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CAPÍTULO VEINTITRÉS

La barba de Jungkook le había dejado marcas rojas en la piel que podía sentir incluso con la camisa puesta. Era bobo pensar que alguien podía saber que estaban allí, pero Jimin se sentía expuesto.

Aquella mañana casi que había caminado hasta el metro dando brinquitos de alegría. Y es que no cabía en sí mismo de felicidad. No es que un gran acontecimiento hubiese ocurrido, sino que los besos de Jungkook parecían hacer que el mundo le sonriese a Minie. Y vaya sí que había besos.

Se habían besado un montón y por todos lados en el apartamento.

Jungkook pasaba más tiempo en casa y Jimin se encontraba corriendo allí para arrojarse a sus labios. En una ocasión, llegando a ser literal. Jungkook había estado en la cocina revolviendo algo en una olla, y había tenido el tiempo de reacción perfecto al presentir a Jimin y atraparlo cuando éste se le fue encima. Se habían besado como la primera vez, ahogándose en la falta de aire mientras se comían los labios del otro. Gimiendo sin ningún disimulo y moliendo sus erecciones juntas.

Jimin sentía sus huesos deshacerse cada que Jungkook se aventuraba a tocar un poco de él. Sus manos firmes y grandes sosteniendo su trasero o recorriendo su espalda, hundiendo los dedos. Por su parte, Jimin aprovechaba de recrearse en el abdomen plano del doctor, en los músculos que saltaban a su paso, en su pecho cálido donde sentía su corazón golpear duro.

Se habían besado cada día desde entonces; en el sofá con Jungkook encima de Jimin, robándole el aliento y presionándolo contra los cojines. Perdidos en la pasión, Jungkook se volvía febril entre gruñidos, empujes y dientes mordiendo su cuello, marcándolo. Él era rudo y Minie se encontraba gustoso con ello.

Pero la mejor ocasión de todas, fue cuando Minie apenas cruzó el umbral de la puerta y Jungkook le había jalado por el brazo hacia sus labios, quitándole bolso y chaqueta en el camino para quedar sentados en una de las sillas del comedor, con Jimin sentado a horcajadas sobre él.

Jimin se lo había imaginado nervioso caminando de aquí para allá frente a la puerta a la espera de él, y eso solo había agregado combustible a su fuego, cuando se lo preguntó y Jungkook se tropezó con las palabras. Había dado en el clavo.

Ese día había sido una prueba, Jimin había colado sus manos dentro del pantalón del doctor y tocado su erección. Jungkook había gruñido en aprobación y cerrado los ojos. Concentrándose en las caricias que recibía por parte del menor y en los besos apasionados, disfrutando de los destellos que refulgían detrás de sus parpados y escondiendo su rostro en la curva de su cuello cuando el placer fue más de lo que podía soportar.

—Ah, la belleza de sonreír como idiota.

Minie saltó ante la voz de TaeHyung cuando éste llegó con los cafés que hacía minutos habían pedido. Se espabiló mirando a su alrededor. Tenía que dejar de soñar despierto, lo que sería mucho más fácil si tan solo fueran sueños y no la realidad que le esperaba en casa.

—Me figuro que esa sonrisa no es por mi —dijo su amigo con un guiño mientras tomaba asiento y le quitaba la tapa al latte para pasar su dedo por la espuma bicolor del café. Unto el dedo y se lo llevó a los labios para saborearlo.

—Estoy hecho un lío, —dijo Minie tomando su café con ambas manos —si alguien me hubiese dicho que venir a Estados Unidos iba a resultar ser de este modo, creo que me hubiese quedado en casa, escondido debajo de la almohada en cama.

TaeHyung le miró ceñudo. Él bebió de su café con cuidado de no quemarse, lamiéndose la espuma de la comisura de los labios cuando sonrió.

—No es para tanto, ¿Qué te molesta? Te veo, por lo menos, una vez a la semana y en tus exámenes no has salido nada de mal. ¿Qué te preocupa?

—Jungkook. —Jimin suspiró.

El gesto de TaeHyung cayó.

—Oh, por favor, no de nuevo él. —se quejó.

—¿Qué?

—Te la has pasado hablando del tipo cada vez que nos vemos y no me malinterpretes, el hombre es guapo, pero he tenido mi cuota de por vida en el pasado mes.

—Pensé que eras mi mejor amigo, disculpa si necesito desahogarme —Jimin se ofendió y TaeHyung se cabreó.

—No me salgas con esas Jimin, sabes que te amo y que estoy loco por ti, puedo con lo que sea que quieras pero a veces, te pasas y sin darte cuenta que es lo peor de todo.

Los ojos de Jimin se abrieron gigantes con incredulidad.

—¿Estamos peleando? Porque no he venido aquí a pelear —aclaró.

TaeHyung negó mirando su café, pidiendo por ayuda porque al igual que Jimin, él también estaba pasando por un montón de cosas. Tenía a su mejor amigo al alcance de la mano y a la vez a TaeHyung de kilómetros de distancia. Y eso era tan frustrante. Le miró con cautela, Jimin sentado allí con mejillas acaloradas y mirada brillante. Era obvio que había algo pasando dentro de él y TaeHyung no se sentía compuesto para escucharlo. No en ese momento.

—¿No? ¿Y a que has venido exactamente? —dijo con voz crítica y cruel —¡Ah, ya sé! A quejarte del amor no correspondido del tipo con el que compartes techo, que encantador.

—TaeHyung...

Él golpeó la mesa con su palma, tambaleando los cafés y el azucarero.

—¿Cuándo va a ser el día que abras los ojos?

—¿De qué hablas? —se extrañó Jimin y levantó su café por si TaeHyung decidía tener otro arranque. No recordaba haberlo visto tan molesto nunca.

TaeHyung tomó varias respiraciones y se inclinó.

—Te amo, en verdad te amo, de todas las maneras en las que se puede amar a una persona —dijo dolido y el aliento de su amigo se congeló —y tu simplemente pasas de ello...

Jimin se sintió pésimo cayendo en la cuenta.

Por el temblor de sus manos y el cansancio que destilaba en su voz, era más que obvio que TaeHyung no estaba bromeando. Que no estaba coqueteándole falsamente ni refiriéndose sobre ellos como una pareja como usualmente hacía con arrojo. Él iba en serio y Jimin sólo le había visto así en una ocasión antes; años atrás, cuando se habían conocido.

Minie se había sentido atraído por la química que fluía entre él y TaeHyung y para su amigo había sido exactamente del mismo modo, con algo extra. Por azares del destino habían coincidido en una fiesta y habían charlado a voz en grito mientras cientos de personas bailaban a su alrededor. Si hubiese sido una perfecta historia, ellos hubiesen terminado aquella noche con un beso y no con un abrazo. Y era allí la diferencia. No porque TaeHyung no lo intentara, sino porque Minie así lo quiso. Porque él se sentía con un sexto sentido para esas cosas y sabía —sin lugar a dudas— que TaeHyung cambiaría su vida y no como una pareja.

—Sabes que no puedo... —dijo cubriéndose el rostro. El pasar del tiempo y el conocimiento, no cambiaban el hecho de que le dolía la situación. TaeHyung era un buen chico y no dudaba de que debiera de ser alguien a quien desear como pareja también, sobre todo tomando en cuenta la manera en que ya se desarrollaba la relación entre ellos. Y eso solo lo hacía peor —no me hagas esto, eres mi mejor amigo, por Dios santo...

—¿Y eso qué? ¿Quieres decir que nunca vas a poder tener algo conmigo porque soy tu mejor amigo, es eso?

—Sí, porque no puedo tener esa clase de sentimientos por ti...

El silencio le respondió así que Jimin se descubrió el rostro para mirar a la imagen estupefacta de TaeHyung.

—¡Demonios, nunca habías sido tan sincero! —Él se puso de pie a empellones, peleándose con la silla y recogiendo sus cosas. Jimin hizo lo mismo.

—TaeHyung...

El chico sacudió su cabeza negándose a corresponderle la mirada.

—Está bien, creo que mi café está frío de todas maneras... —Arrojaron unos pocos billetes a la mesa y se alejaron. Un tipo se cruzó con ellos chocándolos en los hombros al pasar entre medio de ambos y ninguno se molestó ni en disculparse ni en pedir una disculpa.

—TaeHyung, escúchame; eres mi mejor amigo y comprendo que ha de apestar en estos momentos... —TaeHyung le miró callándolo, por lo que Minie enmendó —Quizás, no lo comprendo, pero te amo también y es por eso que no me he arriesgado nunca a mirarte de ninguna otra manera porque no puedo correr el riesgo de perderte. Eres indispensable para mi y si no te tengo...

El más bajo de los chicos se detuvo y respiró hondo. Respiró para dejar ir el dolor y aceptar la situación. TaeHyung miró a Jimin que se encontraba impotente; intentando encontrar una solución para él, una palabra para mitigar lo feo.

—Lo entiendo, en serio que sí pero es un asco estar donde estoy justo ahora.

—Me gustaría que las cosas fueran de otra manera; más fáciles...

TaeHyung se metió las manos a los bolsillos y negó, con la sombra de la tristeza sobre sus ojos de medianoche.

—¿No nos gustaría a todos? —repuso con sonrisa cínica.

Minie volvió al departamento pasada la medianoche, porque decidió volver a pie.

No podía pedirle a TaeHyung que lo acercara de vuelta a su casa después de como habían quedado las cosas entre ellos dos. Y de todos modos necesitaba del aire frío de la noche para pensar.

Estaba a tan solo una semana de partir a Busan y su cabeza era un lío como nunca antes que recordase. Era cierto que la escuela no le aquejaba, puesto que había salido airoso incluso de las clases que pensó que reprobaría. Albergaba la esperanza de que el viaje a Corea le diese las piezas faltantes para volver al juego respecto a su carrera laboral. No obstante, hasta ahí podía hablar y de seguro que para algunos debía de ser suficiente. Había ido allí exactamente por eso y ahora, parecía insignificante.

Se restregó el rostro, frustrado y con el corazón maltrecho. No podía quitarse el mal sabor de boca al ver a TaeHyung alejarse tras su discusión, ni su mirada dolida. Y es que el asunto estaba fuera de sus manos. No había nada que él pudiese hacer. No podía obligarse a amar a alguien; aquello no sería justo para TaeHyung, ni para él. Y hasta pensaba que no sería justo para Jungkook. No es que estuviese en una relación con este último hombre cabezota, si es que había siquiera algo entre ellos.

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