Despertar
—¡Esta muerto! —escucho una voz, mientras se escuchaban muchos pasos.
—El no puede morir, maldita sea, yo lo amo, ¡Despierta! Maldita sea abre tus malditos ojos, esto no tiene que acabar así —gritaba una voz quebrándose en llantos, mientras yo intentaba abrir los ojos para decirles que estaba vivo.
Pero no podía, no podía abrir los ojos, ni las manos, siento como todos se van.
—¡Estoy vivo! —grite despertando, pero estaba en una habitación fría, llena de cadáveres, me encontraba desnudo. Con una sábana blanca camino por el lugar encontrando ropa de enfermeros, apenas logro caminar pasó entre medio de muchos policías, doctores y personas siendo ignorado.
Llegando a la puerta del hospital suena una alarma y una voz en los parlantes del hospital dice, “A todas las unidades, hay un ladrón de cuerpos, ha desaparecido un cadáver, cierren las puertas posible caso de algún psicópata.”
En eso se cierra la puerta del hospital, decido dar paso hacia atrás, a penas cómo puedo vuelvo por los pasillos, entro a una habitación.
Era suerte, destino o una simple casualidad.
—Esta habitación está siendo desocupada doctor, se le ofrece algo —pregunta una enfermera, me había confundido con un doctor, tal vez sería por la vestimenta que había robado del amorgue, ropa que pensé que era de un enfermero pero no lo era.
—Se perdió un muerto —respondí. Estaba nervioso, no sabía que más decir tenía miedo que se diera cuenta que no era doctor, o tal vez que pregunte de quien era o diga “A usted no lo conozco”
—Si, justo era el que estaba aquí, la muchacha ya fue avisada y viene en camino —dice ella, mi impresión cambio, estaba en la habitación que tal vez pase mis últimos días antes de morir, estaba ahí en una habitación grande, linda, habían flores, la enfermera había arreglado algunas cosas pero eso no quitaba de que estaba bien atendido.
—¿Cuál muchacha? —pregunto muy curioso necesitaba saber de quién se tratan, tal vez estaba en un error y esa no fue mi habitación..
—Al parecer la novia del muchacho —aquellas palabras confirmaban que no era yo, yo no tenía pareja, novia, amante hasta dudo que hubiese tenido una amiga o confidente.
—Estoy cansado será que puedo descansar en esta habitación vacía —dije en eso ella me mira.
—Claro doctor pero una hora nada más —responde marchándose. Necesitaba acostarme un rato para pensar, aquella hora era más que suficiente. En eso busco en la habitación algo con que arreglarme, encuentro un rasuradora en el baño, sacándome el barbijo me cortó los pequeños bigotes que me habían salido, me miró al espejo, mi rostro había cambiado mucho, comencé a hacerme tantas preguntas posible.
¿Qué edad tenía? ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Qué había sucedido? ¿Quién sería la muchacha? ¿Qué estaba pasando conmigo?
Algo estaba mal, comienzo a buscar algún calendario, cual no encuentro, en eso al salir de la habitación encuentro a la conciencia, ella estaba ahí mirándome una vez más. —¿Eres tú Conciencia? —pregunto mientras ellas me besa los labios. —Despierta sigues soñando —esas palabras me detienen, me paralizan por completo— ¡Estas soñando!— escucho su susurro suave, aquella voz, aquel susurro, me da una paz mientras yo suelto una lágrima al saber que seguía durmiendo, aquella gira de lágrima veo como cae al suelo y escucho su sonido, todo pasaba lento pero en eso ella me da una patada lanzándome al vacío, cual de la nada vuelvo a caer en una infinidad, al final vuelvo a ver una luz que se acercaba.
Y ahí, ahí estaba yo otra vez, con los ojos borrosos, abriéndolos en una habitación muy iluminada, con las paredes blancas, con una camas a mi lado, mis ojos cada vez veían más con claridad.
Miro mis manos, están algo pálidas, miro mi cuerpo estoy sin ropa, otra vez sin ropa digo recordando el anterior sueño, comienzo a mover mis manos, mis pies lentamente para ver si estaba bien.
Mientras más pasaban los minutos más mi mente vuelve en mí, intento pararme lastimosamente caigo unas tres veces, hasta poder pararme solo busco mi ropa, lo cual estaba rota y limpia, me la pongo sin dudar, me dirijo al baño, cual lo primero que hago es lavarme la cara, veo que tengo no parecía al anterior sueño, parecía más joven y ya no tenía bigote ni estaba tan acabado.
Al terminar simplemente decido salir de esa habitación, cual era de un hospital, veo los enfermeros caminar y muchos pacientes quejándose del pésimo servicio, en eso decido caminar sin ser notado hasta la salida, quería irme nada más podía pasar por mi mente.
Cuando salgo, me entra un dolor de cabeza recordando que tuve un accidente y me atropellaron, recuerdo esa fea escena una vez más, pero aún así sigo moviendo los pies hasta no dar más, sin saber donde estaba, de que hospital salía, simplemente me desmayo a unas cuadras del hospital.
—Despierta Leonel —susurraba una chica, con esa maldita voz otra vez.
—¡¿Conciencia, eres tú?! —susurré mientras la veo y si era ella, mi conciencia la muchacha más perfecta del mundo.
—¡No! Yo soy Melanie —dijo agarrando mi mano.
«Melanie» pensé, como era posible, estaba frente de la razón de mi locura, de mis delirios, la razón por la cual vivo o hago algo, la chica que me inspira a hacer poemas que nunca les doy.
—¡Perdón! Te confundí con un sueño, o algo que paso en mi cabeza —dije mirando su mano, ignoraba todo totalmente, aún así ella era la razón de lo sucedido, la razón obvio cual en mi cabeza busque a mis sentimientos.
Mientras escucho un silencio incómodo, ella comenzó a derramar unas lágrimas inesperadas, ella sin esperarlo me abraza muy fuerte, llorando en mi hombro susurra: —Te vi morir, yo estaba ahí cuando tú corazón se paró, ¿Qué haces aquí? ¿Cómo es posible? —dice mientras me mira.
—Pensé que era un sueño mi muerte , desperté y estaba entre muertos —dije en eso ella me mira.
—No fue un sueño, te moriste y horas después desapareciste del hospital, te buscaron por todos lados, es más justo iba para buscarte también pero estas aquí —dijo mientras en su mirada veía que decía la verdad.
—No quiero volver al hospital —dije, estaba confundido, no entendía nada, solo deseaba y quería irme.
—Necesitas ir a descansar, acabas de despertar de un coma, o de lo que parecía tu muerte —susurraba ella mientras que lanza un suspiro— no puedo creer que estés vivo, muchos días fui a visitarte, tus padres también, verte ahí pensé muchas cosas que ya te contaré —termino de decir.
—¿Dónde estamos? —pregunte.
—Cerca del hospital Francés —respondió, eso significaba que estábamos lejos de donde vivíamos y la única forma de llegar era en un taxi.
—¡Vámonos! —dijo, en eso ella comienza a caminar y yo a seguirla, salimos a una carretera donde pasaban muchos vehículos, nos subimos en uno llegando a la calle que separaba los caminos hacia nuestras casas.
—Te llevaría a mi casa pero sabes que mi madre no le gusta que lleve muchachos —dijo ella, en eso se me viene una pregunta.
—¿Cuánto tiempo pasó del accidente? —dije.
—Paso un mes, pero pareció una eternidad —respondió...
Eso quería decir que tenía apenas 17 y ella 16, hace un mes nos odiábamos o no podíamos ni vernos, será que tenía que pasar un accidente para que todo cambiará o seguía en un sueño.
—Si esto es un suelo no quiero despertar —dije mientras comenzaba a caminar hacia el parque que estaba cerca de nosotros, mientras ella me agarra la mano estando desde atrás.
—No es un sueño y si lo es la que estaría soñando sería yo, porque desde el accidente no hice más de pensar en ti, porque en el fondo siempre te ame solo no quería aceptarlo, me retracto todo lo que dije aquel día, no creo que seas una persona sin sentimientos —dijo en eso me doy la vuelta para mirarla a los ojos.
—Si era frío, no tenía sentimientos, durante un año en mi cabeza estuve buscándolos, buscaba la razón para salir cual decidí quedarme porque al menos en mi sueños era feliz contigo —dije. En eso ella añade: —Yo era tu Conciencia, ¿Cierto?
—¿Cómo lo sabes? —pregunte.
—Mientras dormías habían días que hablabas de ella, decías cuánto la amabas, hoy me confundiste con ella, no hay donde perderse —dijo, «Es una muchacha muy lista» pensé sonriendo.
—Es que gracias a ella encontré a todos mis sentimientos, ¡Fue fantástico! —exprese, no sé porque pero recordaba todo mientras ella me miraba con esos ojos y entre la confusión me da una beso.
—¡Cállate! También te amo —dijo, era un beso inesperado, había besado a la niña que tanto quise besar toda mi vida. Sin bastar aquel beso le respondo con otro, haciendo que se detuviera el tiempo una vez más, quién diría que el primer día de mi despertar sería un sueño hecho realidad.
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