Necesito un nuevo aliento y un trago que me haga arder la garganta. Copas que me hagan olvidar los errores del pasado. Que sean como el hielo que se deshace en unos pocos segundos, y que deja la bebida en su total calma.
Un poco de néctar de los dioses para comprender que la vida no es un camino de rosas; y que si están solo sirven para hacerte heridas con sus espinas. Que todo lo demas es tierra minada, y que un paso en falso te hace volver a caer a la zanja de la cual acabas de salir.
¿Por qué tengo miedo de que el corazón se resienta por acciones que el tiempo ya supo devorar y que la mente ha dejado tan vacías e incongruentes, que ya ni deberían existir?
Camarero, traeme una copa nueva. Y a ser posible un alma para poder deshacerme de la mía. Es algo así como reponer un trapo harapiento, lleno de parches y de cicatrices por un nuevo amanecer, despejado y sin nubes que puedan precipitar.
Sino, al menos tráigame la copa. No encuentro mejor forma de conseguir dormirme en esta noche de insomnio por su recuerdo.