Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO CINCO

De crío, Jimin había sido adorable.

En el presente, él era malditamente sexy.

Con el tipo de rostro que rondaba entre los quince y los veinte. Con una voz —para el normal aguda— que le había permitido entrar a la escuela de música. Era un prodigio. Jungkook jamás había escuchado una voz igual, ni mucho menos en la forma que él conseguía poner la piel de gallina.

Siempre a la siga de Yoongi y de él, les había llenado la adolescencia de sonrisas. Los sentaba por las tardes en su patio trasero a recitales privados y de vez en cuando a tés improvisados. Había sido tan mono, que traía una sonrisa al rostro de Jungkook cuando lo recordaba de pequeño.

Ahora, mientras iba sentado a su lado en el jeep camino a su departamento en Times Square, Jungkook se sentía un poco inseguro sobre cómo abordar una conversación.

Se sentía extrañamente acalorado, tímido y, por si fuera poco; TaeHyung, el amigo de Minie no lo dejaba tranquilo.

Jungkook se quería deshacer ya de él. El chiquillo, que venía sentado en el asiento trasero, le sostenía la mirada por el retrovisor con ojos entrecerrados. No se perdía ni uno de sus movimientos mientras él intentaba concentrarse en manejar y en la apurada cháchara de Minie, quien había comenzado a hablar sobre Minji, su hermana menor. Pero afortunadamente, según las indicaciones de él mismo, ya estaban llegando al destino en que se bajaría.

—¿Minie? —Lo interrumpió TaeHyung, inclinándose entre los asientos de adelante. —¿Me llamarás luego?

Jimin sabía que eso sonaba más a compromiso de lo que quería; pero por todos los demonios, después de todo se trataba de TaeHyung. Le dio una cabeceada que esperó fuera suficiente, porque no quería incomodar a Jungkook. Aunque este parecía no prestarles atención. Iba mirando la carretera de tal modo que cualquier instructor de conducción se hubiese sentido orgulloso.

—¿Estás seguro? Ya sabes que estando aquí, eres todo mío de nuevo.

Coronó esa frasecilla con una risa tonta, Minie suspiró y contó hasta diez antes de mirarlo directo. Estaba más cerca de lo que creyó, así que se echó un poquito atrás.

—Lo haré, TaeHyung te llamaré. No te vayas a hacer pipí esperando.

Luego se sentó derecho y miró por la ventanilla para que su amigo se diera por aludido que ya debía de bajar, ya estaban fuera de su casa y su... Jardín de Eros.

TaeHyung vio que no le quedaba mucho más que hacer o decir, así que se apeó del vehículo. Mas no se resistió al impulso de inclinarse en la ventanilla y besar a Minie en la mejilla. Luego miró a Jungkook, más allá y le sonrió. Aburrido.

—Adiós, has sido un gusto.

Jimin no supo si se imaginó o no, el sarcasmo en esa frase proveniente de Jungkook, pero TaeHyung le respondió a su mejor manera. Se frotó la ceja con el dedo del medio.

—Adiós.

Jungkook tomó la carretera, para cruzar hasta su apartamento, TaeHyung vivía bastante lejos después de todo.

Jimin se había quedado particularmente silencioso, después de que su amigo se bajase del vehículo y él no estaba seguro de qué comentario ingenioso decir para que una conversación relajada se diera. Así que optó por no decir nada.

La radio iba encendida con un volumen bajo; no estaba seguro qué canción, pero Minie seguía el ritmo con su dedo golpeando el cristal de la ventana.

Tan Vogue, se dijo irónico. No sabía con qué más compararlo. Él no se hallaba en términos de moda, salvo por vestir de manera formal. Jimin, en cambio, le hacía honor a la empresa para la que iba a trabajar. Era un clásico tipo que sabía de nombres rebuscaos para la clase de pantalones ajustados de un azul vibrante que llevaba, combinados con una camisa de un tono blanco cremoso, humita rosa al cuello y chaleco con relieves. ¿De dónde siquiera se le ocurría llevar todo eso a juego?

—¿Ansioso por empezar las clases? —consultó cuando encontró un tema seguro.

—Bastante —dijo Jimin distraído, sin mirarlo.

Jungkook lo miró de reojo.

—He oído muy buenos comentarios respecto a Juiliard. No me va el tema de las artes, pero incluso alguien como yo sabe que el alumnado es selecto, ¿no?

La comisura de su boca se elevó en una sonrisa, él siguió con la vista pendiente del camino. Jungkook sentía un cosquilleo en la mano por agarrarlo y hacer que lo mirara. Solo una vez.

—Sí, así es. No fue nada fácil entrar. ¿Te dijo Yoongi que tuve que dar dos presentaciones?

Jungkook asintió.

—También me dijo que no dormiste la noche de ninguna entrevista y que terminaste llorando cuando te llegó la carta con el aceptado.

Jimin fingió ahogarse y se llevó las manos al rostro, avergonzado.

—Voy a matar a Yoongi.

Jungkook sonrió.

—Tranquilo, es tierno. Por cierto, no sé si tu hermano te haya felicitado de mi parte, pero...felicitaciones.

Jimin sintió la mano de Jungkook posarse en su muslo. No fue la gran cosa, de seguro solo para llamar su atención. Pero cuando Jimin miró hacia abajo, esa mano grande y callosa estaba peligrosamente arriba, cerca de la base de su pierna.

Jungkook retiró la mano de inmediato.

¿Satisfecho?, se regañó mentalmente. Ya no te pican las manos por tocarlo.

—Gracias —dijo Minie que de pronto se sintió abochornado.

Aw Dios, este hombre era peor que antes. Mil veces peor.

Jungkook le sostuvo la mirada un segundo, luego asintió y volvió al frente.

Conseguiste lo que querías, tonto. Ya te ha mirado, ahora evita sonreír. Por lo que más quieras, no sonrías.

Jungkook apretó más fuerte el volante y tomó la siguiente salida, ya no quedaba mucho para su casa, menos mal. O muy se temía que terminaría muriendo por exceso de testosterona. A penas si rozaba a Jimin y una corriente lo recorría. El muchacho era como una droga para él. Se había equivocado al pensar que las cosas no serían como antes, bueno pues ahora eran peor.

Jimin no era ni gordo ni feo. Era malditamente perfecto y Jungkook le estaba salivando encima. Se regañó por no poder mantener una conversación fluida sin meter las patas de manera monumental. Agradeció el hecho de que Jimin había vuelto a mirar afuera y no le había afectado su desliz. O eso creía él.

Jimin aun sentía su piel hormiguear en donde Jungkook había puesto su mano, aun sobre el pantalón. Lo que lo hacía cuestionarse como se sentiría cuando lo tocara piel contra piel, directamente.

Ja, como si eso fuese a suceder, se burló la voz de su conciencia. Solo míralo, el chico ha conseguido abrirse paso en la gran ciudad neoyorquina sin la ayuda de nadie y aunque los años han pasado sobre él, solo lo han hecho para lograr un gran trabajo. Ahora está mucho más en forma, no es que Jungkook hubiese sido gordo o descuidado alguna vez, pero Minie no recordaba haberlo visto tan musculoso nunca. El pecho de su camisa se tensaba en los lugares justos como dejar entre ver que él estaba muy bien preocupado de su imagen personal.

Probablemente estaba teniendo citas como loco.

—¿Y cómo van tus citas? —pregunto Jungkook aclarándose la garganta. No era un terreno seguro, pero podía manejarlo. Sólo tenía que recordarse que estaba hablando con Jimin-sse, el hermanito de Yoongi, el mismo que solía disfrazarse de distintas Madonas para cada Halloween.

—Nah, aun soltero. La calidad de chicos en Busan es un asco.

Soltero.

Ya eran dos bajo el mismo techo.

—¿Me pareció notar que tú y tu amigo TaeHyung tenían algo más que solo amistad?

Minie hizo un ruidito estrangulado y negó.

—Oh, no. No, no, no, ya quisiera TaeHyung que eso pasara, pero no. Solo mejores amigos. Vengo a Nueva York soltero y sin compromiso, y si tengo que admitir, con todas las intenciones de divertirme.

Jungkook sonrió ridículamente contento con sus palabras.

Pero su alegría no duró mucho, Minie se volteó hacia él interesado y preguntó:

—Y bueno, ¿tus citas son...?

Esta vez, fue el turno de Jungkook de negar.

—Oh, no, no, no. Yo no tengo citas. Créeme, no sería buena pareja para nadie.

Jimin sabía muy poco sobre el trasfondo de sus palabras y quería indagar más sobre ello, pero según Yoongi ese era justamente el único tema que no podía tocar.

Se aclaró la voz.

—Lamento lo de tu divorcio.

Y se hizo el silencio.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro