Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7

IMPORTANTE: La historia ha sido publicada por la Editorial Samarcanda, del Grupo Lantia Publishing, por lo que solo puedo dejar los primeros 8 capítulos en la plataforma. ¡Dale una oportunidad y no te arrepentirás! Y si te han gustado estos primeros capítulos o ya las has leído, no olvides dejar un comentario, recomendación, like o cualquier otra muestra de apoyo. Vuestra difusión es mi mayor recompensa.

Puedes adquirirla pidiéndola en tu librería habitual, en Amazon, Libros.cc, GooglePlay, Kobo, Agapea, El Corte Inglés, iTunes, La Casa de Libro, Fnac:

Físico: https://www.amazon.es/En-Busca-Esperanza-Marina-Tirado/dp/8417103686/ref=tmm_pap_swatch_0?_encoding=UTF8&qid=&sr=

Ebook: https://www.amazon.es/En-busca-Esperanza-Marina-Tirado-ebook/dp/B07HHG95GR/ref=tmm_kin_swatch_0?_encoding=UTF8&qid=&sr=

GRACIAS por vuestra comprensión, por vuestro apoyo, por creer mucho más en mí de lo que yo lo hago, pero sobre todo, gracias por hacerme volar. ¡Os adoro!

........................................................................................................... 

Parece que le han dado cuerda a mis dedos y de una forma extraña las letras aparecen en la hoja en blanco de Word sin esfuerzo, como si mis dedos tuvieran vida propia y me pidieran seguir escribiendo...

Hace tiempo que no escribo y mucho más tiempo que no publico nada en internet, pero no puedo dormir y cuando no puedo dormir, escribo. Lo sé, una mala estrategia si ese es el propósito. De hecho, debería contar ovejas, pensar en los acontecimientos del día, inventar historias en mi cabeza... Sé de buena tinta que todas esas cosas hacen que una persona normal sucumba al sueño, pero a estas alturas de la historia no hay manera de hacerme pasar por una persona normal, más si cabe, cuando he nombrado a Voldemort en el capítulo anterior. Sí, he caído en ello hace un minuto. ¡Ja! Ahí, decid la verdad, he echado por tierra toda mi reputación. Pero, a ver, señoritas y señoritos, tengo veintidós años, si hacéis las cuentas sabréis que me pilló el boom de Harry Potter en mi más tierna adolescencia y, como buena lectora empedernida, lo leí y me gustó, lo admito, crucificadme.

Necesito dormir. Miro la hora en mi IPhone: las dos de la madrugada. Sonrío. Mi abuela me llamaba "gata nocturna". Todo tiene su porqué. Siempre que puedo, escribo de noche. Daros cuenta, es el momento en el que todos duermen y no existe el ruido. La oscuridad y la paz que me proporciona la noche es capaz de envolverme en una tranquilidad asombrosa, me engulle en su silencio y hace que pueda estar horas leyendo o escribiendo. ¿Qué le vamos a hacer? Necesito ese silencio. Sé que hay personas que se ponen música e incluso pueden escribir con la televisión encendida... No es mi caso. Recordad que no soy capaz de hacer dos cosas a la vez. ¡Ja! Soy un desastre.

Hmm... Debería dormir. ¿Os digo el por qué? En momentos como este, cuando deseo fervientemente caer en un profundo sueño, me da por pensar en probar técnicas para dormir. ¡Sí! Hace poco se me ocurrió que, igual, fumándome un porro, podría quedarme la mar de tranquilita, pero no, esta idea no es buena para mí. Os diré otra verdad comprobada sobre mi persona: no aguanto los porros, me sientan mal. Pero no mal de me quedo dormida, o mal de me pongo pesada riendo o llorando. No, no, no. Estoy hablando de que me pongo mala vomitando como si no hubiera un mañana. No, fumar no hará que duerma cuando lo deseo.

Para bien o para mal, cuando no puedo dormir, la lectura o la escritura es mi única salida. Dad gracias... ¿Os imagináis la que podría liar drogada si ya de normal soy, más bien, tirando para rarilla? No obstante, no puedo engañarme, este arrebato de escritura está provocado por la insana necesidad que tiene mi mente de pensar. Ya sé que pensar se supone que es bueno, pero para dormir no lo es. Y así es, no puedo dormir porque no paro de pensar.

Y ustedes diréis: ¿Y en qué piensas? Pues pienso en que el bilbaíno me dijo ayer que había tenido la genial idea de venir a la boda de su amigo de la infancia aquí, a Sevilla. Y claro, lógicamente lo suyo es conocerse, sí, es lo normal. De hecho le dije entusiasmada que sí, que por supuesto aprovecharíamos que venía para conocernos. Pero entendedme, pensaba que tardaría un tiempo razonable en venir. Y ustedes pensaréis: Bueno, ¿pero cuándo viene? Pues me lo ha dicho esta mañana. Agarraos fuerte que vienen curvas. ¡Este sábado! ¡Viene este sábado!

Sí, esto se puede tomar de dos maneras:

Uno, puedes pensar: Oh, genial, queda tiempo, de aquí al sábado hasta me da tiempo de hacerme a la idea.

Dos, puedes pensar: ¡Mierda! ¡Voy a conocerlo! ¡Me va a dar algo! Estoy atacada. Y, a riesgo a que suene superficial y tonto, ¡¿qué me voy a poner?!

Para que quede claro, nótese el sarcasmo, estoy pasando por la opción número uno... Podéis llamadme histérica sin ningún tipo de problema en este momento y prometo que ni iré a vuestras casas a pegaros ni os estaréis equivocando.

¡Qué tía! Esperanza, esa chica independiente y fuerte que ha pasado por tanto y que evita relacionarse con la gente para no salir dañada, ha decidido, por estupidez propia, arriesgarse y conocer a Alex. Si, si, el bilbaíno ese que la pone nerviosa. ¡Dios! ¿Cómo voy a aguantarme a mí misma toda una semana?



Milagrosamente, ese nerviosismo extrañísimo que me entró a principio de semana, se ha ido difuminado y me ha dejado en una falsa e ilusoria sensación de bienestar... Sé que me engaño a mí misma. ¿Quién en su sano juicio no estaría nerviosa por conocer al chico con el que habla desde hace un tiempo por internet? Si fuera una amiga o amigo, seguro que cualquiera se pondría nervioso... Pues imaginad si ese chico es Alex. Sí, ya, ya, ya, ustedes no os pondríais nerviosas porque sois rematadamente increíbles. ¡Venga, debéis serlo, leéis esto!

Ajá, os he leído la mente. ¡Qué pelota soy! No, ahora en serio. Sé lo que queréis. Me voy a saltar tooooda la semana para contaros lo importante...

Bueno, ¡¿pero estáis de broma?! No me pienso saltar toda la semana. ¿A ver si creéis que esta historia sólo cuenta como conocí a Alex? ¡Ja!

¡Vale, está bien, ustedes ganáis! La semana fue un coñazo. En resumen, el miércoles quedé con las chicas de nuevo y todas estaban entusiasmadas porque conociera a Alex, todas excepto Clara... Me cuida y me protege como una mamá oso. Le da miedo que pueda pasarme algo, la entiendo, a mí me pasa igual con ella. La diferencia es que yo la veo segura con Javi y ella no sabe lo que me deparará conocer al bilbaíno. Es más, dicho por ella: No quiere que vaya sola a conocerlo y, según me he enterado, ha ideado un plan con Estefanía y Claudia para quedar ese mismísimo día y, así, tantear ellas a Alex. ¿No es un pelín exagerada?

En cuanto al resto de situaciones que ocurrieron esta semana, no hay nada destacable que contar, eso o estoy ansiosa al igual que ustedes por contaros qué pasó con Alex.

Hoy es viernes y ya que voy a quedar con un militar, debería meterme en el papel:

Viernes. Once Am. Cuartel general de...

¡No! Ya basta.

Llevo nerviosa todo el santo día. Cada vez que hablo con Alex de cualquier banalidad, por poner un ejemplo: el tiempo que hace en Bilbao o en Sevilla, mi corazón bombea en mi pecho exageradamente rápido. ¡Vamos a ser razonables! ¡No lo conozco en persona! ¿Qué me pasa?

Saber lo que me ocurre no lo sé, pero ahora mismito estoy sentada en el sofá de mi casa comiéndome una tarrina de un kilo de helado de vainilla. Efectivamente, las once de la noche de un viernes y yo comiendo helado como una adicta al azúcar. ¡Metédmelo en vena! Lo confieso, me encanta el helado, se podría decir que es mi comida favorita. ¿Y sabéis qué? Me relaja. Es raro, pero es así. Cuando estoy nerviosa como helado. Igual es psicológico pero parece tener un efecto calmante en mí y eso que dicen que el azúcar pone nerviosa... Yo debo ser la excepción. Con cada cucharada, me derrito y me concentro en saborearlo y eso me tranquiliza, me deja suave y lánguida.

Miro el móvil de reojo desde mi posición. Creo que lo hago más por hábito que porque espere algo de él. Lo tengo situado en el reposa brazos del sofá. No, no he aprendido a no ponerlo ahí. Soy de esas personas que necesitan tropezarse varias veces en la misma piedra.

Noto el temblor que produce la vibración de mi IPhone y el sonido de un WhatsApp hace que pegue un respingo. ¡Ni que lo hubiera invocado! Me quedo con la cuchara en la boca, sosteniéndola precariamente entre mis labios. Observo el móvil y, de nuevo, llega otro mensaje. Me quito la cuchara de la boca y me siento más recta en el sofá, dejando la tarrina de helado a un lado.

Debería mirar quien es. Mi estómago se retuerce. Es él, sé que es él. Le echo una mirada vacilante a mi IPhone. Es estúpido, pero me estoy poniendo nerviosa. No quiero hablar con Alex. ¿Pero por qué me pongo así?

Vale, está bien, me gusta, bueno no, bueno sí. ¡Uf! En fin, que me encuentro a gusto charlando con él, me río, le cuento mí día a día y él a mí el suyo. Es cómodo, está bien, es genial. Y, de acuerdo, no lo negaré, mi mente es una calentorra y no deja de imaginar el cuerpo de las fotografías cerca de mí y quiero tocarlo para saber si es real... Bueno, y quizás para algo más. ¡Ya basta! Es que ustedes también me incitáis a explayarme. ¡Tenéis la culpa de que os cuente esta historia!

Perdonadme, necesito echarle la culpa a alguien. Jamás me he sentido tan cómoda hablando con alguien, me divierte y me da cierto miedo conocerlo. ¿Por qué tengo que ser tan complicada? Es algo sencillo, es conocer a una persona con la que hablas por internet. El punto está en que no sé si estoy formando tanto lío porque jamás he conocido a alguien de este modo y es algo nuevo y diferente que igual me pasaría con cualquiera, o es que me pongo nerviosa por la persona en sí, por el hombre, por Alex.

Finalmente, me digno a coger el IPhone, pincho el icono de WhatsApp y cliqueo en la conversación de Alex.

"Hola, Esperanza. Estoy cogiendo ahora mismo el avión para Sevilla"

"La boda de mi amigo es mañana por la mañana. Creo que por la tarde-noche estaré ya libre. Quedamos entonces?"

"Por cierto, qué calladita has estado esta semana. No será que no sabes cómo decirme que no quieres quedar conmigo, no? No hagas eso, me romperás el corazón jajaja"

Respondo a su broma rápidamente:

"No se me ocurriría hacer eso, pero me has pillado. No sé cómo decirle que no a un militar. No se supone que a ustedes sólo se os dice: sí, señor?"

Al releer el mensaje dudo. ¿Es gracioso o se puede tomar en plan serio? Escribo:

"Dónde quedamos?"

Los nervios se me arremolinan en la boca del estómago. El móvil vibra y suena. Deslizo mi dedo por la pantalla de mi IPhone muy ansiosa y leo:

" Tú eres la que eres de allí, no se supone que eres tú la que debe decir el sitio?"

"Está bien... para una vez que te iba a dejar elegir ; )"

"jajaja"

Pienso en un sitio conocido para que le sea fácil llegar.

"En la Plaza de España. Sabrás llegar?"

Leo: "Escribiendo...".

"jajaja sabré llegar. A las nueve en punto?"

Le respondo con una sonrisa tonta dibujada en mi cara:

"Genial, ahí estaré"

"Cómo que genial? Dónde quedó mi SI, SEÑOR?"

Me río en voz alta y le pongo dos emoticonos riendo.

"Qué desobediente eres..."

Niego con la cabeza y escribo:

"Mucho"



Aunque sea sábado, trabajo por la mañana, pero para mi sorpresa, la compañera que me releva en el turno por la tarde llega un poco antes e insiste en que me vaya ya, así que aprovecho y salgo prácticamente volando del hospital. Y, la verdad, es que me ha venido genial que mi compi llegara antes, porque Clara y Javi vienen a comer a casa... Cuando llego, ya me están esperando en la puerta de mi piso con bolsas del McDonals. ¡Qué saludables somos!

La tarde pasa ligera y aunque Javi no para de recordarme que conoceré a Alex en unas horas, mi amiga equilibra la balanza cambiando de tema siempre que surge. Creo que percibe mi estado de ánimo. ¿Quién podría obviar mis risitas nerviosas? ¡Es que no me aguanto ni yo!

En cuanto se van, me meto en la ducha y hago lo propio. Dejadme deciros que no me estoy esmerando. De acuerdo, puede que un poco. Hay que pensar que no sé a lo que me voy a enfrentar. ¡Ja! Ni que fuera a la guerra... Entro en mi cuarto mientras me seco con una mini toalla. Tengo que poner la lavadora, me riño a mí misma. ¡Bien! Miro a mi armario desafiante. ¿Qué me pongo?

No crean, lo he pensado. Es más, Clara y Javi han votado por un vestido de flores estampadas muy juvenil. Pero ahí está el quid de la cuestión. Alex es mayor que yo unos cuantos años, no quiero parecerle una niña. Admitámoslo, soy bajita y no creo que un vestido juvenil me ayude a causar buena impresión.

¡Basta! ¿Pero qué cojones me pasa? Si yo soy segura y además, estoy contenta conmigo misma. Si, si, si... Las tetas igual me gustaría tenerlas un poco más grandes. ¡Pero que estoy estupenda! ¿De dónde vienen estas inseguridades? Que igual lo conozco y en persona es un borde y un asqueroso... Hmm, no le pega, pero igual puede ser. ¡Basta de tonterías! Me pondré algo con lo que esté cómoda y se acabó.

La melodía de mi móvil suena desde el salón, lo he dejado allí. Corro y descuelgo sin mirar.

—Esperanza ­—me nombra su voz grave, masculina, sexy, con ese acento... ¡Awww! Me falta babear.

—Hola —saludo sin dejar que mis nervios tomen el control.

—He pensado que te doy un toque cuando esté allí —dice alzando la voz para que lo pueda escuchar sobre la música que, sin duda, acapara la boda.

—Está bien —respondo—. ¿Para eso me llamas?

Eso es Espe, tú dejando a los sevillanos en buen lugar. La madre que me parió. ¡Qué sequita puedo llegar a ser!

—Bueno, quería asegurarme de que no te echas para atrás...

Una risita nerviosa escapa de mis labios.

—Te veo en un rato, Alex.

—De acuerdo, Esperanza.

—¡Oye! —exclamo de pronto. He estado tan entretenida quitándome de la cabeza que lo voy a conocer, que no he caído en que no he visto nunca su cara, no voy a saber quién es—. ¿Cómo te voy a conocer? No sé cómo eres —digo casi susurrando.

—Bueno, no hace falta, yo sé bien cómo eres tú. —Sé que debe estar sonriendo, el inicio de su risa parece traspasar la llamada.

Un minuto más tarde, mi armario entero está en la cama como si estuviera en una de esas películas tontas y románticas. ¡Cuánto daño han hecho! Sin embargo, finalmente, decido confiar en mis vaqueros preferidos, son ajustados, pero me siento cómoda en ellos. Son normales, pero la tela es elástica y se pega a mi piel. Ya os dije que no soy nada del otro mundo, pero estoy bien, procuro estar en forma y ni me falta ni me sobran kilos en mi humilde opinión. Tengo pocas tetas, sí, dejad de recordadlo, ¡pervertidos!

Para completar el vestuario, me pongo una blusa blanca que me regaló Clara en mi último cumpleaños. Es anchita, de mangas largas y me sienta bien. Me debato por un segundo entre llevar tacones o ir en plano, pero termino por calzarme unas cuñas de esparto.

Mi pelo es fácil, lo tengo dominado como cualquier chico. Sí, haced memoria, mi pelo es muy, muy corto. Así que con solo poner mi pequeño flequillo detrás de la oreja, tengo bastante. Tampoco me he maquillado mucho, pero mi perfilador de ojos negro es marca de la casa y no falta. Las chicas suelen decidme que sé sacarle partido a mis ojos marrones.

Está bien, no os haré esperar más. Habéis tenido bastante con el momento vestuario... Adelantemos el tiempo.

Son las nueve. He cogido un taxi para llegar puntual. Camino adentrándome en la Plaza de España de Sevilla dejando el Parque María Luisa a mi derecha. No es porque sea mi ciudad, pero Sevilla es hermosa y esta plaza me encanta de noche... Y es que es muy bonita. Fue construida como edificio principal de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 y, en sus bancos, están representadas todas las provincias de España en azulejos. Es tremendamente grande y tiene forma semielíptica. Además, está edificada, pero la mayoría es espacio libre. Lo que más me gusta es que está bordeada por un canal, que atraviesan cuatro puentes, y el cual puedes recorrer en pequeñas embarcaciones...

Lentamente, me dirijo a la enorme fuente central de la plaza y me siento, está apagada a estas horas, así que no corro riesgo de mojarme. En un principio me miro las manos notando como mi estómago se retuerce por los nervios. ¡No puedo creer que vaya a conocerlo! ¡Es de locos! ¿En qué momento me ha dado a mí por conocer a gente de internet? Levanto la mirada decidida y escaneo el lugar. Soy fuerte, sólo es un amigo, tranquilízate.

Sé por las fotos como es su cuerpo y que es moreno, pero sólo tengo esos datos. Bueno, como me dijo él mismo, él sí sabe cómo soy, ¿pero de verdad voy a esperar tan solo a que alguien se me acerque? No me reconozco. ¿Qué me pasa? Observo a las personas que pasean por la plaza, mayoritariamente turistas, ya sean parejas o grupos organizados, y me inquieto. ¡Puf! ¿Dónde está?

Por un momento, tengo la descabellada idea de que me va a dejar plantada. Comienzo a revolucionarme sola, como a mí me gusta. Y lo que en un principio ha sido una idea aislada, se ha convertido en casi una realidad...

¡Cómo me deje plantada lo mato! ¡¿Qué digo?! ¡No vuelvo a hablar con él! ¡Si, vamos, me va a dejar tirada! ¡Ja! ¡No tiene ni idea con la que está tratando! ¡Es que lo bloqueo de Facebook y hago borrón y cuenta nueva!

Y cuando estoy apuntito de llamar a Clara, mis pensamientos se detienen. ¿Es él? Me esfuerzo por tragar saliva obligándola a pasar por mi garganta. Repentinamente me falta el aire, mi lengua se seca y creo que mi boca incluso está desencajada... ¡Cierra la boca, por Dios! Me riñe, la "Espe cuerda" que habita dentro de mí.

De acuerdo, este es un buen momento para indicaros el punto número seis de esta historia...

Punto número seis: Muchas veces las casualidades no existen y, aun así, nuestros deseos y sueños se pueden hacer realidad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro