CAPÍTULO VEINTIUNO
Jungkook se estaba secando el cabello con una toalla para evitar que goteara en el cuello de su playera cuando le escuchó, proviniendo del exterior de su apartamento, los quejidos y reclamos masculinos parecían sacudir la puerta desde sus goznes. Intentó pasar de ello, pero le era imposible puesto que el hombre dio un alarido y tras un segundo, aporreó su puerta.
—¡Mira nada más esta mierda! —dijo el tipo al momento de Jungkook abrirle la puerta. Sin duda era su vecino, Stan. Entrado en sus cuarenta años y cabello canoso en las sienes, se veía como una remolacha con poblado bigote. Él vivía en el departamento de al lado hacía ya casi dos años y Jungkook le había considerado un hombre tranquilo hasta ahora.
—¿Qué sucede Stan? —Jungkook fue cordial a pesar del tono del tipo, miró afuera y checó a su alrededor. Había un montón de tierra en el piso y un cactus gigante dentro de un macetero tirado a un lado. Su vecino estaba de pie justo en medio de la tierra con sus zapatos completamente embarrados. —Oh, ¿pero qué...?
—He tenido un pésimo día, ¡pésimo! —gritó Stan pisoteando —solo para querer llegar a casa y encontrarme con esta maldita planta en medio del pasillo y chocarme contra ella, ¡mira esto!
Jungkook se percató con más detalle, que no solo los zapatos del hombre estaban estropeados, sino que tenía también espinas incrustadas en su pantalón e intentaba tironear en vano para que no picaran sus piernas.
—Es un desastre...
—Un desastre en efecto —refunfuñó el tipo.
—Perdona, pero no estoy entendiendo tu actitud, esto no es mío. —dijo Jungkook comenzando a hartarse de la actitud malagestada. Comprendía que pudiese haber tenido un mal día, él mismo venía de extenuantes veinticuatro horas seguidas de trabajo en el hospital y no por eso tenía derecho a descargar su furia con el primero que se le cruzase.
El bigote de Stan se movió cuando hizo un gesto adusto con la boca.
—Pues claro que es tuyo, estaba justo fuera de tu puerta cuando me tropecé con él y no dudo que sea alguna clase de mariconada de los de tu tipo ahora que he visto cómo es que vives —reclamó y su voz tembló al decir eso último.
Por un instante, la boca se Jungkook se secó procesando las palabras del hombre, la rabia detrás de ellas. No, no es rabia, se corrigió, es asco.
—¿Te estás refiriendo...?
—¿Al chiquillo que va y viene de tu apartamento? ¡Pues exactamente a eso me refiero! —completó a voz en grito y pisoteó sobre la tierra derramada otra vez. Si no fuese por la situación, podría resultar hasta cómico, pero a Jungkook no se lo parecía. Se enfureció por dentro con toda la atención de arremeter contra su vecino por primera vez desde que le conocía y sin importarle en lo más mínimo. Sin importar que él no era un hombre violento o siquiera físico. —No me cabe la más mínima duda del porqué es que tu esposa se fue, viéndote ahora. Me dijeron que éste era un edificio tranquilo, con gente decente para convivir...
—¡Hey, voy a detenerte ahí! —Jungkook dio un paso saliendo de su casa, su vecino abrió los ojos sorprendido notando que había hablado de más y retrocedió. Jungkook levantó la mano para apuntarle aun sosteniendo la toalla en ella. Él podía ser más joven que el hombre, pero considerablemente más corpulento también y eso era algo a tener en cuenta —Yo soy una persona decente y no hables sobre mi vida como si supieras algo sobre ella, porque no tienes la menor idea. —Otro paso y entró en su espacio personal —Y por sobre todo, jamás nombres a mi ex esposa.
Stan resopló, no obstante, era evidente el miedo en él. En sus ojos nerviosos y en el gesto de retirada que inició hacia a un lado, buscando una salida.
—Como sea, quita tu basura del corredor. Es público. —Él se movió unos pasos a su izquierda, cuando Jungkook vio una figura aparecer por su derecha.
—¿Qué ha pasado aquí? —Jimin preguntó mirando el desastre en el pasillo, para cuando levantó la vista, se fijó en Jungkook y su vecino; ambos allí de pie mirándose como si hubiesen sido atrapados con las manos en la masa. —¿Jungkook? —cuestionó inseguro del silencio reinante.
—Ya decía yo —Stan habló y Jungkook arremetió contra él dándole un empujón en medio del pecho. El hombre trastrabilló y se llevó una mano a su camisa arrugada. —Chiquillo insolente.
—Cierra tu boca, Stan. Ya hablaste demasiado —Jungkook le cortó acercándosele. Stan en verdad se alejó caminando hacia atrás. Él se veía indignado pero para sorpresa de Minie que miraba entre atónito y perdido, sacó sus llaves del bolsillo de la chaqueta y abrió la puerta continua de manera temblorosa. Se arrojó adentro sin perderlos de vista.
—¿Qué fue eso? —Minie preguntó de inmediato y Jungkook soltó el aire que estaba conteniendo. Su cuello tenía los músculos tan tirantes como cuerdas. Él se perdió dentro del apartamento y Jimin le siguió saltando la tierra para no arruinar sus relucientes zapatos nuevos que traía como regalo de casa de TaeHyung.
Jungkook se tiró en el sofá de tres cuerpos y lanzó la toalla al aire.
—¿Jungkook?
—El vecino vino a decir... ¿Qué hace esa planta allí afuera de todas maneras? —él miró a Minie por encima de su hombro y el chiquillo fue a pararse frente a él. Las mejillas de Jimin se colorearon.
—Es un regalo —respondió y se encogió al ver a Jungkook lleno de tensión. —O eso creo. De hecho, estoy seguro que es un regalo para ti. De TaeHyung.
Jungkook se vio consternado.
—¿Un regalo para mí? ¿Un cactus? ¿Por qué TaeHyung me regalaría un cactus? —preguntó de manera bastante idiota.
Minie le miró divertido despojándose de su bolsa y chaqueta aprovechando que Jungkook no estaba perdiendo la cabeza. No por completo.
—Bueno, TaeHyung nunca ha sido muy bueno regalando cosas y él sabe que estás de cumpleaños dentro de unos días. Yo se lo dije hace unos días atrás por casualidad y él decidió que te compraría algo e iba a enviártelo. Pero no lo tomes contra él, Jungkook, sus intenciones eran buenas y aunque no me dijo qué era el regalo, no pensé que pasaría algo como esto, y pensándolo bien, ¿Qué fue lo que pasó?
El doctor rezumaba nervios y tuvo que controlarse de la misma manera que hacía al estar en una emergencia del hospital para responder:
—Stan vino a reclamar porque se tropezó con el macetero. Minie, TaeHyung no tenía que enviarme nada, no es como si...
—Oh, vamos Jungkook —Minie se rio yendo a la cocina por una de sus amadas botellas de agua refrigerada. Su cabeza se perdió dentro del frigorífico y emergió. —TaeHyung me quiere y él sabe que yo te... bueno, que vivo contigo —se contuvo antes de meter la pata. Se enfocó en desenroscar la tapa de la botella. —así que es obvio que quería hacer un lindo gesto por ti.
A lo largo de la vida de Jungkook, no había estado celebrado exactamente sus cumpleaños. Cuando era un niño pues porque habían demasiado gastos médicos como para pensar en desmadrarse con una celebración y cuando había crecido, en realidad, no le había tomado importancia. Ya se había acostumbrado a que así era la cosa. De esa misma forma, ni su padre ni su madre se molestaban siquiera con un llamado y cuando había tenido novias o esposa, ellas al ver la postura que tomaba él, habían decidido pasar de largo.
Y puede que sonase deprimente, pero no lo era del todo. Jungkook simplemente se limitaba a esperar el llamado fiel de Yoongi. Al parecer, su mejor amigo no concebía tal cosa como cumplir un año sin al menos hacer renombre de ello, mucho menos ahora que el temido numero treinta estaba bajo sus pies.
Ahora, el gesto de TaeHyung no parecía querer ser molesto, no al grado de la molestia que había creado, Jungkook no le atribuiría tal cosa. Estaba pensado más que nada para fastidiarlo de una manera cómica, Jungkook se había dado cuenta de que el chico no era santo de su devoción pero para nada alguien mal intencionado y mucho menos con Jimin, y tomando en cuenta que él vivía con Jungkook, no haría algo que ocasionase que Minie se molestara y le gritara por nada del mundo.
—Jungkook, voy a hablar con TaeHyung sobre esto y limpiaré allí afuera —dijo Minie suspirando y mal interpretando a Jungkook. Él se dirigió a la cocina en busca del barredor. —Solo no te molestes, la verdad es que tu vecino no es el único que tuvo un mal día —agregó con tono cansado y algo de la rabia que aun conservaba se disipó dentro del mayor. Este se puso de pie y le siguió para detenerle.
—No, espera. No es eso.
Quedaron de pie entre la sala y el comedor, curiosamente con la toalla antes desechada entre ellos y Jungkook la miró.
Por alguna extraña razón, no quería decirle a Minie sobre Stan, no sobre lo que había dicho. No porque se avergonzara o algo, es más, las palabras del tipo solo hacían a su sangre hervir.
Había utilizado una de las tantas palabras despectivas que Jungkook conocía para referirse a los homosexuales, había cuestionado lo que hacían dentro de las cuatro paredes de su apartamento y había dejado caer la bomba Lisa. Demasiado para procesar de golpe. Y Jungkook estaba seguro de que Minie podía con ello y con el hecho de tener un vecino homofóbico, apostaría que hasta podía darle clases sobre cómo tratar con ello, pero el tema era que no quería importunarlo. En cambio, se enfocó en el muchacho que no había visto hacia dos días ya y con quien estaba teniendo una excelente relación.
Bizarra pero entrañable.
Quien hubiese dicho que contarle algunos de sus secretos en medio de una crisis en Central Park iba a aclarar las cosas para ellos.
—Creo que el gesto de TaeHyung fue... lindo. —dijo a falta da un término mejor —Aunque ya se perdió —agregó con cautela. Los ojos de Minie resplandecieron.
—Si recogemos la planta ahora aún podemos salvarla —dijo con entusiasmo dirigiéndose a la puerta. Jungkook le detuvo.
—No vale la pena, de todos modos no sé qué hubiese hecho con un cactus. No tengo idea de plantas ni de sus cuidados.
El chiquillo se rio.
—Eso es lo genial de los cactus, solo los riegas de vez en cuando y ya. No tienen ciencia alguna.
—Bueno, pues tampoco tengo tiempo.
Jimin revoleó los ojos.
—Estás buscando excusas y en todo caso, si tu olvidas algo, para eso estoy yo por aquí.
La respiración de Jungkook se atoró en su garganta y fue por un motivo completamente diferente a cuando se peleó antes.
—Claro que lo estás —dijo con tono ligero. Jimin le sonrió y Jungkook se encontró respondiéndole la sonrisa de manera fácil, como si todo estuviese bien. Como si no hubiese deseado matar a su vecino hace poco, como si no tuviese a un loco homofóbico al lado de donde dormía y como si no hubiese una planta volteada fuera de su puerta que limpiar.
Le miró los labios con disimulo o esperó que lo fuese. Había despertado hacía dos noches, completamente empapado en sudor tras soñar que besaba a Jimin hasta el cansancio allí mismo en la cocina. Y lo peor no había sido eso, o la erección que no se fue ni con el baño de agua fría; lo peor había sido que había estado tentado de cruzar a la puerta continua y tocar. Solo tocar y esperar a media noche por la reacción del chiquillo.
Si le besaba de nuevo, ¿Jimin se negaría a corresponderle el beso?
Se había preguntado eso tendido en la cama y cuando ya no lo soportó más, fue por una de las pastillas que estaban en el fondo de su botiquín para conciliar el sueño de nuevo y la cordura.
Una mala cosa era que la idea no se había ido de su cabeza y que no estaba tan escandalizado como debería.
Se encontraba pensando en besar a Jimin a cada momento que se lo cruzaba. Ya habían logrado volver a estar bien. Podían charlar sin la necesidad de mentiras de por medio. O no demasiadas.
Jimin parecía estar de nuevo cómodo a su alrededor sin guardar rencor alguno por lo que se habían dicho hacía semanas y bendito él fuese, porque Jungkook aún se ruborizada y se daba de cabezazos al pensar en que sus palabras podían haber logrado que el chiquillo se fuera de su casa.
Jungkook sabía que Minie era determinado, pero jamás al extremo de querer partir si es que se sentía amenazado. O eso quería pensar para su tranquilidad mental. Si es que hubiese ocurrido, explicárselo a Yoongi hubiese sido una pena tremenda pero la realidad de que Minie se fuese bajo malos términos era...
—De todas maneras, iré a recoger los restos del cactus. —dijo Jimin sacándolo de sus pensamientos —no vaya a ser que al vecino le dé por volver a joder.
—Por supuesto.
Jimin agarró la escoba y una pala. Buscó por bolsas, pero Jungkook ya se había encargado. Consiguió una del cajón de la cocina, así que salieron y recogieron todo con cuidado de no pincharse los dedos. Jungkook le dio un par de miradas rencorosas a la puerta cerrada de Stan y cuando se vio sorprendido por Minie, éste le guiñó provocándole una sonrisa. Era simplemente tan fácil hacer las cosas con él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro