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Capítulo 26

Miraba fascinado el aparador de la tienda, desde que el médico les había dado el sexo de su bebé Aiacos no podía evitar dejar de comprar cosas para su llegada.
Una bella niña era la que llegaría a sus vidas para unirlos más como una familia.
A Camus ya le costaba un poco más dar largas caminatas, la cicatriz que había quedado en su pecho del lado izquierdo había sanado totalmente.
Nuevamente desvió su mirada a la tienda dando un último vistazo, aún así en estos días regresaría a comprar aquella cuña de tonos rosas y morados que estaba a su izquierda.
Mientras regresaba a casa, recordó las veces que  Degel se había ofrecido a cuidar de su hermano mientras Aiacos trabajaba pero se negó.
Quería estar al pendiente de Camus por cualquier situación que pudiera llegar a ocurrir, de eso ya estaba consiente su jefe Hades.




Así fueron transcurriendo los días, en la oficina Aiacos siempre había sido una persona callada, seria y con un rostro de pocos amigos.
Ahora sus mismos compañeros de trabajo se acercaban a la joven pareja para darles detalles e incluso algunos tocaban la pancita del joven de cabellos esmeraldas solo para poder sentir los movimientos inquietantes de su pequeño retoño.

— Siento que aquí te estorbo mucho.

Susurró Camus incómodo en el sillón, la espalda cada vez le dolía más y no era para menos, en las noches su pequeña no dejaba de moverse y eso a Camus le quitaba el sueño.

— Tu no eres un estorbo, yo prometí cuidarte en todo momento y eso haré.

Respondió Aiacos tomando unos documentos que tenía justo a lado de su computadora.
Ya estaba terminando aquellos pendientes que el señor Hades le había dejado desde hace días atrás.

— Degel dijo que me cuidaría para que no interfiera en tu trabajo.

Aiacos se retiró los lentes que usaba para protegerse de la luz artificial que emite la computadora y miró a su pareja.

— Degel ya no podrá verte como antes.

Camus se levantó del sillón y se acercó al escritorio para poder tomar la botella de agua que Aiacos tenía, la destapó y le dio un sorbo.

— He notado a Degel muy cansado estos últimos días, repentinamente tuvo que dejar su trabajo y ahora es Kardia quien lo ayuda con los gastos ¿Puedo saber porqué?

Samaras dejó sus lentes sobre el mueble, se levantó de su silla y se acercó a su pareja para tomarlo de las manos, lo llevó hasta el sillón nuevamente y tomaron asiento juntos.

— Bueno Camus... Debes saber que pronto seremos tíos.

— ¿Qué? — Cuestionó Camus asombrado ¿Cómo se le había pasado ese detalle? Son hermanos y Degel tiene la misma posibilidad que él.

— Tu hermano y el mío también tendrán un hijo...Espero que no sea tan desastroso como Kardia — Esto último lo dijo en un susurro.

Camus dejó escapar una risa ante las palabras de su pareja.
Aunque si existía la posibilidad que saliera un mini Kardia igual de impertinente y travieso.

— No sé cuanto tiempo más me falte, ya estoy desesperado... No he podido dormir bien — En ese momento Camus llevó la palma de su mano sobre su vientre abultado para poder darse un ligero masaje.

— Mira que bellos tortolitos — Contestó Kanon recargado en la puerta mientras miraba a la joven pareja descansando en el sillón.

Aiacos levantó la mirada para poder ver al gemelo menor quien los miraba con una gran sonrisa mientras cruzaba los brazos.

— ¿A que debo tu visita por mi oficina Kanon?

— Hades quiere verte, me ha mandado para avisarte.

Samaras miró a su pareja con preocupación, no sabía que podría necesitar su jefe. Se levantó del sillón y se acercó para besar la frente de su pareja — No tardo Camus.

— Aquí lo cuido por ti Aiacos — Contestó Kanon observando como salía su compañero de la oficina dejandolos totalmente solos.

— Eres un amor Kanon — Halagó el joven de cabellos esmeraldas intentando tomar su botella de agua, sin embargo Kanon se dio a la tarea de acercarlo.

— Toma.

— Gracias.

— ¿Cuánto tiempo llevas Camus?  — El gemelo menor llevó su mano sobre su vientre, podía sentir como aquella pequeña se movía constantemente.

— Aún me falta un mes pero...  Cada vez me canso muy rápido.

— Es normal, pero sabes que aunque Aiacos esté ocupado... Aquí estaremos para ayudarlos.

En ese momento Camus estaba a punto de decirle algo, pero en ese momento sintió un dolor muy fuerte debajo de su vientre.
Solo logró tomar la mano de Kanon y la apretó con fuerza.

— ¡Esto duele! — Se quejó Kanon al sentir el apretón que Camus le daba en ese momento.

— ¡Si así te duele... Imagínate a mí! — Gritó Camus llevando su mano a su vientre — ¡Háblale a Aiacos! — Logró alcanzar a gritar cuando en ese momento una de las chicas que trabajaba afuera  como secretaria escuchó los gritos de la pareja de Samaras.

— Joven Kanon ¿Que ocurre? — Cuestionó preocupada la chica mirando aquella escena con preocupación, necesitaba ayudar rápido.

El gemelo menor miró a la joven — Gracias a los dioses eres tu Mii... ¡Corre a buscar a Samaras antes de que su novio me arranque la mano!

La chica inmediatamente salió de la oficina para buscar al joven Aiacos y darle la noticia sobre su pareja.

Varios de los empleados se habían acercado después de escuchar los gritos del novio de Samaras, aunque varios de ellos ya sabían que Camus llevaba a una pequeña dentro de su vientre.

— Resiste Camus, ya fueron por Aiacos.

Kanon intentaba controlarlo, le preocupaba verlo desesperado por el dolor que en esos momentos el joven de cabellos esmeraldas experimentaba.
Con su mano libre intentaba acariciar su cabeza y relajarlo esperando que esas contracciones le bajaran pero no funcionaba.

— La suerte no está de nuestro lado Kanon.

Una voz se acercó a ellos, Kanon buscó con su mirada de donde provenía.

— Dime porqué Orfeo.

— Apenas y pude llegar, hay un tráfico infernal... Mejor voy a llamar al servicio médico que tenemos aquí, espero que puedan ayudar.

En ese momento Orfeo salió de la oficina y bajó corriendo hasta la planta baja para pedirle ayuda a los médicos que tenían en la empresa.

— Mientras yo lo intentaré ayudar.

Una dulce joven de cabellos rubios se acercó con ternura a Camus, esperó que Kanon lo dejara sobre el sillón y se acercó para poder atender a la pareja de Samaras.

— Está bien, te lo dejo en tus manos Eurídice.
Mientras no nazca aquí todo bien  — Sugirió Kanon mientras masajeaba su mano.

— En lo que viene Orfeo con los médicos del edificio, trae un poco de agua.

Kanon rápidamente salió de la oficina y cerró la puerta dejando a Camus con Eurídice.

— Tranquilo Camus, todo estará bien.

Susurró la joven pasando sus manos sobre su vientre para intentar calmarlo.
Ella sabía de esos dolores antes del parto, tenía como experiencia dos hijos junto con Orfeo.
Entendía a la perfección ese malestar de Camus.








Mientras tanto afuera de esa oficina, Aiacos llegó corriendo después de ese aviso que le dio Mii, sin embargo los médicos de la empresa ya no le permitieron el paso.

Ahora la mayoría del personal se encontraban esperando afuera también con esas miradas curiosas mirando a Samaras.

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