CAPÍTULO I
¿Los nombres tienen poder?
—¿Galadriel Black? —La mujer sentada detrás del escritorio, escruta la hoja en busca de algún error, pero no hay ninguno. Mantengo el rostro inexpresivo— ¿Es correcto? —Insiste, con el formulario cerca de su rostro delgado y de ojos saltones. Esta vez fuerzo una sonrisa.
‹‹Sé amable, elfa, la amabilidad puede hacer un gran cambio›› He convertido las palabras de mamá en un mantra cada que me topo con personas así, lo que es más seguido de lo que me gustaría. Como si fuese la única en el mundo con un nombre fuera de lo común, hay quienes tienen nombre de colores, y ni hablar de aquellos combinados.
—Es correcto— la neutralidad de mi voz me sorprende. Quizás el nuevo aire sí me está ayudando a ser menos intolerante con los indiscretos.
La secretaria, de nombre Dory, según la placa en el escritorio, asiente y procede a buscar mi horario de clases, por lo que vine hasta aquí. Luego de unos minutos me da la hoja con la descripción de las clases, profesores y aulas; con una sonrisa en su huesudo rostro dice:
—Es un nombre muy peculiar.— Claro que no se iba a quedar callada. Mi sonrisa forzada se hace más grande.
—Mi madre es una mujer especial.
Le doy las gracias a Dory y me dispongo a volver al dormitorio. Esperando que la señorita Alanna Fernández ya haya regresado de la excursión que decidió hacer sin mí.
Mientras hago el recorrido, me da por darle vueltas a mi nombre. Gracias, Dory; pienso con cierta amargura. Digo que no me molesta, pero me han hecho sentir incómoda toda mi vida por cosas que parecen tontas, y sin embargo, esas cosas se meten bajo mi piel y se convierten en una picazón que no se va.
Durante casi dieciocho años he escuchado de todo en relación a mi nombre, y aunque lo intento, créanme que lo intento, siguen siendo un incordio. Sin mencionar los comentarios acerca de mi cabello, mis ojos, mi piel, mi cuerpo, mi personalidad... Siempre hay algo que decir, siempre hay algo que les incómoda de quien soy.
Cuando mi madre decidió llamarme Galadriel estaba pasando por una etapa, la cual me gusta llamar ‹‹fiebre Tolkien››. Eileen White — mi madre —, ama locamente las historias de fantasía épica, así que fue inevitable que la influencia de aquellas lecturas no recayera en la vida que crecía en su vientre, o sea, yo.
Ella misma parece sacada de una de esas historias: de una belleza que parece sutil, pero que si observas fijamente te das cuenta que desprende un brillo casi sobrenatural; cuando sonríe, cuando camina, cuando habla, cuando te mira con sus impresionantes ojos de cielo sin nubes. Ella es el vivo ejemplo de aquellos que exteriorizan su belleza interior por completo. Yo, bueno... no sé qué significa lo que se observa en mi exterior.
Intento no prestar atención a las miradas que me lanzan los pocos dispersos por el campus, hacerlo solo serviría para hacerme sentir mal. Se supone que venir a esta universidad era comenzar de nuevo, lejos de todas las estupideces de York Hill. Sin embargo... el zarpazo de la tensión me detiene de pronto. Aprieto los dientes, trago grueso y lucho por arrastrar de vuelta el frío que fluye hasta mis extremidades.
—No. Por favor. Aquí no. No de nuevo — susurro, apenas moviendo los labios.
¿Dónde estás Ali?
Cierro los dedos con fuerza cuando comienzan a temblarme. No puedo hacer esto. No aquí. Basta. Respiro hondo una, dos, tres veces; antes de girarme como si hubiese decidido observar la belleza de lo que me rodea, una estudiante recién llegada descubriendo el campus. Pero lo que realmente hago es buscar el motivo que me hizo reaccionar así.
No hay nada, solo edificios, parques, caminos, uno que otro estudiante. Nada.
—No seas ridícula. Nadie te vigila. Nadie te está persiguiendo — vuelvo a susurrar con rabia. Estoy cansada de esto.
¿No me dijeron que sería bueno para mí dejar a mamá y alejarme de todo lo que me recordaba a...? ¿Qué valdría la pena el sentirme una mala hija por venir aquí? ¿Qué dejaría atrás la paranoia, porque aquí nadie más que Ali me conoce? Entonces... ¡¿Por qué demonios estoy paralizada en medio del campus?!
Cuando llegué y me sentí aliviada, porque no había pesadillas, ni sensación de ser observada, ni nada burbujeando dentro de mí, queriendo salir; un sentimiento más fuerte se sobrepuso al alivio: la culpa. ¿Cómo podría estar aliviada y feliz cuando dejé a mamá sola en casa? Sola. Pero aquí está de nuevo, mis instintos vuelven a traicionarme.
Esta es una de las razones por las que no me gusta mi nombre.
Galadriel, en los libros de J. R. R. Tolkien es nada más y nada menos que la reina de los elfos Noldorin, famosa por su belleza, sabiduría, y por ser una guerrera; el significado de su nombre en Sindarin es ‹‹doncella coronada con una guirnalda radiante››.
‹‹¡DONCELLA CORONADA CON UNA GUIRNALDA RADIANTE!››
Mi madre creía que traería al mundo a un hada, desde el País de nunca jamás, una criatura delicada, frágil, que tan solo con su hermosura sería capaz de conquistar los corazones de todos. Y, pues... resulta que no... llegué yo.
La Galadriel literaria es un sueño de sol, cielo despejado y nieve cristalizada; la Galadriel real, la que debe comer, sentir y convivir con el resto, es lo opuesto, es oscuridad, cielo nublado y nieve nocturna.
Por eso, cuando escuchan mi nombre, la mirada es de ¿Y dónde se supone que te pareces a ella?, a lo que respondo con un encogimiento de hombros y una mirada de Pregúntale a mi madre, para enterarnos los dos.
Solo mamá, y en ocasiones Alanna, usan mi nombre completo. Porque me he esforzado para que el resto solo me conozcan por ‹‹Gala››. Simple, y sin una historia que nada tiene que ver conmigo detrás. Ahora, no puedo hacer nada con el papeleo burocrático.
A veces fantaseo con que mi madre me hubiese dado un nombre menos extravagante, como: Mary, Lucy, Sophie... y si quería algo literario, bueno: Jane, Elizabeth, Tess, Julieta... ¡creo que Atenea no hubiese sido tan raro! Por eso no comparto la teoría de ‹‹los nombres te dan poder››.
Nunca seré como la Galadriel de Tolkien. Nunca seré una guerrera que lucha por el bien de su pueblo. Nunca seré una reina sabia que da consejos y a quien todos escuchan y respetan. Nunca seré más que Galadriel Black.
(***)
No tiene idea de lo acertado que fue la elección de su nombre. Pero pronto lo sabrá.
Ella es lo que he estado esperando. Será la guerrera coronada que termine de una vez por todas con esta guerra eterna. Les mostrará a todos la mentira en la que han tejido sus vidas todo este tiempo.
No somos más que peones para Él, dispuestos para servir a sus propósitos egoístas. No importa cuántos de nosotros perezcamos en el camino, siempre y cuando cumplamos aquello por lo que fuimos traídos a la existencia.
‹‹El equilibrio es lo único que debe importarles. Sin sentimientos, sin emociones; eso déjenselos a los mortales. Ustedes son distintos.››
¿Realmente somos distintos? ¿Somos especiales por tener más tiempo, o por haber aprendido a comprender mejor los hilos que mueven la existencia?
No importa cuánto tiempo lleve. No importa a quién deba usar. No importa a quién deba enfrentar. No importa si creen que he sucumbido al poder y me he vuelto corrupta. Haré que Él pague.
Galadriel Black portarála corona radiante que terminará con su reino oculto en la luz etérea del Empíreo.
Gracias al magnífico trabajo de @HE_Editorial , mi chica, a la que no le gusta mucho su nombre (Galadriel) ha ganado una mención especial en los Summer HEA Awards 2023. 💓😎
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