CAPÍTULO CINCUENTA Y UNO
El coraje es la bala en el arma, y la valentía la predisposición para apretar el gatillo cuando todo parece ser demasiado.
Jungkook detuvo a Jimin en su andar y ambos se dirigieron al patio central. El menor tropezando en sus pasos por seguir las zancadas del otro.
—¿Qué estás haciendo?
—No puedo dejar mi miedo ir, no de un de repente. No puedo. Pero tampoco voy a perderte por ello. Me he vuelto loco sin ti en estos días; me has cambiado y luego te has ido. No necesito más.
Él marchó por su lado directo a donde habían ubicado un escenario para que la banda tocara suaves temas de jazz y en algún momento se diera un discurso por la fiesta. Él fue directo sobre la tarima y Yoongi, que le había seguido de cerca, sintió una revolución de adrenalina cuando vio la determinación en su amigo.
Jungkook miró el micrófono frente a él, como si éste fuese el arma cargada apuntándole directamente. Lo tomó sintiéndose desfallecer y habló:
—Soy gay.
Hubo una respiración contenida entre la audiencia y luego comenzaron los murmullos. Jungkook miró a Jimin donde le había dejado de pie; se había llevado una mano para cubrir su boca, luciendo al instante entre estupefacto y golpeado. Se aferraba al hombro de TaeHyung que se había materializado a su lado, quien no parecía estar mejor.
Ya estaba, lo había dicho.
Una loza de miles de kilos se levantó de su espalda y él se encontró levantando una ceja en dirección a Minie.
Él era el único que podía comenzar a entender algo de lo que para Jungkook significaba decir aquellas dos palabras en voz alta, no solo porque compartiesen sexualidad, sino porque Jimin había estado ahí, viéndolo batallar con sus demonios al caer la noche y, aun así, se había quedado para sostener su mano; como su amigo, como su amante. Como un ser humano de valor. Y eso era lo único que lo promovía para hacer tal cosa.
Yoongi miró a su amigo lleno de orgullo. Un par de compañeros le miraron y él negó sutilmente con su cabeza.
—Déjenlo —articuló.
—Hace unos días atrás, —Jungkook prosiguió, pasada la primera impresión. —tuve un encuentro con un grupo de homofóbicos de la peor clase. Uno de esos hombres era mi hermano y digo era, no porque reniegue de él ahora que sé cuánto me odió, sino porque se ha ido a prisión. Dudo que le vea otra vez y es... es casi como si hubiese muerto para mi... —Se tomó un momento cuando el recuerdo de la ocasión presionó las emociones en su pecho. Jimin se había movido al frente, junto a Yoongi para darle fuerzas desde sus posiciones. —Lo único que saqué de esta experiencia horrible, fue que cualquier cosa pueda pasar. Cualquiera, contra más improbable, es mejor. Y hay un gran trecho entre saber aquel cliché y estar frente a un hermano que se convierte en enemigo. —Alguien se subió a la tarima a su lado, pero Jungkook no se percató. Estaba demasiado perdido en el recuerdo, en lo fresco de las náuseas en su estómago, en el miedo atenazando su corazón, tanto por su vida como por la de Minie, en el desprecio que reflejaba la cara de su hermano y en como sus sentimientos habían sido claros respecto a cuanto amaba a aquel pequeño chico de ojos claros, mientras que su hermano de la misma sangre le había sido indiferente. Por todo eso, no le costó decir: —Yo solo podía pensar en que no podía encontrarme allí, en tal situación, de esa manera... sin poder decirle a Park Jimin cuanto lo amo.
Un par de explosivos vitoreos se escucharon de la parte de atrás, posiblemente Minji y Hana que no aguantaban la emoción por si mismas. La gente, por el contrario, volvieron a murmurar. Algunos murmullos mal intencionados, otros indiferentes y una que otra sonrisa en su dirección.
Jungkook buscó por quien le interesaba, sin verlo.
—Yo, estoy seguro de que no les importa nada de esto. Ninguno aquí me conoce y no quisiera entorpecer su noche, pero recientemente me he dado cuenta de que si no hago algo, puedo perder definitiva e irremediablemente a quien me ha sacado de mi zona de confort y ha cambiado mi vida. ¿Jimin? Tu querías una prueba de amor y esto...
Sus palabras fueron cortadas, cuando el aire dejó su cuerpo. Tenía a alguien aferrándolo apretadamente por la mitad del torso y al mirar abajo, su impresión no pudo ser más grande.
—TaeHyung, déjame, ¿Qué haces?
—Baja de aquí, ¿Qué es lo que tú haces?
TaeHyung le bajó del escenario a puros empujones. Jungkook se percató de que algunas personas reían y se sintió como la peor vergüenza de su vida.
Yoongi esperaba bajo el escenario moviendo su cabeza y sonriendo.
—Tu...
—No saben lo que están haciendo, tengo que hacer esto.
Efectivamente fueron las chicas quienes habían chillado de emoción, ellas llegaron a su lado y no se veían mejor que hace unos momentos. Casi se veía que deseaban lanzarse en su dirección a por un abrazo.
Jimin, que se ahogaba detrás de toda la efusividad de su familia ante el acto de Jungkook, miraba al piso, en busca de una salida mágica. Necesitaba urgente de un portal que le tragase y le llevase a otro lugar inmediatamente. Para que los cientos de pares de ojos dejaran de estar en su dirección, para que cesara el rumor de su nombre en labios de desconocidos que escasamente le ubicaban por relación con su hermano.
Jungkook le divisó y fue cauto al acercarse. A Jimin le dolió ver la duda en su andar.
—Puedo seguir mi camino Jimin, no se trata de eso. —Fue lo primero que dijo. Él tomó una trémula bocanada de aire y se sintió como la primera vez que tomaba un paso en dirección al otro. —Has trastocado mi vida y me has cambiado y he ahí el tema. No puedo seguir adelante como antes, porque no soy el de antes. No gracias a ti.
Un Jungkook hosco e inseguro; incomodo en su propia piel pasó fugaz ante la mirada expectante del chico. Un tipo que se escondía tras una fachada perfecta, que se cerraba al mundo y se negaba a las palabras.
Jungkook tomó otro paso. Él estaba hablando bajo, tan bajo que era un secretismo solo para oídos de Jimin, pero en el patio, a todo el mundo parecía serle importante lo que decía, así que reinaba el silencio y su voz estaba amplificada no solo por la emoción.
—En los pasados meses me enseñaste más de mí mismo de lo que yo he aprendido conviviendo con mi persona a través de los años y lo hiciste con amor, con ternura y paciencia infinita.
Aquel Jungkook risueño, descuidado, de cabello desordenado y descalzo que se paseaba por casa, con ojos a medio cerrar con tal de charlar con Minie a pesar de estar exhausto le sonrió del recuerdo y Minie sonrió en el momento.
Jungkook leyó su mente. Él se derritió en una sonrisa también.
—Me robaste el aliento con cada beso, me tocaste el alma con cada mirada y en este momento, puedo decirlo sin miedo; te amo. Como no he amado nada jamás y todo mi ser te pertenece. —Él tomó lo último que le faltaba para llegar hasta quien era el ser que más devoción le evocaba. Se detuvo ante él con simpleza. La sencillez de su persona al descubierto, su corazón en la mano. Abrió los brazos a ambos lados, ya sin más para decir: —Me entrego por completo.
Una nueva respiración contenido, el reloj marcó las doce y las campanadas sonaron lejanas en algún reloj de cuerda. A Jimin le pareció una escena sacada de un cuento. La sonrisa de Jungkook vaciló y sus ojos brillaron como rogando por él.
—¡Joder, que lo beses o le beso yo mismo! El tipo sí que sabe lo que hace. —exclamó TaeHyung desesperado y en vez de romper la magia del instante, lo potenció.
Uno esperaría que fuese un beso estrellado, lleno de pasión y desespero. Y de seguro que todo eso estaba, pero no había prisas.
Jungkook rodeó el rostro de Jimin como un presente bienvenido y ambos cerraron los ojos en el último segundo, antes de que sus labios se tocaran. Fue una caricia completa para ambos y el sello de un pacto. De un perdón y un comienzo.
—Ya veo porque se ha quedado con él por encima de mí, me le declaré de la peor manera en comparación a esto. —TaeHyung siguió hablando.
Algunas personas le miraron mal cuando su voz interrumpió la imagen que mostraban los enamorados. Jamás una cena de la empresa de Yoongi había creado tal expectación. Los músicos echados hacia adelante mirando, se dispusieron con notas discordes hasta comenzar una balada, para que la gente desviara la vista de los chicos que aún no se separaban.
Yoongi dejó de mirar a su hermano y a su amigo, ellos eran demasiado intensos para ser vistos en público. En su lugar, miró curioso a TaeHyung, reparando en lo que había dicho.
—¿Te le declaraste?
—Sí, frente a un café de sabor horrible, —admitió el chiquillo. Él no tenía problema en mirar a Jimin y al doctor, quienes ahora se acariciaban el rostro —¿puedes creerlo? Ahora Jungkook se ha mandado un numerito.
Jimin no pudo más y dejó salir una risa burbujeante. Era demasiado el cúmulo de emociones dentro de sí y peor con la cháchara de TaeHyung tan cerca.
—Por un momento, pensé que me rechazarías aun así y no sé qué hubiese sido de mi si te pierdo. —Jungkook reclamó su atención. Él estaba aún tocándole. Sus manos teniéndolo por las solapas del saco; los dedos asegurados, como si tuviese miedo de que fuese a cambiar de opinión.
—Jungkook... —Jimin le rozó los labios con los suyos tierno y emocionado. —Dime que haremos las cosas bien esta vez.
El doctor se envaró y se echó atrás. Le extendió una mano que Minie miró extrañado.
—Empecemos de cero. Hola, soy Jungkook.
Eso fue la gota que derramó el vaso.
Jimin se enterneció hasta los cimientos de sí mismo. Cubrió la mano de Jungkook con la suya y dijo:
—No nos estamos conociendo por primera vez, Jungkook. Nos estamos dando una nueva oportunidad para hacer todo como ha de ser. Todos nos merecemos segundas oportunidades, sobre todo cuando valen la pena. —El hombre desfalleció un tanto con aquello, sus hombros bajando dentro de su traje. Un traje que se le ajustaba de maravilla —Jimin no podía dejar de notarlo. —Además, yo no quiero borrar todos nuestros años que llevamos de conocernos, no podría con eso. Fuiste mi primer enamoramiento, hombre.
Feliz, Jungkook jaló sus manos unidas para acomodarlo a su cuerpo.
—Si me lo permiten, quisiera bailar un poco con mi novio —dijo para todo aquel que quisiera escuchar.
Las personas a su alrededor se volcaron a sus asuntos. A Minie le hubiese gustado decir que aún quedaba algo por hablar entre ellos. Pero no quería engañar a nadie, a sus hermanos de seguro que no los engañaba. Tanto Minji como Yoongi le regalaron pulgares arriba. Hana sonreía del brazo de su hermano y hasta TaeHyung se veía complacido. De hecho, en exceso.
Sí, sin duda hablaría más tarde con Jungkook. Sobre ser novios —palabra que le creo un escalofrió por la espalda—, y sobre todo lo que quisieran. De preferencia en privado, en una cama y desnudos.
Él también había echado de menos a su hombre.
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