Obliviate
Camino, entre paseos de azufre y resignación;
buscando a la azucena que desconsuela;
al pájaro cantor que trama, alguna que otra
canción en la avenida del recuerdo.
Y es que estoy harto de sentimentalismos;
de soñar por imposibles y de fingir
que la vida es un camino de rosas
si todos sabemos que todas ellas tienen espinas.
Que duele el contacto con su tallo, y que
cada gota de sangre que sale
deja correr un río a borbotones
de caricias y miradas olvidadas.
Dame fuerzas para soñar, pegaso alado;
dame coraje para enfrentarme a mis sueños;
a mis más temidas pesadillas,
y sobre todo para luchar contra mí mismo.
Porque no hay mayor enemigo que el mismo hombre,
que, sagaz y atrevido,
cree que la mejor forma de atisbar el cielo
es con los ojos del corazón.
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