Capítulo 21
Parecía que quería dejar la marca de sus pasos en la sala de espera, la mirada se posaba en Aiacos quien no se quedaba quieto ni un solo momento.
Degel prefirió ir a la cafetería del hospital para poder traer algo que pudieran comer los tres mientras esperaban noticias de Camus.
— Ya me cansé de estar mirándote y eso que llevas dos horas así — Respondió Kardia llevándose una mano a su rostro muy aburrido.
— Es qué... Ya se tardaron y aún no salen de la cirugía ¡No quiero que le vaya a pasar algo malo a Camus! — Exclamó nervioso tomando asiento a lado del mayor.
— Para las cirugías tienen que tardar el tiempo necesario, no pueden haber errores, confía en que Camus estará bien. Cambiando de tema, espero que no le hayas dicho nada a Milo de tu pequeño que está en camino.
Aiacos le dio una revisada más a su celular para poder ver la hora y después lo guardó nuevamente en su bolsillo.
— No le dije nada, no quiero que se lo tome a mal. La última casi se deprime por el hecho de que yo esté con Camus.
— La vida es efímera Aiacos, siempre he dicho que se vive al máximo cada día. Estuvo mal el hecho que Milo jamás habló de sus sentimientos con Camus. Era evidente que jamás lo esperaría hasta que Milo tuviera la delicadeza de hablar. Cuando se siente algo en verdad, lo dices en ese momento, recuerda que el futuro es incierto.
Aiacos analizaba cada palabra de Kardia, ahora que lo pensaba mejor, jamás fue tan malo como sus padres siempre les mencionaron. Tenía su lado amable y comprendía a la perfección el sentido de la vida.
De manera repentina Degel llegó con una bolsa de papel en tonos café y una charola con tres vasos térmicos.
— Siento la demora pero en la cafetería había mucha gente. Traje chocolate caliente y donas.
En ese momento Degel tomó asiento a lado de Kardia y le entregó a cada uno su respectivo vaso, abrió la bolsa donde venían aquellos panes y les entregó las donas.
— ¿Ya se pasó tu molestia copito? — Cuestionó Kardia tratando de molestar un poco a Degel porqué no sabía como reaccionar ante el hecho que su hermano menor estuviera esperando un hijo.
— No me molesté, solamente trato de ver las cosas de otra manera. Nosotros no tenemos mucho para ofrecerle a ese pequeño retoño, nuestra casa no es muy grande y de verdad de no ser porqué los conocimos a ustedes... Jamás hubiera podido lograr juntar el dinero necesario para la cirugía de mi hermano.
— Entonces no estás enojado Degel, más bien estás divagando ¿No? — Contestó Aiacos mirando al mayor.
— Más bien... Molesto conmigo mismo porqué no pude lograr hacer algo por mi hermano.
Aiacos miró fijamente a Degel quien tenía su mirada perdida en el suelo, era evidente que se sintiera de esa forma porqué como hermano mayor quería lo mejor para Camus.
— Pero claro que lo hiciste Degel — Aiacos colocó su mano sobre el hombro del francés para darle confianza — Mucho antes de que nos conociéramos tu velaste y cuidaste de Camus hasta el último día y tu hermano te quiere mucho. Además si esto te hace sentir bien... Yo tampoco logré juntar todo el pago de la cirugía.
Kardia en ese momento dejó de tomar su chocolate y miró de manera sería a Aiacos.
— ¿Qué?
— Lo que oíste, Milo cubrió una parte y yo el resto por medio de un préstamo que le pedí a mi jefe. Sólo que les pido discreción, Milo no quiere que Camus se entere, por eso no dije nada.
Kardia estuvo por responderle a Aiacos, sin embargo en esos momentos uno de los médicos salió de manera repentina para pedir un gran favor.
La cirugía estaba saliendo totalmente favorable pero se había presentado una situación donde requerían de un donante de sangre.
Degel estuvo por levantarse de su asiento para ser el candidato sin embargo fue Kardia quien lo detuvo para hacerlo él.
— No copito tu quédate aquí al pendiente de tu hermano, yo lo haré.
En ese momento Kardia le entregó sus cosas a Aiacos y después se fue detrás del médico que había solicitado ese favor.
Aiacos se sentó a lado de Degel para seguir en esa larga espera.
— ¿Sabes Degel? Jamás te había visto de frente, tus lentes no me dejaban ver bien la tonalidad de tus iris.
— Se pierde el tono del color de mis ojos con el reflejo de los lentes, por eso no lo viste bien ¿Porqué la pregunta? — Cuestionó Degel sin entender porqué le decía todo eso.
— Si Camus y yo tenemos una niña ya tengo decidido el nombre que le pondré.
— ¿Y que tiene que ver el color de mis ojos aquí?
— Son de tonalidad violeta ¿No? — Le respondió Aiacos con una sonrisa mirando a Degel — A Camus le agradará la idea.
Mientras ellos esperaban noticias de la cirugía de Camus, Milo se encontraba en su oficina terminando parte de las cuentas y balances de esta semana.
Desde hace algunas horas atrás había recibido el mensaje de su hermano donde le decía que Camus estaba en cirugía y sobre todo cualquier incidente que llegara a ocurrir lo mantendría al tanto.
— Milo.
Esa voz provenía de la entrada de su oficina, era la señorita Saori quien se encontraba recargada en el marco de la puerta observando con detenimiento a Milo.
— ¿Necesita que cierre de nuevo las oficinas señorita Kido? — Preguntó sin quitar la vista de su computadora pero ya se había dado cuenta de su presencia en su oficina.
—No Milo, esta ocasión vine para preguntarte si de casualidad quieres que contrate a otro pasante más para que te ayude. Hyoga tardará un poco en recuperarse después de lo sucedido.
Saori se acercó y tomó asiento frente al escritorio de Milo para seguir hablando con él.
— La verdad me gustaría esperar a que se recupere, es un gran becario con muchas ganas de aprender, así que prefiero esperarlo.
— Es buen chico, creo que jamás te lo dije pero el vive solo. Su madre falleció en un accidente, incluso él costea sus gastos de la escuela porqué no tiene a nadie más e incluso te admira mucho.
— ¿Me está diciendo que ahorita está solo en su casa? En la condición en la que está necesita ayuda ¿Porqué no me lo mencionó?
Saori se dio cuenta que ese joven rubio comenzaba a preocuparle en demasía a Milo, tomó una hoja del escritorio junto con una pluma y anotó una dirección.
— Ten Milo, esta es su dirección... Quizá una visita tuya le mejore los ánimos, además estaría bien que vayas, me gustaría ayudarle con algo de dinero. Si me lo permites... Desde que lo conociste lo tratabas con mucha indiferencia pero ahora que te hablé de él cambió tus ánimos.
— La verdad es que si me ha hecho cambiar, he hecho algunas cosas mal en mi vida y me culpo por no poder hablar a tiempo pero esta vez... — En ese preciso momento apagó la computadora, cerró su laptop y tomó aquel papel que Saori le dio — No pienso dejar que las cosas sucedan frente a mis ojos.
No le dio tiempo de responderle, Saori se quedó sorprendida al ver que Milo salió rápidamente de su oficina para poder ir a visitar a Hyoga.
Dejó escapar una sonrisa tierna al ver sus acciones, porqué ahora Milo tenía un semblante muy distinto.
— También lo quieres... Es cuestión de que te des cuenta.
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