XII EL GRAN SUEÑO
El sueño de amarte
un día se cumplió,
y cuando llegó ese día
un ángel me colmó.
Tumbado en mi camita,
rezaba yo a mi Dios
que me trajera una florecilla
para saciar mi devoción.
Y un buen día dormido,
llamó a mi puerta un servidor,
diciéndome que me esperaban
en el Palacio del Rey Sol.
Y allí se postraba
en su silla de dulce miel,
una alondra cantarina
con aroma a rocío de hiel.
Pobre pequeña princesita,
yo llenaré tu corazón.
Y desde ese mismo día,
la acompañé en su desvelar,
haciendo que sus días fueran
más amenos sin llorar.
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