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Capítulo 4

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GRACIAS por vuestra comprensión, por vuestro apoyo, por creer mucho más en mí de lo que yo lo hago, pero sobre todo, gracias por hacerme volar. ¡Os adoro!

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Borracha como una cuba que estoy, literalmente, no estoy siendo exagerada...

Hoy es jueves y estamos celebrando el cumpleaños de Clara. Íbamos a quedar el fin de semana, pero la fiesta se ha adelantado de buenas a primeras y como quien no quiere la cosa. Y es que entre que unas están de vacaciones, otras en paro y otras de descanso en el trabajo... pues hemos terminado quedando hoy.

Ahora mismo son las once de la noche. Y ustedes diréis, ¿a las once de la noche y borracha a más no poder? Pues sí, la vida, que cuando menos te lo esperas te sorprende con una borrachera. ¡Ja! No, ya en serio. No es que se haya torcido la cosa para acabar de este modo, es que ha salido tan rodada, que a cada minuto que pasaba el asunto mejoraba más y más.

Veréis, hemos quedado para comer en un restaurante en el que he reservado esta misma mañana, porque como os decía, esto se ha adelantado sin previo aviso. Se suponía que quedaríamos el viernes o el sábado, pero gracias a mi estupendo grupo de WhatsApp... Sí, seguro que lo recordáis, uno con un nombre muy currado y meditado. Su nombre, su nombre era... Hmm, ¿cómo se llamaba? ¡Ah, sí! "Fiesta para Clara".

Ya no divago más, lo prometo. Pero, ¡uf! Es que prometer es una palabra muy fuerte, hay que estar seguros de lo que se promete que después se defrauda a diestro y siniestro con el famoso: "te prometo que..."

Está bien, última vez que me voy por las ramas. Estoy un poco mareadilla, comprendedme... ¿En qué estábamos? Ah, sí, el grupo de WhatsApp que ha resultado ser estupendísimo. Todas se han puesto a charlar como en los viejos tiempos y han llegado a la conclusión de que hoy era el día perfecto para quedar.

Total, que he llamado corriendo para reservar en el restaurante favorito de Clara. La niña, también, ¡no es caprichosa ni nada! Le gusta lo caro, pero por una vez no pasa nada...

¡Atención con el nombre del restaurante! "La mafia". Está en pleno centro de Sevilla, en la Plaza del Duque. ¡Y qué gusto tiene Clara! En eso está hecha una experta. ¡Qué comida más buena! Por no hablar del vino. ¡Ay, el vino! Eso sí que era estupendo, divino, maravilloso, genial y fabuloso.

Nos hemos bebido entre siete chicas unas seis botellas de lambrusco y después nos hemos ido la mar de contentas a tomarnos una copa. ¡Una copa! Eso no se lo creía ninguna, pero como somos muy decentes, allá que íbamos todas a tomarnos "una copa".

Clara quería ir a O'clock, que es un local que está en la Plaza Nueva. Para quien no conozca mi ciudad, eso está a unos diez minutos andando desde donde se encuentra el restaurante, pero nosotras hemos tardado media hora. Y ustedes diréis: ¡Espe, no puedes ser más exagerada! Que no, que bajo los efectos del lambrusco digo siempre la verdad.

¿Dónde pensáis que estoy ahora? Lo habéis adivinado, en O'clock, concretamente estoy en la puerta. ¿Qué ha pasado para que esté en la puerta? Pues que debo estar soñando porque creo que lo he visto. Voy a ser más específica. Creo que he visto al HOMBRE. ¿Sabéis de quién os hablo? El chico de mis recuerdos, el de la piscina. ¡Decidme que sabéis de quien os hablo!

Me tiemblan las piernas y no sé si es por el mareo que llevo o porque me he puesto un pelín nerviosa... Busco discretamente con la mirada a mi objetivo, pero no lo veo. Miro a un lado y a otro de la calle. Alzo la mirada, porque con lo bajita que soy igual no lo veo desde aquí abajo, pero nada, que no lo veo. Resoplo... No puedo creer que lo haya visto dentro del local, lo haya observado salir y después haya corrido como una exhalación detrás de él para nada, para perderlo de vista.

—¿Qué haces aquí? —me sorprende Laura, la prima de Clara.

Sólo se parece a mi amiga en su pelo rubio, en el resto no pueden ser más diferentes. Ella es unos años mayor que nosotras, pero no por ello va menos borracha que el resto. Es más, podríamos decir que es la más fiestera.

—Nada, tomando el aire —miento descaradamente. Se me da bien, ¿para qué lo voy negar? Es algo que he hecho a lo largo de los años para ocultar mis historias, sentimientos, sufrimientos...

¡Qué cosas tan lindas os confieso! ¿Verdad? Pero, bueno, es que todas las protagonistas de un libro no pueden no saber mentir. Es matemáticamente imposible. Lo que es surrealista es que en cada libro que leo, la prota no sepa mentir. Pues yo sí sé y cuando la causa lo requiere, lo hago, miento como una bellaca.

Clara aparece a mi lado y me sorprendo, porque no la había visto salir del local... Está sudada, como todas, nos hemos hartado de bailar.

—¿Qué hacéis? —nos pregunta feliz.

—Aquí con Espe —dice su prima—, que por lo visto está tomando el aire.

—El aire —repite mi amiga.

Veo venir por mi izquierda a dos morenazas espectaculares, sin duda, Raquel y Tamara. Me apoyo en la pared y suspiro.

—¿Qué hacéis?

—Tomando el aire con Espe —les responde Clara.

—Ah, qué guay, nos unimos. ¡Qué calor hace! —exclama Tamara.

—Verdad —afirmo sonriendo.

—¡Pelirroja, espérame! —le grita Estefanía a una melena roja que viene hacia nosotras. Claudia se vuelve y coge a su amiga del brazo. Ríen y las dos se unen al grupito que hemos formado a la salida del local.

—¿Qué hacéis? —preguntan al unísono.

—Por lo visto, tomando el aire con Espe —les explica Raquel.

—Ah...

Miro a un lado y a otro. Hago una mueca y me echo a reír porque son idiotas. Igual sé mentir, pero no borracha, dadme un poco de crédito.

—¡Qué estúpidas sois! —les digo riéndome.

—Desembucha —me ordena Clara.

—A la policía vas a venir tú a robar, Espe... —dice Laura.

Y todas soltamos una carcajada.

—Está bien, está bien... Creo haber visto al chico de la piscina.

—¿Dónde? —dicen algunas.

—¡No jodas! —chilla Tamara.

—¿Ahora mismo? —me preguntan otras.

He de decir que todas se saben la historia de mi amor platónico. Esas cosas se cuentan en la adolescencia a tus amigas y ellas te la recuerdan por el resto de tu vida aunque tú no quieras. Eso es así, no pasa nada. Pero en mi caso, ese amor platónico ha permanecido intacto en la memoria. Solo lo vi durante un tiempo en la piscina, yo tendría unos dieciséis años, así que es algo extraño para todas que siga recordándolo.

—Creo que lo he visto dentro y después ha salido, pero cuando he ido corriendo detrás de él, ya no estaba. Se ha esfumado —me explico.

—Has dicho "creo". Quizás no era él —me dice Raquel.

—A lo mejor era alguien parecido —interviene Tamara.

¿Parecido? ¿Pero puede haber alguien parecido a él?

—Clara, tú estabas en natación sincronizada conmigo. ¿Crees que pueda confundirlo teniendo en cuenta su físico?

—No, era un Dios —confiesa mi amiga.

—Pero con la borrachera que llevamos... —habla su prima.

—Cierto —concuerda Claudia.

La pelirroja debe ser la que más ha bebido de todas nosotras, así que nos reímos de su "cierto".

Clara me observa y antes de que pase un segundo, ya está contando algo de Javi. Se le da bien distraer... La verdad es que a mí me ha parecido ver al chico de la piscina. No dejo de mirar a mí alrededor. Me entran ganas de inspeccionar las calles colindantes, pero sé que eso es exagerar y nadie va a comprenderlo. Aunque igual tienen razón mis amigas y me he confundido. Quizás ha pasado como en el refrán: "Se ha juntado el hambre con las ganas de comer". Bueno, aplicándolo a este caso se habrá juntado la borrachera con las ganas de encontrármelo.

Mi móvil suena y lo cojo instintivamente. Eso de estar tan pendiente del móvil es un asco. No obstante, no hago nada que no haga el resto de mi generación. ¿Algo que debemos cambiar? Probablemente.

Miro a las chicas, se han puesto a hablar unas con otras.

Tengo un mensaje en Facebook, es de Alex.

"Hola! que tal esa fiesta?"

Estos días hemos seguido hablando. Nada importante, pero le conté mi cagada con Clara porque, la verdad, que se me olvidara su cumpleaños era un tema para hablar largo y tendido con quien estuviera a mano y Alex estaba a mano.

El caso es que sabía que quería hacer una fiesta, pero no tenía muy claro cómo prepararla. Normalmente soy buenísima planificándolo todo, pero no se me ocurría qué hacer. No quería ir de discoteca simplemente, porque eso sería igual que salir de fiesta un día normal. Así que con la ayuda de Alex, se me ocurrió que lo mejor era pasar el día juntas y ha sido todo un acierto.

"Hola Alex, pues aquí seguimos. Qué tal estás?"

"Genial, me voy ahora con los colegas a dar una vuelta"

"Pues ten cuidadito por ahí"

"Yo por qué?"

Aún no he visto ninguna foto de su cara, pero recordad la descripción del cuerpo que os hice al inspeccionar las pocas fotos que tiene colgadas en Facebook. ¿Tengo razón o no tengo razón? Más vale que el militar tenga cuidadito por ahí. ¡Ja!

Escribo:

"Bueno, yo sé lo que me digo"

"Si? Y qué te dices?"

"Nada, cosas mías"

"Dilo!"

"No"

"Qué te apuestas a que me lo acabas diciendo?"

"Qué te apuestas a que no, chulito?"

Ni en sueños le confieso lo que opino de su aspecto. ¿Estamos locos?

Leo: "Escribiendo..."

"Mira, morena, me lo vas acabar diciendo y esta noche"

Sonrío. Con lo de morena se ve que también ha estado mirando mis fotos...

"jajja ve rezando"

"jaja adiós, Esperanza"

"Como sabes que vas a perder te vas corriendo, no? jaja"

"No, me voy porque tengo prisa, pero esto no acaba aquí. Ahora mismo voy para allá y te lo saco a la fuerza"

Sonrío y suspiro atrayendo la mirada de Clara.

—¿No me digas que es él?

Ruedo los ojos. Con esta pregunta mi amiga ha conseguido la atención de todas las chicas.

—¿El de la piscina? —pregunta Estefanía.

—No —le responde Clara con cara de pocos amigos—, un desconocido con el que habla.

El silencio pasa como una pequeña brisa entre nosotras. Esperan mi respuesta.

—¿Qué? —pregunto haciéndome la tonta.

—¿Tienes algo con él? ­—se apresura a interrogarme Raquel.

—Ay, no. Es alguien que ha aparecido y es cómodo hablar con él. Ya está, ni siquiera es mi amigo.

—¡Uy! —niega Claudia con la cabeza. Es cómico cuando hace eso y está mareada, su melena pelirroja se vuelve muy, muy desordenada—. Eso dijiste la última vez con el capullo de César: "Ni siquiera es mi amigo, tranquilizaros". Y mira como acabó.

César es un gilipollas con el que estuve un año antes de que mi abuela muriera. Nada importante, todos con los que he estado me han hecho alguna putada, pero no han significado nada transcendental en mi vida. Me recupero y sigo.

—Rompí con él en cuanto me di cuenta que me engañaba. ¿Qué son ocho meses? Estuve rápida —río y todas se unen a mi risa.

—No nos desvíes del tema y cuenta cómo has dado con el misterioso desconocido —me exige Tamara, agarrándome del brazo.

Comienzo mi explicación, no hay mucho que contar, pero todas me miran expectantes. Observo a Clara, mi amiga parece que va a sufrir una combustión espontánea por momentos, y aunque todas concuerdan con ella en que hay que tener cuidado, tampoco ven tan descabellado que hable con Alex "el bilbaíno" y eso la mata.

Acabamos riendo y recordando anécdotas antiguas. Raquel comienza a contarnos algo sobre sus múltiples romances y todas nos callamos para escucharla. Clara se acerca a mí y me abraza por la cintura. Ahora que escucha a las demás hablar, se le ha pasado lo de Alex y está feliz. Le doy un beso en la mejilla y ella me obsequia con una de sus sonrisas.

—¿Te he recompensado con la fiesta? —le pregunto en voz baja.

Clara asiente y dice:

—Gracias por esta súper fiesta de cumpleaños.

Y de repente, soy consciente de cuánto agradezco que todo haya surgido así. Agradezco hasta haberme olvidado de su cumpleaños. Si no hubiera sido así, no hubiera creado el grupo de Watshapp, no llevaríamos toda la semana hablando como lo hacíamos antaño y, sobre todo, no me hubiera dado cuenta de lo mucho que las he extrañado... Y es que, a veces, las coincidencias o las casualidades nos llevan donde debemos estar.

¡Ay! ¿Os he dicho ya cuanto me alegro de haber formado el grupo? Sé que estoy en ese estado de "exaltación de la amistad". El alcohol nos dice: "quieres a toooodo el mundo" y nosotros nos lo creemos. Sin embargo, cuando el alcohol nos dice eso, es porque algo hay detrás, o eso pienso yo.

Estos días en los que hemos estado hablando en el grupo, nos hemos estado poniendo al día. No han faltado los "lo siento" y los "ha sido culpa mía". ¿Y sabéis? Ha sido como si no hubiera pasado el tiempo... No sé si os ha pasado alguna vez, pero hay personas con las que puedes hablar como si los días o la distancia no os hubieran separados. Es extraño, pero también maravilloso, ¿no creéis? De repente hablábamos por WhatsApp como si nada, como si en este último año yo no me hubiera alejado y, para mi sorpresa, ellas me han acogido como si este tiempo no hubiera pasado.



Cuando llego a casa son las cuatro de la madrugada y estoy reventada. Estoy muy mareada, pero me voy directa a la cocina a por pan, mantequilla y un gran vaso de leche. Me encanta la leche, siempre es un buen momento para beber leche. Es más, soy una rarita porque me gusta hasta verla caer en el vaso. Siempre le echo un montón de azúcar moreno, pero se me ha acabado.

Nota mental para la Espe de mañana: Compra azúcar moreno. ¡Uf! Ni de coña me voy a acordar con el pedo que llevo. ¡Ja!

Me siento en la encimera y me como mi pan con mantequilla como si fuera la mejor de las degustaciones. Pero para degustaciones, la tortilla de patatas que me dejaba hecha mi abuela... Recuerdo que cuando llegaba de noche, la devoraba.

Mi móvil suena y vibra a la vez. Busco en el bolso que está en la pequeñísima mesa que tengo frente a la encimera en la que estoy sentada... Es lo bueno de mi piso, es chico, por lo que llego a todos los sitios alargando la mano.

Es una notificación de Facebook, Estefanía ha empezado a colgar fotos de esta noche. Me dispongo a verlas, pero me doy cuenta que una parte de mí está decepcionada porque no es un mensaje de Alex. Hmm, ¿qué me pasa? ¿Ya espero que sea siempre él? Sacudo la cabeza y me pongo a ver las fotos, cuando termino de darle "me gusta" a todas, dejo el móvil en la encimera y mi vista se pierde en el vaso de leche...

Pienso en el chico de la piscina, en si realmente lo he visto o lo he creído ver. ¿Y sí era él?

El móvil suena de nuevo. Esta vez no es una notificación, es un mensaje de Alex y de alguna forma me da alegría. ¿Es el alcohol o soy yo? Porque me está empezando a molestar la tontería que llevo encima. Leo:

"Qué haces conectada? No estabas de fiesta?"

"No, ya estoy en casa"

"Por eso no te he encontrado cuando te he ido a buscar..."

Suelto una risa tonta y le sigo el juego.

"Habrás tardado mucho en buscarme..."

"Definitivamente, en mi próxima vida me dejo de tonterías, que le den a los prejuicios y ni me voy"

No he entendido eso, así que pregunto:

"Qué? No te he entendido."

Rápidamente recibo otro mensaje.

"jajaja normal, nada. Ya he llegado a casa yo también"

Me extraña.

"Ya? Si has salido a las once!"

"jaja oye, que soy un hombre mayor y son las cuatro de la madrugada"

Una sonrisa empieza a dibujarse en mis labios y escribo:

"Qué exagerado! Si tienes sólo 30 años, qué me estás contando?"

Me termino de tomar mi leche y me voy a la cama. El móvil vuelve a sonar y lo cojo a toda velocidad.

"jaja gracias veinteañera, qué cumplido por tu parte"

"jajaja qué tonto eres"

"Qué pequeña eres"

Niego con la cabeza sonriendo.

"Me vas a contar ya porque tenía que tener cuidadito?"

Ni loca se lo digo, ni loca le confieso que está tremendo. Llamadme reservada.

"Oye que me he venido de la fiesta por hacerte caso. Todo el tiempo pensando: Esperanza me ha dicho que tenga cuidadito jajaja"

Me rio de su comentario y escribo:

"Ya... eso, o que no has ligado y te has ido a casa con la cabeza gacha"

¿Qué me decís? A lo mejor es tela de feo y por eso no ha ligado. Aunque no le pega ser tan feo teniendo ese cuerpo. Oye, pero cosas peores se han visto. ¡Qué mala soy! Seguro que encima es guapo.

Pasan unos segundos y entonces responde:

"jajaja pues mira, para tu información no estaba muy dispuesto a ligar"

"Y eso? Pensaba que los tíos siempre queríais ligar"

"No generalices, yo no soy todos los tíos"

"Es verdad, eres especial, Alex jajaj"

Otro mensaje suyo me llega en seguida.

"Pues sí, lo soy y no estaba dispuesto a ligar"

"Hmm y eso? Alguna chica especial en la que estarías pensando para no querer ligar con las demás, no?"

"Me has pillado"

Frunzo el ceño. Pensaba que no tenía novia.

"Tienes novia?"

"No y tú"

¡Ja! Parece que estaba deseando que se lo preguntara para preguntarme él.

"No, no tengo novia"

¿A que soy graciosa? Es eso o que el mareo que aún llevo hace que me ría de mis bromas.

"Y novio?"

Míralo, él sigue con sus averiguaciones. Le respondo:

"Qué cotilla eres"

"No más que tú"

Le respondo ya en serio:

"No, no tengo"

Veo: "Escribiendo..."

"Eso pensaba"

A ver si el bilbaíno va a ser ahora vidente... Me muerdo el labio. ¿Quién será esa chica por la que no ha podido ligar?

"Entonces quién es esa chica especial a la que no te has atrevido a decirle nada?"

Tarda en contestar, así que me remuevo como una niña pequeña en la cama.

"Cómo sabes que no le he dicho nada?"

"Porque si lo hubieras hecho, estaría contigo"

No me puedo creer que haya escrito eso, ¿me he delatado? ¿Por esa frase puede intuir que me parece atractivo? ¿Pero cómo me va a parecer atractivo si no le he visto la cara? ¡No me aguanto! Me estoy poniendo nerviosa... ¿Qué tenía la leche?

Lo que sea que indique esa frase, Alex parece pasarlo por alto porque escribe:

"Qué confianza tienes en mí"

Con ese cuerpo como para no tenerla, hijo mío... ¿Pero qué me pasa? Me rio de mí misma y noto el mareo que tengo haciendo su efecto.

"Díselo, verás cómo cae"

O mejor no le digas nada, dice una parte de mí. ¡Basta!

"No es tan fácil"

"Por qué?"

Sí, lo estoy interrogando, pero es que quiero saberlo, ¿ustedes no?

Mi móvil suena entre mis manos. Abro la aplicación de Facebook y leo:

"Porque está bien la distancia, yo disfruto del contacto y ella no sufre"

"Eso es muy triste y muy cobarde"

¿Le he llamado cobarde? ¡Ja! Sí, pero es que... ¿Por qué iba a sufrir ella?

"Oye, no me insultes que soy militar"

Me rio ante su broma, no puedo evitarlo.

"jajaj es verdad. Bueno, entonces es muy triste y muy derrotista"

Rápidamente escribo de nuevo:

"Cómo sabes que ella va a sufrir?"

"Porque y si se engancha y me conoce?"

"Qué tiene de malo?"

Hay algo que no me está contado, lo intuyo, ¿ustedes no?

"Es mejor que no me conozca"

"Pero que hay tan malo contigo? Me estás asustando jaja"

Pasa un minuto y no me contesta. Me incorporo en la cama sin saber qué pensar. Igual si hay algo malo en él. El móvil suena al fin indicándome que tengo un nuevo mensaje.

"Nada, Esperanza"

"Hmm, ya me lo contarás"

No le voy a insistir más.

"Bueno, voy a dormir. Besos, Alex"

"Besos, Esperanza"

Oye, un apunte: No habléis con desconocidos estando borrachas, nos hacemos las valientes y preguntamos más de lo debido... Sin embargo...

Punto número cuatro: Sólo vivimos una vez, sed valientes.

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