Capítulo 11
Un tierno beso donde ambos experimentaban un amor correspondido, valía la pena tan larga espera, sin duda Camus era el indicado en su vida.
Lentamente ambos se separaban después ese momento fugaz, Aiacos se perdía en la mirada serena del contrario.
— Perdón por ser muy repentino Camus pero... Ya no puedo ocultarlo, te has vuelto mi necesidad desde que te conocí — Susurró aún teniéndolo pegado a su cuerpo, lentamente acariciaba sus largos cabellos esmeraldas.
— No sabes como ansiaba un beso así, donde me ponga nervioso con tan solo una mirada — Después de esto sonrió tocando su rostro con suavidad.
— Ahora tendrás que irte acostumbrando porqué de ahora en adelante querré besarte a cada momento — Después de decir esto comenzó hacerle unas ligeras cosquillas, Camus se reía intentando soltarse de sus brazos.
Desde hace mucho tiempo no se divertía de esa manera.
Degel se estaba preparando para salir a buscar trabajo, sin embargo Kardia no lo dejaba ni un segundo.
Lugar donde se movía, lo seguía como su sombra.
— No sé si fué buena idea dejar que tu hermano se llevara a Camus con él, me preocupa que algo malo le pase — Respondió Degel terminando de cepillarse su cabello.
— Confía en él... Camus se ve muy tranquilo a su lado, lamentablemente tu tienes que ver por él y no puedes darle el tiempo que necesita. Si se llega a complicar no vas a estar a tiempo por si algo malo le llega a ocurrir. Por lo menos con Aiacos estará seguro — Después de decirle esto le retiró el cepillo de sus manos y lo tomó del brazo para verlo de frente.
— ¿Estás seguro?
Kardia lo tomó entre sus brazos y lo abrazó mientras pasaba sus manos en la espalda de manera tierna — Degel, sé que tiene poco que nos conocemos pero... Haré lo que pueda para apoyarte, sólo dame tiempo de buscar un trabajo y un lugar donde quedarme, te aseguro que no te dejaré solo.
— Es repentino decirte esto pero... Si no tienes donde vivir, puedes quedarte aquí, me caerá bien tu compañía, sobre todo porqué ahora Camus se la pasará con tu hermano.
Kardia lentamente lo soltó y colocó sus manos sobre la cintura del joven — De ser necesario, los protegeré con mi vida.
Después de decir esto dando pasos atrás comenzó acorralarlo en la pared, con su mano derecha lentamente tomó su rostro y comenzó a besarlo con suavidad.
Degel al principio quería quitárselo de encima por lo repentino que llega a ser ese hombre pero poco a poco cedía ante la calidez de Kardia.
La tarde llegaba, Camus se la pasó ayudándole a su pareja, de esa manera se entretenía, entre la plática y risas se les fué todo el día.
Dentro de algunos minutos saldrían de la oficina.
— Ya no pudimos cenar juntos pero saliendo de aquí te llevaré a un buen lugar ¿Qué dices Camus? — Cuestionó Aiacos mientras terminaba de acomodar sus documentos en la maleta.
— Pero parece que quiere llover... Se está tornando el cielo gris — Señaló el joven galo mientras observaba por la ventana como cambiaba repentinamente el clima.
— Entonces ¿Dejamos la cena para después?... — Aiacos no terminó de hablar, su celular comenzó a vibrar, era un mensaje de Kardia.
Comenzó a leerlo y después de que terminó solamente se río y contestó, no tardó mucho en hacerlo.
— ¿Quién era Aiacos? — Cuestionó con curiosidad mientras se recargaba en su hombro.
— Kardia... Me pidió encarecidamente que esta noche no te llevara a tu casa, al parecer estará muy ocupado con tu hermano... Así que no queda de otra más que te vayas conmigo preciosura.
— Me alegra que mi hermano por fin se dé la oportunidad con alguien más. Siempre estuvo al pendiente de mi que jamás se dio un tiempo de salir con alguien más... Cada que podía rechazaba las oportunidades con sus pretendientes.
— Las cosas serán diferentes a partir de ahora... Prometí cuidarte y es lo que haré — Después de decir esto acomodó su maleta sobre uno de los muebles y después tomó a Camus de la mano para irse.
Varios de los empleados del lugar se habían pasado a retirar, solo quedaban alguno que otro personal de intendencia para dejar limpio el sitio.
Cuando salieron de aquel edificio la lluvia no fué un buen aliado para ambos, grandes gotas de agua caían acompañado de granizo.
— ¿Y ahora que hacemos? — Preguntó Camus observando como la gente corría para cubrirse de la lluvia en donde podían.
Aiacos saco su celular para ver si podía pedir un servicio de taxi privado pero su aplicación le marcaba que los autos más cercanos a su ubicación estaban a media hora de él, con la lluvia se había incrementado la demanda.
— ¡Ahora maldigo el porqué jamás hice caso de comprar un auto! Los taxis demorarán mucho en pasar.
La intensa lluvia no cesaba, las corrientes de aire se volvían más intensas, esto hizo que el joven galo intentara abrazarse para brindarse un poco de calor corporal.
Aiacos se dio cuenta de aquello, se quitó su saco y se lo colocó rápidamente.
— No puedo dejar que te enfermes... En tu actual estado es muy propenso a que puedas resfriarte — Al momento que le dijo esto buscó con la mirada algo que le fuera de ayuda.
Aunque la lluvia no lo dejaba mirar bien a su alrededor, a lo lejos pudo ver algo inusual pero que le ayudaría a que Camus no se exponga al cambio drástico del clima, un hotel.
— Ya se a donde iremos, no quiero que te quites el saco por favor— Rápidamente lo tomó entre sus brazos y esperó que se colocara encima su saco para poder cubrirse.
¿Porqué siempre Aiacos procuraba cargar a Camus?
No quería que hiciera esfuerzo, el hecho que su corazón se altere puede traerle consecuencias graves, prefería llevarlo de esa manera.
Cuando Camus estuvo listo Aiacos se llevó al joven galo, la intensa lluvia no cedía, sus cabellos cerúleos terminaron mojados como si se hubiera metido a dar una ducha.
También algunos cabellos viridían quedaron empapados, pero lo qué más le importaba a Aiacos era que Camus no se mojara y sobre todo que no se enfermara.
Quizá la gente que los observaba desde lejos dirían que ese par esta loco, mojándose en medio de la lluvia.
Otros pensarán que simplemente son dos enamorados en medio de las cristalinas gotas de agua... Algo romántico para algunos.
Después de todo la gente habla lo que quiere.
Pero para Aiacos solo le importaba una cosa y eso era el bienestar de Camus.
Cuando llegaron al hotel, Aiacos lentamente bajó a Camus de sus brazos mientra el contrario se retiraba el saco con el que venía cubríendose de la lluvia.
— Aiacos terminaste todo mojado — Respondió Camus tomando un mechón de su pareja, estaba completamente empapado.
— Descuida, lo más importante es que tú estás bien... Mejor ven — Lo tomó de la mano y comenzaron a caminar a la entrada del hotel — Disculpa esta decisión tan repentina pero necesito cuidarte...
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Buenas madrugadas personitas bellas, ¿Se pondrá bueno el siguiente capítulo? 🔥🔥🔥 claro, es el momento perfecto para ambos, nadie los molestará, además lo merecen 🥰🥰🥰 sin más me despido, les mando un abrazo los quiero 💖💖💖
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