Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 26 • Memorias (II)

Así pues, junto a un fibroso cuerpo y un aspecto fuerte y varonil, llevando el pecho al descubierto, decorado con diversos collares aborígenes, Sirhan logró infundir un gran respeto en la mayoría de guardias, que acabaron decidiendo escucharle.

Continuaba llevando también una pequeña barba negra, del mismo color de su pelo, que se destacaba entre las varias motas de sabia dorada que adornaban sus pómulos.

Quizá, aquel aspecto más tribal hacia el que siempre se había acercado, pero en el que nunca había terminado de sentirse cómodo, era ahora una seña de identidad que le recordaba a sus raíces. Sobre todo, después de conocer el pasado de su madre, la princesa proscrita de Liberia.

Al fin y al cabo, Sirhan siempre había admirado a Sura, quien logró esconderlo de Aaron y sus experimentos en aquella pequeña casita de piedra escondida junto al puente de Eskdale. Fue en ella también donde le crio desde sus dos años hasta el día en el que Rose contactó con él, a sus dieciocho.
Pues, Sirhan había sido el otro superviviente de las ratas de laboratorio de Átomus, el número 012. Pero hasta el reencuentro con su madre, doce años después de su partida, Sirhan no pudo llegar a conocer la historia de sus antepasados.

- Buscamos a Nathaniel y a los miméticos. Sabemos que están dentro -añadió molesto uno de los guardias.

- Dentro de la casa hay algunos amigos que han venido de visita, pero ninguno de ellos se llama Nathaniel. Estábamos tomando algo, ¿queréis acompañarnos? -dijo Sirhan amablemente.

- ¡Señor! Dice que hay más civiles dentro -añadió una joven que parecía nueva en las fuerzas de seguridad.

- ¡No podemos dispararles sin antes comprobarlo! -continuó.

- Tenemos órdenes directas de capturar a Nathaniel Brown cueste lo que cueste -le advirtió a Sirhan uno de los guardias.

- Si es cierto que hay civiles allí dentro, tenéis cinco minutos para salir todos o hacer que salga esta persona -le indicó con firmeza mientras se acercaba a él para mostrarle una fotografía de Nathan, de cuando se dejaba llamar por su nombre.

- Se parece a mí, pero más viejo y menos negro -comentó Sirhan, mofándose un poco mientras observaba la foto de VIX de joven.

- ¿Puede ser que este hombre sea uno de tus amigos y que os haya dado un nombre falso? -preguntó aquel guardia que parecía dirigir al grupo.

Por el momento habían pasado unos ocho o nueve minutos. Sirhan estaba logrando entretenerles e incluso hacerles dudar sobre lo que creían saber y lo que les indicaba el colgante. Mientras tanto, todos los demás seguían pensando en una solución. Gérard, sentado sobre una de las sillas de madera pegaba varias caladas a uno de sus cigarros, pensando en una solución que pudiera aplicarse de manera técnica.

Sura, por su parte, estaba escondiendo a Asha en el único árbol que había en la casa.

Era un árbol que dividía una de las paredes en dos partes, en cuyo centro se abría una de las cuatro ventanas que contenía cada uno de los cuatro extremos de aquella diminuta y redondeada casita de piedra. De tal forma que, cuando Asha empezó a acurrucarse sobre el árbol, ésta empezó a mimetizarse con él, quedando totalmente camuflada.

- Una vez haya pasado el tiempo, empezaremos a disparar -le advirtió aquel agente.

- Entendido, les diré que salgan. Sólo son mi madre, su nieto y dos amigos. Ya verán como todo esto no ha sido más que un malentendido -les comentó Sirhan tranquilamente mientras regresaba a la entrada de la casa.

- Recuerde que contáis tan sólo con cinco minutos más. No dudaremos en disparar, incluso si hay mujeres mayores o niños -le advirtió él.

- Tenemos una orden de busca y captura que nos permite disparar si es necesario a todo aquel que ayude a Nathaniel, en el caso de oponer resistencia a entregarnos a los nietos secuestrados del gobernador -se justificó así el agente que parecía comandar el escuadrón.

De hecho, aquel agente era Davis, el agente Yona Davis recuperado. Aaron le había bajado de rango después de la gran fuga de Carisbrooke, tras lograr sobrevivir al derrumbe. Y ahora era el comandante de uno de los escuadrones de las SSF, al igual que Atenea. O al menos, así lo indicaba la banda roja que llevaba en su brazo derecho, en contraste con el color negro que envolvía al resto del traje de las SSF.

Éste parecía no haber reconocido a Sirhan debido a su tan cambiado aspecto después de tres años sin verle. Aunque algo le olía raro, y Sirhan lo notó. Davis sabía que le conocía de algo, sobre todo porque el corazón se le aceleró nada más verle, y eso era algo que sólo le había ocurrido con unos pocos presos de Carisbrooke, a los que había acabado violando.

Aquella sensación le hacía sospechar del étnico, pero había violado a tantos presos que necesitaba pensar un poco más en quién podía ser o esperar a encontrar algún rasgo determinado con el que poder identificarlo. Sirhan, sin embargo, le reconoció al instante, y aunque le chocó por un momento, no por ello dejó de actuar tal como se había propuesto.

- ¡Señor, disparar a civiles atenta contra nuestro código moral! -rechistó la agente.

- Agente O'Connor, usted debe permanecer en silencio y seguir mis órdenes, ¿entiende? -le refrescó la memoria con un tono severo, denotando autoridad.

- ¡Lo sé bien! -exclamó aquella pequeña chica con coleta, pese a no parecer conforme con la decisión que su superior estaba tomando.

- Estupendo, en ese caso, si yo le digo que dispare, lo hace. En caso contrario será considerada una desertora, ¿lo entendéis todos? -advirtió el comandante.

- ¡Sí, señor! -afirmó la mayoría al unísono, mientras sostenían sus largos y oscuros rifles de luz en dirección a la casa, preparados para disparar en cualquier momento.

Y así, mientras aquel pequeño escuadrón de las SSF parecía entretenerse, a Sura se le ocurrió una forma de escapar.

- ¿Por casualidad no tendrás tú el otro colgante temporal? -le preguntó a Nathan en voz baja, una vez hubo terminado de esconder a la niña.

Entonces, guardando silencio, VIX sacó el diario de Rose de su mochila, y de la esquina superior del diario sacó también el colgante con el oro líquido.

Al sacarlo del hueco, fue como si el colgante cobrara vida. Éste empezó a dirigirse con fuerza hacia una de las paredes de la casa.

- ¿Qué es eso? -preguntó Gérard, extrañado.

- Lo que nos va a sacar de aquí -respondió Sura.

- ¿Cómo? -le preguntó de nuevo mientras apagaba su cigarro.

- Es uno de los susurros, con él es posible atravesar fronteras temporales. Es por ese motivo que había venido a Eskdale, porque necesito atravesar la frontera temporal que hay en Quebec para buscar a alguien... Pero antes necesitaba dejar a Jawara a vuestro cargo -les explicó Nathan con su profunda y grave voz, lo más bajo que pudo.

- ¿Quieres viajar en el tiempo? -le preguntó Sura, consciente del sacrificio que suponía aquello tras haberlo vivido con Aaron mientras estuvieron colaborando.

- Sí... He intentado superar la muerte de Rose, pero me es imposible -afirmó compungido.

- Sabes que viajar en el tiempo te provocará cambios corporales, ¿no? Envejecerás -le advirtió ella, mientras con sus sesenta y cinco años observaba a aquel joven de treinta y uno.

- Lo sé, no me importa -se reafirmó, manteniéndose serio.

- ¿Eh? ¿Viajes en el tiempo? -masculló un tanto sorprendido su viejo amigo Gérard, mientras se frotaba la frondosa y oscura barba que se había dejado.

- En tal caso, no es necesario que viajes a Canadá. Yo conozco un portal mejor, mucho más próximo -le confesó la mujer, acercándose hasta él.

- ¿¿Sí?? ¿¿Cuál?? -preguntó Nathan muy interesado.

- En el lago sobre el que culmina la catarata de este bosque hay uno. Lo descubrí hace años, cuando trataba de encontrar un lugar en el que esconderme de Aaron -le reveló aquella sabia mujer mientras se dirigía a la mesa en la que Gérard estaba sentado, con tal de reutilizar el cigarro que éste último había apagado.

- ¿El lago? Está muy lejos de aquí. No llegaremos -reflexionó Gérard, mirándole mal a Sura por haberle robado el cigarro.

- No estés tan seguro -le corrigió decidida.

- ¿Veis cómo el collar se eleva hacia una dirección? -preguntó de forma indirecta.

Ambos le observaban con atención y asintieron a su pregunta.

- Eso debe ser porque ellos tienen el otro collar y se encuentran muy próximos a nosotros. Entonces, si ambos funcionan igual en su magnetismo, también deberían hacerlo con los viajes en el tiempo -les explicó la señora.

- ¿Magnetismo? -preguntó Nathan, un tanto desconcertado.

- Es así cómo nos han encontrado -les manifestó convencida.

- Pero, ¿eso en qué puede ayudarnos ahora? -preguntó Nathan con su ronca voz, desconcertado.

- Si funcionan igual, vamos a poder escapar rompiendo las leyes del tiempo -añadió reflexiva.

- Deben de haber pasado unos siete u ocho minutos, voy a ver qué está sucediendo fuera, no es normal que Sirhan tarde tanto -les manifestó Gérard, preocupado, mientras se levantaba con dificultad.

Por aquel entonces Gérard debía tener unos cuarenta años, y a diferencia de Sirhan, él nunca había sido una persona atlética. Al contrario, pasaba mucho tiempo sentado, analizando sus elaboraciones y realizando sus experimentos, por lo que cada día tenía más tripita y menos facilidad para moverse o hacer esfuerzos.

Así pues, mientras Sura se acercaba hasta VIX para enseñarle cómo escaparían de allí, Gérard fue hasta la puerta en busca de Sirhan, para llevarlo consigo.

Sin embargo, aquello fue un grave error que no podían prever.

Cuando Gérard abrió la puerta, teniendo a Sirhan de cara, Davis le reconoció. Habían tenido ya varios encuentros y el aspecto de Gérard no estaba tan cambiado como el de Sirhan. No obstante, aquello no fue todo lo que recordó. Viendo a Sirhan de espaldas, no tuvo dudas. Era la misma espalda que durante años había visto, tocado y lamido, antes de que se le escapara.

- ¡No puede ser! ¡Todos vosotros sois los prófugos de Carisbrooke! -exclamó Davis elevando su voz.

- ¿De verdad habéis estado aquí todo este tiempo y no nos hemos dado cuenta? -manifestó iracundo, riéndose impotente.

Entonces enloqueció.

- ¡No os daremos ni un minuto más! -se corrigió Davis, alterado- ¡Apunten! -ordenó enérgico- ¡Carguen! -continuó diligente- ¡Fue...! -intentó dar la última orden, pero la agente le detuvo.

- ¡Señor, espere! Los nietos de Aaron deben de estar dentro, si disparamos ellos también morirán -le advirtió O'Connor.

- ¡Es cierto! ¡No disparen, por favor! ¡Nos entregaremos! -afirmó Gérard elevando sus brazos mientras se aproximaba a Sirhan.

Segundos después, Davis volvió en sí, reconsideró las cosas y ordenó que bajaran las armas. Su siguiente orden fue que les capturasen, mientras Gérard y Sirhan permanecían quietos, cogidos de la mano y con los brazos levantados a modo de rendición.

Sin dejar de apuntarles, los soldados que se encontraban en el perímetro frontal de la casa, junto a Davis y la segunda al mando, Alana O'Connor, se fueron acercando poco a poco hasta ellos.

Ante tales circunstancias, Gérard y Sirhan mantuvieron la calma en todo momento. Eran valientes y no tenían miedo a la muerte. Pero fue justo en el momento en el que llegaron los guardias a estar encima de ellos cuando Gérard y Sirhan desaparecieron, fundidos en lo que pensaban que sería su último beso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro