sentimiento, estaba considerando mi mala decisión al aceptar este compromiso, no sabía en que estaba pensando pero a quien engañaba, no me bastaba con solo mirarlo desde una simple ventana en la biblioteca.

El brillo de sus ojos se incrementó ante mi vista y centello cuando me dirigió la palabra con un tono muy arrullador.

—De verdad quisiera que te quedarás.

Al fin pude deshacerme de aquel nudo en la garganta que me incomodaba para hablar, desapareció cuando en sus ojos vi esa verdad translucida que nuca en mi vida había visto.

Quise acercarme para responderle pero esta vez me sujete a lo que más me dolía, la distancia.

—No puedo. Lo siento

Su rostro endureció y sus ojos se apagaron en resignación, no iba a poder quedarme aunque lo deseara tanto como él.

Vi como trataba de asimilarlo permaneciendo callado y con los ojos ausentes, no pude perder más tiempo así que me despedí con el remordimiento carcomiéndome por causarnos a ambos tanto daño.

—Adiós. —susurré esperando que tuviera valor de mirarme a la cara aunque fuera para despedirse.

Aguarde eternos segundos hasta que levantó su mirada que se encontraba demasiado apagada, intentó sonreír en aceptación de mi despedida pero apenas y sus labios pudieron curvarse con facilidad, me lastimaba verlo tan confundido y triste pero no había forma de cambiar esta situación, no la había.

Abrió la boca para susurrarme con debilidad y con muy a su pesar:

—Adiós, Juliette.

El pulso se me acelero porque mi adrenalina se debía a que deseaba cambiar su actitud y eso significaba acercarme, consolarle pero el refrenarme acumulaba en mi interior ese deseo frustrado que se volvió más tarde en impotencia.

Me apreté los labios con firmeza al ver que me observaba detenidamente como queriéndome leer el pensamiento desde su distancia. Suspiré con dolencia al reprimir mis ganas de acercarme y acabar con esta agonía que se volvía mi muerte cada día, declarármele libremente pero sabía que solo causaría penas y destrozos en mi vida y en la suya.

Camine sin decir más para desaparecerme de su vista porque podía sentir detrás de mi sus ojos que seguían mi presencia, traté de avanzar rápido para desaparecer y cuando por fin me aleje lo suficiente disfruté solo así la paz que me hacía falta para calmar todo el caos que se formó dentro de mí.


¡Hola! Espero que les haya gustado el capítulo, ahora si bien escrito desde mi laptop jaja 

No se si esté muy largo pero pues me marca que tiene 4,000 palabras :S espero no sea tan abrumador para ustedes, desde ahora les digo que los capítulos comenzando desde este mismo que es el número diez estaré escribiendo ahora sí más #Richette para que estén al pendiente, ahorita estoy subiendo esté y al mismo tiempo escribiendo el número once. 

Esperenlo!!! Va a estar muy padre ;)

Las quiero y muchas gracias por estás hermosas leídas que ya casi llegamos a las 800 ¡Gracias a todas! Besotes y bendiciones a todas.

PD: Ya mañana mi papá estará en casa, otra noticia muy buena.

Bye, nos seguimos leyendo.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro