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Nos toca despedirnos.

Habían pasado 10 años, mi corazón está a rojo vivo de tanto que ya había aprendido, comencé a sonreír, a llorar, a sufrir desde por una herida interna como externa, mi mente estaba satisfecha como mi alma tranquila, desde que había llegado al mundo de mis sentimientos, el tiempo corrió tan rápido que ni cuenta me había dado, no sentí que los días habían pasado pero pasaron, había hecho tanta maravillas en este mundo que me sentía un “Dios” pero...

Pero el tiempo no perdonaba nada, mientras me sentaba en la cima de la montaña más alta de mi mundo para poder ver gran parte de mi creación.

—¿Estás bien? —pregunto mi Conciencia. Mientras yo suelto un suspiro.

—Últimamente me siento débil —respondí sin ánimo, sin ganas de querer hacer nada. Mis párpados se querían cerrar y cada vez que lo hacían veía una ilusión de personas de blanco corriendo y gritando.

—Lo he notado, ¿No crees que es tiempo de volver a tu realidad? —dice ella en eso la observó, no habíamos cambiado nada en 10 años, seguía igual de hermosa como cuando la conocí y mirando su perfecta susurré:—Todavía quiero estar a tu lado.

—¿Qué? —dijo mi bella Conciencia.

—Todavía quiero estar cerca tuyo porque siento que nací para estar a tu lado —respondí más fuerte, mientras agarró sus suaves manos. 

—¡Vamos a casa! —dice mientras me daba la mano para irnos a lo que sería una cabaña lejos de todos. ¿Por qué lejos? A veces me preguntaba, pero yo mismo recordaba que a mí Conciencia se le ocurrió la idea de que debería estar lejos de todos para poder descansar por las noches de ellos por el hecho que estaban cerca mío todo el día.

Recuerdo como todos aceptaron infelices ya que todos peleaban por estar cerca mío, pero luego entendieron que a veces es necesario no estar muy cerca siempre.

Así caminamos varios kilómetros colina abajo, mientras cada paso que daba un dolor fuerte sentía en mi cuerpo. —¡Amor! —digo mientras  comenzaba a ver borroso, el dolor aumentaba con los segundos.

—¿Qué pasa? —dice la Conciencia preocupada, mientras me acuesto en el suelo entre hojas, ramas y tierra.

—¿Qué pasará si cierro los ojos y despierto en mi realidad? —pregunto sintiendo muy débil.

—Capaz despiertes, tengas ya 50 años, capaz tengas 30 o haya pasado una hora, una semana, no sé con exactitud, pero ha pasado un tiempo largo, y creo que deberás empezar de cero tú solo —decía la conciencia muy seria.

—¡Solo! —susurro.

—Ojala no allá pasado mucho así puedas arreglar tu vida —dice la Conciencia,  luego me da un beso en los labios.

—¡Leo! —grita mi alegría llegando cerca mío mientras se comenzaba a desvanecerse, se volvió polvo frente mío.

—¡Papi! —dijo la esperanza mientras también llegaba y desaparecía, así todos intentaban llegar donde mi pero desaparecían antes de poder acercarse junto a mi.

Sentía tristeza, ese era el único sentimiento que sentía en ese momento, mis lágrimas comenzaron a salir pero desaparecían antes de tocar el suelo. Mi Conciencia no quería que lo notará pero ella comenzó a desaparecer desde esas bellas manos.

De la nada cielo comenzó a oscurecer, mi mano comenzó a volverse lentamente polvo mientras los árboles a mi alrededor desaparecían.

—Mírame Leonel, al parecer estás muriendo en tu realidad, debes despertar, ¡Hazlo! —Mi conciencia comenzó a alterarse —vamos despierta, hazlo o moriremos —dice una y otra vez mientras  la observaba, no sabía que hacer, tenía miedo y pánico.

—Solo cierra los ojos, hoy nos tocas despedirnos —dijo la conciencia mientras yo no quería cerrar los ojos, pero debía hacerlo, sentía que me moría, que me faltaba el aire.

Mientras cierro los ojos escucho: —ahora cuando duermas aquí, en la vida real vas a despertar, vas recordar toda tu vida, olvidaras casi todo lo que paso aquí, pero quiero que recuerdes algo, nunca dejes de sentir.

El mundo comenzaba a desapareces, los arboles se desintegraban despacio, veía como cada hoja se volvía polvo y como el viento se lo llevaba, cada segundo desaparecía algo de todo lo que el había creado, en un par de minutos quedábamos yo y ella, tenía los ojos cerrados pero sentía su presencia como la de algunas hojas cerca mío,  abro los ojos un instante y veo a mi conciencia con la mano despidiéndose comenzando desaparecer, así fue como todo desapareció, abría los ojos y no veía nada, los cerraba y pasaba lo mismo.

—¡Te Amo! —escucho una voz idéntica a la de la Conciencia, mientras me dejo llevar por el vacío, diciendo otra vez más en mi mente “Este es mi fin”.

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