CAPÍTULO CUARENTA
Algo ardía en el pecho del joven Jungkook, no podía quitarse de la cabeza la imagen del chiquillo; de Jimin de pie en la sala de sus padres diciéndoles como si nada que era gay. Esa pequeña palabra, desatando un caos inimaginable.
Ahora, él estaba en su propia casa y podía dar rienda suelta todo lo que sentía.
—Lo odio, lo odio, lo odio —Todo el camino había repetido tal letanía. Quería que el muchacho no sintiese atracción por los hombres. Eso solo complicaría las cosas. Eso solo lo haría más difícil para él. —Estúpido chico, maldito Jimin...
—¿Quién te ha roto el corazón, Jungkook-ah?
Jungkook se tensó ante la burla en el tono de su hermano. Sentando en el comedor, Jung Hyung apareció por detrás y le acaricio el cabello, desordenándoselo. Jungkook se apartó de su toque. Le fastidiaba que Jung Hyung se le acercara, con su aspecto de estar a punto de desmayarse, siempre con un olor extraño en las ropas. No entendía como su hermano no podía ser un tipo normal, que ayudase en la casa y le brindase una mano como los hermanos se supone que hacen.
—Aléjate JungHyung, ¿están mamá y papá en casa?
Su hermano fue hasta la heladera para conseguir algo de beber. Él llevaba la chaqueta puesta, por lo que, supuso que venía llegando de sus paseos por la tarde. Él siempre se perdía por las tardes con aquellos amigos que a Jungkook le ponían los pelos de punta.
—No hay nadie, acabo de llegar. ¿Qué te pasa? ¿Por qué repites que odias a Minie? ¿Quién es Minie?
Jungkook en su vida había confiado en su hermano, ellos jamás habían podido desarrollar una relación como tal, pero Jungkook estaba tan desgastado, tan maltrecho por dentro con sus pensamientos contradictorias y con la maldita esperanza que se había abierto en su pecho al saber de la revelación de Jimin, que se sintió arrebatado por la situación.
—Odio al hermano de Yoongi, maldito chiquillo con malas maneras...
Todo lo que podía ver era el rostro limpio, sencillo, juvenil y jovial de Jimin y cuando hablaba, nada de lo que decía iba merecido a él. Sino que se lo dirigía a sí mismo. Jungkook sabía que había algo muy dentro suyo que no estaba bien y a veces, había sentido el impulso de decírselo a alguien para buscar ayuda, entonces, el miedo se apoderaba de él y callaba. Pero ahora tenía a alguien que usar por escudo y como suele ser, uno nunca sabe lo que le espera en el destino, así que habló, despotricó todo el desprecio hacia sí mismo que sentía. Él ahora comprendía de que se trataba y dijo todo lo que opinaba al respecto.
Jung Hyung se sentó a escucharlo como jamás había hecho, sus ojos cambiaron de tonalidades conforme a sus palabras, para al final solo alzarse y revolver su cabello antes de volver a salir.
Jungkook se había ido a su cuarto y llorado toda la noche.
—Jung Hyung —llamó con menos fuerza Jungkook en el presente. Necesitaba salir de ahí, se sentía como si se ahogara. Jimin estaba retraído, nadie más se movía. Él llevó las manos a su propia cartera al igual que el chico había hecho antes. —Aquí hay dinero. Te daré más mañana, déjame ir a casa. Con Jimin, déjalo ir.
—No.
—Jung Hyung, hermano, sé racional, no hay que hacer un problema de esto.
—Llamarás a la policía —Jung Hyung dijo a dientes juntos.
—No, no lo haré. Lo prometo.
—Vámonos Jung Hyung, vámonos —habló uno de los gorilas. A decir verdad, ninguno de ellos había hecho mucho allí. Excepto el que retenía a Jimin. Él lo zarandeó. El primer ruido de una patrulla rompió en la noche. —¡Jung Hyung!
Jung Hyung se asustó. Él sopesó sus oportunidades. La policía no debería de tardar. Necesitaba salir de ahí, pero no podía, porque veía el miedo en Jungkook y el cómo su hermano miraba al chico y si antes tenía dudas, ahora estaba todo confirmado.
—¡No! —gritó a nadie en particular. —No me iré, este chiquillo... dijiste que lo odiabas Jungkook, lo odias. Díselo.
Jungkook se apartó.
—No lo odio, no le diré eso, hyung, vete.
—¿Entonces lo amas? —cuestionó con voz cruel y empujó a su hermano. —¿Lo amas, Jungkook-ah, eres un mariquita? ¡Dilo!
El terror más puro cruzó por Jungkook.
Más ruidos de sirenas se unieron a la primera y el caos fue desatado. Los compañeros de Jungkook echaron a correr, quien sostenía a Jimin le golpeó en la cabeza, derribándolo.
—¡Cobardes, vuelvan, vuelvan! —Jung Hyung gritaba.
Jungkook fue hasta Minie, se agachó a su lado. Este estaba consciente, pero aturdido y un hilillo de sangre escapaba de su frente en un corte poco profundo. Mas él no se movía, salvo lejos del toque de Jungkook.
—¿Jiminssi? —la voz de Jungkook tembló.
Jimin no quería levantar la cabeza. No quería mirarlo a los ojos. No quería nada con él, porque sabía que estallaría en lágrimas. Y lo único que querría entonces, sería arrojarse a sus brazos para que lo consolaran. Y había visto el gesto de Jungkook cuando Jung Hyung habló, cuando recordó y Jimin no podía con eso.
—Suéltame.
Jungkook dio un paso atrás ante ese rechazo que lo tenía tan bien merecido, pero que no evitaba que doliera tanto.
Y ahí lo vio.
A Minie le estaba costando errores controlar las lágrimas y el temblor de sus manos.
Él se miró arrepentido.
—Lo siento.
—No —dijo Jimin atreviéndose, mirándolo a través de sus lágrimas que se le saltaron.
Las patrullas frenaron justo fuera del callejón que se vio iluminado por las luces de los focos delanteros y las danzantes de sus sirenas encendidas.
Jung Hyung pasó como una exhalación por la vista de Minie, derribando a Jungkook, cayéndole arriba a golpes. Forcejaron en el piso. Jimin diría que Jungkook solo se defendía, pero en algún punto, él asestó dos golpes con rabia.
—He tenido miedo toda mi vida, por tu culpa —Jungkook dijo en el mismo momento que a Jung Hyung le alzaban por la ropa entre dos oficiales.
Jimin se encontraba apretujado contra la muralla, intentando en vano pasar desapercibido; él no quería existir ante una escena como esa.
Jung Hyung peleó, gritó y escupió a cuanta persona tuvo al alcance. Minie se sorprendió de la cantidad de gente que apareció por todos lados, no solo policías, también transeúntes comunes y tipos que aun cargaban pancartas en sus manos. Todos mirando con horror hacia el interior del callejón. Jungkook seguía desecho en el piso y a Jimin le hubiese gustado poder ir y abrazarlo, pero se contuvo. Pues estaba frío por dentro. Frío porque Jungkook, incluso no el que miraba ahora, le hubiese llamado maricón en algún momento. Aquella palabra que él odiaba profundamente.
Caminó guiado por un policía que se le acercó. Estos no se caracterizaban por ser amables, pero él lo fue. Le destrabó las manos que mantenía engarrotadas a sus costados y lo guío hasta una ambulancia, en donde se sentó a que le revisaran la ceja y desde donde podía ver a Jung Hyung ser reducido y esposado. Él seguía resistiéndose, ahora como un loco, contoneándose y cuando vio a Jungkook emerger del callejón fue aún peor, queriendo ir por él nuevamente.
Jimin cerró los ojos, ante todo, no podía entender cómo es que la noche había dado cabida para algo como eso. Le interrogaron sobre lo ocurrido y respondió bajo un sopor desconocido. Le administraron un calmante para cuando comenzó a temblar y en algún punto, el gentío se redujo alrededor. Algunas patrullas se retiraron; Jimin vio a Jungkook meterse en una que seguía a la que se había llevado a Jung Hyung, se supuso que lo regresarían a su centro de rehabilitación y no sintió absolutamente nada.
El shock, le dijo un paramédico, palmeando su brazo. Pero él no se lo creyó del todo.
Sus heridas no eran considerables, salvó por rasmillones, quizás moretones al día siguiente y la ceja que cicatrizaría rápido, el daño más grande era su integridad emocional, pero no había nadie allí que pudiese hacer nada, salvo TaeHyung que fue un canto de los ángeles cuando apareció como desorbitado corriendo en su dirección.
Jimin lo abrazó y se aferró a su amigo, enrollando todo su cuerpo en él, agradeciéndole infinitamente con su garganta cerrada. Apretando su camiseta entre los puños con el fin de mantenerse entero.
—Lo dijiste, me lo advertiste —Jimin dijo, TaeHyung se apartó para mirarlo. —Me dijiste que Jungkook me rompería el corazón y no confié en ti, ¿Por qué no lo hice?
No era una pregunta que necesitara una respuesta y TaeHyung se miró triste y sin saber qué hacer más que mecer a su amigo entre sus brazos.
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