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Capítulo 15

Cuando Camus escuchó esa noticia, no pudo evitar soltar algunas pequeñas lágrimas de felicidad.
Después de todo su vida ahora daba un giro completamente y todo gracias a su pareja.

- ¡Aiacos no lo puedo creer! - Se llevó ambas manos a su boca por la emoción.

- No me interesa cuanto gaste en ello, lo más importante eres tú - Aiacos tomó la mano de su pareja para salir de ese lugar y darle la buena noticia a Degel...





Era fin de semana, Aiacos se encontraba preparando su desayuno cuando el timbre de la casa de su hermano interrumpió sus actividades.
Le bajó la flama a la estufa para que el agua de la tetera siguiera calentándose y se dirigió hasta la puerta para ver de quien se trataba.
No se esperaba visitas, ni mucho menos que Camus llegara tan temprano.

Cuando abrió no se esperaba que fuera su hermano el que estuviera frente a él.

- Aiacos - Saludó con indiferencia mientras entraba a su casa.

- Milo, no esperaba verte por aquí tan pronto ¿Están bien las cosas en la empresa? - Le cuestionó mientras cerraba la puerta y le seguía los pasos.

- Muy bien a decir verdad... Pero yo vine a otra cosa Aiacos - Después de decir esto dejó su maleta en el sillón y lo encaró. Si algo que tenía era que no es muy bueno hablando, le gusta ser muy directo cuando se lo propone.

- Entonces te escucho- Después de decir esto se cruzó de brazos esperando que Milo le dijera todo aquello que lo aqueja.

- Soy muy directo y lo sabes... ¡Quiero saber que carajos son Camus y tú! - Exclamó en un tono altivo.

Su hermano notó su coraje al darse cuenta que el contrario apretaba sus puños tratando de controlarse. Estaba por responderle cuando otra tercer voz se unió a esa conversación.

- No esperaba que Milo entrara y por lo menos saludara por simple cortesía.

Milo levantó su mirada en dirección a las escaleras, ahora que lo analizaba muy bien se parecía mucho a él - ¿Y tú quien eres?

- ¿Cómo que quien soy?... ¿Acaso no adivinas? - Cuestionaba el mayor de ellos con una sonrisa burlona.

- Pensé que seguías durmiendo Kardia - Susurró Aiacos en un tono audible solo para ellos dos.

- Estaba durmiendo pero el sonido del timbre me despertó... Al menos esperaba que Milo tuviera la delicadeza de saludar pero veo que sigue igual de imprudente.

- ¿A quién le dices imprudente? - Después de decir esto se acercó de manera intimidante a ese sujeto mucho mayor que él.
Solo bastó tomarlo de la camisa para verlo más de cerca - No puedes ser tú... Kardia Samaras - Susurró soltándolo lentamente asombrado por lo que acaba de ver.

- Vaya, al menos me recuerdas.

- La útima vez que te vi fue cuando nuestros padres te fueron a dejar un pequeño presente por tu cumpleaños en el internado... Era casi un niño y me habías pedido que sobornara a los guardias y les quitara las llaves. Después de ahí mamá y papá se molestaron y jamás nos volvimos a ver.

Kardia le hizo una señal a Milo para que tomara asiento en el sillón, Aiacos hizo lo mismo.

- Siento haber llegado a tu casa de esta manera pero llevo mucho tiempo tratando de encontrarlos, no tengo nada para ofrecer. Pero ese no es el punto... Primero quiero dejar algo en claro como hermano mayor.

Milo se levantó molesto del sillón y señaló a su hermano Aiacos - ¡Yo solo vine porqué él me quito a Camus!

Era evidente que Aiacos no se quedaría callado, también se levantó para encarar a su hermano - ¡Yo no te lo quité, esa fue decisión de él!

- ¡Yo lo quería y tu solo llegaste a interponerte en el camino!

Después de gritar esto se fue directamente frente a su hermano para tomarlo con rudeza de la camisa y acorralarlo en la pared.

- ¡Ya basta ustedes dos! - Gritó Kardia acercándose a ellos para tratar de separarlos de una buena vez.

Aiacos se acomodó sus prendas y con un toque de molestia se retiró a la cocina para revisar el agua que había dejado en la tetera.

Mientras tanto Kardia sostenía a Milo de los hombros - Ya cálmate... No es motivo para que a estas alturas vengas a reclamar un amor que no te corresponde.

- ¿Y tú cómo sabes que no me corresponde? Además tu ni siquiera sabes quien es Camus. Eso es algo imposible, seguramente Aiacos aprovechó que yo no estaba aquí y se metió con él para quitarmelo - Se quejó molesto tratando de quitarse de encima los brazos de su hermano mayor.

Unos minutos después Aiacos nuevamente regresó pero con un sobre entre sus manos, se lo aventó a Milo - ¡Ten!

- ¿Esto que es? - Preguntó sin entender el porqué le había dado ese sobre examinando con detenimiento la superficie del sobre.

- ¡Lo que te quitará de muchas dudas idiota!

Después de decir esto tomó su suéter y comenzó a caminar rumbo a la puerta.

- ¡Hey Aiacos a donde crees que vas! - Lo interrogó Milo con molestia - Huir no son maneras de solucionar las cosas...

Sin embargo no termino de hablar, Aiacos ya había cerrado la puerta de la entrada.

- ¿Te das cuenta de lo que ocasionas? Llegas aquí sin preguntar... No tienes la menor idea de lo que Aiacos ha hecho por Camus ¡Por eso te dio ese sobre!

Milo trataba de asimilar lo que Kardia le estaba explicando, nuevamente su mirada se posó en ese sobre donde guardaba varios papeles - Yo no entiendo que tiene que ver este sobre con Camus - Susurró mientras abría el sobre para ver el contenido.

- Iré a buscarlo, Aiacos no debe estar lejos...
Más te vale que no hagas una idiotez nuevamente, en unos momentos regreso - Después de decirle esto Kardia salió también de esa casa para buscar a su hermano, dejando a Milo completamente solo en la sala.





Mientras leía con detenimiento cada hoja, se había dado cuenta que se trataba de los estudios y resultados de Camus.
Era una larga travesía lo que su querido ha pasado y ese detalle sobre aquel tumor jamás se lo dijo.
Ó más bien... Jamás de dignó a preguntarle.

Tomando aquellos papeles en la mano salió corriendo de su casa para tratar de hablar con Camus.
Mientras corría por las calles se recriminaba así mismo el hecho de no haberse dado el tiempo de hablar con él, siempre su vida giró en torno a su trabajo porqué así sus padres se lo habían inculcado.

A diferencia de Aiacos, prefería ser más llevado y entregado por sus sentimientos y eso fue el detonante de molestia de sus padres, creando en Aiacos la inseguridad de sentirse amado, enseñandole que el amor no era la mejor opción si quería tener éxito en su vida.
La mujer que llegó antes de Camus, se encargó de sumirlo más en el desamor creando en él principios que iba en contra del amor.

- ¿Cómo pude ser tan tonto? - Se dijo Milo a si mismo tratando de calmar su respiración, había llegado a la casa de Camus.
Con pasos sigilosos se acercó con la intención de tocar la puerta, pero se detuvo al escuchar la plática entre Camus y su hermano.

- No sabes como le agradezco a Kardia que me ayudara a conseguir un empleo, ya no estaremos sufriendo por ver como conseguir el dinero para tu cirugía... No quiero cargarle todo el gasto a tu novio - Esa era la voz de Degel.

- Yo también le dije lo mismo pero se niega... Dice que aunque el vendiera su alma al mismo Dios del inframundo, él conseguirá a como de lugar para pagar lo más pronto posible.

Cada palabra que Milo escuchaba sentía como su corazón se comprimía, su hermano había hecho hasta lo imposible por ayudarle a salir adelante... Estaba más que claro que Camus correspondería a ese bello sentimiento por Aiacos.

No tuvo el valor de seguir escuchando, sin hacer ruido nuevamente tomó el camino a su casa, él salía sobrando en ese lugar.

- Sabía que te encontraría aquí.

Arrastrando los zapatos y sin levantar su mirada Milo le respondió - ¿Vienes a burlarte de mi desgracia Kardia?

El contrario esbozó una sonrisa traviesa - Que va... Estaba buscando a Aiacos y termine encontrándote a ti, ya te diste cuenta de la verdad.

- Si - Susurró sin muchas ganas - Tendré que pedirle una gran disculpa a Aiacos.

- Hay que esperar a que regrese a la casa... No lo vi por ningún lado.

Y así caminando ellos dos regresaban a la casa de Milo.
Sin saber que Aiacos ya había regresado, solo había salido por un café para poder tomárselo sin los reclamos de su hermano...

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