Parte 4
Último capítulo!!!!! Espero que les haya gustado
$o entretenido aunque sea u.u
Sep! Amo escribir sobre esta pareja <3
No hay advertencia más que depresión y un par de muertes poco gráficas e.e eso es todo
Hasta la proxima!
Pensamiento o recuerdo: hola (cursiva)
Llamadas o audios: hola (negrita)
Carta o nota: hola (subrayada)
~Comienza~
–Sioni...– la voz de su padre la llamaba hasta donde estaba –al final disidiste enfrentar a tu propia familia– una decisión lista para cumplir.
–Eh venido a ejecutar mi parte del trato– lo dijo al otro lado de una puerta. Observo a cada un de los soldados con los que había entrenado desde muy pequeña –¡enfrentame si es que eres un hombre!– palabras que salieron burlonas.
–Déjenla pasar– todos los subordinados se hicieron a un lado permitiendole pasar a su superior. Ellos miraron con lastima. Sin saber por quien de los dos futuros cadáveres sentir la pena.
Lo observo desde el otro lado. La sangre cubría su ropa negra. El arma que sostenía se mantenía en la mano derecha. Desafiando al hombre ante sus ojos, ella debía cumplir –es un gusto poder tener una pelea con usted padre... por el honor– lo apunto con determinación.
–Así es– se levanto con una espada. Bestia de la forma más común, listo para la lucha –sin embargo juraste que me asesinarías con esta presiosura– levanto el arma de su hija con molestia.
–No se preocupe– ni siquiera con respeto ella ya no podía considerarlo como su padre –yo misma le arrancare mi katana de sus asquerosas manos– se balanceo contra el hombre. Chocando ambas hojas con fiereza.
Un golpe que esquivo apenas. Una apuñalada en el corazón que el sujeto no tardo en desviar. Una patada en el abdomen la hizo escupir sangre. Mil rascuño que solo ella recibió –te has vuelto débil– una cruda verdad –desde niña aparentabas más fuerza de parte de la familia– la muchacha respiraba agitado. El agotamiento llego más rápido a ella, sin posibilidad de vencer.
–¡Una asquerosa fuerza!– nada más que eso.
Entre golpes y patadas. La joven apenas si esquivaba algunos. La impotencia se hacia más fuerte. Apenas si lo noto, su propia katana, el primer regalo que tomo entre las manos, se encontraba incrustada en su pecho. Un poco por sobre los senos. Cayo al suelo, agonizando por el dolor ese era su fin.
–En verdad te has vuelto débil– paso a su lado. Desafiándola con solo la posición. Pateo el alfanje para alejarla de ella.
–Eres... un... mal... dito– el liquido carmín se escapaba de su boca. Ya no podía hacer nada. Su cuerpo no servia para más, debía admitirlo –¿Qué... piensas hacer?– intento levantarse, pero no pudo.
–Como soy un viejo, la familia quiere que le de mi lugar al aproximo heredero... o sea tú– la señalo con molestia. Camino hasta una de las puertas. La abrió mostrando a un chico rubio completamente lastimado.
–¡Aki!– su pequeño hermano sufrió.
–Pero ahora con mi segundo hijo sera más fácil seguir controlando todo los tramites y dinero de la familia...– lo tomo del pelo levantandole de la cara. Un moretón en la mejilla. Una linea roja deslizándose por el labio inferior. Un ojo morado, señal de abuso.
–Nee-... san– ya no podía decir nada más.
–¿Como... piensas contro...– empezó a toser de nuevo –controlarlo?– finalizo en pocas palabras.
–Matrimonio– una repuesto que la sorprendió –con el matrimonio arreglado sera más fácil ¿no?– ella no dijo nada y el menor solo atino a bajar la cabeza –Tashi esta más que contento de casarse con tu hermanito– un reconocimiento más que vergonzoso.
–Desgraciado– mascullo ahora hirviendo de la necesidad de matarlo –yo... ¡no lo permitiré!– se paro de repente, sangrando mucho más. Intento golpearlo pero el cuchillo ni se aproximo. Un codazo en la espalda lo hizo caer de nuevo. Para esa familia el valor no podía ser apreciado.
–¡Tsk! me decepcionas– la lagrimas empezaron a brotar, de cuatro ojos azules. Solo un par los miraba con fiereza. Los hermanos se lamentaban.
–Eres un asco... Tashi es nuestro primo... no puedes...– intento decir algo que le haga entrar en razón a ese hombre tan repugnante. Tenia que intentar lo que sea.
–Tú sabes muy bien que entre Tashi y Akihito no hay ninguna conexión sanguina, después de todo él es el hijo del hermano de tu madre... gracias a ti tuve muchos problemas con su familia... pero con este matrimonio esos conflictos se desaceran– su tono era orgulloso, sin arrepentimiento del daño provocado.
–No... yo me encargare de evitarlo– estaba desidia a arruinarle la vida. Costara lo que costara.
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Del otro lado de la enorme mansión. Dos hombres se disparaban intentando vencer a su oponente, pero ninguno daba el primer paso para ganar al rival. Ryuuichi busco diferentes formas de poder llegar a su enemigo. Un largo pasillo que los separaba. Dos paredes protegiéndose entre si. Tres hombres enfrentándose. El mafioso miro a su leal acompañante asiéndole una señal con la mano. Algo que solo ellos entendían. Miro una vez más para entender que eso iba a ser más que difícil.
–Asami-sama ¿me gustaría saber que interés tiene en Akihito-kun?– espero a que respondiera. Detuvo todo tiroteo sabiendo que si se descuidaba de ese lugar no saldría vivo.
–¿Cual es el tuyo?– no iba a responder primero.
–Bueno... digamos que unirme a la familia Taba me salvara la vida, necesito estar unido en matrimonio con Akihito-kun– las palabras menos adecuadas justo en el peor momento. Sonrió en su interior –muchos problemas me siguen así que necesito esto, pero no se preocupe... seré amable con Akihito-kun– un murmuro casi inaudible.
–¿En verdad crees salvarte de la muerte?– le dijo con cierto desagrado. Otro más que deseaba algo de su propiedad. El corazón de ese niño no soportaría por mucho más. Él se encargaría de hacer pagar a todos los que se atrevieron a lastimarlo. Bien sabia que tenia el apoyo de la mayor.
–¿Qué?– sin darse cuenta. Alguien le apuntaba con cuidado. Este lo observo sabiendo que ese ya era su fin.
–Ya perdiste...– Ryuuichi bajo su arma teniendo el triunfo en esa batalla solo para él. Recorrió el estrecho pasillo en donde se encontraban. Su subordinado lo tenia contra el piso –ahora morirás por tu insolencia– un enemigo realmente peligroso fue el que busco.
–Vaya... en verdad usted es impresionante– elogio. Aun sabiendo que no tenia ninguna palabra que lo salvara –todo ese talento para salvar a Akihito-kun... no entiendo– confeso con obvia molestia. Esos sentimientos de apego no lograba comprender.
–No es necesario que entiendas– una sola bala acabo con su vida. El disparo perforo su cráneo, definitivamente ese era su final –Kirishima, ahora...– se callo de repente.
–¡Akihito!– el grito de una mujer lo altero. Reconociendo de inmediato a la persona que llamaba.
Sin esperar más empezó a correr en su dirección. Una habitación la cual no tardo en ingresar. Acabando de una vez con todos los molestos insectos de su camino. Miro la escena. Una muchacha en el suelo sangrando, intentando llegar a otro rubio tirado.
–¡Takaba!– se acerco tomándole del rostro ahora más pálido de lo común, inconsciente y con el pulso lento. Su luz poco a poco se acababa –Oye despierta– pero el pequeño no respondía.
–Como siempre, mis hijos son todos débiles– entonces lo vio. n hombre mayor de lo que aparentaba, varias canas y los mismos ojos azules que compartia con sus herederos –la familia Taba esta cada vez más en decadencia con niños como ustedes– le señalo con su espada intentando disimular su desagrado, ahora todo estaba mal.
–¿Crees tener el poder para seguir aun sin herederos?– miro al hombre que solo soltaba la katana, era tan lamentable esa escena.
–Todo ya llego a su fin, es hora de que esta familia desaparezca– miraba a los dos con molestia. Ese día fue más que lamentable. Todo salio fuera del plan, corriendo tras su propio mando. Declarando la guerra a la sangre que fluía por sus venas.
–Estoy de acuerdo– se pudo escuchar un ruido metálico rosando la madera. Todos se voltearon viendo a Sioni. La furia dominaba todo su ser, a pesar de las heridas al final cumpliría con sus promesas –estoy en completo acuerdo, Ryouhei... ahora me encargare de acabar con todo– apunto directo a su corazón –los Tabas deben desaparecer, padre– entonces se lanzo en su dirección. Este intento esquivarlo pero no pudo. Tropiezo con la pierna del menor cayendo en completa desventaja.
Ella no desaprovecho la oportunidad clavando la hoja en el pecho. La sangre no tardo en salir. Lentamente lo levanto para volver a incrustarlo, otro más. Unas 7 veces mínimo continuo llenando la habitación de un color carmesí. Cuando por fin la cordura se digno a reaparecer. Miro luego a su hermano que se encontraba en los brazos del mayor.
–¿Satisfecha?– salio de su boca. Todo ese rencor nuevamente se transformo en destrucción.
–No– giro su mano apuntando la punta directo a su garganta –ahora es mi turno para que todos los Tabas se pierdan– lagrimas cayeron por sus mejillas. Sabia que esa era la única opción.
–No lo hagas... nee-san– entonces lo escucho. Akihito se levanto mirándolo con los ojos vidriosos. Observo a la joven en completa tristeza. Sabia que ella solo quería olvidar –no me dejes solo– una petición que muy pocos podrían completar.
–Aki... quédate de alado de Asami-san, deja que la familia se maten por los bienes... a ti no te debe importar– una pequeña sonrisa se reflejo en sus rostro, su destino.
–Eres mi única familia... yo quiero estar a tu lado, ayudarte– una petición que temían.
–Aki...– no sabia que más decir.
–¿Acaso no quieres proteger a Takaba?– el que hablo esta vez fue el mafiosa. Ambos lo observaron con obvia sorpresa –tu dijiste que una vez que te volviera cabeza de los Taba protegerías a Takaba de todo los peligros, así no ayudaras en nada– esta no respondió. Se sentía impotente, pero tenia razón.
Rajo la katana y miro ambos muchachos intentando ignorar lo que esos dos la obligaban a sentir. Sonrió de nuevo, sin embargo ahora con más felicidad –si... seré cabeza de la familia...– apenas termino la oración. Cayo inconsciente sobre el suelo.
–¡Nee-san!– corrió a su lado, ambos olvidaron la herida abierta –¡Nee-san!– dormía ya muy cansada.
–Perdió demasiada sangre...– entraron en el cuarto soldados. Todos listos para atacar, Asami levanto su arma en defensa de aquello que tanto quería. Llegar tan lejos para perderle ahora era demasiado.
–¿Quien asesino a Ryouhei-sama?– dijo el que encabezaba a los hombres.
–Sioni Taba– respondió con simpleza. Si al final la promesa se cumplía todos salían inmunes.
–Eso es bueno– con una señal en la mano llamo a enfermeros para que se llevaran a los heridos –al final la mocosa cumplió con su palabra– se dio la vuelta yéndose del lugar.
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Días más tarde u na muchacha vestida de un tradición kimono. Arrodillada frente a muchos representantes de cada familia. Detrás de ella se encontraba Akihito un poco nerviosos debido a la situación en la que se encontraba. Sioni suspiro, todo le parecía fastidioso. Observo a cada uno de sus colegas. Las heridas por fin cicatrizaron. Cada uno de los presentes la reconocieron como su nueva líder. También al menor como parte de la familia, cambios favorables.
–Bueno... los reuní porque hay dos asuntos importantes que quisiera tocar– con voz firme empezó su explicación.
–Espero que valga la pena, Sioni-san... estaba en un asunto cruciales– reclamo un muchacho casi de la misma edad que la que se encontraba sentada en el medio. Reposo sobre su mano. Todo le parecía más que fastidioso.
–El primer tema es personal... pero se que el segundo les agradara mucho– se auxilio sabiendo que todos los presentes tenían una paciencia un tanto mala.
–Dilo de una vez... niñata, ya me estoy aburriendo– la que hablo esta vez fue una mujer rubio con más edad que contar. Conocida por toda la influencia que podía llega a poseer. Miro a los presentes con obvia inquietud, todo lo que decían los Tabas siempre era de suma importancia. Por más mínima que la vieran.
–Quiero cambiar el apellido Taba– silencio absoluto. Observaron a la joven. 10 familias con diferentes apellidos con un mismo pensamiento en la cabeza, pero diferentes preguntas para hacer.
–¿Cambiarlo? ¿Por cual?– interrogo otra mujer más. Esta con un mechón azul
La intriga de los nuevos cambios sorprendía a todos. Bien sabían que padre e hija nunca se llevaron bien. Mal conocían los problemas que surgian de esas discusiones, pero ninguno interfirió en su relación. Ya muchos esperaban la inmanente muerte de ese sujeto que dominaba a sus familias. Debido a tanta corrupción que había a su lados.
–Takaba– todos miraron perplejos. Un apellido que nadie esperaba.
–¿Takaba?– murmuro más de uno aun sabiendo que eso resultaba muy inusual, pero bien comprendían cual era la razón.
–¿Alguno protesta?...– todos negaron de inmediato –muchas gracias– a nadie le importaba realmente ese tema. El único cambio provenía de todo el papeleo que debían hacer.
–¡Oye, Sioni!– llamo otro de cabello castaño oscuro –yo no pienso hacer ningún tramite– aclaro de inmediato sabiendo que esta no se negaría ante la irritante insistencia de su primo.
–¡Ya sé! ¡Ya sé!– empezó sacudiendo la mano –si te doy algún trabajo seria solo un desastre... a ti no se te debe fiar nada– empezaron a insultarse.
–¿Acaso insinúas que no puedo mantener el orden?– coloco ambas manos sobre la mesa ya perdiendo la paciencia.
–Eso mismo quiero decir– empezó con un aire de grandeza. Eso si era un verdadero conflicto.
–¡No empiecen niños!– la que reclamo esta vez fue una mujer madura –¡ambos son cabezas de sus familias, no pueden estar desafiándose como si fueran infantes... tienes responsabilidades en este clan...!– como una abuela sabia. Los dos rebeldes se arrodillaron frente a la anciana recibiendo el regaño.
–Si... lo sentimos– dijeron al unisono ganándose la peor de las humillación.
En cambio Akihito reía desde lejos. Esa escena de caricatura causaba que todos los presentes perdieran la seriedad en un abrir y cerrar de ojos. Sintió una vibración. Era su teléfono que se encontraba adentro de su yukata, él en cambio opto por ponerse algo mucho más cómodo.
Quito el objeto, mirando el mensaje de la persona que menos se los esperaba –"Takaba... te estoy esperando en la entrada, ven"– el mensaje era de Ryuuichi. Le extraño un poco ya que no esperaba su visita en ese día.
Sin pensarlo. Se levanto de su lugar bien elegido por la familia. Para irse a donde se encontraba. Llamo la atención de uno de los invitados que solo lo miro con duda.
–¿Se retira, Akihito-kun?– pregunto esta vez un muchacho que vestía de manera común. El cabello negro y ojos de un gris claro, cubierto por un simple lente.
–¡Ah! Takahashi-san... bueno... realmente no entiendo mucho sobre estos temas– contesto el rubio. Llevando una mano a la cabeza poniendo una cara de despreocupado.
–Oh bueno, entonces nos vemos– con una sonrisa amable simplemente lo saludo para que este se marchara tranquilo.
–Si– con un simple saludo se despidió, entonces noto detrás de la persona con la que estaba hablando, a un muchacho de cabello castaño. También vestido de manera muy común. Este tenia sus bellos ojos verdes apagados. Un gesto melancólico. Algo que le sorprendió de sobremanera. Sin mucho más que lo distraiga. Salio de la enorme sala, yendo directo a donde se encontraba el mafioso –¡Asami!– lo vio allí recostado por una de las columnas. Ese hombre siempre aspirando aire de grandeza –¿Esperaste mucho?– en su nueva casa debía ser educado.
–No...– lo observo con cuidado, las heridas no eran más que simples rascuño –estoy esperando a Sioni, enseguida tenemos una reunión– temas complicados que solo personas acostumbradas tendrían alguna idea.
–¿Otra?– este lo miro con duda. Él no comprendía lo que acaba de decir –ahora mismo esta en una reunión con las demás cabezas de las familias– explico rápido mientras esperaba que entendiera y así no preguntara nada.
–Ya veo...– sin embargo los temas que no tenían que ver con él no le daba importancia.
Esperaron por unos largo segundos hasta que alguien apareció –mocoso...– el sensei de su hermana mayor –Sioni ordena que vayan a esperar en la sala pequeña– con un gesto que daba miedo se fue sin dar ninguna explicación.
–¿Los dos?– no recibió ninguna respuesta. El hombre ya se había marchado.
–Asi parece...– sin esperar nada, en verdad nada. Empezó a caminar sin saber en donde se encontraba el dicho lugar. Cuando Akihito recordó que ese era un desconocido en la casa. No tuvo de otra que alcanzarlo y guiarlo por la enorme mansión.
Llegaron a un habitación, que como su nombre se lo decía, era un sala pequeña con un mesa en el centro. Almohada a los lados. Decoraciones usuales que hay en una casa japonesa antigua. Dos puertas. La segunda daba al patio que con la época tenia una hermosa vista. En ese momento una empleada servia una taza de té para los recién llegados.
–Este es un lugar más privado– un sonrojo se formo en su rostro. Se apresuro a arrodillarse a un lado. Esperando al mayor.
–¿Privado?– la casa de los Taba... digo Takaba, contiene mínimo 5 salas de reuniones. Claro que cada uno con temas diferentes o sus razones, pero si ese espacio era un lugar que muy pocos podrían llegar a ingresar era por algo.
–Digamos que nee-san ya te considera parte de la familia– tomo un sorbo del té. Intentando disimular un poco el color de sus mejillas.
–Oh... eso quiere decir que ya me ah aceptado– se inclino sobre la mesa tomando el mentón del oji-azul antes de que este se apartara.
–¿Que... quieres decir?– los nervios lo traicionaba.
–Supongo que desde ahora puedo tenerte solo para mi ya que poseo el permiso de los Taba– murmuro con sensualidad. Apresurando esos labios finos que siempre saboreaba con facilidad. Lo robo todo el aires de sus pulmones. Gustosa boca que no soltaría nunca. La piel más delicada que solo él era dueño. Si no fuera porque en cualquier momento aparecería ella. Lo hubiera desvestido y hecho el amor de forma brutal. Las dos semanas lejos es mucho tiempo.
–Takaba...– murmuro apenas se separo –ahora el apellido de la familia es Takaba– un inicio un tanto nervioso.
De repente la puerta se abrió de golpe dejando pasar a una muchacha que se quitaba el kimono y lo dejaba tirado en el suelo. Sioni quedo más cómoda con la vestimenta que llevaba al comienzo de la historia –si que odio las reuniones familiares– decía mientras se sentaba a un lado de su pequeño hermano –ah y Asami-san...– miro al hombre que ya estaba separado del menor –aun no tiene mi aprobación– espero a que la sirvienta terminara de servir el té, para beber un poco.
–Suponía que dirías eso– saco de su bolsillo el paquete prendiendo uno de los cigarrillos. Estar con esa mujer le sacaba de quiso.
–Entonces nee-san ¿Por qué estamos aquí?– pregunto en completa duda.
–Bueno... la sala en la que se suele hablar sobre estos temas quedo hecha un desastre después de lo que paso– el lugar que mantenía más muertes de las que se deben contar.
–Ya veo– el muchacho imito a su hermana y tomo del liquido. Observo a los presentes que solo mantenían un silencio un tanto incomodo. Supuso que él tendría que interrumpir esa calma. En raras ocasiones Asami Ryuuichi-sama se encontraba serio por un asunto de "negocios" bien se podría decir –bueno... ¿Por qué estoy aquí?– si ese era un asunto de "negocios" él apenas estaba aprendiendo a comercializar.
–Primero que debes acostumbrarte a las reuniones por si en algún momento debes precederse– el chico la miro con obvia molestia. Solo había asedio a quedarse con la familia para apoyarla en todos los conflictos que nacían a la muerte del antiguo cabeza, pero no tenia planeado, ni siquiera pensaba, en convertirse en el próximo líder de todo ese clan.
–Ya lo sé– pero como bien se lo había explicado a las horas de su recuperación. Todos sus parientes se atacarían entre ellos para poder quedarse con el mando, o aunque sea una pequeña parte de los bienes. Él no quería eso.
–Y también porque tenemos que planear un casamiento– la joven junto ambas manos con un brillo extraño en sus ojos.
–¿Casamiento? ¿De quien?– con completa inocente observo a los mayores. Por alguna razón el mafioso mantenía un arco en la ceja. Como si la desafiara a responder.
–Tuya– lo señalo con incredulidad. Mientras mantenía una sonrisa picarona en su rosto.
–¡¿Qué?!– tan solo oírlo lo dejo pasmado –¡No!– sea con quien sea se negaba totalmente.
–Pero si es con Asami-san– ahora señalo al hombre mientras observaba a su hermano. Todo eso contenía un aire tan divertido y natural que hace tiempo no disfrutaba.
–¿Asami?– aunque podía llegar a pensarlo. No podía creer que este aceptara algo así.
–Deberías preguntar a las personas antes de proponer temas como esos...– al parecer su entendimiento estaba no muy lejos del menor –pero podría considerarlo– claro que tampoco le veía mal la idea.
–Debido a que los asuntos de la familia son solo de la familia. Traer a un mafioso de la nada armara descontentos en los demás cabeza...– después de todo ella no era la única que mandaba –por eso un acuerdo legal es mejor que una guerra por el poder– lo sabia a la perfección.
–Si hago eso entonces también recibiré apoyo de los Takaba– todos debían admitir que ese apellido llevaría tiempo acostumbrarse.
–Apoyo, bienes, subordinados, tierras, todo en un solo paquete bien decorado– sedujo lo que muy pocos podrían resistir.
–Oh... eso suena interesante– una media sonrisa se formo. Esos dos ya habían firmado el final del cuento antes de tiempo.
–¡Oigan!– Akihito exploto –¡Déjense de destupieses, yo no haré eso!– obviamente aun debía mantener su orgullo y dignidad, o lo que quedaba de ella.
–Aki... como un actual miembro de la familia debes cumplir con tus obligación– tomando una posición seria ante el menor, empezó con un discurso que muy poco le agradaba.
–Pero... yo no soy una mujer para que me estén casando– ideas e ideas que no surgian.
–Aun no es momento– aporto el hombre mientras miraba a los que compartían la misma sangre.
–¿Usted cree?– la que pregunto fue la muchacha siempre manteniendo el respeto.
No dijo nada, se mantuvo en un silencio un tanto amenazador que incomodo al menor. Se levanto de repente mirando con enojo a los presentes –¡Yo no soporto esto!– lo más obvio del lugar –¡Me voy de aquí!– salio como si nada.
–Aki sigue siendo el mismo– una disimulada sonrisa se escapo. Miro al hombre que mantenía el mismo gesto de siempre –Sabe Asami-san... quiero que Aki sea feliz...– ahora que ambos estaban solos podían hablar de en serio.
–¿Casandolo por deber lo lograras?– parecía la idea más infantil. También estaban los pequeños detalles que él no conocía, pero aun así debía seguir.
–No se si usted ama a mi hermano, pero si que siente algo por él...– no respondió –si Aki es feliz no quiero que sea como un simple objeto, el día que vea algo en usted para Aki entonces yo lo aceptare, no tiene idea de cuantas puertas se abrirán– una peligrosa conquista que hallar. Un reto imposible.
–Ya lo dije una vez– las realidades unilaterales –no busco ninguna recompesa– una pieza más del tablero.
–Eso es bueno Asami-san... convescame y quizás un día piense bien de usted– sin decir más salio del cuarto.
–Ya lo veremos– desafío lo indescifrable.
Por nada los ahora llamados Takabas eran temidos por todos. Poseen más y al mismo tiempo menos. Siempre yendo por el final que nunca encuentra. Por ahora el relato de como Sioni y Akihito se convirtieron en más, termina aqui, pero no se asusten. La historia de esta familia aun continua. Con más peligros que una katana en el pecho.
Fin.
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