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Capítulo 10

— ¿Quién eres tú? — Cuestionó el joven galo levantándose de la silla muy nervioso, quizá hizo algo mal en ese lugar.

De manera intimidante se fué acercando a ese joven que despertaba su curiosidad.

— Vaya... ¿Aiacos no pudo conseguirse algo mejor? — Cuestionó con malicia.

— ¿Quien es... Yo no te conozco? — Comenzaba a sentirse más nervioso dando pasos para atrás.

— ¿De qué lugar te recogió Aiacos, mocoso? — Cuestionó la mujer con altivez, si algo que no toleraba era ver a su ex pareja con alguien más.

Camus no supo que responder, cerró sus ojos pero en ese momento una voz que ya conocía a la perfección llegó para defenderlo.

— Pandora, aunque seas familiar del señor Hades no te da el derecho de venir y molestar a mi acompañante — Respondió Aiacos entrando a su oficina y colocándose frente a Camus.

La mujer sonrió con malicia y se acercó a Aiacos para tratar de cortejarlo y también para hacer irritar a ese acompañante suyo de cabellos esmeraldas — No se te olvide que ambos tuvimos nuestros mejores momentos— Le dijo en un susurro intentando provocarlo y que cediera.

Aiacos de manera repentina tomó la mano de la mujer de una forma brusca — Te lo diré una sola vez y quiero que te quede bien claro, tú y yo no somos nada desde que decidiste verme la cara... Hades está enterado que de ahora en adelante Camus vendrá conmigo diario, así que quiero que lo respetes — Después de decir esto Pandora lo miró con desprecio, se soltó del agarre de Aiacos.

— ¿Qué? ¿No lo pudiste dejar en tu casa? ¿O le gusta seguirte los pasos? — Cuestionó la mujer con desdén.

Al escuchar que cada palabra que soltaba Pandora, era como si soltara veneno... Se acercó al galo quien estaba completamente asombrado con lo que pasaba y tomó su mano para darle confianza — ¿Y sí así fuera qué? Soy libre de hacer lo que me venga en gana y también de amar a quien realmente vale la pena, ¿De acuerdo...? — Esto último lo dijo sin pensar.

Pandora al escuchar eso no pudo evitar molestarse y pasar a tirar las cosas que Aiacos tenía encima de su escritorio. Después lo miró de manera desafiante y también le dedicó una mirada retadora al galo.

Cuando salió de la oficina Camus se quedó sin saber que responder, dio un largo suspiro y fué el primero en hablar — Perdón Aiacos, quizá fué mala idea de venir contigo, solo te causo problemas — Susurró en un tono melancólico con la mirada perdida en el suelo.

Aiacos  caminó hasta la puerta de la oficina y cerró la puerta para que nadie más los molestara, nuevamente se acercó a Camus y lo estrechó entre sus brazos — Perdóname Camus, no debí dejarte solo.

El galo se aferró a su pecho con lágrimas en los ojos, era con el único con el que se sentía seguro.

— Ella era la mujer que solo jugo conmigo... Lamentablemente me la tengo que topar aquí en el trabajo porqué es sobrina de Hades.

— ¿Y tu jefe no te odia por ello? — Preguntó el galo con curiosidad.

— No, porqué sabe que es muy manipuladora, de hecho ya le avisé que estarás viniendo todos los días conmigo... Así Degel tendrá un respiro — Respondió Aiacos mirando el rostro del galo, con sus dedos le retiraba algunas lágrimas de sus mejillas.

— No quiero ser una molestia... Desde  que me diagnosticaron mi enfermedad, siento que solo soy una carga para los que me conocen.

Aiacos cerró sus ojos, bajó sus manos a la cintura del galo y lo pegó más a su cuerpo — Sé que lo último lo dije sin pensar Camus pero... Desde que te conocí llegaste a mi vida y la cambiaste completamente, por eso fuí muy insistente respecto a tus sentimientos por mi hermano y... — Aiacos no terminó de hablar, Camus había colocado su dedo índice sobre sus labios.

— No pienso esperar a que regrese tu hermano y vivir lo poco que me queda esperando... Si me acerqué a ti desde el principio fué porqué tu me inspiraste confianza desde la primera ocasión.

Aiacos se quedó sin saber que responder, era todo lo que quería saber... No darse falsas esperanzas y terminar más lastimado de lo que ya estaba — Entonces... — Lentamente tomó el rostro del galo, se acercó con un poco de timidez y unió sus labios con le contrario. Era una sensación que recorría por todo su cuerpo, de manera inconsciente se había enamorado de Camus.

— Te amo — Susurró entre ese beso, sin romper el momento nuevamente bajó sus manos a la cintura del contrario y pegarlo más a él, desde hace mucho tiempo atrás, no sentía una calidez como ahora.

Camus colocó su brazos rodeando el cuello del contrario profundizando más ese ansiado beso que aguardaba por ambos desde hace mucho tiempo...















Milo estaba muy confundido en su oficina, ese nuevo asistente lo ponía muy nervioso... Sobre todo por la cercanía en la que le había pedido el gran favor de mostrarle más.
Pero también se sentía muy nervioso porqué Hyoga reflejaba una mirada tierna como su amigo Camus.
No negaba que siempre lo miró como algo más que una simple amistad pero por una cosa o por otra no se animaba a decirle lo que sentía, siempre anteponía sus trabajos y es la hora en la que no se ha animado a mandarle al menos un mensaje o llamada.

  — ¿Le doy mucha importancia a mi trabajo?— Se cuestionó el mismo mientras jugaba con su pluma tinta fuente entre sus dedos.

Dirigió su vista a la ventana para poder despejarse un poco, el paisaje repleto de edificios no lo dejaban pensar con claridad.

— Necesito saber si Camus me corresponde, tendré que preguntárselo, esta noche haré el esfuerzo por llamarlo.

Se dijo a si mismo y nuevamente siguió en su computadora, si algo que no le gustaba era estar distraído en cosas que según él, no son tan necesarias.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la llegada de la señorita Saori quien tocaba la puerta con sutileza.

— Buenos días Milo... ¿Puedo pasar? — Cuestionó la joven.

— Adelante — Respondió Milo levantándose de la silla como muestra de respeto.

Saori entró y tomó asiento frente a Milo  — Milo... Puedo pedirte un gran favor?

— Dígame señorita.

— Tengo una cita con el joven Julián Solo en la noche, tendremos una cena sobre negocios y quería saber si tu podrías encargarte de cerrar el edificio cuando te vayas... A nadie más le puedo encargar este favor más que a ti, eres mi mayor confianza.

Milo no podía negarse a ese favor, esto le sería de ayuda para garantizar su labor con Saori — Claro señorita Kido, no tengo inconveniente.

— Sabía que podía contar contigo... Muchas gracias Milo — Después de decir esto le entregó las llaves — Hyoga te ayudará para dejar todo en orden.

Milo se asombró, también estaba molesto porqué casi no tolera al chico a su lado, simplemente asintió cuando miraba como Saori salía de su oficina.

Esa idea la detestaba...

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