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Capítulo 29 • Duelos (I)

Herido, y viendo que Gérard había llegado a salvo hasta donde se encontraba Sirhan, Nathan decidió meterse entre los árboles.

Necesitaba resguardarse de los contínuos ataques de las SSF si quería curarse la herida, pero King no le daba tregua. Viendo lo débil que estaba, decidió bajar de los árboles para asegurarse de que Nathan no se le escapaba de nuevo.

- ¡Nathaniel! ¡Aquí me tienes! ¡¿No era eso lo que querías?! -exclamó King, alzando la voz, mientras se dirigían él y su escuadrón hacia la zona en la que se escondía.

Nathan no respondió al instante, estaba herido y necesitaba unos minutos para curarse. Sin embargo, temía que pudieran atacar al resto.

Así pues, con el único objetivo de distraerles, se subió con facilidad a uno de los árboles cercanos y descubrió su posición al enemigo.

- ¿Me buscábais entonces? ¡Qué solicitado! -exclamó sarcástico, intentando despistarles.

- ¿Crees que con eso voy a dejar a tus amigos en paz? Me subestimas -le advirtió King, serio y un poco molesto, quitándose las gafas para verle mejor, pues éstas sólo evitaban que sus ojos rojos salieran a la luz.

- ¿Y qué tal con esto? -añadió Nathan irónicamente, tras disparar a varios árboles con su pistola de luz y lograr tumbarlos, cortando el camino por el que las SSF debían pasar para llegar hasta Gérard y el resto.

De este modo, el escuadrón de King quedó dividido en dos partes. Dos de ellos se adentraron en el bosque junto al comandante, a quien Aaron había subio de rango tras la derrota de Carisbrooke, mientras que los otros tres, con el paso impedido por la gran cantidad de árboles que habían quedado amontonados en medio del camino, empezaron a disparar a los Alaoui desde la distancia, al mismo tiempo en que Gérard intentaba sacarles del agua, tirando de la cuerda que poco antes había podido lanzarles.

Mientras tanto, King entró en el bosque, tornándose invisible, al igual que su arco. Pudiéndosele distinguir únicamente a través de sus ojos enrojecidos o mediante el sonido que generaban sus pisadas.

En el frente de los Alaoui, Gérard estaba logrando sacar del agua a Sirhan y Sura mientras los guardias se acercaban con rapidez. Preocupado porque estaban ya muy próximos y no les sería complicado acertarles, empezó a meterles prisa.

- ¡Nadad más rápido! -clamó lleno de preocupación.

Ante tales circunstancias, Sura le pidió a Sirhan que la soltara y continuara solo, puesto que de esa manera llegaría antes a la orilla y podría esconderse en el bosque junto a Gérard, antes de que fuera demasiado tarde. Pero Sirhan se negó y permaneció fuertemente agarrado a ella, nadando cada vez más enérgico, empleando todas sus fuerzas, mientras era ayudado por su marido, quien tiraba de la liana hacia la orilla en la que les esperaba hecho un manojo de nervios.

Nathan, por su parte, pudo ver cómo King desaparecía nada más entrar en el bosque desde una de las copas de los árboles en las que se escondía. Y así, viendo la desventaja en la que se encontraba, se aseguró de guardar silencio mientras se concentraba en su piel.

De esta manera, empezó a exudar una gran cantidad de sudor que se fue calentando poco a poco, alcanzando así una temperatura corporal elevadísima con la que quemó sus heridas, logrando que cicatrizasen.

Poco después, cogió su arco y empezó a disparar a los subordinados de King, a quienes sí podía ver y matar con facilidad. Y así, en no más de diez minutos, el enfrentamiento quedó en una cosa de dos.

No obstante, King seguía teniendo la ventaja, puesto que no tenía que preocuparse de nadie más que no fuera él mismo y por algún motivo que Nathan desconocía, contaba con habilidades sobrehumanas.

Siendo ésta la situación, la única estrategia que se le ocurrió a Nathan fue la de provocarle.

- ¡King! Pensaba que no eras un cobarde, ¿de verdad necesitas ocultarte de esa manera? ¿Tan en desventaja crees que estás al enfrentarte a mí? -le planteó Nathan en voz alta como provocación, mientras se movía detrás de un tronco hacia los ojos rojos que acababa de ver.

Entonces empezaron a escucharse unos sonidos de cadenas y huesos arrastrándose, y Nathan se estremeció.

- ¿Qué pasó con Rose? -le recriminó Nathan, echándole valor.

Esa pregunta sí le dolió a King, quien también llevaba años sintiéndose culpable por su muerte.

- King se paró un segundo, probablemente dolido. Pues, recuerdo que dejé de escuchar esos terroríficos pasos justo después de preguntarle -matizó VIX, con seriedad en su rostro.

- Me dio la impresión de que aquello le transportó al momento en el que Rose murió tratando de advertirles de lo que sucedería con aquellas explosiones, en un intento por salvar a Badru y probablemente a King -concluyó VIX, pensativo.

Poco después, los ojos de King, cubiertos por lágrimas, desaparecieron del campo de visión y otra flecha invisible rozó mi hombro derecho -añadió VIX, generando una gran tensión en el ambiente.

Así pues, herido nuevamente, Nathan tuvo que moverse rápidamente hacia otro árbol. Lanzó, no obstante, una flecha hacia la misma dirección de la que había recibido el disparo. Pero ésta se clavó en el suelo, sin poder llegar a saber si le había dado.

- ¿Qué se supone que eres? -le recriminó Nathan, alzando la voz.

- Tu peor pesadilla -le respondió King, lanzándole una flecha de nuevo, con la que logró atravesarle parte de sus anaranjados y ondulados cabellos.

- Si me tienes a tiro, ¿por qué no me matas? Sé que estás fallando a propósito -le respondió ofendido.

- Órdenes de arriba -se justificó King, con su gélida voz, mientras volvía a lanzarle una flecha con la que clavó la túnica de Nathan al árbol en el que se escondía.

King se aproximó hasta Nathan sacando de su bolsillo una tela y un frasco con clorofomo, con el que empezó a empaparla.

Conforme se acercaba, Nathan sólo pudo ver una tela y un frasco flotando bajo unos ojos rojos, mientras escuchaba acercarse esos escalofriantes sonidos. Pronto, Nathan se dio cuenta de lo que estaba pasando.

Intentó entonces desengancharse del árbol, pero la flecha estaba fuertemente clavada. Tiró de ella con fuerza. Pero no pudo sacarla. La flecha no era una flecha normal. No sólo era invisible, también tenía una mayor dureza y agarre que complicaban más el poderla sacar.

Empezó entonces a tirar desesperado. Tiraba como podía, con su mano izquierda y el corazón agitado, cada vez más angustiado, presionado por el sonido de los pasos. Hasta que finalmente, estando King encima suyo, Nathan logró soltar la flecha, girarse y clavársela por instinto en uno de sus hombros, pese a que no podía verlos.

Acto seguido, King exhaló un grito de muerte y Nathan, aprovechando la aflicción y confusión generadas, salió de allí como pudo, lo más rápido posible.

Se dio cuenta así, de que si quería vencer a aquello que fuera King, debía prestar mucha atención a aquellos sonidos de huesos arrastrados con los que se movían sus enrojecidos ojos, manteniéndose lo más callado posible y ocultando su posición el máximo tiempo que pudiese, pues él sí podía verle.

Sabía también que de esa manera ganaría tiempo, pero que no acabaría con él. Así que se mantuvo atento a los sonidos, moviéndose en dirección contraria a los pasos que King iba dando, al mismo tiempo en que trataba de encontrar una forma de atacarle, evitando el combate de tiro.

- ¿Cómo puedo vencer a alguien que no puedo ver? -pensaba Nathan para sus adentros mientras huía lejos de aquellos sonidos hacia un lugar en el que pudiera pensar tranquilo.

Y así, recostado sobre el tronco de un árbol con el que buscaba protegerse de cualquier disparo, se le ocurrió una locura.

- Sí, quizá eso pueda funcionar -se dijo a sí mismo.

Fue entonces cuando decidió llevar sus habilidades al límite.

Nathan sabía que podía soportar muy altas y bajas temperaturas, así como cambiar la temperatura del agua en base a su estado anímico o pensamiento. De tal forma que, también podía controlar su propia temperatura corporal, hasta el punto de poder hacer lo que hizo.

Viéndose totalmente acorralado, sin apenas posibilidad de ganar en un combate de tiro prácticamente a ciegas y sin saber qué había pasado con el resto, decidió elevar su temperatura corporal al máximo, en un intento desesperado por entretener a King con otros problemas que no fueran ellos, aun a sabiendas de que aquello podía consumir su cuerpo.

Empezó así a concentrarse en él, hasta que empezó a expulsar a través de su piel un vapor de agua hirviendo, con lo que su estructura corporal se fue encojiendo y los árboles se prendieron.

Entonces, el bosque de Eskdale empezó a arder.

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