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había dos hermanas

Música en multimedia: Dustin O'Halloran - Opus 55.

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¿Por qué el amor es algo tan complicado? Mejor dicho, ¿por qué lo hacemos complicado? Lo soñamos y lo anhelamos, pero lo hacemos complicado. Las partes de nuestra humanidad que nos hacen sólo pensar en nosotros mismos, actuar sin pensar, ser deshonestos y mucho más, hacen que nuestras relaciones no fluyan como deberían de hacerlo. Y hablo de todo tipo de amor, de relaciones de todo tipo, pero por supuesto que quiero ahondar en el tipo de ambas cosas que pensaron desde que dije la palabra amor...

Digamos que... en alguna parte del mundo, en algún punto del tiempo, había dos hermanas... Estas dos hermanas tenían una no muy buena madre, pero esta a su vez no había tenido una buena madre ella misma, así que es difícil decidir a quién culpar si el ejemplo viene de tantas madres atrás; no se puede saber. A., la hermana mayor, fue quien tuvo que madurar a temprana edad para ser lo que su madre no era para ella y para B., la menor. A. fue quien la educó y la cuidó. Le daba de comer cuando su madre se tomaba la molestia de comprar comida (muchas veces se quedaba alrededor de 12 horas sin ingerir alimento), la peinaba, la vestía, la ayudaba a bañarse, le enseñaba a hacer todas aquellas cosas por sí misma para que más tarde pudiera hacerlo sin ayuda, y la llevaba a la escuela y le enseñaba a transportarse. Todo eso a partir de que B. tenía ocho años, que fue cuando la madre de ambas empezó a encerrarse en su cuarto, dejándolas a ellas a su suerte.

Una infancia así las marcó. Y aunque las hizo fuertes, también las hizo vulnerables en algunos aspectos. Una le tenía miedo al rechazo y la otra a la soledad, por dar ejemplos. Al crecer fueron emprendedoras, sí; pero no por completo felices, porque sus inseguridades no se fueron.

Cuando pensaban en una relación amorosa, querían ver si podían encontrar en ese y aquél hombre el amor que su madre no les dio.

A. se refugió en el tabaco y el alcohol, en perros y gatos. El primer hombre que llegó a su vida sólo quería su dinero y era muy egoísta, todo lo contrario al hombre que conoció al principio. Ya no era el hombre que amaba, ya no era el hombre con quien estaba comprometida, y eso se acabó. Después de él todos los hombres con quienes empezó a salir eran hombres casados en proceso de divorciarse, pero nunca fue lejos con ellos porque no era feliz: no podía serlo con las circunstancias de esas relaciones, que aunque se decía eran porque ese tipo de hombres eran "su tipo", era porque en su mente no se merecía ser feliz. Tan profundo en su mente que ni siquiera se daba cuenta.

B. comía mucha comida poco saludable por estrés, y se refugiaba, precisamente; en los hombres. Con un simple detalle o gesto que un hombre hiciera por ella, creaba cientos de ilusiones, teniendo novio tras novio, sin ninguno darle lo que tenía. Con el primero tuvo una hija a los 19 años, y aunque no se arrepintió porque ese bebé también fue algo en lo que refugiarse, poniéndose la meta de ser una buena madre para terminar la cadena, no era ideal ser madre a esa edad. Cinco años más tarde la relación con el padre de su hija terminó y tuvo otro novio, con quien volvió a quedar embarazada, y esa vez abortó. Así, vinieron más, hasta que llegó con el que aprendió la lección.

Este último hombre, era un maestro de la mentira. Le prometió riquezas y al ella confiar en sus palabras dejó de preocuparse porque él era supuestamente acaudalado y "no habría que preocuparse". La llevó a la quiebra y ella siguió confiando en él a pesar de ello. Luego él le dio otro hijo y nunca pagó el hospital; dejándola, además de en quiebra, con esa y muchas otras deudas para cuando ella se dio cuenta de las mentiras que por tres años le venía diciendo.

Desde entonces, tuvo que seguir adelante pidiendo ayuda a su hermana, hasta que en cuestión de años, logró volver a seguir adelante con sus dos hijos sin ayuda de nadie.

Ahora bien, digamos que A. y B. ya encontraron a un buen hombre, sólo esperemos que no sea otro engaño. Y digamos que la madre de ambas les pida perdón, digamos que ellas a primera instancia no la perdonan, más pasando un año el rencor deja el paso al amor que necesitan de su madre, aunque hayan sufrido tanto porque no pudo habérselos dado antes, cuando más lo necesitaban.

¿Es fácil la vida?

¿Es fácil el amor?

Anda, responde.

Yo creo que nosotros lo hacemos todo difícil con nuestras malas decisiones. Pero entonces también está el hecho de que sin nuestros errores no perseveraríamos, de alguna forma,... y así es como todo se vuelve una contradicción.

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