Capítulo 14
Sus ganas se esfumaron por completo cuando escuchó que el amor de Camus ahora le pertenecía a su hermano.
¿Cómo era posible que le ganara su amor?
Molesto salió de la oficina de Saori, ni siquiera se dio cuenta que cerca de él se encontraba Hyoga detrás de algunos estantes escuchando su desgracia.
Este fin de semana iría a su casa para cerciorarse de lo que está pasando entre ese par.
Algunos días después...
Hoy justamente era el día de la consulta de Camus, Aiacos tal y como se lo había prometido, estaba junto a su amado galo.
Desde muy temprano le habían hecho estudios y ahora solo faltaba su consulta.
Aiacos trataba de calmarlo mientras lo abrazaba, ambos se encontraban en la sala de espera, el tiempo transcurría de manera lenta.
Camus solo miraba como entraban y salían pacientes de los distintos consultorios, así como las enfermeras y los médicos, caminando de un lado a otro.
Pasó una hora, el joven de cabellos esmeralda se había quedado dormido en los brazos de su amado quien le brindaba el calor que necesitaba para descansar.
A los pocos minutos salió una de las enfermeras para llamar a Camus.
— Es tu turno — Le susurró Aiacos tocando su rostro con ternura, verlo dormir de esa forma le brindaba tranquilidad.
Aún somnoliento lentamente abría los ojos, lo primero que hizo fué darse cuenta que estaba recargado sobre ese cabello obscuro mientras Aiacos rodeaba su espalda.
— ¿Puedes pasar conmigo? — Le susurró mientras se levantaban del asiento.
— Claro... Te dije que te acompañaría y eso estoy haciendo... No te preocupes, vamos.
Aiacos tomó su mano y lo fué guiando hasta el consultorio correspondiente, el joven galo se encontraba nervioso, cada consulta siempre revelaba un avance nada agradable en su salud.
El médico en turno comenzó a revisar a Camus, su frecuencia, sus signos vitales... Todo parecía estar en orden.
Revisó su ultima cardiografía realizada, ya que al haber escuchado sus latidos con el estetoscopio, escuchó unos pequeños ruidos anormales en su corazón.
Cerró sus ojos y se retiró los lentes para pedirle un favor al joven galo.
— Joven Camus... ¿Puede llevar este papel con la secretaria? Es para que le programe una cita para seguir notando su avance.
— Claro — Susurró sin entender la situación del porqué lo mandaban solamente a él. Tomó ese papel y salió del consultorio.
Aiacos no entendía porqué se había quedado en la consulta, si él no era el enfermo.
— Lamento haberle ese pedido a su paciente señor Samaras, pero si le revelo su diagnóstico a Camus, sé que se desmaya. Cada vez que viene a consulta le sucede eso.
El médico de cabellos blancos largos se levantó, en su bata portaba una placa con su nombre "Asclepio" y le mostró el resultado de su cardiografía.
— Anteriormente, Camus no se había realizado los distintos estudios que necesitaba. Su hermano costeaba los que su economía le permitía, sin embargo es muy bueno que usted haya podido acompañarlo y sobre todo pagar todos los estudios pertinentes.
Eso era cierto, así se lo había prometido a Camus... Él costearía sus estudios con tal de verlo mejor, sabía de ante mano en el poco tiempo que llevaba junto a él que Degel hacía hasta lo imposible con tal de pagar los estudios de su hermano pero no era suficiente.
Camus necesitaba estudios muy costosos y era la razón por la cual los médico no podían darle un diagnostico razonable.
— ¿Qué tiene Camus? — Cuestionó Aiacos preocupado intentando controlarse mientras jugaba con sus dedos.
— Camus necesita una cirugía lo más pronto posible... Hay que extirpar el tumor porqué el joven está presentando embolia. Si no lo tratamos a tiempo esto puede llevarlo a un bloqueo de flujo en la sangre.
— ¿Que hay de esa situación sobre su poco tiempo de vida? — Cuestionó Aiacos preocupado por su pareja.
— Teníamos un diagnóstico erróneo por la inexistencia de los demás estudios pertinentes, pero ahora que se los pudo realizar... El diagnóstico es favorable, es urgente que el paciente sea sometido a cirugía, la tasa de mortalidad es muy baja, así que Camus tiene una esperanza de vida.
Eso era una gran noticia, si Camus tenía una oportunidad no dejaría pasar ni un solo detalle, lo que más le importaba era verlo feliz y con salud.
— ¿Cuando pueden hacerle su cirugía?— Preguntó Aiacos intentando controlarse de la emoción que lo invadía en esos momentos.
En ese momento el médico le entregó una hoja desglosada con el aproximado de los gastos para llevar a cabo esa cirugía.
Cuando miró el total que se gastaría se dio cuenta que era una cantidad que ni con una mensualidad completa de su pago sería suficiente como para terminar de pagar todo eso.
Eso era lo de menos, ya vería como se las arreglaba para pagar, si eso le daría una oportunidad a Camus de seguir en esta vida a su lado... De ser necesario es capaz de venderle el alma al señor del inframundo aunque su jefe se llame de la misma manera pero no dejaría que su amado galo le pase algo malo.
— Yo no soy familiar directo de Camus pero si soy su pareja... Usted programe su cirugía lo más pronto posible, ya veré de donde saco para pagar — Contestó Aiacos muy animado.
Jamás en su vida se imaginó hacer algo así por alguien más. No negaba que antes se había vuelto muy reservado e incluso renegaba de la vida, sin embargo el hecho de conocer a su pareja lo cambió totalmente y por él, sería capaz de ir hasta el fin del mundo.
— De acuerdo — El médico sacó unas hojas de un sobre y se las entregó Aiacos para que firmara como responsable.
A Camus ya se le había hecho muy extraño que Aiacos no saliera, incluso hasta llegó a pensar que su diagnostico era algo grave, quizá tan malo que por esa razón lo sacaron de la consulta con el pretexto de sacar una cita.
Trataba de controlarse mientras esperaba con mucha intranquilidad.
Pero a los pocos minutos de pronto un joven de tez morena salió corriendo del consultorio, ni siquiera le dio tiempo a su pareja de hablar, lo tomó de la cintura y lo elevó al aire mientras daba vueltas con él.
— ¿Pero qué...?— Camus ni siquiera terminó de hablar, por que Aiacos lo calló de inmediato con un beso tierno.
Muchos de los presentes miraban esa escena con curiosidad, otros de felicidad y unos que otros les daba igual.
— ¡Estarás conmigo para toda la vida!...
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