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CAPÍTULO TREINTA Y DOS

—Jung Hyung —exclamó Jungkook poniéndose de pie. En su ímpetu casi vuelca la pequeña mesa, no obstante, no le importó.

Su hermano estaba allí, su hermano mayor desaparecido, desprotegido y luciendo andrajoso. Jungkook le envolvió en sus brazos, sintiendo su delgadez y el mal olor que desprendía. Jung Hyung era solo huesos dentro de ropa demasiado grande para él, oliendo a sudor, alcohol y basura.

Él no le devolvió el abrazo a Jungkook. Se quedó allí de piedra, con el rostro en blanco mientras su hermano temblaba de emoción.

—Jung Hyung —volvió a decir Jungkook, echándose atrás y revisando a su hermano. Su rostro estaba sucio, la piel se veía quemada por el sol. Tenía bolsas moradas debajo de los ojos y en los pómulos se marcaban sus huesos en la piel tirante. Jungkook tuvo que aguantarse un sollozo. —¿Dónde has estado? ¿Cómo te encuentras?

Él separó una tercera silla para que Jung Hyung tomara asiento, este lo hizo mirando a Jin, quien a su vez le miraba desconcertado. Entre el aspecto deplorable del hombre, se podía distinguir claramente que era hermano de Jungkook, ambos eran muy parecidos. Con esos peculiares ojos ambarinos, la quijada fuerte y el tono exacto de cabello.

Jung Hyung se abalanzó sobre la bebida dejada de lado de Jungkook, él la bebió de un solo trago, el líquido rebalsándose por las esquinas de su boca.

Jungkook le miraba como quien mira a un perrito asustado en la calle, no estando seguro de qué movimiento hacer a continuación.

Jung Hyung comenzó a comer del pollo de Ryan con las manos llenas de mugre.

—¿Hyung? —llamó su hermano con voz quebradiza y SeokJin se asombró de la vulnerabilidad que escuchaba en un tipo que se la había presentado en todo momento como entero.

Jung Hyung ni siquiera le miró.

—Quizás debamos llevarlo al hospital —Kim dijo sobresaltando a Jungkook. Este le miró asustado, ¿de qué podía asustarse él? —Hay que revisarlo, no luce bien.

—No quiero ir a ningún lado —habló Jung Hyung de pronto, él se lamió los dedos mirando de uno y luego a otro. Su mirada era cruel, él ya no lucía perdido, ni se ablandó por su hermano que obviamente estaba contento de verle. Un mal presentimiento se asentó en el estómago de Jin mientras le miraba. —Solo necesito dinero, dame dinero JungKook.

Jungkook reaccionó como si le hubieran golpeado. No solo por la petición, sino también por el apodo que no escuchaba hacía ya tanto tiempo.

—No, Hyung —sentenció con rabia. Si estaban en esos términos. —Necesitas volver al centro de rehabilitación. Te han buscado por todas partes, ¿Dónde estabas exactamente?

Jung Hyung negó, viéndose alarmado. Él miró a ambos lados de la calle como si de pronto la policía fuese a aparecer y apresarlo.

—Eso no importa, no volveré ahí.

—No te daré dinero tampoco. Solo irás a conseguir alguna droga de mierda.

Sí, nada bueno iba a salir de ahí, se dijo Jin. Poniéndose de pie, miró severamente a su amigo.

—Jungkook, hay que sacarlo de aquí.

Jung Hyung se le fue encima. Como un loco. Lo empujó por el pecho con toda la intención de derribarlo, sin embargo, el doctor Kim logró reaccionar. Lo tomó por los hombros, hundiendo sus dedos sin gentileza. No le importaba en lo más mínimo, no conocía al hombre y no le inspiraba pena alguna su estado. Él se veía como cualquier drogadicto en la calle, sin necesidad de ayuda, sin querer recibirla.

—¡No volveré a ese sitio! —graznó Jung Hyung llamando la atención de las otras mesas y los transeúntes. Él se liberó del aguerre de SeokJin, yendo sobre Jungkook que estaba mirando todo con el rostro dividido. —Kook, soy tu hermano, no me envíes ahí. Dame dinero, solo quiero dinero.

—No estás bien, hyung —dijo Jungkook en su voz rota. —Déjame ayudarte.

—¡No!

Jung Hyung se echó atrás, jalando de su cabello grasiento. Su mirada descolocada barrió sobre las personas que le miraban fijamente.

—¿Por qué no puedes solo darme unos putos billetes? —reclamó. Jungkook habría jurado que se arrancó cabello, aunque no podía asegurarlo con los puños tan fuertemente cerrados y con la suciedad en ellos. Él dio un paso sigiloso en su dirección, que Jung Hyung de todos modos advirtió. —No te importa lo que yo haga, ¡nunca te ha importado! ¡a nadie! ¡ni a ti, ni a papá! ¡menos a mamá!

Jin saltó sobre él aprovechando que se encontraba distraído, consiguió cogerlo del cuello de la playera, pero Jung Hyung estaba fuera de sí, se retorció sin importarle que la tela jaloneada le rebanara el cuello con el roce. Él estuvo lejos del alcance de ambos doctores tras revolverse. Casi que cae sobre una mujer que chilló despavorida en la mesa de atrás.

—Todo es a tu manera, ¡siempre a tu maldita manera! ¡Hijo de puta! ¡El chico perfecto con la vida perfecta!

—¡Jung Hyung, ya basta! —Jungkook se encontró gritando.

Él cortó hacia su hermano a grandes zancadas.

Los ojos desorbitados de Jung Hyung miraron a todos lados buscando por una salida rápida. Su rostro se veía sudoroso y verde. Contra todo pronóstico para su estado, echó a correr con vitalidad en sus movimientos. Empujó personas en su loca carrera, Jungkook hizo amago de seguirlo, pero la mano de Jin en su brazo le detuvo.

—Déjalo, Jungkook, está fuera de sí.

—Es mi hermano —susurró el doctor Jeon desinflándose ante la imagen de Jung Hyung que se perdía entre la multitud. Su cabeza de pelo oscuro fue tragada de pronto en una esquina y no había más que las miradas de las personas sobre ellos y el atronador retumbar de su corazón en sus oídos

—El que sea tu hermano solo empeora las cosas —habló Kim y Jungkook no tenía nada que objetar.

Entraron de vuelta al hospital sumidos en sus pensamientos, Jin decidió quedarse cerca de Jungkook por si este necesitaba ayuda, o se iba al hoyo, lo que era del todo una posibilidad viendo su aspecto.

Jungkook entró en su oficina y comenzó a hacer llamados. Se debatió sobre telefonear a sus padres, solo para desistir al final. Definitivamente no les diría acerca de lo ocurrido.

Llamó al policía a cargo del caso de su hermano, tenía la tarjeta guardada en su billetera puesto que era un caso directo del centro de rehabilitación. Se armó de paciencia para relatar lo sucedido con lujo de detalle en más de una ocasión, siendo interrogado hasta del clima que corría para cada cuadro que explicaba.

Nadie fue en su búsqueda en ningún momento y supuso que tenía que dar gracias por ello a Jin que, apoyado contra la muralla junto a la puerta de su oficina, hizo guardia en todo momento. Él no comentó nada, ni una palabra, se mantuvo estoico, incluso cuando Jungkook golpeó con su puño la mesa y a posterior se derrumbó sobre la silla.

—Nos encargaremos —decía la voz del policía al otro lado de la línea. —Ya hemos enviado una patrulla al sector del hospital, aunque dudamos que se ande cerca. Estas cosas suelen pasar, mucho más con Jung Hyung, él se ha puesto cada vez más agresivo después de que escapa.

Jungkook sabía eso; lejos de mejorar, su hermano solo parecía albergarle odio y aquello era de lo más doloroso que había tenido que enfrentar. Puede que ellos no se hubiesen llevado nunca de lo más —Jungkook lo atribuía en gran parte a la diferencia de edades entre ellos— pero le gustaba pensar que tenía un hermano mayor, uno al que llamar como tal.

El policía volvió a asegurarle que encontrarían a su hermano, cosa que Jungkook ya había escuchado un millón de veces. Él cortó y se llevó las manos a los ojos para presionarlos en puños.

Vaya día de mierda.

—Sería buena idea que te fueras a casa.

Jungkook se quitó las manos de los ojos para mirar a Jin, él había tomado asiento frente a su escritorio en completo silencio.

—No puedo irme.

—Claro que puedes, es algo personal lo que te ha sucedido, nadie sabrá si no quieres. No hay emergencias graves de todos modos, puedo hacerme cargo del resto del turno. —Por la mente de Jungkook pasó la imagen fría del apartamento y se estremeció negando.

—Estoy bien —dijo en cambio. Se puso de pie para estirar los músculos tensos de su espalda. Hizo sonar su cuello y luego sus nudillos. Aun así se sentía hecho polvo.

SeokJin le cortó el paso antes de salir.

—No lo estás y no dejarás esta oficina a menos que sea para largarte a tu casa. No es un ofrecimiento ahora.

—No puedes obligarme —dijo Jungkook con dientes apretados. Él y Kim estaban frente a frente, mirándose a los ojos a la misma altura. En el rostro de su amigo apareció una sonrisa arrogante.

—Pruébame y verás. —Fue todo lo que dijo.

Una parte de Jungkook, la parte que le asustó, le hubiese gustado probar hasta donde llegaría Kim solo para liberar tensión, quizás un golpe a su mandíbula o tan solo un empujón. En cambio, exhaló derrotado, volviéndose para tomar sus cosas.

Kim se relajó visiblemente.

—Así me gusta, no quería tener que golpearte.

Algo así como una sonrisa tironeó de los labios de Jungkook mientras que se iba. Quizás pudiese dormir, se sentía como que podría dormir eternamente.

Jin se puso a su lado al salir para asegurarse de que se marchaba y no era una trampa.

—Descansa y si puedes tomate el día de mañana...

—No es para tanto, no es la primera vez que me pasa algo como esto.

—¿Tu hermano ya había venido a buscarte por aquí?

Las cejas de Jungkook se juntaron.

—Bueno, no, pero...

—Sin peros —le cortó su amigo. Él puso una mano en su hombro para mirarlo. —Vete a casa, todo estará bien, nadie se enterará.

Sin lugar a dudas Jungkook había subestimado su relación con Jin. Conmovido por la reacción de su amigo, lo jaló para un abrazo rápido y tras darle una cabeceada algo incomoda, se marchó.

Y efectivamente directo a casa. Ni siquiera pasó por su mente desviarse.

En el camino, ojeó a todos lados con la esperanza vaga de ver a Jung Hyung en alguna esquina y sin obtener resultados.

Quizás y en dónde se estaba escondiendo su hermano.

Al menos estaba vivo, eso era algo.

Como se estaba dando en los últimos días el apartamento estaba frío y en completo silencio. Encendió todas las luces y puso la cafetera antes de tenderse con todo y bata en el sofá. Sacó su teléfono y escribió un mensaje.

Te extraño.

Dos simples palabras, ingresó el número de Jimin en el destinatario y entonces se arrepintió. No quería decir solo eso.

Me haces demasiada falta. Vuelve pronto, por favor.

Agregó tras la duda y de nuevo se detuvo de enviarlo.

Había mucho más para decir y no sabía cómo ponerlo en palabras, mucho menos como expresarlo en un mensaje que podía estropearlo todo.

En un arranque eliminó el mensaje sin enviar y llamó a Yoongi, después de tres llamadas perdidas, desistió. No había nada que estuviese a su favor en ese momento.

La cafetera saltó estando en su punto y Jungkook ni se inmutó; en su lugar, se hizo un ovillo en el sillón sintiéndose helado por dentro y abrazó un cojín.

Si Jimin estuviera allí de seguro que sabría qué decir, él lo habría consolado abrazándolo, con sus manos en su cabello o quizás alejado la tristeza con su risa y su bella sonrisa.

Jungkook apretó los ojos con dolor.

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