Capítulo 8
Juan.
Me vengo salvando como un Dios.
- Repitelo.
Al menos eso creía.
- Que... Quiero comer lo que amo, Sushi.
Me miró no muy convencida.
- Dijiste "Yo te amo" ¿Eso qué?
- Es que... Me hice una película de que le hablaba al sushi, nada mas
Rasque mi cuello nervioso.
- Iré a la cocina.
Me di vuelta y me fui. Santo dios, como me estoy zafando de todo. Si fuese por ella, ya sabría todo. Pero no. Debo resistir y que no sepa nada. ¿Que pasaría si se entera de lo que soy? Lo mas lógico, me odiaría y se iría para siempre. Ella no lo sabe, no sabe cuanto la busqué. A veces pienso decirle, que pase 8 años buscándola y que no la encontré hasta ahora. Que la amo como a nada en este maldito universo. Que soy... Una verdadera mierda para ella. Pero la amo, la amo y la quiero conmigo. No importa si me hace Mal. De eso se trata el amor ¿No? De sufrir por la otra persona y de quererla. Aunque jure olvidarme de ella, no puedo. Jure no enamorarme y lo hice.
- ¿Por qué soy así?
Me apoye en la mesa. Tome un poco mas de mi agua y me quede en silencio.
- ¡Santo Dios!
Me di la vuelta, mirando hacia afuera.
- ¿Que haces ahí?
- Desde que estoy aquí no he salido afuera de la casa. ¿Que quieres que haga?
Es cierto. Nunca había salido al Patio, nada.
Me acerque a las grandes puertas de cristal, las cuales atravesé. Fui hacia ella, que se había quedado parada al lado de la puerta.
- Tienes razón... Yo tampoco te mostré nada de todo esto. Pero es tarde, vamos.
Miró el agua de una de las piscinas por la vitrina.
- ¿Por que una piscina techada?
- Es climatizada. Necesita estar En un lugar cerrado. La uso solamente en invierno y una vez cada tanto. No me gusta estar solo
Tome su cintura, para darle un empujon y que caminase.
- Juan... Quiero... Disculparme por lo del beso.
Me frene y la miré.
- ¿Por qué?
Ella suspiró.
- Es que... No se. Me confundes... Ahora me besas y mañana me tratas indiferente. No te conozco lo suficiente Y, si me ves como algo mas, necesitó que me lo digas. Tal vez así, pueda ser igual. No quiero que juegues conmigo o que solo quieras sexo.
Seguí viéndola, algo avergonzado. ¿Sera el momento indicado? No... No es el momento.
- ¿Sentiste algo?
Preguntó, acercándose. Asentí aun mas avergonzado.
- No se que... Pero esa sensación me fascinó... Quizás a ti igual.
- ¿Era como miles de choques eléctricos?
- Si.. Similar.
Su mano rozó la mía. Para finalmente, agarrarla a la suya.
- ____________.. No se... Si sucede algo, quiero estar seguro si tu me darías una oportunidad.
Se quedo en silencio.
- Podría ser... Necesito conocerte mas, saber quien eres y con quien me estoy besando.
Pase mi pulgar por su mano.
- Ya tendremos tiempo... Ahora mejor entremos, es algo tarde.
Asintió. Se soltó de mi y entró a mi casa. Solté un largo suspiro. Volví a salvarme.
______________.
Algo aburrida y sin sueño, baje al living. Rosy, estaba terminando.
- Rosy ¿Podrias hacerme un favor?
Me miro y sonrió.
- Si señorita _____________.
Me acerque mas a ella.
- Solo dime _____________, con confianza.
Asintió.
- ¿Que necesita?
- Si, por favor, me haces un té.
- Si claro, enseguida.
Le sonreí. Fui hasta la encimera. Pero yo, la minion, no llegue a donde estaban las galletas. Me había dado hambre y para peor, había otra tormenta espantosa.
- ¿Rosy?
Debe ser que salio a buscar algo. Me di la vuelta, pero ella no estaba. Volví a subir a la encimera y casi me caigo. Sentí algo sostenerme y respingue.
- ¿Que quieres?
- Galletas. Tengo hambre.
- Bajate de ahí.
Baje de la encimera y lo mire.
- Uno, las galletas están aquí abajo.
Señalo una puerta de la encimera, una que estaba abajo de todo.
- Y dos, cuando quieras algo, usa la escalera o llámame.
Mire a un costado. Había una escalera de madera azul. Bufé molesta.
- Podrías haberte lastimado, no lo hagas.
Un trueno me hizo sobresaltar y temblar.
- Tengo miedo
Murmuré.
- Ven.
Juan extendió sus brazos. Me acerqué y lo abrace. Sentía seguridad y tranquilidad. Pero no solo hoy, sino cada vez que sentía sus brazos envolverme.
- Gracias...
- No me agradezcas pequeña. Para algo estoy.
Me separe de él. Tomé un paquete de galletas e iba a llevarlo al living, junto con mi té.
- ___________.
Me di la vuelta. Juan estaba algo enrojecido. Lo que me causo mucha ternura.
- ¿Quieres ver una película conmigo? Odio estas tormentas.
Le sonreí.
- Me parece bien.
Juan tomó mi bandeja.
- Rosy, hazme un café porfa. Y llevalo a mi cuarto.
Rosy le sonrio como respuesta.
- Dámelo, yo lo llevo.
- ¡No! Lo llevo yo.
Rodé los ojos y subí la escalera. Después de cruzar los pasillos, llegue a la habitación de Juan Luis.
- Me encanta ese oso de peluche
Juan sonrió y lo acercó a mi.
- Me lo regalo... Mi mamá.
Tenia una pequeña etiqueta y una carta pegada.
- Tiene eso.
Señale la carta. La etiqueta decía "Luchis".
- Ya lo se. Y no me interesa.
Dejo el gran oso a un costado. Sus ojos estaban negros.
- Tus ojos están negros.
Suspiró.
- Los odio. Odio que cambien su color.
- A mi me gusta.
- Te los regalo entonces.
Empecé a reírme. Me miró y subió una ceja.
- Estas loca.
- Soy así cuando quiero.
Juan solamente sonrió. Ahí, pude ver sus blancos y perfectos dientes.
Es perfecto.
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