Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

I


Las celebraciones navideñas siempre fueron y serán un tedio para mí. Las luces que siempre seguían el mismo monótono patrón; los adornos; las visitas de mis familiares y sus constantes preguntas acerca de cómo me iba en la escuela, y con el pasar de los años, en la universidad.

Aquel año, la navidad no pintaba ser diferente a las demás excepto por una cosa. Una invitación que hallé en el segundo escalón de la entrada de mi casa, justo cuando me disponía a colgar la corona navideña en la puerta.

La coloqué lo más rápido y mejor que pude y rápidamente tomé el sobre. Era amarillento y no había nada escrito en él.

No sabía si era para mi o no, pero eso no impidió que la curiosidad me hiciera abrir el sobre. El papel era igual de amarillento al sobre que lo contenía.

Lo único que tenía era una frase escrita en letras rojas y brillantes que parecían imitar o ser sangre fresca. Me incliné por lo primero ¿quien usaría sangre real para escribir una invitación? Nadie en sus cabales


"Ha sido invitado a la celebración de la inmortalidad."


No decía a quien iba dirigido. El remitente, en cambio, mencionaba a un tal "Míster Brandan". No obstante, más abajo, hallé la fecha, hora y una dirección. La celebración era en un pueblo vecino al mío.

No quedaba a más de 15 minutos si iba en auto. Podía ir y venir sin que me notasen.

Sí, estaba pensando en asistir. Si la invitación llegó a mi puerta era porque seguramente era para mí. ¿Para quien más podría ser? Ése había sido mi razonamiento en aquel momento. Además no me parecía arriesgado. Pensé que era alguna fiesta que organizan esos “freaks” góticos que querían celebrar una navidad diferente, e igual yo...

A la noche me preparé a escondidas de mis padres para asistir. A decir verdad era la primera vez que hacíamos algo tan aventurado. Pero siempre hay una primera vez para todo. Y yo tenía ansias de acabar con la monotonía de las fiestas, la monotonía de mi vida.

Cerca de las once de la noche abandoné mi casa. No tuve problema en hacerlo, mis padres estaban distraídos con la preparación de las fiestas que ni me notaron. Cuándo salía me crucé con Bruno, el vecino de que vivía a una cuadra de mi casa, era un hombre de unos cuarenta que se veía bastante bien para su edad. Era bastante guapo, no lo puedo negar. Era buen amigo de mis padres y al parecer lo habían invitado este año. Me preguntó a dónde iba. Le dije que iba a hacer unas compras navideñas de último momento y al parecer me creyó o simplemente no le importaba porque asintió con la cabeza y me dejó ir sin más interrogatorios.

En el camino tuve la fortuna de encontrarme un taxi. Acababa de traer a una señora que vivía unas cuadras más abajo.

Le indiqué la dirección y aunque pude ver en el espejo que hacia una mueca, él condujo sin decirme palabra.

A medida que íbamos avanzando el panorama fue cambiando drásticamente. Las casas estaban cada vez más separadas unas de otras. Y unos cuantos kilómetros más solo había tres o cuatro con gran diferencia. Los árboles tampoco abundaban. Y la ruta asfaltada comenzaba a volverse más y más sinuosa.

El taxista finalmente frenó enfrente a una encrucijada.

—No puedo avanzar más. El camino no está bueno podría dañar el auto —me dijo—. ¿Está segura de quedarse?

Yo pestañee y contemplé el lugar por un momento. Aquella visión me dejó con ganas de regresarme a mi casa y seguir tolerando a mis parientes. Pero en un arrebato de valentía (o estupidez, mejor dicho) asentí con la cabeza. El taxista me miró con lástima mientras le pagaba y luego arrancó.

No sabía que camino tomar así que toqué a la puerta de una de las casas. La señora que me atendió fue amable y me indicó por donde debía seguir. Por supuesto, también logré notar la preocupación en su rostro. Antes de irme me advirtió que de todas maneras no iba a hallar nada ahí, que sólo había una casa que había sido abandonada por sus dueños.

Se me hizo extraño, pero a veces muchas personas hacen fiestas en los lugares más extraños.

Me despedí de la mujer y continue mi camino siguiendo sus indicaciones.

En efecto, el lugar estaba abandonado. Aunque la casa no era casa, sino cabaña. Una cabaña totalmente destartalada y además vacía.

Podría haberme ido en ese momento pero no lo hice, como ya había llegado decidí al menos curiosear. Eran las once y media, y la celebración daba inicio a las doce.

Pero al abrir la deteriorada puerta una luz blanca y brillante me cegó.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro