La mejor ayuda.
—¿Por qué no me dices lo que sientes —dije.
—¿Cómo? —responde el perdón.
—Explicas sobre ti, que sientes, que haces, cualquier cosa que salga de ti —digo intentando explicar.
—Espero que me salga —decía mientras caminamos —Yo soy el sentimiento del Perdón, el único sentimiento que puede curar algunas heridas y juntar algunas personas, soy tu fiel amigo que a pesar de todo, te abraza para decirte que te quiere mucho y te perdona a pesar de todo.
»No importa que tan grande sea tu culpa, tu ofensa, tu insulto o tus insultos yo siempre estaré para perdonarte, pero el perdón nunca se busca, ni se intenta ganar a la fuerza, sino seré yo que te encuentre y te perdone con el corazón.
»Soy el Perdón, nacido para perdonar, ser perdonado porque todos en este mundo merecen perdón por ser la mejor solución aunque el daño siempre queda —dijo en eso se detuvo mirando algo.
—¿Aquí es…? ¿Al fin llegamos donde vive la promesa? —dije mirando, una casa muy grande de madera fina, barnizada para que resalte el color natural.
Y al lado un edificio como de diez pisos de altura, muy extraño por que por algunas ventanas estaban saliendo ramas de arboles.
—Si es está su casa, pero antes de entrar, vístete de este uniforme para que pases desapercibido, así no te reconocen y te dejan pasar sin problema —dijo el perdón, dándome un traje café, como de un trabajador, luego me visto antes de entrar...
Mientras caminamos hacia una puerta de vidrio oscuro, decía un letrero prendido a la puerta “Cerrado por limpieza de promesas rotas” solo decidimos empujarla para entrar, cual al entrar habían muchos ayudantes, seres de color café, todos con muchas cajas, nos miran, yo solo agachó la cabeza para que no me reconozcan.
—Buenas tardes joven, ¿Quien es el nuevo ayudante? nuestro sentimiento esta muy ocupado, no creo que quiera verlo —dijo un ser pequeño, misterioso igual que todos los ayudantes, aunque el intentaba mirarme la cara y yo no me dejaba.
—Buenas tardes a todos, no te preocupes se que quera verme creo que podre ayudar con sus problemas y el viene conmigo, tenemos algo que decirle a la promesa, así que si me permites seguiré mi camino —dijo el perdón, luego me agarro de la manga de la camisa, para que lo siguiera.
Subiendo unas escaleras llegamos , una oficina lleno de mas ayudantes trabajando.
—Tú no te muevas de aquí, yo te aviso cuando entres —me dijo el perdón entrando a una habitación y pidiendo que no me moviera.
—¡Bueno! —respondí en voz baja, poniéndome a mirar que hacían los ayudantes, pero en eso se me acerca una chica muy linda, de ropa color violeta cabello fucsia y unos ojos claros.
—Hola ¿Que buscas aquí…? ¿Te puedo ayudar en algo...? —dijo ella, pero en ese momento no podía decir quien era, porque creía que se enojaría el perdón.
—Soy nuevo por aquí, vine a ver que podría aprender o que hacen en este lugar —dije yo con curiosidad y mentira.
—Bueno te mostrare que hacemos aquí —dijo ella.
—Yo te sigo —dije, mientras ella caminaba detrás de ella.
—Aquí llega la información de todas las promesas que hace un chico medio tonto, que estamos rastreando desde hace un par de días, solo cada vez que hace una promesa descubrimos su ubicación, también llegan, las promesas que no podrá cumplir y planeamos un plan para que haga lo posible por hacerlo, como el dice —dijo ella, pero dejo de hablar al escuchar que decía yo.
—“Te juro que cumpliré mi promesa aunque tarde mil años...” luego cuando lo cumple dice; “Te prometí cumplir mi promesa, aunque ya sea tarde pero lo hice…” —dije no sabia como, ni porque pero recordé eso de la nada.
—¿Como sabes eso? A pesar de ser un ayudante, no puedes tener información exacta solo los sentimientos y los de confianza tienen dicha información —dijo, pero yo la interrumpía diciendo.
—Disculpa solo es lo que yo diría, no quise interrumpir
—dije.
—Sabias palabras, me recuerdas a alguien, pero bueno, tengo que ir a buscar y acomodar unas cajas, me podías acompañar —dijo ella, yo moví la cabeza como diciendo que sí.
—¡Yo quiero ayudar! —dijo una niña vestida, de fucsia igual que la otra chica.
—Esta bien puedes venir —dijo, luego ella llevándome de su mano al edificio que estaba al lado, al parecer la razón porque salían ramas de aquel edificó, era porque adentro en el medio de todo había un gran árbol que crecía hacia todo el edificio, caminando por las largas escaleras llegamos al ultimo piso del lugar.
—Tenemos que bajar todas estas cajas al primer piso por las escaleras —dijo mostrándome unas gigantescas cajas, que por las escaleras una por una teníamos que bajar.
—¡Esta bien no te preocupes, yo te ayudare! —dije.
Yo también ayudare —dijo la niña más pequeña.
Decido hacerle caso bajando las cajas, aunque parecía que ellas se cansaban mucho más rápido de tanto bajar y subir las escaleras, mucho peor la niñita.
—¿Por que no descansas eres muy pequeña para ayudar? —le dije a la niñita.
—Aunque sea pequeña no puedo evitar ayudar, yo hago lo que muchos deberían hacer, ayudar a los demás, así que no dejare de ayudar aunque me lo pidas —dijo la niñita, luego siguió bajando las cajas, muy feliz, como si fuera lo mejor del mundo simplemente decido seguir ayudando como si verla a ella me animara a seguir ayudando más, aunque ella era la mejor ayuda para todos.
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