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Capítulo 2: El regalo

― Son veinticinco monedas por eso, señor Hasbún ―le dijo Aliosha a un cliente que estaba intentando elegir un pastel del puesto que tenía la familia en el pequeño mercado de Barkistán. Él trabajaba en este lugar junto a su madre y a pesar de su corta edad se tomaba las responsabilidades del pequeño negocio muy seriamente. Su personalidad había cambiado rotundamente desde que era un niño, se había convertido en una persona bastante seria, un poco desganada, que no le prestaba mucha atención a la diversión ni a los juegos de niños y a veces se olvidaba incluso de algunas fechas importantes.

Mientras Aliosha contaba las monedas que el señor Hasbún le había entregado y su mamá contaba las que había dentro de un tarro, Dylara apareció sorpresivamente por detrás de él con una sonrisa de oreja a oreja y lo golpeó con una rama de olivo mojada, haciendo que eche las monedas al suelo.

―¡Ouch, eso dolió! ― dijo el chico un poco molesto ― Espera...

―¿No recuerdas que día es hoy?¡Hoy es nuestro cumpleaños! ― le dijo Dylara emocionada. Ambos amigos, además de ser casi como familia, estaban unidos por sus cumpleaños, los que los convertía en lo que lo que a veces la gente llama "gemelos de distinta familia".

―¿Qué?¿Tan rápido pasó el tiempo? ― preguntó sorprendido ― Eso explica lo de la rama. ¿Sabes?, siempre creí que deberíamos reconsiderar esa tradición...

La cara de Kira, madre de Aliosha, se iluminó de repente con una sonrisa y ella le dijo a su hijo ― ¡Sorpresa!

Aliosha se la quedó mirando con una expresión seria en su rostro por unos segundos.

Luego, ella se acercó a Dylara diciendo:― No puedo creer que no lo haya recordado por su propia cuenta. Eso demuestra que debería tomarse un descanso.

―Opino lo mismo ― respondió la niña ― Parece que se ha olvidado de cómo disfrutar, siempre actúa como un amargado, es peor que yo.

Él estaba con la mano en la cabeza recuperándose del ramaso cuando se le acercaron Vadim y Samaria, padres de Dylara (quienes estaban a unos pocos puestos de distancia, vendiendo túnicas y pañuelos), le dijeron:

―¡Felicidades! Ahora en un rato ve hacia la orilla del Río Op...preparamos algo especial para tí y Dylara.

Aliosha levantó las cejas y miró con un poco de desgano, aunque pensó que quizá un rato libre no sería mala idea. Juntó las monedas que había en el suelo y las colocó en el tarro que estaba en la mesa, colocó un cartel sobre ella y se dirigió montando un burro con su amiga y su madre hacia el Río Op.

La distancia entre el mercado y el río era de apenas unos pocos kilómetros, lo suficiente como para poder apreciar el lugar durante el viaje. Barkistán era un pueblo pequeño a mediano, sencillo pero agradable y con una estética bastante particular a los ojos de los extranjeros, al igual que la gran mayoría de las ciudades del imperio. Estaba formado por pequeñas y coloridas casas de madera y piedra con techos puntiagudos en su centro y curvados en sus extremos, calles irregulares hechas de grandes piedras y cubiertas por las hojas caídas durante el breve otoño, el cual estaba a punto de dejar su lugar al imponente y blanco invierno. También había en este lugar algunos templos con sus características cúpulas cubiertas por un poco de nieve procedente de las primeras nevadas, establos con burros, caballos y algunos camellos, tranqueras y por supuesto el colorido mercado de comidas, ropas y tonterías en donde trabajaban los dos preadolescentes, ubicado en el centro del pueblo y cerca del destartalado kremlin (*) que años atrás solía proteger a algunos edificios importantes, pero que terminó en ruinas debido al paso del tiempo.

Luego de algunos minutos, llegaron los tres a la orilla de un muy poco profundo río, donde los esperaban los padres de Dylara y otros amigos de la familia. En el lugar había una carreta llena de paquetes, algunos almohadones cómodos y grandes para sentarse junto a una bonita alfombra de coloridos y hermosos estampados orientales. Sobre la alfombra había varios cuencos llenos con jugo de fruta y un gran pastel de frutos rojos.

―¿Les gusta?―preguntó el padre de Dylara―El pastel fue idea de Oleg ― dijo señalando a un chico bajo y rubio que sostenía un regalo bajo un brazo y al mismo tiempo saludaba a los cumpleañeros.

―Sé que no se compara con los que hace Aliosha, pero lo hice con amor― dijo Oleg un poco sonrojado mirando al tostado pastel que estaba sobre la alfombra, el cual tenía un aspecto un poco desaliñado pero que aún así parecía delicioso ― Ahora bien..¡Que comience la fiesta!

Los homenajeados e invitados comieron pastel sentados en los almohadones, estuvieron un par de horas bailando mientras algunos amigos tocaban música, jugaron a las escondidas en el prado y hasta terminaron un poco mojados por caerse mientras intentaban cruzar el río saltando de piedra en piedra en un pie. Fue un día mucho más divertido para los muchachos que el resto de los cumpleaños que pasaron en Barkistán. Hace mucho que no se los veía riendo.
Finalmente como comenzaba a bajar el sol y a hacer más frío, llegó el momento en el que había que entregar los regalos. Kira comenzó a sacar los paquetes que estaban dentro de la carreta. Entre estos había cosas como camisas bordadas, sombreros, tarritos de mermelada y un tambor. Sin embargo ella no había sacado todas las cosas que había dentro de la carreta.

Al terminar el evento, como ya había oscurecido y comenzado a nevar levemente, todos se despidieron de los cumpleañeros y volvieron a sus hogares. El ambiente pasó a estar silencioso. Dylara decidió quedarse con Aliosha y su madre para ayudarlos a empacar los regalos y lo poco que quedaba del pastel, para luego alcanzar a sus padres camino a casa. Kira retiró los objetos restantes del interior de la carreta, miró varias veces a su alrededor para verificar que no quedara nadie más que ellos tres. Los adolescentes se miraban levantando los hombros, pues no encontraban el sentido a quedarse solos en la nieve después de la fiesta y se quedaron un rato callados. Finalmente, Kira rompió el silencio.

―Hoy han recibido bellos presentes por parte de nuestros amigos, pero estos son los más especiales de todos― dijo sosteniendo los elementos antes mencionados a sus espaldas ―.Tienen un significado muy profundo y los he estado guardando durante años.

Aliosha y Dylara abrieron los ojos como platos, estaban muy intrigados por saber qué clase de regalos eran. Si nadie más podía estar presente para verlos, era señal de que eran algo realmente personal.

Kira llevó las manos al frente, mostrando un paquete alargado de tela, amarrado con una cuerda, la cual ella desató revelando dos largos sables ligeramente curvados con empuñadura de color bronce, dentro de fundas bordó con delicados estampados florales de color dorado. Los chicos los tomaron sorprendidos ¡Qué regalo tan extravagante!

Ellos observaron con cautela las fundas y los desenvainaron. Sus hojas eran de un color platinado con un ligero brillo cobrizo. Eran muy hermosos, pero por alguna razón sentían que nadie los había usado en muchos años.

―¡Qué bonitos!― dijo Aliosha con el sable en la mano ― pero..¿Para qué lo usaría?

Dylara mientras tanto observaba el suyo de arriba a abajo y lo movía en el aire. Para probar qué clase de corte hacía, intentó usarlo para hacer surcos en la corteza de un pequeño tronco que había a su lado.

Kira bajó la mirada y dijo― Estos dos, no son sables cualquiera. Son una reliquia de nuestro pueblo, pues pertenecieron a una persona muy especial. Eran posesión de...

―¡Hey, miren! Hay algo más acá adentro― dijo Dylara mirando dentro de la funda de su espada, sin darse cuenta de que había interrumpido a Kira.

Aliosha se acercó a la chica para observar dentro de la funda. Era un pequeño objeto que estaba en lo más al fondo, donde la hoja de la espada no llegaba. Ella la levantó en el aire y la dio vuelta, sacudiendo un par de veces para hacer caer al misterioso objeto.
Cayó al suelo lo que parecía ser un viejo trozo de papel amarillento que estaba bastante doblado. Aliosha lo agarró, lo desdobló y vió que estaba escrito con una caligrafía muy elegante.

Los chicos comenzaron a leerlo. En las primeras líneas, había una dedicatoria hacia ellos, pero más abajo, en lugar de aparecer el típico texto de una carta, había una historia:

"Cuenta la leyenda que hace muchísimo tiempo, cuando el mundo era joven, las noches eran iluminadas por las estrellas. Dos de ellas, Alioth y Dubhe, las más hermosas e inseparables hermanas, tenían la tarea de cuidar el sueño de las nacientes civilizaciones humanas observando incansablemente al mundo desde el norte de la bóveda celeste. Su propósito era especial, pues protegían a las personas de las malas vibras y desgracias, demonios que habían sido liberados al mundo en una época mucho más remota, cuando Pandora abrió su caja prohibida. Estas fuerzas negativas podían atacar en cualquier momento, pero durante las noches, cuando la aurora ilumina el cielo, se escuchan sus aullidos desgarradores, como de lobos agonizantes que causan pesadillas, así como otros males tales como codicia y envidia entre los hombres. El par celestial mantenía sus maldades a raya.

Pero ni siquiera los entes más perfectos del universo son incorruptibles. Se dice que un día Dubhe, quien ya no brillaba tanto como su compañera, comenzó a sentirse insegura de sí misma. Este momento fue aprovechado por Alchnost', que era quizás, el peor de los espíritus malignos. La inseguridad causó grietas en su corazón, y estas fueron llenadas por sentimientos negativos, como los celos y la codicia. Estas emociones iniciaron progresivamente a oscurecer su alma, al igual que lo que ocurría a los humanos.

Ella hizo un pacto con Alchnost', quién le prometió que la convertiría en la más brillante de todo el firmamento, sin saber que el precio a pagar era ser hechizada para convertirse en una marioneta suya por toda la eternidad. Alioth, al enterarse de esto, tuvo con ella una gran discusión. El corazón de Dubhe, enterrado en la ira y el dolor que le provocó la pelea con su compañera de toda la vida, se endureció y ella cayó a la Tierra.

Alioth decidió descender de los cielos en la forma de un pájaro de fuego para buscar a su hermana y salvarla del hechizo que la condenaría eternamente a ser un instrumento del mal. Pero fuerzas oscuras la atraparon en una montaña humeante a la que solamente personas de corazón puro, libre de maldad e intenciones corruptas pueden acercarse a liberarla. Muchos reyes del mundo han enviado a sus hombres en busca de las estrellas perdidas del norte, pero ninguno ha vuelto con vida..."

A medida que leían el texto, comenzaron a recordar que ya habían oído esa historia antes, sin embargo, no eran capaces de recordar de donde la conocían...

―Que extraño― dijo Aliosha― ¿Por qué alguien escribiría un cuento para niños para dejarlo en un lugar así? Y... ¿Qué tiene que ver con todo esto?

Siguieron leyendo hasta que se toparon con la carta propiamente dicha:

"Queridos Aliosha y Dylara
Fueron hermosos los momentos que hemos compartido juntos, pero ahora con gran pena estoy obligado a despedirme. Lucharé contra las filas del Zar Ivar y dudo que pueda volver a verlos luego. Sé que este momento es muy duro para nosotros y todo nuestro pueblo. Sin embargo, no se preocupen porque estoy con ustedes a pesar de que no puedan verme. Confío plenamente en que Kira mantendrá intacta la felicidad y la fuerza de la familia a pesar de que lo peor ocurra y que ella los preparará muy bien.

En cuanto a la forma en la que decidí comenzar a escribir mi texto, que no es la que alguien esperaría al abrir una carta, el porqué elegir escribir antes esa leyenda que ustedes escucharon cientos de veces siendo niños, es porque existe una siniestra oscuridad que está acechando a este reino, y que terminará expandiéndose por el mundo entero si no lo evitamos.

Les dejo con mucho honor la custodia de los sables que han estado en los más valerosos guerreros de nuestra familia durante generaciones, pues los necesitarán ¿Para qué? seguramente se preguntarán... pues, para la aventura más grande de sus vidas. Cuando estén listos sabrán de que les estoy hablando, y si están intrigados por saber cuándo será ese momento, solo diré que será cuando reciban esta carta.

Con muchísimo cariño, hasta siempre. Takhmanov ,Vladek Vasiliev "

Los muchachos se quedaron helados, en especial Aliosha, que levantó la cabeza y miró a su madre con expresión estupefacta. Hubo un silencio bastante incómodo durante un pequeño rato que se sintió como una eternidad. Finalmente sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, pues había comenzado a recordar momentos que habían quedado en el pasado. En un acto impulsivo y sin decir ni una palabra, él salió corriendo hacia el bosque que estaba tras el prado.

―¡Ay, Dios! ¡No!― dijeron Kira y Dylara al mismo tiempo. La niña salió corriendo tras él pero sorpresivamente Kira no se movió. Ella miró a la mujer con un gesto de extrañez, ya que ella esperaba que tuviese su misma reacción.

Mientras corría, Dylara le gritó― ¡Avísale a mis padres! iré a buscarlo yo.

"El momento ha llegado" pensó Kira mientras observaba el cielo ya oscurecido y la nieve que caía fuertemente con una expresión melancólica. Luego, ella se dirigió hacia la aldea.

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Kremlin: Fortaleza ubicada en el centro de una ciudad en lugar de rodearla. Protege palacios, Iglesias y otros edificios importantes. Es común encontrar uno o varios kremlins en ciudades rusas de origen medieval como Moscú o Nóvgorod.

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