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Tú perdón.


Cuando la Tristeza dejo de llorar, todos esperaban atentos que diría.

—Soy la Tristeza, nací en el momento exacto que tu naciste, como olvidar como nací, su fui producto de un llanto, soy uno de tus primeros sentimientos de tu vida —susurraba la Tristeza intentando no llorar— soy un sentimiento muy útil para la vida humana, todo depende de como lo veas, para algunos es un refugio y para otros un caos, ese caos de llorar sin parar, soy un caos en tu vida, no porque la destruya, si no por que te traigo una tormenta de lágrimas.

»Soy la Tristeza, siempre estoy triste por una cosa o por otra, aunque estés con una sonrisa siempre llorarás por dentro, sé que la tristeza no es buena, menos mala solo sé que es necesaria para vivir y desahogarse de todas tus penas.

»Yo te haré llorar ríos como mares, tus gotas se volverán pequeñas pero en toda tu vida habré desahogado tu al alma de millones de inundaciones de sufrimiento, recuerda que estar triste no es de débiles porque hasta el ser más fuerte llora estando conmigo —termino de decir, en eso todos nos empezamos a alistar para volver a nuestra búsqueda.

Pero en eso solo cae una papel del cielo en medio de todos, la Conciencia solo deja a la flojerita en el suelo bien acomodada mientras se acerca a ver que contenía esa hoja, pero sopla el viento llevándose lejos, todos salimos tras esa misterioso papel lográndolo agarrar.

—Es una nota de la Fe —dice la Conciencia, en eso la verdad la mira.

—¿Qué dice? —pregunta la curiosidad.

—dice —toma aire —Soy la Fe ese sentimiento que te hacen creer que solo sientes por algo inexistente, soy  un sentimiento propio tuyo aunque algunos piensen que si, otros no —leía la Conciencia, la verdad se acerca a ella.

—La verdad es que la Fe no es solo creer en una deidad, sé qué crees que estoy muerta porque no crees en algún Dios, pero no es así, no estoy muerta, yo estoy viva solo que dejaste de creer en ti mismo.

»Por esa razón desaparecí, pero no por completo solo me volví un ser que no puedes ver porque está débil, pero volveré cuando esté fuerte —dijo la conciencia.

—¿No dice nada más Conciencia? —pregunta la Verdad.

—¡No! —responde ella.

—Y yo soy la flojera, una niña nacida cuando estabas cansado mentalmente, puedo crecer hasta tener tu misma edad, como volver a ser una bebé si yo lo deseo —bosteza la flojera— pero tengo flojera continuar así que vamos —dijo en eso se acerca a mi lentamente mientras se va convirtiendo en un bebé otra vez.

Me quedo sin palabras, solo la alzó mirándola y mirando a todos.

—Eso es normal para nosotros —dijo la Locura.

Desde ese momento, todo quedó otra vez raro para mí, me sentía culpable porque la Verdad estaba triste, también porque se fue la Fe por mi culpa o eso pensaba, la verdad se alejo de todos, volviéndose solitario del grupo, tomo una distancia de todos y caminaba sin decir nada a nadie.

Todos caminábamos sin rumbo, ya que la verdad no nos guiaba, la esperanza era la que más lo intentaba animar, pero ni así conseguía nada.

Todos los demás sentimientos, se ponían a susurrar, que si yo no me hubiera ido nada de esto hubiera pasado, así paso un día de que la Verdad recibió ese golpe, ese recuerdo de amor hacia la Fe lo estaba desanimando mucho.

Todos, cambiaron en un segundo conmigo al día siguiente, esas miradas de dudas, de algo que quieren que les diga , pero no me salía.

Simplemente mirándoles a todos parado delante de ellos los miro mientras algunos me esquivaban la mirada.

—No sé que decir para que estén mejor, disculpen esto fue mi culpa, lo siento —dije yo.

—Sin tan solo tu no te hubieras ido, si tan solo te hubieras quedado con nosotros, como antes, si tan no hubieras olvidado a nadie, si tan solo nunca hubieras creado este mundo, esto nunca hubiera pasado, todo lo que creas te sale mal —dijo la verdad, con unos ojos tristes y diciendo lo que sentía. Y cuando yo iba a responder me interrumpe.

—Por tu culpa, soy muy loca si no me hubieras creado así, nunca hubiera dejado ciego al amor y podría verme —dijo la locura.

—No me mires, yo te odio, con toda el alma —dijo el odio.

—A mi me da vergüenza decir que eres mi creador —dijo la vergüenza.

—Por tu culpa, todas las chicas me odian —dijo el pervertido de la perversión.

—Yo solo deseo que desapareciera tu presencia de este mundo —dijo el deseo.

—Yo solo diré, que te vayas sin hacer ruido, calmado si es posible —dijo la calma.

—Yo mentiría si te dijera que quiero que te quedes —dijo la mentira.

La tranquilidad no dijo nada, como los demás que no hablaron pero solo me esquivaban la mirada.

Yo solo me puse triste alejándome de ellos, pero no sin antes escuchar de todos que ojala nunca hubiera vuelto.

Esa misma noche cuando todos dormían, me fui sin despedirme bajo las estrellas, una luna que alumbraba la oscuridad de la noche, comencé a caminar melancólico.

Así pasaron horas, el día llego, mi mente solo pensaba. «Ojala nunca hubiera aparecido en este lugar, si supuestamente estoy muerto que hago aquí». Pensaba una y otra vez, con mucho sueño de no haber dormido nada, en eso siento como me da un sueño, siento mis ojos se cierran, desmayándome en pleno comino.

Ahí no supe cuantas horas pasaron, pero después de un tiempo comencé a despertar por un movimiento.

Abriendo y estrujando los ojos, veo el cielo en movimiento, mi espalda se sentía muy cómoda, cuando muevo mis manos tocando que era, me doy cuenta que estaba encima de un pastizal, miro como puedo a los alrededores, dándome cuenta que es una carreta en movimiento donde estaba, cuando intento pararme para ver quien lo arrastraba, me caigo muy bruscamente, golpeándome muy fuerte pero aun así no sentía dolor.

En eso la carreta se detiene, mientras estaba confundido, un chico de ropa color blanca, con un cabello blanco como la nieve, ojos claros y una piel tés neutral se me acerca.

—¿Te dolió? ¿estas bien? disculpa si camine muy rápido, enserio disculpa —dijo el chico dándome la mano para que me levantara.

—¿Tú me llevaste en tu carreta? ¿Por que motivo? —Dije mirándolo, cual el eso me abraza, en mi oído diciéndome.

—Volviste después de tanto tiempo, no sabes cuanto te estuve esperando, amigo —susurró en mi oído, luego deja de abrazarme, no entendía nada.

—Responde mi pregunta —volví a replicar.

—Perdona... Hace una dos horas te encontré desmayado en el camino por donde pasaba, primero pensé que eras un sentimiento, pero luego cuando te mire bien, eras tú, mi amigo,  mi creador, así que decidí llevarte al sentimiento más cercano para que recuperes tu memoria mas rápido, aunque la mayoría de tus sentimientos, de este mundo ya saben que nos has estado buscando, durante largas o muchas semanas, pero simplemente que algunos están escondidos y no quieren verte, pero yo te ayudare —dijo el chico, yo no entendía mucho, seguía triste por lo que me habían dicho, la noche anterior los demás.

—Tu no me odias, si sabes que e hecho mucho daño a ustedes, ¿Por qué me ayudas? —dije yo, pero el solo me miro con una sonrisa.

—La verdad, te odiaba mucho como todos los demás, te quería matar, golpearte cuando te vea, pero yo te perdonó, desde que me entere que nos haz estado buscando, mi pensamiento comenzó a cambiar sobre ti, yo pensaba que nunca ibas a volver y mira aquí estas —susurró.

—Enserio... ¿Y que sentimientos eres? ¿Y donde me llevaras? —dije, en eso se da la vuelta sin decir nada, solo mueve la carreta dejándola apartada del camino, luego agarrando dos manzanas, comienza a caminar mientras yo solo lo miro.

—Sígueme camina conmigo —susurra caminando— yo soy el sentimiento del perdón, soy tu perdón y vamos a la casa de la promesa que es la más cercana —dijo con una sonrisa en su rostro que calmaba mi espíritu.

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