Mi cerebro guarda recuerdos. 
Con mis ojos puedo ver.

Esto les parecerá obvio pero es más profundo de lo que ha de parecer.

¡Cuánto desperdicio de esa vista si no disfruto mirando las estrellas, el arcoíris, las gotas de rocío en una flor, la sonrisa de un niño o la mirada de alguien que me ama!

Porque puedo amar y sentir, precisamente.

Puedo sentir la calidez de una mejilla ajena.
Los pétalos de una rosa. 

Oler el perfume de las flores.

Aprecio la vida. Y soy un milagro.

Valgo mucho. Como todos.

Gracias al Señor soy un espíritu eterno.

Me rodeó de honor y dignidad.

Y me dio aliento de vida.

Todos tenemos más belleza de la que creemos.

Exterior e interior. La interior es infinita.

Y no sólo hay belleza en nosotros.

También en nuestro entorno.

El agua, el sol, las flores, el amor...

Definitivamente este mundo es hermoso.
Cuando los hombres, la humanidad, no lo estropean.

Es la creación de mi Mejor Amigo.

El que me escucha,

el que me comprende,

el que me cuida,

el que me levanta cuando me caigo,

el que guarda mis secretos sólo cuando sabe que es necesario,

el que sabe qué es lo mejor para mí.

El que no me abandona nunca,

el que me quiere y al que yo quiero.

Jugaré y reiré con El Mejor de los mejores amigos.

(Otro coso bello extraído de “Volar como pluma”.)