Capítulo 27: "El Pasado"
-Ella no nos va a dejar, ¿Cierto? - Susurró su duda Boreal a Aileen.
Estaban todos recostados sobre el suelo con el fuego que habían prendido entre la rubia y Aren como único recurso para no morir de frío. Ya habían pasado unas horas desde la escena que había echo Sagitario respecto a irse.
-No lo creo, es orgullosa, pero sabe que no llegaríamos muy lejos sin su ayuda, y no querrá cargar eso en su conciencia- Respondió Aileen de regreso entre susurro. Luego se levantó del lugar y se sentó apoyándose en una roca grande que les cubría del frío.
-¿No me lo vas a decir? - Preguntó la chica de piel morena a la vez que se sentaba junto a la rubia.
El silencio reino en el lugar unos segundos, interrumpido únicamente por el sonido de Aren moviéndose en el suelo. Finalmente Aileen suspiró y comenzó a hablar suavemente.
-Al nacer yo mi madre no soportó el parto y falleció, crecí con mi padre en el cas... mi casa, tuve una vida normal durante cinco o seis años - Un suspiro salió de su boca creando una pequeña bruma blanca provocada por el aire frío -... todo iba bien, tenía amigos y personas a mi alrededor que me acompañaban, incluso se podría decir que era feliz»
«Pero todo se derrumbó en mi sexto cumpleaños; me había estado sintiendo extraña esos días pero pensé que sería por los nervios, resultó que no eran los dichosos nervios.»
«Casi destruyo el salón de fiestas, todo el lugar ardió y todos me miraron como a un monstruo.»-
Aileen se limpió unas lágrimas que se escapaban de sus ojos con la manga de su vestido y siguió contando, a pesar de que su voz ya se había roto. Los oídos de siete personas estaban atentos a las palabras que salían de sus labios, mezclando el oscuro dolor con la negrura de la noche.
-El hombre que me crió, quien no tiene derecho alguno a que le llame padre, me encerró en una habitación y no me permitió salir nunca más; me despertaba y desayunaba en esa habitación, con alimentos que solía robar de las cocinas»
«Lo único bueno que yo puedo recordar sobre eso eran los libros, filas largas de páginas en las que gasté mi tiempo, aprendiendo sobre el mundo exterior; pero yo quería experimentar, no sólo mirar por mí ventana llenando mi mente de fantasías.»
«La primera vez que tomé un libro de la biblioteca del hombre que me crió el me castigó, no necesitó golpes, las palabras siempre fueron suficientes -
Sagitario lloraba silenciosamente al igual que los demás elegidos. Nadie se atrevió a decir nada, el silencio hizo aparición en ese campo con excepciones de los sollozos.
-No te pido que confíes en mi Sagitario, pero si que confíes en tí, eres fuerte, una de las personas más fuertes que he conocido, pero no bastará con que yo lo diga, tu tienes que creerlo - Finalizó la rubia para recostarse en el pasto y permitir que el manto del mundo de los sueños cayera sobre ella.
***
El sol salió por el horizonte despertando a los elegidos. Aileen al ser la primera en despertarse intentó en vano hacer aparecer su bolso, en cuanto despertaron los demás les pidió que intentarán, pero nada sucedió. Estaban totalmente a su suerte.
El camino durante la mañana fue normal, exceptuando el echo de que todos tenían un poco de hambre. Cuando el sol estaba marcando el mediodía el paisaje comenzaba a cambiar; el pasto era más verde y a lo lejos un bosque se alzaba. Los árboles eran de tonos grises y tenían pocas hojas, pero aún así las ramas tapaban casi toda la luz que pudiera entrar al bosque.
Cuando ya el sol se ocultaba nuevamente los elegidos se detenían para pasar esa noche. Unas raíces fue lo único que conformó su cena para luego echarse todos a dormir apoyados en los troncos de los árboles. Aileen durmió con Boreal abrazada a ella y Aren abrazado a Boreal. En otro tronco estaban Aaron e Itziar durmiendo, con el rubio abrazando a la más pequeña para "mantener el calor"; y Leonoro estaba sobre una rama de un árbol.
Sagitario se encontraba alejada de los demás y durmiendo plácidamente cuando oyó el ruido de las hojas secas al ser pisadas. Automáticamente se sentó de golpe en su lugar y comenzó a mirar todo el lugar en busca de lo que fuera que hubiese causado aquél sonido.
Algo había cambiado en aquel lugar, un pequeño detalle que nadie vería; pero su instinto estaba entrenado especialmente para notar esas pequeñas diferencias. Miró a su alrededor, Leonoro no estaba.
Se levantó lentamente del suelo y comenzó a caminar siguiendo un rastro de ramas rotas en el suelo. Tomó una daga que guardaba en la parte trasera de su vestido atada a la cintura; movió las ramas de un árbol y se encontró con un pequeño risco de piedra, la luna se veía hermosa en el firmamento y su luz alumbraba perfectamente la noche oscura.
Leonoro estaba sentado en el borde del risco, con las piernas colgando en el vacío. Sus orejas hicieron un pequeño movimiento imperceptible para Sagitario, la cual se sentó a su lado en silencio.
Ella lo miró al rostro por unos segundos mientras el seguía observando la luna. Con un suspiro la chica de cabello castaño oscuro retiró la mirada e igualmente observó al astro.
-¿Sabes oír? -
-Tengo un buen oído - Afirmó Sagitario extrañada por la pregunta de su acompañante.
-No es lo mismo, tu hablas de escuchar; escuchas a los grillos y la brisa soplando - Leonoro suspiro mientras bajaba la mirada - Lo que yo te he preguntado es si sabes oír, si puedes oír a alguien contarte una historia de principio a fin sin interrumpir y luego guardar esas palabras en el fondo de tu mente, donde puedes hallarlas pero no contarlas.-
-Puedo escucharte, pero no puedo asegurarte que te pueda oír -
El chico la volteó a ver por un segundo y sintió una pequeña presión en el pecho por las próximas palabras que diría, debía de escogerlas cuidadosamente.
-Mi nombre no es Leonoro - Sagitario se vio tentada de decirle que eso ya lo sabía pero se trago sus palabras y lo dejó continuar- No podría decirles mi verdadero nombre aunque quisiera, la verdad es que no lo recuerdo»
«Recuerdo despertar en el bosque, sin muchos recuerdos más que rostros difusos y una casa que con el tiempo desaparecieron de mi cabeza; hice lo que debía para sobrevivir, aprendí a robar y estafar, además de usar mis poderes para mi propio beneficio -
Se removió un poco en su lugar con incomodidad.
-Me gané el nombre que me dieron y también sus insultos- suspiró par seguidamente cambiar su expresión a una burlona - ¿Que puedo decir? No es mi culpa que todos caigan por mi hermoso rostro de ángel. -
Sagitario soltó una risa baja por el egocentrismo de su compañero y luego le sonrió de lado.
-¿Qué hay de interesante en tu vida? Porque me niego a creer que tuviste una vida perfecta - Cuestionó el chico gato.
-Mi padre me crió toda mi infancia, me enseñó a usar el arco y las flechas, a leer y a escribir - Una sonrisa nostálgica tomó lugar en su rostro - a los catorce años me volví parte de la guardia real de mi reino; conocí a la princesa, nos volvimos mejores amigas...-
Un suspiro escapó de los labios de Sagitario para desvanecerse en la gélida noche.
-Nunca fue fácil, mis compañeros tenían la idea de que las mujeres no debemos pelear, yo me rompí la espalda por demostrarles que se equivocaban - otro suspiro - logre que me respetarán como a otra guerrera y me gané un puesto en la defensa del castillo»
«A mis 17 años todo mi mundo dejó de funcionar, mi padre, la persona que me había criado murió en batalla, me aleje del mundo y tiempo después me mudé a un pequeño pueblo, donde meses después conocí a Aileen. -
No supo en qué momento las lágrimas habían comenzado a caer de sus ojos y rodar por sus mejillas que se hallaban rojas por el aire frío. Leonoro la miró y dudando un poco pasó su brazo por sobre sus hombros.
Debían dormir, el día siguiente todo daría vueltas para ellos.
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